Beautiful Girls

Al llegar a los 30 uno tiene la sensación de haber llegado al final de un ciclo vital. Hay diferentes maneras de reaccionar, pero es general una sensación de insatisfacción ya sea por objetivos no cumplidos, o por creer que tiempos pasados fueron mejores, pensar que la juventud se ha agotado....
Esta película pretende ser un documento generacional para los que empezamos a peinar canas y de lo patéticos que llegamos a ser y el pánico a convertirnos en adultos. A ratos lo consigue y es un producto agradable de ver.

No sé porqué, pero siempre he conservado un odio visceral por Matt Dillon que no logro encontrar de donde viene, esa fue la razón de que no fuera al cine a ver esta película. Mas ya saben lo que pasa cuando te acercas a un videoclub y no hay nada que pillar, comienzas a mirar títulos, carátulas, y una te llama la atención, y dices: “¿Por qué no?” y te la llevas a casa. Desde los títulos de crédito, con esa magnífica canción, me enamoré de esta película, no solo de Natalie Portman, sino de Rapaport, de Hutton, incluso comencé a mirar con otros ojos a Dillon. Es una película en la que no pasa nada, pero dentro de los personajes pasa de todo, y eso es lo que me encanta, son tipos reales como tu y como yo, gente que tal vez no podría defender el edificio Nakatomi de unos terroristas, ni disparar contra la Estrella de la Muerte, pero tienen esos problemas que tenemos muchos de nosotros que acariciamos o ya somos pareja de los treinta, ¿Qué cojones hago con mi vida? ¿Qué fue de todo lo que planeamos? ¿Qué fue de la pandilla? ¿Qué voy a hacer? Y por eso la adoro, porque es la película con la que a mi edad me siento identificado, supongo que dejé de identificarme con Los Goonies, después con las primeras de Kevin Smith y al final, gracias a un feeling de videoclub, logré una película con la que identificarme y es esta. De nuevo vuelve a mi esa frase genial de los Simpsons “Que viejos somos”, pero aun quedan los colegas para echarte una mano y unas birras, más viejos, más perdidos, pero tus colegas.

Hay películas como esta con marcadas referencias a otras cintas míticas (sobre grupetes de amigos que se reencuentran pasados los años, sufriendo trances y pequeñas crisis personales) y que sin embargo calan más hondo que sus predecesoras.

Es el caso de “Beautiful Girls”, que recuerda, al menos personalmente a “Reencuentro” de Kasdan, “St. Elmo, punto de encuentro” de Joel Schumacher e incluso, salvando las distancias, a “Los amigos de Peter”, de Branagh. “Beautiful girls” evoca a aquellas pelis pero es más redonda que cualquiera de ellas. La sencillez de la historia y el retrato de sus personajes son creíbles. Hete ahí lo más complicado: de una rutina tan anodina como la de los habitantes de este pueblo aislado en invierno, Ted Demme extrae sin ningún tipo de estridencia navideña el valor de la amistad en estado puro.

Su director hace además un guiño a una de las escenas históricas del mejor cine de los 70: el “Can’t take my eyes off you” cantado por De Niro, Christopher Walken y cía en el bar donde se reúnen los protagonistas de “El Cazador”, es aquí evocado por el “Sweet Caroline” de Neil Diamond. Momentazo soberbio en la cinta de Cimino, aquí quizás también lo mejor de la película junto al speach que se marca Rosie O’Donnell (que desaparece de la faz de la pantalla tras esta película) cantándole cuatro verdades a Timoty Hutton y Matt Dillon acerca de los colágenos, fundas dentales, liposucciones, añadidos capilares, narices retocadas, y pubis rasurados. “¡Eso no son mujeres! Son monstruos de la belleza y hacen que las mujeres normales con nuestras pecas, nuestra tetas venosas y nuestra celulitis parezcamos anormales”.

Destacable guión. Pero si en algo sobresale “Beautiful girls” es probablemente en su acertadísima banda sonora. Y por supuesto, más que sobradamente en el reparto. Esta película congrega a una generación de actores hoy cuarentañeros con Hutton y Dillon a la cabeza, interpretando a una cuadrilla al borde de los treinta y desorientados en sus vidas y en sus conversaciones holgazanas, casi adolescentes (que irán siendo más reflexivas a medida que avence la película). Mira Sorvino y Uma Thurman completan el reparto. Y lo más importante, el descubrimiento de Natalie Portman, la incisiva niña de los patines sobre hielo.

Esta película pone en juego piezas inimitables de la galería del cine actual y consolida a la hornada de entonces como hiciera Schumacher con Demi Moore, Andie MacDowell y demás habituales de la cervecería St. Elmo. Entre una y otra, transcurre apenas una década: Demi Moore en los 80 y Uma Thurman en los 90, pero la historia es la misma. Amistad verdadera y duradera en un sencillo reencuentro, musicalizado con una banda sonora de las que te dan ganas de ir a comprar a la tienda de discos de inmediato y de una puesta en escena de lo más acogedora, con la navidad y las tormentas de nieve asomando al pueblo más americano de Nueva Inglaterra.

Muy chula.

Es curiosa la sensación que deja tras su finalización esta película.
Es una película sin muchas pretensiones, humilde y sencilla. Su guión, a pesar de estar bien estructurado no destaca especialmente, digamos que es un buen guión pero sin alardes brillantes.
Sus actuaciones son corales pero correctas, ninguna la recuerdas especialmente. Bueno, miento, Natalie Portman si la recuerdas...
Tiene una banda sonora buena, se desarrolla en un sitio acogedor y cuenta una buena historia del reencuentro de unos amigos cercanos a la treintena que ven como sus cuerpos crecen pero sus mentes y sueños siguen jóvenes. Se les resiste la madurez.
Y no olvidemos lo más importante, está bien dirigida.
Y es por esto que deja esa curiosa sensación, no es genial (al menos en el sentido de mítica y grandiosa), pero tiene el encanto de ser ese pequeño y humilde film que nos conquista sin apenas esfuerzo y que aunque nunca aparezca en las listas de películas favoritas, son esas que todos adoran, sin discusión alguna, porque son acogedoras como un "buenas noches, dulce niña". Es la película que escogerías para ver un domingo por la tarde tras la manta mientras llueve afuera. Es como la almohada que te espera siempre después de un día frustrado y agotador.
"Beautiful Girls" es todas esas cosas que admiras del mundo y no les das casi importancia.
Y por ello es tan grande, y a la vez tan pequeña. Y por ello es tan hermosa.

No tengo claro si lo que escribiré a continuación puede ser considerado como algo más que una breve reflexión, un pensamiento en voz alta que a duras penas puedo articular, de tan arraigado a ciertos recovecos de uno mismo. Lo cierto es que fue leer hace un par de días la opinión de un compañero acerca de esta cinta (¿puedo llamarte amigo sin haberte conocido jamás en persona?) y empezar a darle vueltas a mis propias sensaciones cuando la vi hará no demasiado tiempo. Hay que ver qué puñetera es la memoria, que por más que uno quiera revivir en plenitud una emoción, un encuentro fugaz con eso que llaman felicidad o acaso solamente satisfacción, en este caso por asistir a poco más de hora y media de gran cine, se da de bruces con el amargo sinsabor -paradójico- de no encontrar respuestas ni estímulos más que retazos sueltos de lo que fueron imágenes anteriormente completas, articuladas, con vida; hoy sólo restos de un naufragio que, sin importar cuánto lo intentemos, nos arrastra día tras día hacia el olvido. Hay que ver qué poco duran en la mente, cuando se intenta acudir a ellos, las lejanas luces y hermosísimos colores de otro tiempo, no sé si más dichoso, pero sí un poquito más risueño, ajeno al ruido del mundo y sus odiosas leyes por seguir escalando puestos y convertirse en prototipo de hombre de provecho. Cuán fácil sería establecerse en un lugar que trascendiera al movimiento, que se mantuviera firme, estoico, mientras la nieve y sus ventiscas cambiaran constantemente en derredor, engrandeciendo su paisaje, lejano, en todo caso, para hacer del dolor algo más escurridizo, algo menos doloroso, por jugar... sí, con las palabras... echo de menos tantos juegos... Cuántas veces hemos querido doblar la esquina y encontrarnos, otra vez, con ese pasado idealizado. "No es real" -te dices-; las prioridades cambian y se estrenan nuevas cartas cada día, es ley de vida, ¿es que no te has enterado?

Yo sólo sé que aun recordando apenas un par de escenas sueltas, "Beautiful Girls" ha pasado a ser una parte de mí mismo. Y es que el desencanto, la incertidumbre ante el futuro y la añoranza del pasado son toda una constante en este agridulce recorrido que es la vida. Tan implacable algunas veces, tan hermosa otras. Quedémonos con lo bueno y procuremos no olvidar de dónde venimos ni tantos buenos ratos. Por mucho que se empeñe la memoria en desterrar las sensaciones, las buenas, no hay por qué ayudarle en tal empresa desempolvando en grados enfermizos la nostalgia. Por eso diré "sí, recuerdo que me encantó esta película". Una sonrisa y a seguir rumiando las palabras aún no pronunciadas.