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El poder del perro

Western. Drama Montana, 1925. Los acaudalados hermanos Phil (Cumberbatch) y George Burbank (Plemons) son las dos caras de la misma moneda. Phil es impetuoso y cruel, mientras George es impasible y amable. Juntos son copropietarios de un enorme rancho donde tienen ganado. Cuando George se casa con una viuda del pueblo, Rose (Dunst), Phil comienza a despreciar a su nueva cuñada, que se instala en el rancho junto a su hijo, el sensible Peter (Smit-McPhee). [+]
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Críticas 195
Críticas ordenadas por utilidad
28 de febrero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Western insidioso, sin pistolas, con la naturaleza circundante, colinas, caballos, etc. mimetizándose con un puñado de personajes que son cualquier cosa menos normales, que ocultan celosamente una maraña de sentimientos reprimidos que irán desmadejándose con cierta parsimonia, en una propuesta visual entre clásica y con un punto de abstracción, superponiéndose (como no es raro que ocurra en el género) el paisaje geográfico y el paisaje interior, y entre medias, el sonoro que aporta un Greenwood en esta ocasión discreto y no tan disonante.

El enigma de esa montaña que encubre una figura animal, ese perro cuyo poder debe ser evitado a toda costa… pero se trata de una cuestión de perspectiva, de saber mirar, porque las cosas no son lo aparentan, nadie lo es, salvo quizá ese Plemons (que parece haber quedado como sustituto más juvenil del finado Hoffman) un tanto inocentón, a caballo (tachán) entre un mundo salvaje, al que pertenece su hermano, y otro civilizado y “de sociedad”, incapaz de mitigar su soledad. El único sano de la azotea, y curiosamente, quien desencadena todo el percal.

Un poco extraña la estructura de un guion donde unos entran, otros salen, pero que encubre una lógica implacable, desplegada a partir de unos estereotipos tirando a burdos.

Cuerdas que atan, que apresan sin ofrecer salida. Flores de papel, muy bonitas, pero que son flores tóxicas. Relaciones de poder, fuertes que se hacen débiles y viceversa. Se percibe algo enfermizo en estas gentes, empezando por la Dunst y esa hipersensibilidad que tampoco es entendible del todo, quizá más por ser una mujer-florero que por el cuñado infernal, una mujer que en el fondo sabe que ese no es su sitio. Más puñetero ese duelo psicológico y musical que cualquier palabra dura que puedan dirigirse.

Figuras ausentes, como un padre suicida, como el tal Bronco Henry, que dejan a estos hombres desamparados. La fachada de una rudeza sostenida contra todo, una actitud de virilidad tradicional en su ocaso ante la llegada de esa Otra manera de “ser hombre”. Que disfraza una tremenda fragilidad de carácter, unos celos casi infantiles y una misoginia bastante elocuente. Una independencia falsa, que es todo lo contrario. Por otra parte, tenemos a un sujeto endeble, inocente, convertido en un retorcido y ambivalente ángel vengador, un cirujano al que no le tiembla la mano y que manipula lo que cada uno tiene dentro.

La enfermedad, finalmente, como algo real, la manera en que emerge esa violencia soterrada. El contexto gayer es discreto aunque muy morboso. Pero no se machaca ni se demoniza esa hombría, hay bastante respeto y comprensión hacia un Cumberbatch que es el corazón de la peli, con un desenlace que le dignifica; la preparación del cuerpo, por fin una purificación, una limpieza de esa mugre física y también del alma.
Don Hantonio Manué
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28 de diciembre de 2021
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
408/01(01/12/21) Sugerente y extraña producción australiana, un drama adusto que con el telón de fondo de un western crepuscular (rodado en Nueva Zelanda) en realidad desarrolla un entramado de relaciones alienantes que deconstruyen la masculinidad, esa que emerge de la testosterona y la misoginia. Dirigida por la kiwi Jane Campion (tras doce años sin estrenar películas), que guioniza adaptando la novela homónima de 1967 de Thomas Savage, influido por el origen literario la realizadora divide la narración en cinco capítulos nombrados por números romanos, con cada uno hay elipsis, el ritmo es sereno y pétreo, haciendo que las diferentes personalidades se expongan de modo claro en sus virtudes y muchas fragilidades. Protagonizada por un impresionante Benedict Cumberbatch en el rol de un macho alfa, una excelente Kirsten Dunst en el papel de una mujer acomplejada, Jesse Plemons en la figura de un enamoradizo ranchero, y Kodi Smit-McPhee que está sensacional como un amanerado con mucho mundo interior oculto. Ello con Campion indagando en uno de sus mantras, como es las raíces del deseo, la obsesión, las represiones sexuales, las frustraciones, la introspección de la mujer en una sociedad regida por el hetero patriarcado, para un relato que va virando de un lado a otro por senderos imprevisibles, con delineación mórbida, creando incomodidad en el espectador por la crudeza de muchos momentos, historia de complejidad psicológica que ausculta corrientes ocultas de las corazas que nos autoimponemos para esconder falsas apariencias, ello enmarcado por paisajes áridos y hostiles. Se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Venecia el 2 de septiembre de 2021, donde Campion ganó el León de Plata a la Mejor Dirección.

En 1925, Montana, los ricos propietarios del rancho Phil (Benedict Cumberbatch) y George Burbank (Jesse Plemons) se encuentran con la viuda y propietaria de la posada, Rose Gordon, durante un arreo de ganado. El bondadoso George se siente rápidamente atraído por Rose, mientras que el volátil Phil, muy influenciado por su difunto mentor "Bronco" Henry, se burla del hijo de Rose, Peter, por su ceceo y sus modales afeminados.

Campion sabe dotar de enorme simbolismo a elementos que cobran vida dramática en el relato desde esa flor de papiroflexia de Pete, el banjo de Phil que utiliza con violencia, la silla de montar de Bronco Henry, reverenciada cual Tótem religioso, el piano y su aparatosidad que hace afligir a Rose en las expectativas creadas por un comentario, el pañuelo que alguien utiliza a modo sensual erotismo, o la cuerda que trenza Phil para Pete. Todos recursos que la directora maneja con esmero para ir evolucionado una historia alienante. Es en la parte final donde la película crece con la singular relación entre Pete y Phil, donde este último parece abrir sus traumas y corazón reflejándose en Pete, una química ladina surge entre ambos, sentimientos ambiguos fluyen entre ambos, donde la tensión es latente en todo momento, y sientes alguna catarsis está a punto de suceder pero cual novela de Patricia Highsmith hay sorpresa final que da para sub lecturas.

Notable puesta en escena para su fundamental misión de proyectar un estado de ánimo adecuado. Empezando por el estupendo diseño de producción de Grant Major (“El Señor de los Anillos” o “King Kong”), recreando con estimable tino Montana (USA) en la Isla Sur de Nueva Zelanda, con valles y praderas inmensas, con esas montañas de formas sinuosas, donde el ser humano se siente pequeño en la inmensidad de la naturaleza, con esa residencia ampulosa, de enormes salones, en disonancia con los pequeños dormitorios; esto enaltecido por la primorosa cinematografía de Ari Wegner (“Lady Macbeth”), con un bañado ámbar que aporta frialdad ambiental, con profundidades campo que sirve en el interior de la mansión para aislar a los personajes, con mucha penumbra que da relieve de sombras a los personajes; esto adornado por la ominosa música del guitarrista de Radiohead, Jonny Greenwood (“There Will Be Blood”), que surte de melodías de cuerdas agitadas que emiten tensión y zozobra perturbadora, proyectando inquietud latente.

Encuentro una laguna argumental en la relación de los hermanos con sus padres (Peter Carroll y Frances Conroy), como si algo se hubiera perdido en la mesa de montaje, quedando esta muy esquemática, con lo que las relaciones paterno-filiales sugieren de las personalidades de los hijos.

La historia plantea una clásica dicotomía entre hermanos, cuasi bíblica de Caín y Abel, dos caras de una misma moneda, comparten dormitorio al inicio, pero son antagónicos. Phil es la imagen del vaquero rudo, con el sombrero, las perneras, las botas, los estribos, con aversión a lavarse ("Apesto. Y me gusta”, espeta), cuando lo hace es a escondidas de los demás (cuando vemos a varios vaqueros bañarse en el río él aprovecha para hacer lo alejado de estos), con barba de varios días, gusta de montar a caballo por las praderas, marca ganado, es pendenciero, humilla al que no le gusta, llama ‘gordo’ a su hermano, gusta de herir a los demás con sus cínicos comentarios, sobre todo a la frágil Rose, que la ve en su misoginia como una intrusa que ha venido a vampirizar a su hermano, utilizando su banjo a modo de arma arrojadiza contra ella y su piano (otra vez el piano que hizo famosa a la directora en “El piano”). Ello en una actuación homérica de Benedict Cumberbatch, desplegando una intensidad y poder de aterrar vigoroso, dejando entrever sus grietas emocionales en momentos puntuales que le hacen humanizar y ver a una persona acomplejada que combate sus fantasmas sexuales (reflejados en su admiración homoerótica por un ‘legendario’ cowboy, Bronco Henry), arremetiendo contra los débiles, un resentido que evoluciona de modo turbador con Pete, su expresividad arrolla, su forma perversa de sonreír, de mirar, de moverse, Magno;... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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27 de marzo de 2022
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que no es "El poder del perro"; no es un western, ni siquiera crepuscular. No es un tratado sobre la homosexualidad reprimida y no es una reflexión sobre la masculinidad. Situada en la Montana de entreguerras, la temática western es totalmente extemporánea. Muchas cosas no son lo que parecen en el "Poder del perro". La película juega todo el tiempo a confundir al espectador, no limita este juego de trileros al escenario o a la temática sino que lo lleva hasta la propia imagen del protagonista, a su presentación, asi como a la del resto de personajes. Nos introduce a Phil como todo un rudo, tosco y maleducado vaquero, cuando el personaje de Cumberbatch en ralidad es un niño rico, un brillante licenciado en clásicas de Yale, nada menos, inteligente y refinado, un muy notable músico y un exitoso empresario agrónomo, no puede estar más alejada su naturaleza a la imagen que proyecta. Este es el misterio que Jane Campion propone al espectador, una fascinante personalidad, que se va desnudando durante el metraje y el cebo que nos propone esta maravilla del suspense psicológico que es "El poder del perro". Esta es la propuesta, la de seguir la fría y brillante inteligencia de su protagonista, intrigantemente disfrazado, con la curiosidad de ver donde llega la madriguera de conejo.

Fascinante fotografía, Ari Wegner realiza el mejor trabajo del año en el área, que es un reverencial homenaje a Hopper, a Wyeth, es casi como pasearse por el MoMA. Paseo con un ritmo pausado, recreativo que se apoya en la música, que usa la repetición como pilar de tensión para sostener el suspense. Una narrativa visual sofisticada, exigente, llena de metáforas, de referencias veladas, que apoya y sostiene unas interpretaciones muy gestuales, de continuos escamoteos en un juego de perspicacia apabullante.

No se deja nada a la hora de mostrarnos a Cumberbatch como un auténtico psicópata, un torturador psicológico de primera, admirable en su refinamiento, la escena del piano destila una crueldad absolutamente fascinante. Unas víctimas representadas por Plemons y Dunst absolutamente brillantes en sus interpretaciones de caracteres blandos y flácidos, esto último de manera incluso literal, perdedores machacados por el brillante Cumberbatch. Pusilánimes presentados, como todo lo demás, de forma equívoca, ofuscando su naturaleza de inicio intencionalmente. Brillantísima escena la que desnuda a Plemons en medio de la nada literalmente reconociendo su soledad vital, su condición de víctima absoluta, su devastadora indefensión. Como Cumberbatch destroza inmisericordemente al personaje de Dunst es ambrosía pura, incluso rozando un humor muy negro, negrísimo por momentos. Se permite Campion incluso hacer una pequeña elipsis, para marcar aun más la absoluta destrucción de Rose, si cabe, con el alcoholismo.

En este baile, en esta fascinante historia de explicar a un niño psicópata, Phil, que se entretiene matando hormigas con una lupa, George y Rose, de mostrarnos sus porqués, aparece en contraposición a Cumberbatch el personaje de Kodi Smit-McPhee, Peter, cerrando el elenco de los cuatro personajes principales. De nuevo como con todos los personajes de esta película, es presentado falsamente, la trampa esta vez es dibujar un Joven con trasfondo homosexual, nunca confirmado en la película, con un gran amaneramiento, con unos dejes afeminados muy fuertes, con grandes demostraciones de delicadeza, que incoscientemente llevan a considerarlo como frágil y débil. Es magistral como la película juega con los prejuicios para generar esas falsas primeras impresiones de los personajes, magistral. Otra aparente victima más para Cumberbath, temor que además es motor del personaje de Dust, su madre, utilizado por Cumberbatch como otro mecanismo de tortura. Muy al contrario Peter pronto demuestra ser un reflejo de Phil, no su víctima, otro frío, sofisticado e inteligente psicópata, estudiante de medicina. Es brillante la escena del paseo frente a los rudos temporeros con la ropa y andares afeminados, una demostración brutal de seguridad y personalidad, a la vez que de enfermiza y fría indiferencia. En el cierre de la película, una vez desplegado el campo de juego, nos dejan contemplar este delicioso baile mortal entre estos dos monstruos, en la que temes por uno mientras ves como trama su defensa el otro. Para mí las dos mejores actuaciones masculinas del año de largo. Hay una escena erótica en este tramo de enfrentamiento que es brutal en su obscenidad, es increíble la carga sexual que consigue solo a base de metáforas, la crudeza que consigue trasmitir, porque utiliza la mirada entrenada y en alerta del espectador a estas alturas demostrando la maestría de Campion en el uso del lenguaje cinematográfico.

Se cierra el círculo exquisitamente, el juego de espejos entre Phil y Peter, en su lucha de depredadores, que tiene en los porqués de Phil, en su historia, lo peor de la obra de largo, la utilización de un tropo, no por torpeza, encaja a la perfección, es de hecho esperable, sino por su naturaleza de lugar común gastadísimo mil veces visto, que inevitablemente decepciona y deja un regusto amargo.

Una película deliciosa, un drama psicológico de suspense exigente con el espectador primero en tanto que continuamente se juega con la imagen de los personajes y escenarios asi como los prejuicios del espectador para disfrazarlos en las presentaciones. Segundo en cuanto que su narrativa recae mayoritariamente en el lenguaje cinematográfico; composición, metáforas, comparaciones, elipsis, sobreentendidos, detalles, gestos, silencios, espacios, música, ambiente, color, simbología, movimiento, etc... la palabra es seguramente lo que menos utiliza Campion para contar cosas.

Cine inteligente, culto y exigente. No apto para todos los públicos.
Colectivo Escala
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8 de marzo de 2022
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda película de las que optan al Oscar vista y aunque la he votado con un mas que aceptable 5 no creo que se merezca mucho más. Cumberbatch se marca una buena interpretación aunque yo directamente le daría el papel a Will Smith por "King Richard". Buena música y buena fotografía pero le sobra media hora tranquilamente. Si lo que quieres contar lo puedes contar en 90 minutos ¿por que necesitas mas de dos horas? ¿es para justificar el sueldo del trio protagonista? Supongo que será por eso sino no encuentro explicación, que alguien me ilumine pues.
daoler
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4 de abril de 2022
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lenta y aburrida.
¿Western? A mí no me lo parece excepto por que salen vacas y vaqueros. Me sorprende la crítica profesional y su calificación de obra maestra pero así son las cosas y las opiniones, ya se sabe, cada uno tenemos una. Me da la impresión que la anterior y excelente obra de la directora, “El piano” ha influido para la calificación de esta que nos ocupa.
Toca la temática de la homosexualidad y algunas relacionadas con los vínculos de madres e hijos, pero sin gran trascendencia ni profundidad para resaltarlas.
Me parece una película mediocre. Salvo las interpretaciones que me parecen muy buenas. Ambientación bonita y banda sonora cansina.
Nada más destacable
frasquito
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