Black Mirror: La ciencia de matar (TV)

Este capítulo tiene dos puntos muy interesantes para reflexionar.

La guerra en todos sus formatos tiene en común algo: identificar el enemigo.
Con esto casi se hace hasta fácil para el ser humano lanzarse contra el oponente. Si tenemos algo que lo identifique eso nos lleva a un estado en el que evitamos plantearnos nada más. Todo vale, el color de la piel, la religión, su estatus social, su aspecto, su partido político o los colores en su camiseta.

El segundo punto unido al primero es que el ser humano ve las cosas como le conviene. Un pijo ve a un perroflauta y tiene claro que pensar, uno del Barcelona a otro del Real Madrid incluso actualmente uno de Xbox frente a otro de Playstation.

Este capítulo seguramente es el más previsible de todos, pero al igual que los buenos modales nunca está de más que nos recuerden y expongan nuestros defectos.

De nuevo la incertidumbre y la conjetura su funden en un velo de suspense en el que sólo las hipótesis poseen entidad propia.
Para el espectador la certeza no existe y por eso el equilibrio puede desaparecer en cualquier momento.
A ras de tierra se carece de perspectiva y esa es la baza que le gusta a C. Brooker: tan pronto nos hace creer que nos hallamos ante el juego de “¿Quién es quién?” como nos sumerge en un baile de máscaras.

La quimera se erige en arquetipo de una producción muy cuidada y de estilo efectista cuyo significado psicológico va mucho más allá de la ciencia de matar.
Atañe a la vida toda.

Me against the fire es quizá el episodio más repulsivo de Black Mirror, hasta ahora. Más que una crítica a la tecnología, es una crítica al ser humano y su afán de conseguir sus objetivos, a costa de la vida de seres de su misma especie.

Perfecta la parte en que se habla de la historia de la guerra y como en las dos primera guerras mundiales había cierto pudor en matar pero en la guerra contra Vietnam utilizaron algunos métodos pocos ortodoxos para que los soldados decidan matar a sus semejantes.

Me hizo recordar a dos películas de guerra en especial, primero Apocalypse Now, el secreto de ganar una guerra es matar sin moralismo y sin juzgar (No tiene derecho a llamarme asesino, tiene derecho a matarme. Tiene derecho a hacerlo, pero no tiene ningún derecho a juzgarme) y Jacob’s Ladder donde el gobierno drogaba a los soldados y los ponían más agresivos, cual máquinas de matar fuesen.

¿Y si el gobierno tuviera la tecnología de implantar chips a los soldados y convertirlos prácticamente en sus esclavos, haciendo que estos en vez de ver a sus enemigos como personas los viesen como monstruos o demonios? ¿Acaso esto sería justo? ¿Sería ético? ¿Alguien tiene el derecho a matar? ¿Alguien tiene el derecho de jugar con tu mente y someterte a que cumplas sus órdenes?

Todo esto no está nada lejos de la realidad ya que si en verdad hubiera ese tipo de tecnología los países más poderosos harían uso de ello, sin dudar y a la mierda los derechos humanos. Aunque las secuencias de acción no fueron nada del otro mundo y nada vistosas, este episodio cumple con su objetivo.

Al ser un poco más larga (seis episodios en vez de tres), esta tercera temporada está dándome bastante juego y entretenimiento. Llegamos al quinto episodio, ‘La ciencia de matar’, en la que he pasado por diversas fases durante su visionado. Inicialmente no me terminaba de enganchar debido a que la veía demasiado situada en la ciencia ficción como para ser un capítulo de ‘Black Mirror’. Si algo destacaba en cada episodio, eran los avances científicos que, al menos, me parecían viables.

¿De qué trata entonces este? ¿De qué van esos mutantes? ¿Esto va sobre experimentación genética? Nada más lejos de la realidad. Cuando comienzas a atar cabos y comprender lo que está sucediendo en realidad es entonces cuando ‘La ciencia de matar’ resulta realmente estimulante y una última vuelta de tuerca al arte de la guerra, con soldados mejorados a través de microchip para que su función en el campo de batalla sea de no dudar al apretar el gatillo.

Además, ‘Black Mirror’ se atreve de nuevo a innovar con el género bélico y la temática, demostrando una vez más que es la serie más original del momento. Encuentro una pequeña pega y es que, quizás, no está completamente desarrollada la historia del personaje principal, cuyo amargo final parece inevitable según se desarrollan los acontecimientos. Toda la trama personal está un poco cogida con pinzas y hubiera disfrutado de alguna explicación a mayores.

Pero, desde luego, ‘La ciencia de matar’ consagra una tercera temporada en lo más alto. Una serie que entretiene, da mucho juego y da qué pensar. Poco más se le puede pedir a un entretenimiento.

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También se podría haber titulado,La conciencia de matar. Los traumas de la guerra han sido llevados a la pantalla en múltiples ocasiones, una de las mas notables fue la película de Cimino, El Cazador. https://www.filmaffinity.com/es/user/rating/662529/764534.html
Es evidente que hay médicos psicólogos para entrenar a los soldados profesionales y para solucionar sus traumas después de vivir los horrores de la guerra. Supongo que el guionista de este capitulo ha imaginado como actuarían esos médicos de la mente para entrenar y para solucionar el problema de los traumas y ha concluido que deshumanizar a los soldados será la mejor opción, o por lo menos una de ellas. En otras películas hemos visto como los humanos son sustituidos por robots para hacer la guerra.