El soldado de Dios

Desde fuera, todo invita a prejuzgar “El soldado de Dios” para catalogarla como una especie de Rambo misionero, una película de acción para lucimiento de Gerard ‘Leónidas’ Butler. Sin embargo, lo cierto es que se trata de una película biográfica de amplio espectro que abarca la vida de Sam Childers, desde que toca fondo tras una de sus muchas salidas de la cárcel hasta que rehace su vida tras encontrar a Jesús y volcarse en la ayuda a los niños en Uganda.

La película es descriptiva hasta la extenuación. No termina de centrarse ni en su faceta de padre y marido rehabilitado, ni misionero, ni pastor, ni en sus enfrentamientos con las guerrillas africanas, sino que lo aborda todo de manera secuencial, como una línea temporal que hubiera que rellenar en todos sus detalles como único medio de que el espectador entienda quién es Sam Childers. Desde luego, la película termina y todos terminamos con una visión perfectamente clara de la vida y milagros del hombre, pero también un poco saturados de tanta ida y venida Pennsylvania-Uganda-Pennsylvania. Se hubiesen agradecido algunas licencias narrativas para reordenar sus hitos vitales y agruparlos más por localización que por temporalidad.

En el plano técnico “El soldado de Dios” no envejece bien. Sus grafismos estaban desactualizados para 2011 y se hacen más y más obsoletos según pasa el tiempo. Tienen ese aire de telefilm, especialmente la parte africana y sus escenas de acción, que no son mucho más realistas que algunas secuencias de “El Equipo A”. No sorprendería que el formato elegido para su salida comercial hubiese sido el de una miniserie de dos episodios para Antena 3. Aún así, la película se deja ver porque su auténtico punto fuerte es lo que quiere contar más que el cómo lo cuenta y asistimos con buen pulso narrativo a la evolución de Childers desde que es un ex-convicto, hasta que cambia su suerte laboral tras poner en orden su fe y, desde entonces, mantiene una peculiar relación con Dios que se va transformando en una obsesión en la que entra y arrastra poco a poco a familia y amigos.

Interesante, de las que enseñan de manera amena cosas sobre la naturaleza humana y la historia de África que nadie cuenta.

Sobre la base de lo que podía ser un excelente argumento se ha montado una película totalmente increible donde, como no, el prototipo de norteamericano creyente lo soluciona todo con las arengas (en este caso en una iglesia improvisada) y sobre todo con los fusiles de asalto.
La pelicula carece de ritmo y de credibilidad con unos actores que se esfuerzan por sacarla adelante pero sin llegar a conseguirlo.

Bueno estamos ante más de lo mismo mezclándose fantasía con realidad. Otra especie de relato hipotéticamente basado en 'hechos reales' al que Gerard Butler encarna al Sam Childers, el llamado 'reverendo metralleta'.
Centrándome en la película nos encontramos con una mezcla entre fanatismo religioso y denuncia social sobre el uso de los llamados 'niños de la guerra', y la consecuente apología de la violencia. Los que esperábamos una película de acción se van a llevar una desagradable sorpresa, y se van a encontrar más a una especie de mitin, con mucho monólogo y oratorias. La acción se ha de rogar, entre retazos de violencia al puro estilo americano. La película es demasiado larga, soporífera, llena de fanfarronadas no creíbles, de niños sin traumas a pesar de ser convertidos en asesinos, de mujer e hija que son unos ángeles de la bondad y comprensión, de tonterías éticas-moralistas como la inclusión de una escueta crítica a estas sectas que recopilan dinero para ayudar contra la pobreza de África y luego sus líderes se enriquecen a su costa y destina un gotear de los ingresos a ayudar a socorrer el hambre en África, mientras ellos derrochan dinero a raudales. Pero esto no tiene apenas unos minutos, mientras te tienes que creer el resto de la fábula al estilo casi de Walt Disney. Un tipo solitario que es capaz de consolar las hambrunas e injusticias de un país como Sudán o Uganda con guerras civiles que asolan el país con multitud de grupos armados. En fin, una película con mucha charlatanería barata.

A pesar de que no le tenía fe a Gerard debo admitir que fue impecable con su actuación y que hizo un trabajo para nada en vano, todo lo contrario me llego al corazón. Es una persona que transmite mucha fuerza. Se nota que para hacer la película se metió de lleno en ese mundo llamado áfrica y que le dejo marcas de fuego. Si lo que buscas es una vuelta de tuerca, una sacudida profunda, esta es la película desconcertante indicada, una película que rompe con todos los esquemas y que te lleva a ver el mundo como nunca lo vistes.
Una película que te invita a ponerte en la piel de un noble guerrero que hará lo necesario para salvar vidas, y a detenerte por un instante para abrirle los ojos a una realidad llena de inconmensurable amor tanto como de dolor; y donde una persona contra todo pronostico desalentador arriesga todo con su alma para hacer un cambio real, un cambio de consciencia.

Soy cinéfilo, un apasionado del Fantástico y escritor de novelas, las cuales muestran una cierta influencia cinematográfica. Filmaffinitty es un punto de referencia para todo aficionado al cine, que desea saber si una película merece o no la pena, a pesar de que opiniones las hay como estrellas en el firmamento. De buena a mala, o simplemente pasable, la película que nos ocupa merece el calificativo de: NOTABLE.
He aquí una película que toda persona debería visionar. Una historia real de la que se pueden obtener datos a través de la red. Además de estar bien hecha, es moralmente ejemplar y aleccionadora. Para empezar, el trabajo de Gerad Butler es de oscar. Sus tres registros dramáticos son dignos de encomio. Creo que una gran parte de la crítica ha permanecido insensible ante lo que se nos cuenta. Y esto es lo peor que nos puede pasar como seres humanos. Muchos tan solo se han quedado en la formal técnica cinematográfica. Personalmente, no me avergüenza admitir que me pasé casi toda la cinta con las lágrimas a flor de piel. Emocionado y aturdido, asistí a una gran verdad contada a través de los ojos del cine. El contraste entre los dos mundos está narrado con un lirismo pocas veces visto, ni siquiera en filmes como "El francotirador". Vemos con toda su crudeza lo indolentes que estamos ante aquello que se revela como ajeno a nuestro entorno inmediato. Y no solo esto, también cuestiona nuestras verdades y creencias. "No he visto a Dios allí", dice el protagonista ante el horror contemplado. La sinopsis de la película lo dice todo. Y así, nuestro héroe verdadero no tiene más remedio que empuñar las armas para salvar niños, pues tal y como afirma, "solo yo puedo salvarlos". El Mal existe, y es el enemigo de un Dios bueno, pero ya no omnipotente, pues de lo contrario no podríamos soportar el auténtico horror de lo que se nos cuenta. Esto es algo que podemos leer entre líneas. En definitiva, se trata un mensaje tan demoledor como la propia historia, que nos abofetea sin contemplaciones.