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El último

Drama Este clásico del cine mudo fue el primer film que explotó el movimiento de cámara. Narra cómo el portero de un lujoso hotel, un anciano orgulloso de su trabajo y respetado por todos, es bruscamente degradado a mozo de los lavabos. Privado de su antiguo trabajo y del uniforme que le identifica, intenta ocultar su nueva condición, pero su vida se va desintegrando lentamente. (FILMAFFINITY)
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Críticas 64
Críticas ordenadas por utilidad
17 de abril de 2009
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las obras en las que mejor se ha mostrado la decadencia de la vejez. Murnau aleja a las grandes personalidades de este tipo de filmes que a lo largo de la historia del cine han copado directores famosos, grandes actores y personalidades que lo tuvieron todo en una época y después no supieron aceptar el paso del tiempo.

Después de haber visto "Candilejas", "El crepúsculo de los Dioses", "Dioses y monstruos" y las modernas "JCVD" o "El luchador" , entre muchas otras, tengo que descubrir un filme de 1924 para ver como una persona corriente, un humilde portero de hotel, puede, sin haber probado las mieles del éxito, sufrir por una infravaloración en su puesto. Nos muestra como la vejez nos atrapa tarde o temprano y como inevitablemente deberemos saber delegar y vivir con ello. Lo peor ya no será la aceptación de uno, sino decirlo a la familia o a los vecinos, ávidos de observar las miserias de los demás para que las suyas propias parezcan más normales.

En el cine mudo el máximo deseo de cualquier cineasta era conseguir que no fuera necesario ningún intertítulo, o sea que con la imagen fuera más que necesario para explicar el filme. En este filme sólo hay uno, partiendo el filme entre lo que quería hacer Murnau y lo que tuvo que hacer, estropeando el resultado final. El epílogo "sugerido" por la UFA, se supone que es una parodia a los finales bonitos y una crítica a la sociedad capitalista, me dejó indiferente y dolido.

Desde el punto de vista técnico, en este filme se puede ver el uso de la cámara al hombro para ofrecer un punto de vista más subjetivo, Murnau fue pionero en esta técnica, y también como se mezclan planos enfocados y desenfocados para mostrarnos la desorientación del protagonista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
capacitivo
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20 de mayo de 2010
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fantástica joya muda del genio Murnau el "poeta del silencio". Es innovadora ya que en ella se utiliza por vez primera la cámara desde el punto de vista del protagonista, involucrando de una manera distinta al espectador.
La actuación de Emil Jannings, es simplemente asombrosa. Debe saber usted que Jannings fue el primer hombre en recibir el ahora tan deseado Oscar a mejor actor aunque no fue por este film, sino por "La última orden". Fue uno de los actores predilectos de Murnau, utilizándolo posteriormente en el papel de Mephisto en la superproducción "Fausto".
La dirección de este film es espléndida, sumada a una argumentación que logra llegar hasta el público más reacio. Los estereotipos de los personajes son claramente definidos: la frivolidad del dueño del Hotel, la arrogancia del nuevo botones, la hipocresía de los vecinos sumada a sus odiosas viejas chismosas y por último la ternura del protagonista principal, que llega a tocar fondo para lograr, gracias a un guiño del destino tener un final inesperado, pero no cambiando él su esencia bondadosa y cordial.
En muchas películas funciona un final infortunado, en otras como en ésta uno espera que suceda algo para que el protagonista salga adelante.
Dr.Juventus
DrJuve
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9 de agosto de 2008
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una verdadera obra maestra del cine mudo. Una película que apenas tiene carteles explicativos, porque las imágenes se explican solas, cada fotograma habla por sí mismo narrando de manera sublime la historia. La música es un excelente respaldo de emociones, pero la historia se sostiene visualmente. Los efectos visuales son brillantes, las actuaciones precisas, los personajes adecuados, la historia contundente, todo en este film es genial. Te sumerges en la vida de un hombre que es destituido de su puesto por su avanzada edad, y de ahí viajas con su angustia, su desesperación y sus pesados años. Es la clara imagen del progreso que se ha impuesto en nuestra sociedad, donde aparte de tener platos desechables, tenemos también humanos desechables.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Enoc
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24 de agosto de 2008
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film de honda y emotiva crítica y denuncia social, realizado por un soberbio Murnau. Una de sus más gratas y apreciables virtudes es el poder hechicero de su fotografía expresionista y dotada de identidad propia, que representa todo el clima emocional desde una perspectiva totalmente subjetiva, con un mágico juego de efectos ópticos en los que se prodigan los movimientos de cámara, los encuadres, los desenfoques, las superposiciones, los claroscuros, las luces perfectamente estudiadas y la alternancia de los planos. La acción y el desarrollo nunca dejan de percibirse desde el alma del protagonista, desde su misma introspección. Las magníficas imágenes se pueden considerar todo un icono del cine expresionista alemán, con la adición de una puesta en escena y una ambientación idóneas, haciendo uso de decorados y de montajes en estudio que confieren la atmósfera perfecta, con toques de tenebrismo, de sordidez, de decadencia que recrea el declive moral del protagonista, de un desaforado lujo prohibido, de amargura y de depresión. La guinda del pastel la completan la sobrecogedora actuación de Emil Jannings (futuro Mephisto en "Fausto"), junto con un reparto más que decente, y la bien sincronizada música que pone la voz a las escenas.
Sin un solo rótulo de diálogos, a todas luces innecesarios, Murnau nos conduce por una decadencia de pesadilla, por la caída de un hombre que es toda una metáfora de los grandes defectos de la sociedad capitalista y de consumo. Todo está encaminado a los beneficios, al dinero, y por lo tanto la máxima prioridad en cualquier trabajo es la eficacia, la buena imagen. Las comunidades cimentadas en esos principios veneran el vil metal y conceden excesiva importancia a las apariencias de prosperidad. Quienes tienen algún empleo mínimamente respetable (o que parezca serlo, de ahí la importancia del uniforme y del imponente aspecto exterior) son admirados.
Pero no se tiene en cuenta que los empleados son personas, no son máquinas. Y si alguna, por algún problema o característica personal, no da la talla o empieza a fallar pese a que hace cuanto puede, entonces deja de ser productiva y eficiente, y por lo tanto se la degrada a oficios inferiores o directamente se la despide.
Murnau analiza con impactante sensibilidad ese momento evolutivo en el que las personas comienzan a decaer debido a la vejez. El hombre antes activo que realizaba su labor sin gran esfuerzo, de repente se va resintiendo. Su fuerza ya no es la de antes, ni sus reflejos, ni su resistencia. El oficio que desempeñaba con vigor y orgullo, ahora se le queda grande... Y llega el terrible momento de asumir que ha dejado de rendir como el protocolo laboral le exige, y por lo tanto no puede seguir ejerciendo en su puesto. La cruel maquinaria empresarial no tiene reparos en buscar un reemplazo inmediato y relegar al incapacitado a un empleo inferior que para él supone una tremenda humillación y un seco latigazo a su autoestima. Todo su mundo se tambalea.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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18 de agosto de 2008
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una repleta cinta de virtudes técnicas innovadoras y precisas en el “como” se transmite en una película muda y sin rótulos el "que se trasmite": una amplia galería de situaciones y sentimientos por los que pasa el protagonista en su batalla por la integridad y dignidad de un ser humano arrebatada y pisoteada por ese monstruo de mil cabezas que todo devora a su paso “El Capitalismo”, mostrado a modo de precisos encuadres, soberbia fotografía, travelling alucinantes, puesta en escena elegante y una actuación descomunal de Emil Jannings, todo desde una dirección que 84 años después asombra, deslumbra y maravilla.

A tales niveles llega la magia de Murnau, que la imposición de alargar el metraje para un final "politicamente correcto" no hicieron más que potenciar lo que se quería mostrar; evidenciar y finalmente demostrar las injusticias, ferocidad y todos los defectos que tiene y mantiene este sistema económico pero esta vez, aunque sea solo por esos 15 minutos finales no gano el Capitalismo; se piso la cola.....................................

De visionado imprescindible
roger
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