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Roma

Drama Cleo (Yalitza Aparicio) es la joven sirvienta de una familia que vive en la Colonia Roma, barrio de clase media-alta de Ciudad de México. En esta carta de amor a las mujeres que lo criaron, Cuarón se inspira en su propia infancia para pintar un retrato realista y emotivo de los conflictos domésticos y las jerarquías sociales durante la agitación política de la década de los 70. (FILMAFFINITY)
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Críticas 345
Críticas ordenadas por utilidad
16 de diciembre de 2018
80 de 122 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta curioso pero hoy en día, aún teniendo más acceso que nunca a toda la información y saber del mundo gracias a Internet, pareciera que nunca resultara tan fácil vender humo. O, dicho de otro modo, convertir lo mediocre en joya (por no hablar de la caca de perro como símbolo artístico).
Esto es 100% costumbrismo en estado puro, sin añadidos ni conservantes ni colorantes. Hace años (ya décadas) le preguntaban en una entrevista a Camilo José Cela, posiblemente el escritor más sobrevalorado al oeste del Mississipi (y al este también) que por qué sólo escribía novela costumbrista y la respuesta del gran genio fue, en forma de exabrupto: "Es que todo lo que no sea costumbrismo es gilipollez". El problema que tienen muchos de los llamados "críticos" es que tienen asumido como hecho inamovible esta actitud snob y pedante de que el arte, si no es "diferente" no es arte. Y para ser diferente no hay nada como hacer planos laaaaaargos y lentos, narrando un constante "no pasa nada" y enfocando la cámara en detalles de los que cualquiera prescindiría, magnificando las cosas que carecen de absoluta importancia (piedras, manchas en la pared, rayaduras en el pavimento o cacas de perro). Y, por supuesto, en blanco y negro, porque cualquier cosa, ya sea filmada o fotografiada, en blanco y negro, se convierte, como por arte de magia, en arte.
La excusa del blanco y negro, de los supuestos planos-arte y de los guiones sin sentido ni contenido ya la ensayó de forma magistral el también sobrevalorado David Lynch en aquel engendro infumable, que algún comité ético del buen gusto debería poner en su lugar, denominado "Eraserhead".
¿Roma es cine? sí, porque son imágenes filmadas, de hecho es ligeramente más apasionante que las pelícuas iraníes de ver crecer el cesped, no mucho más pero algo sí. Y hay que reconocer que la actriz principal, Yalitza Aparicio,realiza un meritorio trabajo, ya que en su rostro recae el duro trabajo de suplir la ausencia de guión.

Puedo entender que haya gente que disfrute con este ejercicio de vacuidad, incluso que la puedan considerar una obra digna de ver, pero no puedo admitir que se me encumbre esta cinta a la categoría de arte y se me filmen escenas tan patéticas y ridículas como la del fuego en el bosque. Ni siquiera un director de serie Z habría filmado algo tan cutre e infame. Me parece increíible que nadie pueda catalogar como obra maestra una película que comete estos patinazos tan espantosos, dignos de un mal alumno de primero de escuela de cine.

Roma es de estas películas que, si las hubiera dirigido un director menos respetado no habrían merecido ni media reseña, pero se ha beneficiado de la fama (merecida o no, eso ya es otro tema de discusión) conquistada por Cuarón. Ningún crítico que se precie se atreverá a calificar esta película como se merece, ya que eso podría perjudicar su prestigio, y los críticos también tienen que ganarse las lentejas que, aunque a veces no lo parezcan, también son humanos.

Humo, mucho humo y además del tóxico. No pierdan el tiempo.
Shadow
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22 de noviembre de 2018
80 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘Roma’ es la octava película en la filmografía de Alfonso Cuarón, y la tercera que filma en México, a donde regresa tras 5 años después de conquistar al mundo con ‘Gravedad’, para realizar su película más personal, pero también la más ambiciosa, que seguro marcará toda una época en el cine nacional y mundial.

La historia que cuenta ‘Roma’ es la de Cleo (Yalitza Aparicio), una empleada doméstica de origen mixteco que trabaja para una familia de clase media en la colonia Roma de la Ciudad de México en los inicios de los años 70, junto a ella trabaja Adela (Nancy García García), también de origen mixteco, y juntas a tienden a los 4 hijos de la familia, la que encabeza la señora Sofía (Marina de Tavira), quien además vive con su madre y está casada con un marido casi siempre ausente.

Los actos cotidianos de las dos empleadas domésticas son el punto de partida para narrar el día a día de una familia que empieza a volverse inestable, remarcado esto por la ausencia definitiva del padre, y que se sostiene por la fuerza de las 4 mujeres de la casa, Sofía, su madre y sus dos empleadas, siendo Cleo la más cercana y querida por los hijos, quien tiene una relación con un joven de su mismo origen que la ilusiona en sus salidas domingueras por las calles de la Ciudad de México.

Cuarón narra de manera virtuosa una historia en apariencia sencilla, la de una mujer que debe emigrar a la gran ciudad, insertarse en una familia ajena a quienes debe servir respetando las diferencias socioeconómicas que los separan, pero que a la vez la acogen de manera sentida como un miembro más de su familia, siempre y cuando cumpla con los quehaceres y deberes por cumplir en la casa, y que, como le sucede a su patrona, deberá enfrentarse al abandono del hombre que ama, lo que las pone en condiciones mucho más cercanas.

Si bien la historia se narra desde el punto de vista de Cleo, todo el relato esta conformado desde los recuerdos de la infancia que dan forma a una mirada sobre la familia y sobre el país, un país donde se niega el racismo, y se ha normalizado el clasismo, dando paso a un estado permanente de violencia latente que en los años recientes se ha recrudecido, pero que en aquellos años 70 se montaba un pasaje olvidable y vergonzoso para nuestra historia reciente como el “halconazo”, al que Cleo, como representante de toda una nación, deberá toparse de frente en un hecho que dejará una marca de por vida.

‘Roma’ logra convertirse una experiencia que desborda lo cinematográfico, un registro naturalista que termina siendo una representación viva que transmite lo mismo desde lo visual que desde lo sonoro, con resabios al neorrealismo italiano y con ecos de los momentos más logrados de ‘Y tu mamá también’, cada plano sobresale por su belleza, hay si, algún exceso estilístico que irremediablemente resta, pero se impone la fuerza de una historia narrada con amor e inteligencia, donde los detalles cobran suma importancia, así como la información que habita en el fuera de campo.

La película es un logro mayor, desde su solvente guion y sobre todo el gran trabajo en el diseño de producción a cargo de Eugenio Caballero, que junto al poderoso diseño sonoro y de fotografía consiguen crear una atmósfera que abraza al espectador y lo lleva por un viaje a través del tiempo a un lugar y una época en la que quizá nunca estuvo, pero que se sabe forma parte de eso, logrando conmover de manera genuina, logrando Cuarón otra gran película en su filmografía, a la altura de ‘Niños del hombre’ y ‘Gravedad’.

https://tantocine.com/roma-de-alfonso-cuaron/
Quique Mex
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16 de diciembre de 2018
78 de 131 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a introducirme en el apartado técnico de la cinta, ni en la fotografía, ni en el montaje... En este film no.
Dice el espectador más vulgar que el blanco y negro en este largometraje está bien empleado, que la puesta en escena es sublime, que te conmueve hasta romperte el corazón... parafernalias y más parafernalias queridos espectadores. Que no os engañen; la trama, ni te transmite, ni te atrapa, ni te conmueve, ni mucho menos empatizas con ella.
No había visto un largometraje tan vacío y más superfluo que ROMA en bastante tiempo.
La película es dispersa, nos encontramos con diferentes tramas vacuas con rumbo y dirección a ninguna parte.

“El Cine debería hacerte olvidar que estás sentado en una sala de cine.” Si Roman Polanski viese este film, seguro que le diría unas cuantas palabras a su compañero de profesión Alfonso Cuarón, ya que, tras el transcurso de esta cinta, lo primero que piensas es: ¿Dónde me he metido? Lo segundo: Mejor me voy por donde he venido. Y lo tercero: ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
Esta película empecé a verla a las 22:00, y la hora en la que más disfruté de esta cinta fue a las 00:20, hora en la que ya podía desatenderme de este soporífero metraje.

Señoras y señores, no pierdan el tiempo en visionar este engaño cinematográfico.
No se que ven en ella, pero puedo asegurar, que es la película más sobrevalorada del año, del siglo, y muy probablemente, de toda la Historia del séptimo arte.
MR TARANTINO
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6 de febrero de 2019
38 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me preocupa que ganen películas como ésta, la siento una impostora, un timo, y un atentado a lo que debe ser una verdadera Obra. Mucha gente tilda este filme de “Obra Maestra”, “Joya del Cine”, “La mejor película de Mexico”, y la verdad, con tantos bombos y platillos, me pregunto si todo obedece a una feligresía arrastrada por el mainstream, una moda, o simplemente querer trolear a la historia del cine.

De aquí partimos admitiendo lo obvio, la película es una oda al manejo de cámaras y fotografía, cada plano parece exquisitamente trabajado donde hasta la caca del perro y la fealdad de los barrios crean deleite fotográfico, pero lamentablemente la película no pasa de allí, es una bonita carcasa sin contenido, un hermoso chasis sin motor, y un bello cuerpo sin alma…

A mi entender, una “joya del cine”, u “obra maestra”, debe contar historias que cautiven, que te hagan entrañar a los personajes, que estés sentado en el asiento amándolos u odiándolos, o expectante durante toda la historia a ver qué sucede, y al final del visionado, una verdadera obra maestra te hace pensar en ella varios días, o al menos nunca olvidarla, pero para mí eso nunca sucede con “Roma” de Alfonso Cuarón.

Recuerdo que ya llevaba media hora, y sentía que la película aún no arrancaba. Ya pasada una hora, aún no tenía espíritu, ni un ápice de complejidad; y al final sólo esperaba una jugada del director tan explosiva o inteligente como para que todo valiera la pena, pero nunca llegó. Me sentía viendo la dramatización de una vida anodina, cotidiana, de cualquier mujer trabajadora en una casa de ricos. Quizás Cuarón, quería contarnos los día a día de su infancia privilegiada. Y hay personas que podrían decir que allí estaba el plus de la película, retratar una vida cotidiana, pero no, no hay nada convincente en ello. Creo que cualquier novela o documental puede hacer algo parecido o mejor que esta piñata sin relleno.

Película de planos finos de más de treinta segundos o un minuto; ¿qué sentido tiene ver una escena de 15 minutos en un campo polvoriento lleno de personas que no aportan nada a la trama?, ¿qué sentido tiene mostrarnos una mujer que le da 2 vueltas a una habitación para apagar 5 luces?, o las interminables escenas estacionando el carro, eso sin mencionar los 10 minutos de cubetazos de agua empezando la película…
¿Será mejor ver el “Gran hermano”?

Es peligroso para un verdadero cineasta, para una verdadera historia, la algarabía sobre películas como éstas, que más parecen un documental domestico, que una verdadera historia filmada, guionizada y trabajada. Aquí las actuaciones son ínfimas, y quedan además opacadas por todo el agobiante largometraje que se pudo reducir a una hora, y aun así hubiese sobrado bastante para contar. Repito, sí es para historia, más vale una novela de la Rosa de Guadalupe; sí es para fotografía, hay bastantes lindas exposiciones del México de los años 70 en ese país. Aquí solo vi una película sin alma, y sin sustancia, una historia como miles de millones…Tanto o más aburrida.

Tenga su 1, que aunque le iba a poner 4, está tan inflada que hay que bajarle a esas estadísticas engañosas.
Minostos
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6 de diciembre de 2018
40 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Roma

Había que darse prisa. “Roma” estará únicamente en dos salas -Cines Verdi- de Madrid y Barcelona durante una sola semana. Después pasará a formar parte del patrimonio exclusivo del inabarcable universo de Netflix. “Los tiempos cambian que es una barbaridad”, anunciaba don Hilarión en la famosa zarzuela que, junto al resto, duerme hoy en la acartonada placidez que procuran las más sombrías buhardillas. Por eso corrí a verla en su primer día de estreno con las ansias de un colegial a la hora del recreo.
Porque de la maravillosa y deslumbrante película que ha dirigido, escrito y fotografíado Alfonso Cuarón, este cronista se siente testigo presencial. Y lo que vi me transportó a mis ya lejanas 26 primaveras cuando yo era un joven e inexperto habitante de la Ciudad de México. Cuarón tenía apenas 11 años en 1971 y yo me casaba con una criatura que se me apareció como una diosa para concederme la inmortalidad al aceptarme en su vida contra todo pronóstico.
Cuarón, como él mismo ha declarado, rememora aquí algunos pasajes de su infancia en el seno de una familia de clase media en la Colonia (barrio) Roma. Retazos, fogonazos de pura vida. En un blanco y negro intenso, avasallador y casi hiriente, sus personajes respiran autenticidad por los cuatro costados. El cineasta mexicano -prescinde incluso de la música- da plena libertad a la cámara para que ésta se exprese por sí misma y encuentre en cada mirada, en cada gesto, la insoslayable realidad que aprisiona y asfixia a las mujeres mexicanas.
Yalitza Aparicio -no sé en qué milagroso cáliz ha fermentado esta prodigiosa criatura-, se mete en la piel de Cleo, casi una niña, al servicio de la familia que evoca Cuarón, emigrante de un mundo indígena olvidado y abandonado a su suerte por los sucesivos gobiernos mexicanos. Ella es el espejo, la reencarnación dolorosa y viviente de miles, de millones de mujeres indefensas, humilladas, ultrajadas por el mal aterrador de un machismo amoral, cruel e indecente que persiste hasta nuestros días.
La matanza de Tlatelolco ocurrida tres años antes aún planea como una sombra siniestra y ahora, el grupo paramilitar conocido como “Los Halcones” creado por el Gobierno del Presidente Luis Echeverría, afila sus garras, oculto en las oscuras sentinas del Poder para terminar masacrando a un buen número de los estudiantes que se manifestaron un aciago 10 de junio de 1971, festividad de Corpus Christi.
La superficie frágil e inestable sobre la que se asienta el pueblo de México -en una película llena de alegorías-, tiene también su simbolismo en la eclosión de un angustioso temblor que tantas vidas ha cercenado en el Valle sobre el que se construyó la antigua Tenochtitlan. El caos, la improvisación y esa sensación de constante incertidumbre que preside la vida y destino de sus protagonistas presagiaban ya el devenir de un país que ha terminado por convertirse en un gigantesco campo de batalla sembrado de cadáveres: cerca de 40 mil homicidios y subiendo en este año que finaliza. Hace tiempo que los dioses abandonaron a los pobladores de México. Corrupción, impunidad, inseguridad, desigualdad y todas aquellas lacras imaginables, son los nuevos jinetes del apocalipsis que asola al país. Lo que pudo haber sido y no fue tortura, una y otra vez, a una parte de la ciudadanía que no entiende cómo se ha llegado hasta aquí.
Hay elementos en esta realización que me recuerdan al neorrealismo italiano y sobre todo a la inmortal “Los olvidados” de Buñuel. Cuarón ha llevado a cabo un colosal trabajo de ambientación y tanto la inocente Cleo como su ama, aún en distintos planos sociales, representan la parte más humana y tierna, lo mejor de México: las mujeres. Ellas son los cimientos que han sostenido y aún sostienen los frágiles pilares que todavía quedan en pie en una sociedad agusanada, fragmentada y a la deriva, cautiva de su propia ignorancia e incapaz de diagnosticar el mal que padece.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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