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El verdugo

Comedia José Luis, el empleado de una funeraria, proyecta emigrar a Alemania para convertirse en un buen mecánico. Su novia es hija de Amadeo, un verdugo profesional. Cuando éste los sorprende en la intimidad, los obliga a casarse. Ante la acuciante falta de medios económicos de los recién casados, Amadeo, que está a punto de jubilarse, trata de persuadir a José Luis para que solicite la plaza que él va a dejar vacante, lo que le daría derecho ... [+]
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Críticas 154
Críticas ordenadas por utilidad
23 de julio de 2009
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ha llegado el momento.
Nino Manfredi cruza el patio de la cárcel.
Apenas puede caminar.
Tropieza.
Le sostienen dos guardias con uniformes grises
y él se mueve sin alma como un muñeco roto.
Arrastra por el suelo la sombra de su angustia
entre paredes sórdidas y funcionarios lúgubres.
Es un final terrible,
como el garrote vil
ciñendo la garganta de aquella España negra,
ahíta de sotanas y tranvías
y reos aguardando su hora en el patíbulo.
En las entrañas de la dictadura
el Caudillo firmaba sus oscuras infamias
envuelto en una aureola de atrocidad solemne,
y sin embargo
las parejas ahorraban para comprarse un piso
y Berlanga y Azcona se burlaban del régimen
ante los ojos miopes de una censura idiota.

Incluso los verdugos eran seres humanos
cuando los encarnaba Pepe Isbert.
molondro
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25 de abril de 2007
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Corren los años sesenta. El régimen franquista sigue ejecutando personas. Un verdugo se jubila, pero necesitan para conseguir un piso, que su yerno le sustituya en el cargo. Pero su yerno no está hecho para eso. ¿Es una trama para una comedia? Me dejó sin habla. Por si fuera poco, tiene escenas graciosas, irónicas, pero cargadas de una filosofía y ética enormes. Impresionantes críticas disfrazadas de gags. En definitiva, dos genios crean una película imprescindible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
antonio_corleone
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25 de abril de 2007
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pe-li-cu-lón. Eso sí, a pesar de ser una comedia yo creo que le falta un final más contundente. Destaco en el título esa frase de José Luis Rodríguez, el "segundo verdugo", antológica durante el mini debate en casa de su futuro suegro, "el primer verdugo".
Geniales interpretaciones, entrañables personajes, notables chistes, buen decorado, excepcional regate a la censura... Con dos genios como Berlanga y Azcona en el guión, no se podía esperar otra cosa que el convertir a "El verdugo" en un clásico del cine español y europeo, con una sagaz crítica a la pena de muerte y al uso del garrote vil.
En definitiva, si la gente viera más este tipo de películas, se darían cuenta que la historia del cine español va más allá de Joselito, Marisol, Carmen Sevilla o Manolo Escobar, como nos hacen ver en Cine de Barrio por ejemplo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
zé pequeño
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3 de mayo de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobran los calificativos para describir esta obra maestra. Valiente, visceral, irónica, natural, descorazonadora, indignante, humana...

En una época de censura, de crímenes imperdonables contra la humanidad, de ahogo de la libertad de expresión, surgió un alegato universal contra la pena de muerte y, por qué no decirlo, contra la desidia de todos aquellos que miran para otro lado.

Y lo que es más llamativo es que Berlanga y Azcona no demonizan, simplemente muestran. En uno de los mejores papeles que he visto nunca en el cine, José Isbert se nos presenta como un veterano verdugo que ya relativiza todas las cuestiones morales referentes a su empleo. Para él, matar es una rutina, se enorgullece de hacerlo bien y conserva los recuerdos de los ajusticiados. Y sin embargo, el personaje se nos presenta con una naturalidad que se hace querer, y te indignas sólo de pensar cómo alguien tan normal puede acarrear ese peso sobre sus espaldas.

Nino Manfredi está sencillamente soberbio, de principio a fin. Reflejando todos los temores de algo que se abalanza sobre él sin remisión, condenado a cumplir con su obligación en un momento que cada vez está más cercano, y trasladando su humanidad y su bondad a una de las imágenes más crudas que se han visto nunca, la del verdugo que no quiere ejecutar.

Y qué decir de las miradas desconfiadas, de la decencia, del estigma de ser un asesino amparado por la ley. Cómo se refleja esa sociedad llena de contradicciones en la que se predican unos ideales de justicia y se desprecia el brazo ejecutor. Alguien tiene que hacerlo, pero nadie quiere saber nada. Ese mirar a otro lado, esa conciencia intranquila, es tal vez incluso más significativo que el pánico de José Luis al retratar el absurdo de la pena de muerte.

Por encima de todo esto, además, se muestran unas escenas costumbristas tan bien retratadas, en las que ninguno de los personajes parece estar actuando en ningún momento; los diálogos son tan naturales, las reacciones... desde el primero hasta el último.

Es una obra de arte. No sólo un patrimonio ineludible del cine español, sino una obra universal que mejora con los años, cuyo mensaje sigue vigente, como alegato contra una práctica inhumana, sí, pero también como reflejo de una sociedad reprimida y adormecida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ghibliano
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8 de junio de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En ocasiones -lo he comprobado muchas veces-, somos manipulados por fuerzas extrañas que hacen que ciertas cosas positivas, y también otras lesivas o fatales, sucedan a como dé lugar. En tales casos, la opción de elegir se reduce al mínimo, porque todo se reacomoda para que suceda aquello que TIENE que suceder. ¿Por qué ocurren cosas así? Me lo he preguntado y he llegado a conclusiones como éstas: Primero, porque el constante proceso evolutivo del universo reclama cambios que son impostergables. Después, en cada ser humano hay fervientes y, a veces, inconfesables deseos que fuerzan el fluir de la Ley de Atracción. Por ejemplo, si me siento muy atraído por la chica de al lado, seré complacido con numerosas ocasiones para que pueda abordarla. Si mi deseo muy íntimo es morir, la vida pondrá obstáculos a todos los que pretendan ayudarme. Si el odio me lleva a desear matar a alguien, lo necesario se pondrá a mi alcance para favorecer mi anhelo… y lo único que, quizás, puede salvar al otro es que tenga otra aspiración más fuerte que la mía.

<<EL VERDUGO>>, me ha dejado con la sensación de que se trata de una de esas historias donde la vida hace con alguien lo que se le viene en gana. Lástima que no oyésemos los pensamientos de, José Luis Rodríguez (¡ni cantante, ni presidente, el enterrador de la película!), porque ésto nos hubiese ayudado para entender un poco más el juego de la vida. Pero, muy probablemente, pudo pensar cosas como: “¿Qué se sentirá matar a otro?, ¿Se sentirá uno, una suerte de dios cuando aprieta el gatillo?, ¿Se vuelve uno un hombre de respeto siendo verdugo?”… Preguntas que se convierten en impulsos de experimentación... o quizás, José Luis sólo sintió profunda repugnancia contra la posibilidad de ser aliado de un régimen de terror… y, también sucede que puedes atraer aquello que tú más temes.

Con una encantadora sátira colmada de humor negro, escrita por el director, Luis G. Berlanga, en colaboración con, Rafael Azcona y Ennio Flaiano, y muy bien interpretada por, Nino Manfredi, José Isbert y Emma Penella, la película fluye graciosamente mientras contrasta al verdugo, un anciano con cara de no quebrar un huevo, franco (con minúscula) al cuestionar la manera como “se irrespeta a los ajusticiados en otros países”, y quien asume su tarea de ejecutar condenados a la pena capital, como una labor que, sin reticencia alguna, hay que hacer, porque, “si existe la pena, alguien tiene que aplicarla”. Entre tanto, José Luis, el enterrador de los ajusticiados y nuevo yerno de don Amadeo (el verdugo), siente los mayores escrúpulos contra la labor que éste realiza y ve con consciente repulsa la ejecución de un hombre, mientras que su relación con Carmen, la hija del anciano, se estrecha más y más, hasta lo inevitable.

Le objeto al filme -pero presiento razones-, que muestra una imagen en exceso generosa y respetable de las fuerzas policiales de la época. El mismo verdugo resulta todo un buenazo, y de aquel lado, no hay nadie que inspire miedo alguno… ¡y vaya si lo producían! El final, también me resulta temerosamente ambiguo, pues, bien podría servir a Dios y al diablo, según la inclinación que cada uno tenga.

Creo que, sin censura (o autocensura) de por medio, Luis G. Berlanga hubiera podido lograr con, <<EL VERDUGO>>, su obra maestra.
Luis Guillermo Cardona
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