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Frantz

Drama Una pequeña ciudad alemana, poco tiempo después de la I Guerra Mundial. Anna va todos los días a visitar la tumba de su prometido Frantz, caído en la guerra, en Francia. Un día, Adrien, un misterioso joven francés, también deja flores en la tumba. Su presencia suscitará reacciones imprevisibles en un entorno marcado por la derrota de Alemania. (FILMAFFINITY)
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Críticas 87
Críticas ordenadas por utilidad
14 de noviembre de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cineasta que personalmente me desconcierta, pasa de una cosa a otra con cierto desparpajo y libertad, abordando temáticas y formas muy dispares. Lo hace sin pudor, con cierta habilidad para no resultar pedante, a veces con un humor muy blanco. Otras, _en Frantz_, queriendo dar trascendencia filosofal a sus obras pero sin lograrlo en esta ocasión. En su película más formal y academicista. Y es que no. Ozon, no es un todoterreno. Tampoco es Lubitsch, en cuyo título, Remordimiento (Broken Lullaby), se basa esta cinta.

Drama romántico que partiendo de bellas formas e interpretaciones conmovedoras arriesga acercándose por varias veces al remilgo casi ñoño. Rondando la catástrofe, Ozon consigue contenerse en el último instante para no traspasar esa delgada línea que habría dado al traste con su proyecto convertido en folletín. En lugar de eso, ofrece un precioso envoltorio a un caramelo que se prometía delicioso, pero que sólo es eso: bonito.

Me corrijo a mí misma: hay romance, cierto, pero si esta que escribe tuviera que priorizar un género, la destacaría como cine político y ante todo profundamente antibelicista. Pese a estar ubicada temporalmente en 1919, año de la gran infamia, _aquel en que en Versalles se reunía la Troika de la época para humillar a la joven nación alemana tras su derrota en la Gran Guerra_, la película es rabiosamente actual.

¿Por qué? Por el giro a la ultraderecha, a la xenofobia y a esa amenaza permanente que a cada poco pone en jaque la fragilidad del eje franco-alemán que vertebra esta Europa sobre una espina dorsal de mantequilla. Francia y Alemania son las verdaderas protagonistas de esta historia. Es fácil ver hoy resurgir de lejos los fantasmas del pasado. Y en definitiva, de 1919 a 2016, pareciera que en poco han cambiado ciertas cosas.

¿De qué trata? En un pueblo alemán después de la Guerra, un joven excombatiente francés, Adrién (Pierre Niney), deposita flores sobre la tumba de su enemigo de armas, Frantz.

Anna (Paula Beer), prometida del difunto, descubre a Adrién e inevitablemente las ansias por saber qué relación une a ambos jóvenes, la llevan a citarlo a una reunión en casa de sus suegros, pese a la reticencia inicial del padre, para quien todo fracés es, _indefectiblemente_, responsable de la muerte de su hijo.

Pese a ser especialmente triste, reposar sobre una fotografía melancólica, es esperanzadora. Los individuos pueden sobrepornerse al rencor de las guerras que el poder político busca a toda costa en aras del expansionismo y so pretexto del nacionalismo como excusa para todo. Una pareja de antagonistas puede amarse, mentirse piadosamente, superar su enemistad y reconciliarse. De ahí el antibelicismo de Ozon: en la reconciliación y la superación del rencor radica la lectura de su obra. O de la de Lubitsch, para ser justos.

El cineasta francés vuelve a recrearse en la mujer. Sus actrices son maravillosas. Paula Beer, mejor actriz "nueva" en el Festival de Venecia, es el alma de la película. Sin ella, sin su fragilidad, esta cinta carecería del sentido trágico de su esencia. En realidad, carecería de cualquier sentido. Por eso es de alabar su dirección de cásting. Artística y técnicamente la cinta es impecable.

Pero hay un resto importante: una película de poco más de hora y media no puede hacerse tediosamente larga. Si, su ritmo es pausado, porque se detiene en la belleza de sus imágenes. Los espectadores somos observadores de la estética, pero forzarnos a la contemplación asceta como a penitentes, es otra cosa.

Tampoco debe repetirse lo que ya se nos ha contado como ocurre en varios momentos abundando en lo anterior: su relativamente corto metraje se hace de más. Ni echar anzuelos para jugar al despiste, esbozando un halo de suspense sobre una narración que no tiene vocación de tal y, cuando mucho antes del final hemos previsto su desenlace. Darle un aire Hitchcockiano a esta historia no tiene sentido. Y resulta ciertamente tramposo. Como también queda forzado colar artificios que, siendo totalmente innecesarios, _"el momento Casablanca"_, lejos de dignificar esta historia, la ridiculiza.

Pero vuelvo a insistir en que Frantz es una obra destacable en sus interpretaciones, en cualquier aspecto de su apartado artístico y en su técnica fotográfica. Aunque, por momentos, hace aguas narrativamente.

En suma, el buen hacer del director es indiscutible y el conjunto armonioso pese a su guión, manifiestamente irregular. Se le perdona, por la belleza de la composición en su resultado final.

Lo dicho, desconcertante Ozon para bien y para mal.

www.cinemaldito.com
Valkiria
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19 de enero de 2017
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bonita película, y un poco perturbadora también, que nos habla sobre la guerra y el nacionalismo, sobre el dolor que estos generan y la manera de sobreponerse a él.

Visualmente es bella, y, como ya se ha dicho, juega bien con la transición del blanco y negro al color.

Las interpretaciones son estupendas.

La película trata de una chica que ha perdido a su prometido en la Primera Gran Guerra, y a cuya tumba vacía va a depositar flores de vez en cuando. Pero un día ve a un extraño joven, extranjero, en la tumba, el cual, según parece, fue un buen amigo del prometido antes de la guerra, durante la estancia de este en Francia.

La película nos muestra la evolución de una relación basada en el dolor de la ausencia, entre el joven extranjero, cuya presencia no es bien recibida en la ciudad, y la familia del joven fallecido, especialmente la prometida.

En el spoiler desarrollo más la cuestión, pero desvelando partes de la trama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Platón verbenero
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19 de enero de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
FRANTZ es una cautivadora película de Francois Ozon, un cineasta que huye del sello de autor y que cambia de registro y de estilo en cada nueva obra. Aquí se marca un melodrama en blanco y negro de época, pacifista, bello, hondo.. Un sincero y delicado canto a la vida y al amor a traves de la historia de un joven ex soldado frances que tras la priemera guerra mundial se presenta en casa de la familia del alemán al que mató en el frente para pedir perdón... y todo lo que se desata entonces. Original, sutil, profunda , filmada con elegancia y pausa es sin duda un pequeña obra de arte que deberías ver..
guillermo hernaiz
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6 de enero de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he considerado que sólo el buen cine francés es capaz de convertir en cine determinados retratos íntimos de la pareja, esos que están dibujados por manos impresionistas y que emergen con la première avant-garde, precisamente, frente al hipnótico expresionismo germano.

Me vienen a la memoria impresionantes películas de Jean Renoir, Rohmer, Clair, Man Ray, capaces, por otra parte de aportar, aunque parezca conadictorio, esas dosis de naturalismo y de romanticismo, apoyándose en guiones que son, en sí mismos, auténticas obas maestras de la literatura.

En la académica película de Ozon, también todo un mosaico de diversidad artística conjuntada, se encuentra siempre presente Édouard Manet, a través de su cuadro 'El suicida' [1877-1871], como canto a la reacción vital, en todo momento plasmada a través de contínuas exploraciones visuales, de luces y sombras, de blanco y negro o color, también del puro simbolismo. hasta el punto de que la película es toda una sinfonía audiovisual gracias una maravillosa fotografía, apoyada por un esmerado montaje y una banda sonora preciosa y esmeradamente engarzada.

Con una historia detrás que en realidad trata de abarcar toda una filosofía en torno a una época, las postrimerías de la Gran Guerra [1914-1918], y su condición humana alrededor de dos países -Francia y Alemania- condenados antropológicamente a combatirse. Ambas sociedades, por tanto, compartiendo, en defensa de sus respectivos intereses grupales, su convivencia en torno a la mentira, el perdón, la vida y la muerte, la guerra y la paz, la soledad del indivíduo dentro de su propio grupo social.

Si algún pero tengo que ponerle a este gran film es que no soy nada partidario de que los guiones lleven la firma del realizador. Porque, entre otras cuestiones, ello confunde, iremediablemente, la obra de arte, la dirección cinematográfica, con el mensaje, la idelogía del autor.

Y en tal sentido, Ozon, no puede remediar -aprovechando la adaptación de Lubitsch- su apuesta por un pacifismo tan buenista como irreal pero tan de moda hoy en día gacias a las nefastas corrección política y posverdad; mucho más si tenemos en cuenta que nada tiene que ver la legítima defensa francesa con el ilegítimo imperialismo alemán. Este posicionamiento resulta tan trascendental cuanto que la película ha sido politizada por quienes se empeñan en confundir intencionadamente el patriotismo con el nacionalismo, aprovechando la intríseca maldad del segundo para cargarse al segundo, que es tanto como liquidar el derecho a luchar por la supervivencia el grupo frente a ataques externos.

Tsmbién considero innecesaria la introducción de alguna concesión al suspense motivacional ya que nada aporta y sí ensombrece, alargando el metraje en su perjuicio.

Quiero destacar, en cualquier caso, el magnífico reparto de actores y, de enre ellos, la deslumbrante actuación de Paula Beer, impresionane actriz alemana que me recuerda también a mí a Jeanne Morerau y que, con un poco de acierto en sus próximos papeles, pueder consolidarse como una de las grandes.

En resúmen: no se pierdan por nada del mundo este sublime doble viaje iniciático de ida y vuelta.

Recomiendo la versión original, también por la importancia del doble idioma empleado.

Ese gran cine intimista sólo puede ser francés [8 sobre 10]

EQM

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elquiciodelamancebia.wordpress.com/2017/01/06/frantz-2016-de-francois-ozon
elquicio
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11 de enero de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deliciosa, conmovedora y por momentos exquisita película, aunque pesimista y deprimente. Es evidente que estamos ante una gran obra cinematográfica, peo sale uno con un sabor amargo en la boca.
Una cinta muy europea que denota perfectamente las diferencias entre el cine yanqui y el nuestro. Es una cinta que parece hecha como se hacían antes las buenas películas y las cosas en general, con talento y cariño. El empleo del BN y el color está ya un poco gastado y por tanto es peligroso pero, como casi todo en esta película, se realiza con tino y sobriedad. El ritmo es majestuoso. La música muy acertada y a veces hasta grandiosa. Los actores brillan, en general, a gran altura. Lamento decir que el protagonista nunca me da el punto, quizá porque de salida me parece poco humano ese rostro suyo tan extraño y porque le he visto desmerecer con su actuación otras grandes obras. No me parece capaz de aguantar el peso de una gran interpretación y de nuevo me lo parece aquí. A veces excesivamente apasionado, a veces excesivamente hierático. A cambio, la actriz principal me parece sensacional. Últimamente creo que se están destapando multitud de grandísimos talentos femeninos. La ambientación es más que impecable y hay que agradecer ese buen tono y buen gusto que flota todo el tiempo sobre la obra.
Lo que más me ha gustado de la película es que en ningún momento se sabe lo que va a pasar a continuación. Algo inaudito actualmente en que es triste y aburridamente evidente lo que viene de seguido y solo aspiramos a que el entretanto sea pasable y/o visible. No es que sea la historia más original que se pueda esperar y tampoco el guión ofrece grandes recovecos y por eso, precisamente por eso, me parece extraordinaria la capacidad del director para sorprendernos todo el tiempo.
Y lo que menos me ha gustado es el antibelicismo de manual y un patrioterismo comprensible para el momento, pero no necesario por excesivo y sobre todo por culpable (celebrar el fin de la guerra bailando sobre un montón de muertos).
Por último destacar el factor humano de la historia, su gran atractivo. El suicidio siempre revolotea y podrían darse muchas vueltas y revueltas al drama producido por un complejo de culpa ejemplar, por lo que prefiero quedarme solamente en que al final la pobre Ana al menos acaso pueda consolarse con que a su prometido le mató alguien que también valía la pena. Algo kafkiano, real y miserable como la vida misma.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fagus
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