Mad City

Tanto Hoffman como Travolta estaban viviendo en los 90 un cierto resurgir en sus carreras. En ese buen momento, un interesantísimo director como es Costa-Gavras, los reunió para una de sus habituales películas de crítica social.
La verdad es que el argumento y desarrollo son sencillos, y vistos ya mil veces, así que parece que no va a llamar mucho la atención. Pero lo importante es su trasfondo, el mensaje sobre el comportamiento de los medios de comunicación sensacionalistas, ávidos de audiencia a cualquier precio y sin que importe nada la ética.
John Travolta hace de un tipo desesperado al que, por pura mala suerte, la situación se le va mucho de las manos. Nos recuerda el acertado refrán de “Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos”. El de “Pulp fiction” hace un buen papel.
Y el de “Rain man” es el periodista aprovechado de turno, que solo quiere sacar rédito de la situación, aunque aparente ser un tipo muy bueno.
El director no camufla el mensaje sociológico con metáforas difíciles. Se ve con claridad meridiana lo que nos quiere transmitir acerca de los defectos de la sociedad de la información y el sistema económico.
Es una película buena que, sin embargo, no tuvo demasiada repercusión, por lo que yo creo.
De todas maneras hay que reconocer que, debido a una cierta repetitividad y una tensión que va de más a menos, el último tramo se hace un poquito pesado.

Qué buena película nos traía Costa-Gavras en el ya lejano 1997, con dos actores que se hacen dueños y señores de la pantalla cada vez que salen, un siempre cumplidor Dustin Hoffman en el pellejo de un frío y calculador reportero de un discreto canal de noticias y un inmenso John Travolta que se mete de lleno en la piel de un perdedor guardia de seguridad del Museo Nacional de Historia que acaba de ser despedido y no tiene ni idea de cómo hacerse oír por su jefa, un pobre hombre que nunca ha hecho daño a nadie, que no tiene cómo pagar sus facturas y dar de comer a sus hijos si pierde este trabajo mal pagado y que no ve salida ninguna a su mala suerte.

Ambos están secundados por unos secundarios de lujo como el siempre increíble Alan Alda, una elegante Blythe Danner, un correcto Ted Levine y una interesante Mia Kirshner.

Demoledora crítica la que el director hace a los medios informativos, al circo que se crea cuando hay un triste suceso en el que no son capaces de sentir ninguna empatía por los que sufren, sólo buscando su propio beneficio, cómo la televisión vive por y para los ratings de audiencia, cómo se comportan con los compañeros de gremio donde la competitividad es el lema de cada día. En fin, una delicia.
Un saludo,
Tess

O como la prensa puede llegar a manipular de tal manera la verdad para convertirla en sensacionalismo, noticia o mentira interesada.
Detrás de esa manipulación, el interés económico, el poder, los intereses ocultos de ciertos núcleos de poder mediático, etc.
Resultado, como en esta memorable obra, el humdimiento de un hombre y el fin de una vida.
Verdaderamente preocupante, y sino pensemos que pasaía si nos ocurriese algo así.
¿Que hace la justicia ante eso?