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Edmond

Thriller. Drama Harto de su vida y de su trabajo Edmond Burke (William H. Macy), un ejecutivo de una gran multinacional, decide abandonarlo todo y evadirse dando rienda suelta a sus fantasías en el sórdido y peligroso mundo nocturno de una gran ciudad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
2 de abril de 2007
14 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última aventura cinematográfica de Stuart Gordon tras su peculiar episodio de Masters of horror y su paso por la Fantastic Factory deja, tras su visionado, un buen aroma, aunque algo amargo por esos últimos instantes.
Y pese a que el planteamiento ya resulta algo tópico, Gordon consigue sustentarlo gracias sobretodo a la creación de un personaje a la medida que el relato requiere, un personaje que va avanzando degenerativamente y que en su persistencia y obstinación halla el modo de seguir adelante sin que nadie se interponga en sus objetivos.
¿Y que decir de Willam H. Macy? Seguramente uno de los mejores actores de la última década, que aquí vuelve a bordar un papel no exento de complicación, otorgando grandes trazos a la personalidad del papel a caracterizar.

Sin embargo, algo le falta a la cinta del director que se diera a conocer con "Re-animator". Puede que su estética y la atmósfera no estén del todo logradas, y en ellas se encuentre una de las falencias por lo cual no puede aspirar a más.
También puede resultar algo monótona por el devenir de los acontecimientos que se van sucediendo unos tras otros, dejando al espectador sumido en un halo de turbación y extrañeza por no saber ante que se hallan verdaderamente.

Pero "Edmond" no es sólo eso. "Edmond" es, además un viaje a las catacumbas del ser humano, un viaje por escapar, por buscar una salida ante una vida que ha terminado desbordándole, hastiándole, un viaje por liberarse finalmente de todo lo que un día le rodeó y que ahora desea dejar atrás. Y "Edmond" es, además, un vestigio de cada uno de nosotros, de la confusión que nos aborda en ocasiones, de esas ansias de querer huir lo más lejos posible, alejarse de todo y empezar de nuevo, ese desconcierto que nos aturde, que nos hace lo que en el fondo somos: Frágiles pedazos de existencia en un mundo que quizá no es para nosotros.
Grandine
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19 de octubre de 2006
11 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un notable drama existencial con ecos de los mejores guiones de Schrader y el mejor film de Schumacher, Un día de furia. Basado en la obra teatral de Mamet y escrito por el mismo, narra la tortuosa noche de Edmond (impresionante H. Macy) por la ciudad de Nueva York. La película narra con garra y elegancia la fauna urbana de Nueva York y el descenso a los infiernos filosóficos de Edmond. Todo ello viene reflejado desde una polémica mirada objetiva por parte del director, pero sin dejar de tener una irónica moraleja final. El resultado es un nuevo recorrido por un terreno ya explorado anteriormente por otros cineastas, pero que aún así sigue siendo una excitante y curiosa experiencia.
nuevacarne
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11 de noviembre de 2007
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la historia de un idiota que, para colmo, se ha vuelto loco. El personaje pretende discutir con lógica con aquellos que usan otra lógica, otros principios, y sus obsesiones lo conducen a la psicopatía y el crimen. Puede comprobar, sin entender, que el hampa tiene otras leyes que las de un burgués neoyorquino. Esta realidad permite ilustrar situaciones típicas de los bajos fondos donde un hombre que no pertenece al medio está perdido, como si fuera una lección para adolescentes. Que su intento de liberación está equivocado queda patente en el final y a todo lo largo del filme, pues un loco busca algo fuera de la realidad, por más filósofo que quiera parecer. Es una historia de locura y de extrema ingenuidad, muy bien actuada por todo el elenco y muy bien contada, pero de locura al fin.
Leonel
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4 de abril de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película está basada en la obra homónima de David Mamet, de la que el director Stuart Gordon se quedó fascinado después de haber asistido a una de las representaciones. Finalmente estamos ante una buena versión cinematográfica, interpretada por William H. Macy y Joe Mantegna, habituales en los repartos de los productos más elaborados e intelectualmente más exigentes de la industria estadounidense.

El universo de Mamet en esta ocasión se extiende hacia sus límites: la soledad de la gran ciudad, las dudas sobre la naturaleza de nuestra propia existencia, la fragilidad de lo que parece inalterable, la frontera difícil de precisar entre comportamientos sicóticos y los socialmente normales, la presencia de lo intangible, representado por el azar, los juegos, las cartas, et.

Este dramaturgo representa en Estados Unidos tal vez lo que Koltés significa en Europa, manteniendo un perfil inequívocamente norteamericano, heredero del realismo sucio, etc. Tal vez ha perdido actualidad, o fuerza, pero siegue siendo un diagnóstico de esa sociedad. Y probablemente una crítica de sus excesos.

Como los actores hacen muy bien su trabajo, las escenas son contundentes, la fotografía es más que correcta y se respira sutileza en todas las elecciones de Stuart Gordon el resultado es irreprochable. El hecho de que el metraje sea corto ayuda a llegar al final con la inteligencia y la atención en plena forma.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Paco Ortega
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28 de enero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que, como pasa con Faemino y Cansado, o te gustan mucho o no te gustan absolutamente nada. Edmond —la película, no la persona— es uno de esos films que generan debate por la forma de plantearlo y por lo declamado de su discurso. No podía ser de otra manera, teniendo en cuenta que se trata de un guión de David Mamet basado en una obra de teatro suya; y el lenguaje teatral y los grandes monólogos puede que no gusten a todo el mundo a la vez que pueden parecer algo pretencioso. Aunque su idea central no es nada insólita, pues habla del hastío de una persona y de la necesidad de cambios y de novedad, sí lo es su forma de dialogarla y de enfrentarse al tema. Edmond —la persona, no la película— es un hombre de mediana edad; un periodo de la vida de las personas que la Wikipedia define como una etapa de cuestionamiento personal que coincide con la mitad de la edad que se tiene como expectativa de vida y donde, debido a una serie de transiciones experimentadas (envejecimiento, muerte de los padres, menopausia, etc.), pueden reflejarse cambios significativos en aspectos clave de la existencia de esas personas, como por ejemplo las relaciones personales, el matrimonio o el trabajo. Y la definición de la Wikipedia puede valer como sinopsis de Edmond —la película y la persona—.

Que el protagonista de la película sea el gran William H. Macy, el perdedor de Fargo o el gafe y hecho polvo de The Cooler, ya nos indica que a problemas no le va a ganar nadie. El porqué de todo empieza con la poco original asistencia de Edmond a una bruja, la cual ve en las cartas su futuro y su presente: “tú no eres de donde perteneces”. Un principio del cambio que se rematará con las quejas de su mujer con respecto a la rotura de una lámpara por parte de la criada. Y como se necesita poco para explotar cuando estás encendido internamente, el extraño Edmond deja a su mujer y se va de casa en cuestión de segundos para empezar su incesante caída a los infiernos.

Primera parada: un bar, cómo no. Y allí el hombre de mediana edad se encuentra con otro hombre de mediana edad que le explica que lo que le ocurre es que tiene los huevos llenos de amor y que debe satisfacer su apetito de placeres deshonestos. A partir de ahí empieza una walk movie a través de diferentes burdeles encaminado hacia un final espectacular. Pero antes debe regatear el precio de las prostitutas, lidiar y sufrir los envites de trileros, debatir con violentos proxenetas y filosofar sobre el racismo, la homofobia, la muerte y la vida mediante frases de autojustificación tan potentes como “En el mundo somos demasiados, por eso nos matamos”, “Vivimos en la niebla. Vivimos en un sueño” o la que resume sus inquietudes: “Todo miedo esconde un deseo”.

Un dato a destacar es que Edmond está dirigida por Stuart Gordon, realizador de películas como Re-Animator o la española Dagon: la secta del mar. Quizá era perfecto escoger a un director de películas de terror para contar esta historia tan terrorífica. A positivar al protagonista principal y dueño absoluto de todas las secuencias de la película: el inmenso William H. Macy.

www.apositivar.com
A POSITIVAR
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