El paciente inglés

El viento baila con ella, la arrastra, la detiene, la suelta y la recoge, como el amante más experimentado, formando aquellas dunas que sobrevolamos durante nuestro tiempo en el desierto, que pueden llegar a asemejar, incluso, el cuerpo de una mujer.

La película es una mezcla de grandes elementos, desde el paisaje y la fotografía, como la banda sonora, al igual que las sublimes interpretaciones de los tres protagonistas.

Es también la pasión en las manos de él, su forma de descubrir montañas, riachuelos y fosas en el cuerpo de ella, como la más querida, la que se encuentra al final de su cuello. Es la bondad cristalina que traspasa los ojos de la joven Hana, la grandeza de la vida que transcurre dentro de aquel monasterio, las miradas, los silencios de él, el reverso de la mano acariciando su rostro, el libro como conexión eterna, aquella cueva de los nadadores y siempre las dunas y la arena y es el mismo viento, el que queda susurrando el secreto compartido por ambos amantes, su lenguaje propio -déja que te hable de los vientos.

Música que arrastra hasta el extremo más profundo del sentir para entender algo importante, para contarnos una historia repleta de sentido, eso descubrirá el espectador al ver esta gran obra maestra.
Una verdadera historia de amor con todos sus ingredientes, más amargos que dulces en esta ocasión pero aún así necesarios. Pasión, lujuria, romanticismo, amar, saberse amado. Celos, miedo, desolación, vulnerabilidad, incomprensión, desesperación, locura, añoranza, en definitiva muy triste pero real.
Qué hombre no se enamoraría de una mujer como Katherine o Hana, quién no ha sido un poco Almásy alguna vez. Quién no ha deseado que una voz de mujer le leyera algo, qué hombre no lo ha agradecido, quién no ha disfrutado escuchando aquello que ella sabe, que ha aprendido. Pero quizás lo más importante de la película, lo que realmente la hace tan especial es que mantiene la intriga de cada pasaje y de la historia en sí hasta el final de todas las historias que al final son una sola, vidas enlazadas, destinadas por suerte o por desgracia.
Interpretaciones magistrales, profundas e intensas. Una ambientación muy bien calculada que da lugar a una fotografía impresionante y bella.
No quisiera hacerme pesado ni descubrir más de lo necesario. Si no la has visto te invito a hacerlo, no te la pierdas, cuando acabe es probable que acabes buscando su maravillosa banda sonora. Si ya la viste puede que quieras volverla a ver y sonreír, o no, quizás aprendas algo nuevo, alguna cosa que desconozcas que necesitas, quizás una lección, puede que un recuerdo.
Quien piense que con el cine no se aprende nada sobre la vida es que no ha visto cine de verdad.

Creo, como la mayoría, que esta es una película de una gran belleza poética; bella fotografía, edición, actuación, música, etc. en resumen una gran cinematografía. Intentando explorar el complejo de sentimientos que esta película me produjo, apenas alcanzo a vislumbrar un gran tema general: El amor, que se expresa en tres direcciones: el amor a una profesión, el amor a un país, el amor a una mujer. Cuanto nos debemos a cada uno?, cual prima sobre los demás? Al final podemos morir o matar por cada uno de ellos. La vida es una lucha que pagamos con la muerte. La patria, la nación, la democracia, la profesión, son al fin y al cabo simples abstracciones; la mujer en cambio es concreta, nuestro otro yo, nuestro prójimo, lo real, lo verdadero. Carabaggio al final perdona a Lazlo por haber escogido a Katharine, por encima de todo. El ser sentimental, prevalece sobre el ser político. Hana y Kip también deberán luchar contra el mundo para realizar su amor. Al final, creo, nos complace la idea de morir por amor. Nada puede ser mas trascendente, mas glorioso, mas sublime.

Un reparto de lujo para una épica historia de amor, con diferentes subtramas, a cada cual más interesante, en la que presente y pasado se alternan desvelando incógnitas y pasiones que emocionarán a los espectadores mientras les mantienen pegados a la pantalla sufriendo los anhelos de sus carismáticos protagonistas. A todo esto hay que añadirle una majestuosa realización y unos esplendorosos paisajes desérticos que hacen reavivar sentimientos que sólo el mejor cine de aventuras de antaño conseguía, al más puro estilo del maestro David Lean. En definitiva, un clásico moderno que se ha convertido en mi película romántica favorita.

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Es una auténtica maravilla. Roza la perfección fílmica y te acerca a Dios, no tiene un pero, y si lo tiene, es imposible verlo a través de tan majestuoso y sensible trabajo, y es que, lo tiene todo, y todo aprovechable, desde el romanticismo épico y visceral de David Lean, la estética de Spielberg y la precisa escenografía de Hitchcock, de tales aproximaciones, no podría salir nada malo, y es que es un film que se comenta y describe solito, sin ayudas externas, ni críticas subyacentes, un placer, un orgasmo sensorial, una aventura romántica perfecta.

Un ejemplo de como abstraerte e introducirte en la historia, absorbente desde su primera imagen, disfrute absoluto minuto a minuto de un metraje que, a pesar de su duración, no cansa, descansa, su magnífico trabajo técnico, destacando su portentosa fotografía y su eterea B.S.O nos traslada a cada secuencia al calor del desierto, a la lluvia suavizante de esa Italia atemporal y esa historia de romance inalcanzable, prohibido, pasional y descarnado.

Tiene escenas antológicas que ya forman parte de la historia del cine, un trabajo que marca y se recuerda con amabilidad, es sin duda, una experiencia para tomarte varios cafés en una tarde lluviosa de fuego y manta, una película que, si la dejas, formará parte de tu vida y te endulzará momentos de nostalgia y soledad. un 10 total.

Y es que me cuesta, me cuesta de verdad, realizar crítica o comentarios sobre mis películas favoritas y siempre se me escapa el sentimiento y la impresión general, a veces, es mejor no dejar perder la MAGIA y el RECUERDO.

Saludos.