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La juventud

Drama Fred Ballinger (Michael Caine), un gran director de orquesta, pasa unas vacaciones en un hotel de los Alpes con su hija Lena y su amigo Mick, un director de cine al que le cuesta acabar su última película. Fred hace tiempo que ha renunciado a su carrera musical, pero hay alguien que quiere que vuelva a trabajar; desde Londres llega un emisario de la reina Isabel, que debe convencerlo para dirigir un concierto en el Palacio de ... [+]
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Críticas 137
Críticas ordenadas por utilidad
13 de diciembre de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorrentino si en "La gran Belleza" (2013) planteaba un discurso sobre "La dulce vita", en esta oportunidad plantea a la larga, la inutilidad de la vida. Ya William Faulkner lo planteaba a través de un personaje: "El sentido de la vida es prepararse para estar muerto mucho tiempo". Y esto es lo que plantea el filme en esa etapa de la vida: "Prepararse".

Y preparase en esta vida más llena de errores que de aciertos, resulta a la larga la utilidad de lo inútil (la vida), pues queramos o no, conscientes o inconscientes; la juventud y la belleza contrastadas en la vida del ser humano, simplemente compara que la vida (la juventud) y la vejez (la muerte) solo se diferencian en nada, aun si de tener aliento o no, nos permite intenciones para "prepararnos" inútilmente (malas "puestas en escena") y transitar por donde queramos, para, a la larga, ser protagonistas de nuestra propia película (muy bien metaforizada en la cinta a través del cineasta y su desea de concluir su "historia"), que no es otra cosa que la historia inacabada de cada uno de nosotros los humanos.

Y esto lo digo ya que al salir de la sala de cine, reflexionamos lo mal cineastas que somos de nuestra propia película ya que siempre la llenamos de "sueños" para eludir (en el mejor de los sentidos), si es realmente el filme que queremos al final mostrar a nuestra audiencia (nuestra familia).

Excelente pues esta película, reconocida por la Academia de cine europea como la mejor del 2015, y que a la larga habla sobre la condición humana.

Gonzalo Restrepo Sánchez
Visite: www.elcinesinirmaslejos.com.co
gonzalo restrepo sanchez
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26 de enero de 2016
25 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paolo Sorrentino encandiló a medio mundo con 'La gran belleza', película por la que particularmente no siento ninguna admiración, pero que sin embargo, a pesar de todo, no dejo de reconocer que poseía cierto talento y alguna escena admirable. En 'La juventud' el cineasta italiano aprovecha el tirón de su último largometraje para dar lugar a una sucesión de escenas a cada cual más pomposa y estúpida que deja muy claro que no tiene nada que contar. La película explora la vejez y reflexiona sobre la juventud, pero lo único que realmente consigue retratar es la nada más absoluta de una forma tan amanerada como cargante. Y así continúa durante dos larguísimas horas contando banalidades y transitando lugares comunes con el inconfundible sello sorrentiniano de parecer que está descubriendo América en cada movimiento de cámara, algo que me irrita, y bastante. No dejo de preguntarme qué es lo que quiere contar este hombre en su película, pero rápidamente llego a la conclusión de que nada que no nos hubiera contado en la para mí sobrevalorada 'La gran belleza' (con más talento, repito). Comprendo perfectamente que rodar con estrellas de Hollywood y ganar premios es algo que suena muy bien, pero al menos se podría haber molestado en tener algo que decir.
Los personajes también son cuanto menos insoportables, y al igual que todo lo demás en la película, totalmente insustanciales. Menos mal que las interpretaciones de Michael Caine y Harvey Keitel son buenas, para por lo menos poder apreciar algo decente dentro de semejante desastre. Pero no hay nada que salve 'La juventud', todo resulta impostado, falso y pretencioso. Un disparate plagado de escenas que provocan vergüenza ajena y de chistes supuestamente muy divertidos que a mí no me hacen ni la menor gracia que lo único que consiguen es que mis ganas de abandonar la sala aumenten progresivamente. Y es que el señor Sorrentino tiene la capacidad de ponerme de los nervios desde la primera secuencia. Un claro ejemplo de que una vez consigues el éxito y tu séquito de fans puedes hacer lo que te dé la gana. Incluso engendros como este. Una pena.
Ferhood
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8 de marzo de 2016
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Youth es una película de forma. Sorrentino dirige a un gran plantel de actores y actrices: Harvey Keitel, Rachel Weisz (quién no se enamora de Rachel), Paul Dano, y sobre todo un magnífico Michael Caine. Da gusto verlo actuar, su acento, su mirada…

Sorrentino utiliza sus películas para recrearse. El hilo conductivo es difuso: diversas personas internadas en un centro de retiro en los Alpes Suizos reflexionan sobre la pasión que nos mueve y nos eleva sobre la apatía, en un tono pausado y con momentos surrealistas.

Sin embargo, a pesar de la belleza de las imágenes y algunas escenas originales como la de las vacas, falla en su conjunto. Deja una sensación de impostura, de que más allá de los ingredientes, no hay nada más. No tiene la suficiente consistencia como para que perdure. Es sencillamente una película particular del director, quien sabedor de que tiene nicho, sigue haciendo obras aunque debajo del papel de colores, hay humo.

Por último, el tratamiento que se le da a la mujer es de Ozores y Esteso. Tías en pelotas, chistes malos, maniqueísmo y tópicos por un tubo. Ni puta gracia.
Jabi
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16 de octubre de 2016
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al principio no la entendí, más tarde me di cuenta de qué se trataba y me fue cautivando e impresionando cada vez más.
Me voy al spoiler por si desvelo algo que no debiera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tierramedia
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29 de enero de 2016
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Además de la magnífica ‘La gran apuesta’ o las terriblemente malas ‘La quinta ola’ Y ‘Alvin y las ardillas: Fiesta sobre ruedas’, una de las propuestas más interesantes de la cartelera actual proviene de Italia, de la mano de uno de los autores más identificables y reconocidos del panorama europeo: Paolo Sorrentino y ‘La juventud’.

Tras la triunfadora en los Oscar ‘La gran belleza’, Sorrentino vuelve a arrastrarnos a una burbuja felliniana –en esta ocasión más próxima a Ocho y medio que a La dolce vita– donde lo terrenal se mezcla con lo espiritual a través de la potencia de la fotografía, lo extravagante de las situaciones y la capacidad para capturar sus preocupaciones en pantalla. ‘La juventud’, dejando por un instante a Toni Servillo, ha logrado únicamente la nominación a mejor canción a los Oscars -arrasó en los Premios del Cine Europeo-, algo francamente llamativo cuando contemplamos la calidad de la propuesta en muchas de las disciplinas por no hablar del alto nivel interpretativo de varios miembros del casting.

En la película compartiremos momentos de paz, de libertad de expresión, de rupturas y anexiones, de exaltación y de curiosidad; grandes momentos que reflejan la vida de los dos personajes protagonistas –en la piel de dos grandes de la escena de los últimos 40 años como Michael Caine o Harvey Keitel, bien secundados por unos interesantes Paul Dano, Rachel Weisz y la mismísima Jane Fonda– y que conforman y abrazan la historia de lo último de Paolo Sorrentino: en plenos Alpes suizos, veremos la vida dentro de un reconstituyente y espiritual balneario de lujo donde encontraremos desde ex futbolistas, compositores retirados, budistas, estrellas de Hollywood o modelos de primera línea. Todo es válido en un lugar donde confluyen naturaleza, glamour y libertad dentro del estatismo de la edad. En dicho paraje, contemplaremos la relación de Fred Ballinger, un retirado compositor de música (Caine) quién compartirá momentos con su hija (Weisz) y sobre todo con su gran amigo, un veterano director de cine llamado Mick (Keytel). Todo ello mientras un enviado de la Reina Isabel II trata de convencer al maestro para que abandone su retiro para dirigir la orquesta en el cumpleaños de su marido.

Me parecen muy interesantes los personajes de la película así como las situaciones que allí se plantean. Me gusta la ambigüedad sobre varios de los puntos del trabajado guion y sobre todo la impactante y marca de la casa propuesta visual y sonora (magníficos los You got the love a cargo de The Retrosettes, el Third and Seneca del grupo folk indie norteamericano Sun Kil Moon o el Dirty hair de David Byrne). Esto último embriaga por plenos poderes: El maridaje que atesora la unión entre imágenes preciosistas con una música que oscila entre el pop más bailable o las bellas composiciones clásicas contemporáneas son huella de un director que cuida sobremanera la presencia escénica, el montaje, la tecnología, y que le gusta usar todos los recursos estilísticos a disposición del film y la historia.

Es cierto a pesar de ello que la propuesta arrastra un inherente tono petulante –la película además resulta más compleja de lo que al autor le hubiera gustado– ya clásico del cine de Don Paolo Sorrentino, cierta estructura de corta y pega o que incluso permite que al espectador le cueste entrar en la variadas y extravagantes propuestas del autor pero lo cierto es que me parece en conjunto una bella muestra de la decrepitud corpórea que arrastra una decrepitud psicológica sobre la llegada del fin de los días, con una intensa profundidad en las conversaciones y situaciones (fabulosos los diálogos entre los protagonistas así como sus respectivos hijos o propuestas profesionales). La vida crepuscular de dos grandes mentes que suplen las carencias físicas a cambio de un voyeurismo obligado que potencia la memoria sobre lo que fueron y nunca quisieron dejar de ser.
Interpretativamente Michael Caine demuestra que a sus más de 80 años se pueden dar lecciones de cómo actuar casi sin inmutarse. Soberano. Magníficos también Rachel Weisz y Paul Dano. En definitiva una película que dejará poso y que grabará en nuestra memoria más de una secuencia, pero sobre todo un tema, el nominado al Oscar Simple Song #3 a cargo del joven compositor David Lang en voz de la soprano Sumi Jo, la violinista Viktoria Mullova e interpretada por la BBC Orchestra. Con ella se pervierte la corporeidad de nuestra más profunda sensibilidad.

Lo mejor: Michael Caine. La mezcla musical y visual. El diálogo estando embardunados en chocolate. La escena final.
Lo peor: Cierta extravagancia y sensación de inconexión en algún apartado.

Valoración:
Banda sonora: 9
Fotografía: 8
Interpretación: 7,5
Dirección: 7
Guion: 6,5
Satisfacción: 7
NOTA FINAL: 7,5

@hilodeseda - www.habladecine.com
Hilodeseda
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