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La balada de Narayama

Drama Era una vieja ley del pueblo, de un tiempo tan lejano que ya nadie lo recordaba; Al alcanzar los 70 los ancianos debían abandonar el pueblo para ir a vivir en la cima de la montaña Narayama. Una sentencia de muerte despiadada que sumía en la tristeza y la desesperación a las familias cuando tenían que enviar a sus mayores a la montaña. Orin tiene 69 años y se acerca el momento de partir hacia la montaña, pero todavía tiene que encontrar ... [+]
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Críticas 42
Críticas ordenadas por utilidad
28 de marzo de 2006
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil, muy difícil, adentrarse en el mundo de otras culturas, ya sean reales o de ficción. Constantemente vemos el poco entendimiento existente entre el mundo occidental y el islámico, pero si te lees "Un mundo feliz" de Huxley entenderás igual de mal su sociedad utópica.

Lo que nos propone esta película es adentrarnos en una sociedad oriental pero distinta, a ratos bella y a ratos inquietante. Unas gentes que son capaces de asesinar por venganza ante un plato de comida robado, pero que respetan el orgullo de la familia y las costumbres por encima de todo. Desconozco si se retrata algún pueblo que realmente existió o es pura invención, no obstante.

Es en el progreso de descubrir los hábitos de este extraño pueblo donde la película encuentra su mayor atractivo, culminando en el ascenso a la montaña rodado de manera austera y casi sublime. No obstante, Imamura no es Kurosawa y se descubren momentos ñoños y algo cutres (esas cámaras lentas...), afortunadamente contrarrestrados por incisos de mala leche como los animales devorándose o directamente crueles como el enterramiento.

Resumiendo: merece la pena, especialmente por el final.
KesheR
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7 de octubre de 2013
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se me ocurre decir que se puede prescindir de esta película, que sin verla ya se está bien, porque lo que Imamura nos cuenta en esta terrible historia contiene hechos propios de una sociedad rural de la que mejor no saber nada. Su crueldad es la baza más fuerte y es cierto que la película está bien hecha, claro, no negaré su calidad, las cosas no están puestas porque sí y hay un hilo, una conexión, aunque todo, ciertamente, sea excesivo para mí. Acepto la idea de que realmente las cosas nunca fueron así, que las normas de la vida de estos japoneses son algo exclusivo de esta película, es más, en todo caso me niego a aceptar que se haya podido dar este tipo de conducta social.

"La balada de Narayama" es más que dura, es lo siguiente, para mí sobrepasa el límite de lo necesario y no hace falta dar más que un par de ejemplos que acompañan a la trama central. Y esta es, la tama central, la necesidad por parte de una anciana de irse a morir a lo alto de una montaña en pleno invierno, dejada así a la intemperie porque ha llegado su momento. Ya lo dice la sinopsis y por eso me metí yo mismo a ver la película, el drama planteado, duro y cruel, tiene mucho interés. Lo peor de todo debería ser el hecho de que la anciana mujer es quien tiene más deseos que nadie para que su final sea tal cual indican las normas del pueblo, de hecho se tira toda la película montándolo todo para que acabe resultando bien el plan. Pues bien, hay más, mucha más dureza y crueldad, y es que se producen una serie de incidentes que acaban perfilando la especial antropología de esta sociedad que se nos muestra sin sentimientos, con una desviación brutal hacia lo animal, a lo instintivo, se producen actitudes muy bestias, impropias de cualquier ser humano civilizado.

No soy para nada experto en temas antropológicos, pero los hechos que aquí se nos muestran no son de seres civilizados, enterrar a una familia entera viva, matarlos porque han robado unas patatas para comer, conductas zoofílicas, abandonar en un arrozal un recién nacido, la abuela partiéndose los piños de la boca para morir siendo realmente una anciana... Aceptaré que la vida en el campo, la vida del campesino, ha sido universalmente una vida de privaciones, pero Imamura da tres pasos más allá y no da lugar a la esperanza. Es evidente que es un error mostrar una vida idílica del campesino, no vivían como reyes, pero de ahí a "La balada de Narayama" hay años luz de distancia. No puedo asimilar mejor un drama tan absoluto, estos japoneses vivían una vida horrorosa de la que mejor no saber nada.
Luisito
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28 de enero de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mismo día que hemos visto la película de Shomei Imamura: “La balada de Narayama”, el actual ministro de finanzas de Japón Taro Aso declaraba que el sistema médico debe cambiar “para que los viejos se mueran pronto”. No sé si estas afirmaciones son fruto de secuelas del folclore y los relatos populares de Japón, pero desde luego tienen que ver con la cultura de la muerte en ese país. Ya nos sorprendió Marker en su película “Level Five” sobre lo ocurrido en los suicidios de la Batalla de Okinawa, aunque estamos seguros que a pesar de lo que dice el ministro, el proceso de industrialización y concentración de la población en áreas urbanas ha tenido que secularizar las creencias, sin embargo, el shintoismo debe estar aún presente en su cultura. La película hace contra planos con el mundo animal, como si quisiera demostrarnos que los personajes del drama rural también pertenecen a ese mundo. A primera vista nos puede parecer muy duro la aplicación de la ley, pero si analizamos determinamos tendencias modernas de lo que se ha venido en llamar derecho penal del enemigo, constataremos que hoy también se “entierra” a los malos.
félix alonso
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16 de marzo de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La balada de Narayama" ahoga, en todos los sentidos. Imamura ofrece un retrato sobrecogedor de un pueblo que, en la fidelidad a unos valores seculares, ha quedado anclado en la Prehistoria. Quizá por momentos la película sea víctima de sus propios excesos. Además, sigue un estilo narrativo propio de los 80 que no ha resistido bien el paso del tiempo (la utilización de la cámara lenta resulta aquí un recurso bastante desafortunado). La violencia explícita y el tratamiento cuasisalvaje del sexo aportan un toque barroco a la narración, con evidentes metáforas del mundo animal. En cualquier caso, la historia es potente y el conjunto funciona.

El personaje protagonista de la anciana merece una mirada ambivalente. Por un lado, despierta nuestra simpatía por su sacrificio abnegado; por otro, su apego a la tradición la puede convertir en un ser cruel y despiadado. Somos testigos de una civilización que no es tal, donde los recién nacidos son arrojados a los campos como abono, los padres abocan a sus hijas a la esclavitud sexual, y romper las tradiciones supone una condena a la fatalidad y vergüenza perpetuas. Me quedo con las impactantes escenas de la rotura de dientes, el inmisericorde enterramiento de toda una famila y las tribulaciones sexuales del hermano menor, apestado por su condición de segundón. Brutal.

Y, por supuesto, me rindo ante los últimos 20 minutos de película, un viaje silencioso hacia una montaña que engulle las vidas de un pueblo. Cumplimiento de un deber paternofilial absurdo y descarnado. Aunque a estas alturas del metraje no se sienta ya ninguna simpatía por los personajes, es aquí donde la película emociona de verdad.

"La balada de Narayama" es una obra densa y muy dura al mostrar la crudeza de unas costumbres irracionales. Pero es muy eficaz a la hora de sacudir conciencias, y no puede extrañar que fuese recibida en su momento con gran interés.
rober
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24 de mayo de 2007
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque haya gente que pretenda ver en esta película simplemente un reflejo de costumbres rudas y salvajes de gentes y épocas muy lejanas a nosotros, sus actuaciones son perfectamente extrapolables a nuestra realidad, siempre, claro está, que nuestro ombliguismo de seres presuntamente "civilizados" no nos ciegue por completo. La vida es como es. Los seres humanos somos como somos. Nos guste o nos deje de gustar. La violencia, el amor, la crueldad, la belleza, todo está dentro de nosotros. Aceptémonos como somos. En definitiva una bellísima y poética lección imprescindible sobre la vida… y la muerte, que forma parte inexorable de la vida misma
Klaketa
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