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Tiempos modernos

Comedia Extenuado por el frenético ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es encarcelado por participar en una manifestación en la que se encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo, ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una vez fuera, reemprende la lucha por la supervivencia en compañía de una joven huérfana a ... [+]
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Críticas 185
Críticas ordenadas por utilidad
4 de diciembre de 2010
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En "Tiempos modernos" Chaplin explora la alienación que el hombre sufre en los tiempos que dan título a la película, en los que el hombre forma parte de una gigantesca máquina en la que no es sino un engranaje más –como puede comprobarse, literalmente, al inicio de la película-.

La película comienza con una crítica al papel que desempeña el hombre corriente en la sociedad: tras un plano en el que se ven pasar ovejas, se pasa a otro en que se ven trabajadores que salen del metro para llegar a sus trabajos. No sólo el hombre se ha convertido en un engranaje prescindible de una maquinaria que le supera, sino que es también un elemento más del rebaño que hace lo que el pastor –los líderes- quiere, y se mueve sin plantearse dónde va su vida.

Hay una crítica fuerte a la sociedad capitalista que sólo busca la producción al margen del bienestar del trabajador, llegando a plantearse utilizar máquinas que den a éste de comer para minimizar el tiempo empleado en las pausas; sociedad en la que el individuo desarrolla una parte mínima del trabajo, dividido hasta la náusea para aumentar la productividad, con lo que el trabajador queda alienado y llega, como en el caso de nuestro protagonista, a enloquecer: obligado a repetir el único acto de apretar tuercas, termina con espasmos y la compulsión de apretar todo lo que se pueda parecer a una tuerca.

Las críticas continúan: la constante vigilancia del trabajador para evitar que se escaquee, incluso en los baños; el burocratizado sistema de orfanatos, que ya había tratado Chaplin en "El chico" (1921), el miedo a la libertad, plasmado en que el protagonista no quiere salir de prisión, pues está mucho más seguro y a gusto; las medidas draconianas llevadas a cabo por la policía, que es capaz de detener a una chiquilla hambrienta por robar una barra de pan.

Chaplin utilizó todos los medios a su alcance para elaborar su crítica. Así, aunque se trata de un largometraje esencialmente mudo, la posibilidad del cine sonoro ya existía desde "El cantor de jazz" (1927); el recurso al sonido es utilizado en la película con una clara intención crítica: sólo se escuchan voces habladas cuando éstas provienen de aparatos mecánicos, en un símbolo de la deshumanización de la tecnología: la voz del presidente de la fábrica cuando habla a través de las pantallas, la voz grabada en un disco del vendedor de aparatos para alimentar al trabajador o la voz del locutor en la radio de la prisión .

Las acusadas diferencias entre pobres y ricos o la persecución de las ideologías discrepantes son sólo algunas otras de las críticas que en esta película Chaplin hace al capitalismo imperante en los Estados Unidos posteriores al "crack" del 29, lo que le valió ser acusado de comunista por el Comité de Actividades Antiamericanas. Aunque él negó estos cargos siempre, la presión a la que se vio sometido terminó haciendo que se exiliara en Suiza.
huineman
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8 de junio de 2008
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está si es una gran película inolvidable del gran comediante que fue Chaplin; pues en todo momento causa una gran diversión y entretenimiento. Este mimo, junto a Cantinflas, es uno de los grandes exponentes de la sátira utilizada parea criticar a un sistema que nos ahoga, que nos esclaviza. Y quien mejor si no estos dos míticos comediantes para hacernos olvidar por un momento, aunque sea. El hecho de que somos un número más. Unos autómatas destinados a convertirnos en un montón de maldita chatarra inservible y que lo que único que conservaremos; es esa chispa de humor en nuestra alma que nos brindan Cantinflas y Chaplin.
Bien por estos dos elegidos. Que son en esencia lo mismo y solo cambian los escenarios y las circunstancias. Pero que ambos nos regalan esa chispa divina que no desaparecerá, cuando nos convirtamos en una masa deforme de piedra y acero.
RAMON ROCEL
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11 de julio de 2009
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Chaplin en el apogeo de su genio creador dejó para la posteridad una película insuperable. Al verla una recuerda cuál es la verdadera función del cine, además de entretener. Obra maestra absoluta nos deja con una sonrisa en el rostro y el corazón inundado de fe y esperanza, con la certeza que jamás debemos darnos por vencidos ni aún vencidos. Que la vida está los pequeños detalles y que el bien siempre triunfa. ¿Suena acartonado e irreal? Si y qué me importa si durante un ratito Chaplin nos convence a puro talento y ternura que siempre se puede volver a empezar. Film para adorar y venerar por todas las generaciones. Paulette Goddard magnífica, es la partenaire perfecta para un Chaplin en su mejor momento, un artista completo, un verdadero pionero. Genial. Para aplaudir de pie.
Srita davidlynch
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29 de agosto de 2006
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diez años después de la invención del cine sonoro y siete después del crack del 29, Chaplin seguía pensando (y con razón) que a su genialidad le sobraban las palabras para expresar su gran preocupación por la situación de las poblaciones del nuevo siglo, inmersas en la Gran Depresión.

Este SÍ es el auténtico Charlie, el que poco antes viajó a Europa gravemente preocupado por el ascenso de los nacionalismos, el que llevaba años leyendo teoría económica para tratar de encontrar una solución a los efectos secundarios de la revolución industrial, el Chaplin más mordaz y también el más intelectual. Junto con "El gran dictador" y "Monsieur Verdoux", este filme fue un cúmulo de problemas para el brillante cineasta con la justicia norteamericana, enloquecida en plena caza de brujas comunistas.

Fue la última vez que encarnó al "hombrecillo" (o "Charlot"), el personaje del que se valió para contar varias de sus historias, y cuya voz (y por tanto la del propio Chaplin), a pesar de ser el filme 99% mudo, el público oyó por primera vez en esta película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Alex
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11 de diciembre de 2008
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vista en su día seguramente esta película sería un 10 sin paliativos, el tiempo la ha erosionado un poco y ha perdido algo de pegada, pero el conjunto destila grandeza por todas partes. Una vez mas alucinar con el hombre orquesta por excelencia, director, actor, guionista, músico y todo brillante. Uno la ve hoy en día y es difícil borrar la sonrisa del rostro entre gag y gag todo ello con un fondo social y coherencia narrativa.
Un final magnífico y ver como sin palabras se pueden construir historias que emocionen hace que sea una apuesta segura, a pesar de todo no llega a El gran dictador, pero eso ya son palabras mayores.
mohinder
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