Victoria

El público que acude a ver 'Victoria' de Schipper debería saber que éste plano secuencia sin trampa ni cartón (¡chúpate ésa 'Birdman!) alberga no una, sinó dos películas en su metraje:

-1ª Parte: Una sencilla e improvisada historia de mera atracción sexual -que no es sinónimo de amor- con la que todos los que hemos estado viviendo solos en un país donde no se hable nuestra lengua materna alejados de nuestros seres queridos empatizaremos.

-2ª Parte: Un film de acción de muy bajo presupuesto que te atrapa de principio a fin pese a (sí, debo aceptarlo) los no perdonables errores en alguna que otra parte del guión.

Ambas y alejadas partes del largo eran un cóctel difícil de combinar sin caer en los tópicos ya implantados por todos que tenemos del monstruoso mercado americano. A muchos entendidos se les atragantó ya en el primer sorbo, ¿y qué? Para mí es totalmente funcional.

¿Qué decir de la fotografía? 140 minutos de plano secuencia ya es en sí un tour de force de visionado obligado para cualquier cinéfilo, es una experiencia y es un ejercicio de indescriptible correctitud.

Por si fuera poco la catalana Laia Costa está excelente y deja claro que todavía tiene largo recorrido más allá de lo que nuestras puertas le pudieron ofrecer.

Sí que es verdad que la película no se entendería sin el plano secuencia, y es que sin él la película sería "una más" y -repito- subrayo la poca credibilidad que desprenden algunas partes del guión, ¿ y qué más dará? Hemos presenciado el amanecer a tiempo real en Berlín y eso, señoras y señores, ES PURO CINE.

20/20(29/01/16) Grandes expectativas tenía ante este film germano, un thriller rodado en plano secuencia ininterrumpido, 140 minutos de un tirón, sin trucos digitales, moviéndonos a tiempo real por varios escenarios de Berlín, a esto se añade que venía avalada por un manantial de excelentes críticas, pues como se suele decir, mi gozo en un pozo. El director Sebastian Schipper parece solo se ha preocupado de cómo seguir a la protagonista con la cámara, por que el guión resulta de una endeblez extrema, rebosante de incoherencias, construye personajes que no es que sean jóvenes, es que su edad mental debe ser de 5 años, solo así se explicaría su comportamiento infantil, o quizás a los que nos toman por niños es al espectador, hay que poner en suspenso la realidad para poder entrar en este tsunami de situaciones burdas, inconexas, a lo que se suma un manejo del ritmo letárgico, no puede ser que tarde más de una hora en arrancar el meollo de la historia, por mucho que el realizador requiera tiempo para dar fondo a sus personajes, cosa en la que su naufragio es de peores proporciones que el Titanic. Se rodaron tres versiones completas de la película, la última es la estrenada en cines sin cortes. Schipper tenía 6 ayudantes de dirección y tres equipos completos para el sonido disponible, filmando el noruego Sturla Brandth Grøvlen con cámara Canon C300 utiliza, para el director fue tan importante su labor que es el nórdico el que aparece primero en los créditos finales, teniendo 150 extras la película. Pues todo esto me queda en aquello de que el continente se ha tragado el contenido.

El escenario es el Berlín actual, Victoria (Laia Costa) es una solitaria chica española que tras salir de una discoteca a las 4 de la mañana, conoce a cuatro muchachos alemanes, ella hace relación con Sonne (Frederick Lau), con ellos comienza una odisea por la ciudad.

El film corresponde a una corriente alemán llamado German Mumblecore, es cine indie, de bajo presupuesto, con diálogos improvisados, con actores no profesionales, donde suelen ser jóvenes los protagonistas y sus problemas. La narración está claramente partida en dos, en la primera de una hora se dedica a la letárgica presentación de personajes, a su incoherente comportamiento, diálogos sosos, con aire a comedia romántica juvenil, y en un momento dado da un giro a thriller de atracos y huidas, con aires a “Bonny & Clyde”, aquí el ritmo despierta, se convierte en trepidante, lo malo es que va acompañado de situaciones mínimamente aceptables, el caos narrativo la destroza,

Esta es un ejercicio de estilo muy bien rodado, el guión del propio director y de Olivia Neergaard-Holm contaba con 12 páginas, los actores tenian que rellenar sus actuaciones con improvisaciones, siendo sometidos para ello a ensayos intensivos. La cámara nos hace sentirnos uno más de pandilla disfuncional de jóvenes, nos pasea por discotecas, coches robados, ascensores, azoteas, cafeterías, etc, ello de un modo fluido, con huidas en coche, carreras a pie de la ciudad, tiroteos, todo ello en plano secuencia, gracias a la nueva tecnología se puede hacer del tirón sin efectos digitales, pues ahora no hay límite de receptor de lo grabado, y además con la batería tampoco es un problema, Hitchcock con “La soga” tuvo que echar mano de trucos de maestro para filmar en una sola toma, esto no se podía hacer de una vez. Imposible no acordarnos de “Birdman” del año pasado, hecha también en un solo plano-secuencia, pero en este caso falseado, jugando en este oscarizado film con los tiempos, con elipsis elegantes, en este film germano esto no se da, aquí no hay truco, a tiempo corrido nos paseamos de interiores a exteriores de forma ágil. Lo que cabe preguntarse es si era necesario este artificio para lo que se cuenta, la odisea de una joven española una noche en la capital alemana, su descenso a las cloacas de la ciudad, un vano intento de reflejo una generación joven desorientada y mi humilde respuesta es NO.

Las improvisaciones en diálogos de los actores no te enganchan, su verborrea sin ir a lado alguno resulta cansina, con ínfulas existencialistas se quedan en aburridos, superficiales, vacuos, forzados. Y es que su error más notorio está en su pretensiones de transmitir naturalidad es torpeado por un argumento con más agujeros que el cuerpo de Sony Corleone, con una fragilidad en el guión que no soporta el mínimo análisis, uno no se cree lo que pasa desde que se encuentra esta modosita chica con un grupo de chicos germanos con pinta de macarras horteras, con chándal y collares exagerados y fardando de robar coches, una joven con dos dedos de frente hubiera huido lo más lejos de allí, pero ella, que no parece tener tara mental se va con ellos entre risas, no puede resultar más impostado, añado más en spoiler. Su metraje se hace eterno, todo el agónico prólogo hasta que comienza la acción se hace infinito por la nada que cuenta, por una química entre el grupo que brilla por su ausencia, si le hubieran quitado una hora, por lo menos no hubiera tan pesada, y es que cuando despega uno ya está desenganchado ce cualquier feelling con los personajes, te da igual lo que les pase y más aún si resultan unos personajes de encefalograma plano. Es un bonito envoltorio en su idea de dinámico plano secuencia por una gran ciudad, pero una vez se tiene que desarrollar el relato se estrella, pareciendo que el director está más interesado en su acabado técnico que en lo que nos cuenta, imperdonable error, es como los films en 3D que solo existen para hacer tomas preciosistas, dejando de lado lo verdaderamente importante, contar algo que tenga alma.

La chica parece tener una mentalidad de parvulario, primero está sola en una discoteca, quien va solo a una discoteca? Y menos una chica joven. Luego se encuentro con cuatro chicos con pinta camellos, proxenetas y yonkis, se acercan a ella y hacen evidentes chistes sobre robar un coche, que hace una persona corriente?... (sigue en spoiler)

'Victoria' trata de proporcionar una experiencia similar a 'Gravity', pero se queda en 'Vuelo 93'.

Como supongo que así se lo propuso el director, la mayoría de espectadores que hemos visto y veremos esta película aplaudiremos el remarcable tour de force que supone rodar una película de dos horas en un sólo plano secuencia. La coreografía además no es sencilla. Hay escenas propias de una película de acción, los actores deben llorar, tocar el piano, correr, hacer el pino, cabriolas en bici, no olvidar sus diálogos y en fin, que transcurren en un número nada desdeñable de localizaciones. Seguro que muchos directores con más renombre preferirían no jugársela así.

Creo que el optar por unir temporalmente toda la trama viene a querer llegar hasta la raíz misma de la realidad y que se perciban las emociones con plena transparencia. Sin embargo tiene algo de alarde, porque no creo que si por ejemplo la película alternara planos de cinco minutos con otros de veinte cambiara demasiado esa sensación de vértigo. Supongo que intenta buscar hacer algo al estilo Gravity, dónde, a partir de cierto punto del metraje, da la sensación que cada segundo cuenta y es de una intensidad desbordante. Pero, si te fijas en las formas que Schipper tiene con la cámara te das cuenta que se parece demasiado a directores como Paul Greengrass: mucho plano cerrado, zarandeos de cámara para transmitir la inestabilidad emocional de los personajes y diálogo constante e intrascendente. De hecho al acabar esta película he acabado con leves náuseas, cosa que ya me pasó con 'Vuelo 93'. Es decir que a la hora de rodar, más allá del alarde, no se posee una variedad de recursos para posicionar la cámara y encuadrar, si no una inercia a poner la cámara encima de la cara de los actores y eso a mí me parece bastante cansino. Por pura ironía una película vertiginosa cae en cierta monotonía formal. Así que, aun y reconociendo que la maniobra no es del todo deshonesta, en realidad veo pura pirotecnia.

También la dirección de actores está un poco inflada. En la parte inicial hay mucha risa forzada para que parezca que se lo están pasando muy bien. Luego los personajes enfatizan mucho la tensión (con ataque de pánico incluido) y machacan sin piedad unas pocas frases (are you ok? are you ok? are you ok?) para evitar a toda costa el silencio. Supongo que el director los ha dirigido así por miedo a que el ritmo narrativo flojee, cosa que encuentro cargante. Lo dicho: pura pirotecnia.

Porque, por poco que pienses en el guión, te das cuenta que no tiene gran cosa. De hecho, es bastante sencillo. Uno incluso tiene que hacer un gran esfuerzo para dejar la credibilidad en suspenso y poder seguir viendo la película. Por ejemplo, hemos de pensar que dado que Victoria siempre ha vivido muy protegida y que dado que cuando se ha arriesgado a vivir en el mundo ha sentido una soledad aplastante, al toparse con un grupito de true berliners traviesillos es razonable que se sienta tentada de dejarse llevar. Dónde sea. En un espacio de tiempo muy reducido. Un poco traído por los pelos, no?

Si la he entendido bien, 'Victoria' busca transmitir que somos producto de nuestro pasado, presos del presente e incapaces de estimar en toda su plenitud las consecuencias futuras de nuestros actos. Bien, no es mala tesis. Lástima que para llegar a ella se deba atravesar zonas poco claras o que venga presentada con un envoltorio más bien inflado. Mi único consejo es que, a la hora de valorarla, nadie se deje impresionar por tal alarde y analice sus detalles.

Una de las pocas críticas coherentes sobre esta "PENÍCOLA" la ha escrito ALIENTO. La mía no logrará desentrañarla de manera tan brillante, como él lo ha hecho. Ahí va:

Nos encontramos ante una memez absurda diseñada para ese grupo de cinéfilos, cinefitos, tan chulis y que se lo pasan teta viendo a una chica cepillarse los dientes o tocarse sus cabellitos sin que pase nada.

Hemos aterrizado en el estiércol del cine, y así nos va. Mientras confitemos mierda con trufa, adornada con nitrógeno líquido, el cine continuará por los rincones oscuros donde nosotros mismos lo vamos situando.

Paseo de 140 minutos, cámara al hombro, primeros tres cuartos de hora con tomas interesantes y lúdicas, luego la steadycam extravía el rumbo, buscamos en la historia y tampoco sabemos cuál era el objeto de la película, eso sí, la sincronización para la filmación, en una sola toma, nos habla de un equipo técnico comprometido en llevar a cabo una historia con más agujeros que un queso suizo. La temática es un andar sin pausas, pura adrenalina, luego de un comienzo que nos da el sustento psicológico de la protagonista: quince años de lecciones de piano le hicieron perder el tiempo y ahora Victoria requiere experimentar el mundo en una noche. Suena ridículo, pero la cinta le da más importancia a la acción, desarrollando una historia de un robo con posterior persecución. Muestran a la cocaína como una sustancia mágica que convierte a cuatro jóvenes en avezados asaltantes de bancos. Intragable. Para que Victoria se salga con la suya requirió de sangre fría, policías ineptos, ambulancia que se demora una eternidad, siendo la recompensa un montón de dinero que supone que todo ese embrollo valió la pena. No entendí jamás la necesidad de haber filmado en un único plano secuencia, sólo me hizo recordar lo magnífico que era el “Trainspotting” (1996) de Danny Boyle.