Crepúsculo (Twilight)

‘Crepúsculo’, por encima de todo, es aburrida. De hecho, creo que no ocurre nada durante los primeros ochenta minutos en los que Catherine Hardwicke se dedica únicamante a relatarnos el nacimiento y la consagración de un amor lleno de impostura, cursileces y caras bonitas, con alma de videoclip, entre un vampiro bonachón y una jovencita un poco peculiar, que tiene un objetivo muy claro: encandilar a las quinceañeras del mundo mundial para que se dejen sus seis dólares/euros de sus correspondientes bolsillos en una entrada más unos cuantos dólares de más en toda la gama de productos que sigue a la peli.

En los últimos minutos, sabedores de qué la cosa había quedado un tanto hueca, decidieron darle un poco de acción sin sentido, un poco de garra, insuficiente. Los que esperen un film tradicional de vampiros, que se vayan olvidando de ello. Es más, he dicho ¿vampiros? A lo sumo verán a cuatro modelos sacados de la revista de moda del Corte Inglés jugando al béisbol. Ah, se me olvidaba. Aquí los vampiros no se abrasan al ver el sol, si no que les sale purpurina y están hasta más guapos. Mala, mala y mala. Me quedo con True Blood. Exlcusivamente para teens enamorados o con ganas de enamorarse. El resto, abstenerse.

¡He aquí la nueva película de culto del momento! ¡He aquí los nuevos ídolos para adolescentes que hormonan incontrolablemente! Pero esta vez no se trata de ídolos musicales a lo High School Musical o Jonas Brothers; esta vez el nuevo rompecorazones de las quinceañeras lo encarna nada menos que Edward Cullen, un vampiro pálido como todos los vampiros y enamoradizo como -¿todos?- los vampiros.

Si hay algo de agradecer en esta película es que fomenta la lectura entre los púberes. Bien es cierto que las novelas en las que se basa la película no son obras maestras de la literatura, pero la moda que ha creado hace que miles de chavales (y sobre todo chavalas) se lancen a las estanterías de las librerías como posesos y se lean del tirón verdaderos tochos de más de 500 páginas. Esto lleva a lo otro, a interesarse por más libros y se crea una afición muy sana y recomendable.

Pero cinematográficamente hablando, la película es bastante pobre en casi todos los aspectos. Su estética es más cercana a un telefilme de cierta calidad que a una película de gran pantalla. Tanto los personajes como la historia son de lo más sencillo: una aventura amorosa donde la chica nueva del instituto conoce al chico "rarito" y se enamora de él, descubre que es un vampiro chupasangre y tiene miedo pero después acepta lo que es (puro amor interior, nada superficial) y asume los riesgos que supone conocer a gente como él.

Se echa de menos algo más de sangre, tan esencial en una película de vampiros aunque sea un pastel de merengue, y algo más de garra en los vampiros que aparecen (parecen demasiado "humanos"). Lo único que salvaría son las interpretaciones de Kristen Stewart y Robert Pattinson, sin ser brillantes, pero cumplen con su cometido de hacernos creer su romance sobrenatural por la química que despiden en la pantalla.
Por lo demás, cuando acaba la película te queda una sensación extraña, como de haber pasado 2 horas de tu vida en las que tu cuerpo no ha generado ninguna sustancia placentera.
Y, al día siguiente, tienes una sensación de "tempus fugit" bestial, consecuencia de que el cerebro ha olvidado inconscientemente la película por completo y no te acuerdas de lo que hiciste en esas 2 horas.

Bonita pero olvidable. De usar y tirar.

Argumento pésimo que entremezcla la serie True Blood, cualquier película romanticona hollywodiense para espectadoras adolescentes y esa especial pero anticuada forma de vislumbrar el futuro excesivamente conocida de la serie Héroes. Todo predecible y facilón.

Diálogos que parecen hechos a escasos dos días del rodaje por un par de niñas fanáticas de las películas de amor.

Efectos especiales tristes que dinamitan los pocos intentos que uno hace para inmiscuirse en el film y sentir algo de interés por el mismo.

Antagonistas de usar y tirar.

Sin duda, una sobrevalorada película que porta el máximo exponente de aburrimiento y simplicidad cinematográficos. Como dice un buen amigo mío, "cine palomitero".

Por último, añadir que me parece insultante que se utilice de banda sonora a Linkin Park para este bodrio.

Creo que poco más se puede añadir a esta falacia de filme que lo único que consigue es devaluar el cine actual y hacer más dificil encontrar buenas películas en cartelera.

La película transcurre como el libro, de un forma burda y comercial (su principal objetivo). Si te gusta el buen cine definitivamente ésta no es tu marca de tabaco.

No obstante hará las delicias del público mas adolescente, en especial el femenino por su aire romántico y estúpidamente dramático.

¡Saludos!

Una adaptación de la novela "Crepúsculo", de Stephanie Meyer.
Aquí el mito del vampiro se degrada hasta parecer sacado con todos los tópicos de la factoría Disney.
Una historia acaramelada, dulzona y demasiado pegajosa para adolescentes aprovechando la moda gótica que últimamente cala entre las más jóvenes.

Bella, una adolescente corriente con ninguna característica especial, salvo la de ser patosa se muda junto a su padre a Folks, un poblado tristón de EEUU, donde casi siempre llueve, rodeado de arboles y riachuelos.

En el instituto conoce a un chico Edward Cullen, que no para de observarla. Mas tarde se dará cuenta de que el muchacho es un vampiro. Nos presentan a un vampiro sin carisma, que ha pasado los últimos cien años repitiendo curso en el instituto de Folks.

Los dos se enamoran y comienzan una historia excesivamente aburrida y tópica.

La película es aburrida y dirigida a un público muy concreto, el de adolescentes llevadas por la moda vampiril. Los personajes no tienen carisma, es más, te dan ganas de levantarte de la sala blasfemando si no fuera porque una horda de niñas te apalearía por realizar ese acto.

Bajo mi punto de vista, el mito del vampiro se resiente con esta historia máximamente obvia.
No os molestéis en verla. Y menos aún en leer el libro. Una auténtica pérdida de tiempo.