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Niágara

Cine negro. Intriga. Drama George Loomis (Joseph Cotten) y su esposa Rose (Marilyn Monroe), se van de vacaciones a las cataratas del Niágara. Las fuertes crisis emocionales que padece George, afectan hondamente a su joven y bella esposa, y esto la predispone a aceptar los galanteos de un apuesto joven que conoce durante un paseo... Una gran tragedia comenzará a tomar forma de aquí en adelante. (FILMAFFINITY)
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Críticas 39
Críticas ordenadas por utilidad
29 de agosto de 2005
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
...para rodar una más que discreta película de infelidades, celos y crimen. Recuerdo haberla visto por primera vez hace más de cuarenta años (que uno ya es mayorcito). Al verla por segunda vez recientísimamente, dos cosas fueron inmediamente rescatadas del olvido temporal: por una parte, el marco incomparable de las cataratas del Niágara, explosiva belleza natural que la película resalta en un deslumbrante color, y que ya por los años sesenta estaba convenientemente acomodada para mayor gloria del turismo mundial; y por otra parte, la imagen no menos radiante de una Monroe en pleno éxtasis de gloria y triunfo. Pienso que si este producto se hubiera elevado a la categoría de obra maestra lo habría revivido mucho antes, para encontrar nuevos aromas. Pero no deja de ser una película interesante, entretenida y con pocas sorpresas narrativas (a la que me parece que le sobran unos minutos de la parte final, porque el drama estaba concluído mucho antes), aunque digna de volver a ver por los amantes del viejo y glorioso Hollywood. ¿Le gustará tanto a los jóvenes de ahora?.
ANTOINE
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13 de noviembre de 2008
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí una película que nos muestra las grandes condiciones como actriz que poseía la inmortal Marilyn Monroe. Esta cinta de 1953, (para la Fox) entremezcla drama e intriga de manera tan bien lograda que en ningún momento deja de sorprendernos y por ende se nos hace hasta corta, (su duración es de 89 minutos.)
El matrimonio Cutler decide hacer una visita de fin de semana a las cataratas del niágara, como parte de su luna de miel. En el hotel en que alojan conocen a una por demás disímil pareja, George Loomis (Joseph Cotten) y su joven esposa Rose (Marilyn Monroe.)
Rose, evidentemente está mas que fastidiada de su celoso esposo, más cuando ya tiene a un joven amante para sí. Ahora la joven Rose solo tiene algo en mente, deshacerse de su marido e iniciar una nueva vida. Es aquí donde comienza la intriga, que concluye con un final de gran emotividad.
Esta cinta, sumada a la polémica visita de Marilyn a Corea, transformaron a la actriz en el mayor ícono del cine de todos los tiempos. Bajo la dirección de Henry Hathaway, la historia consigue realmente atraer toda nuestra atención desde principios a fin. (Hathaway hace la toma posterior mas extensa de una actriz en la historia del cine, con Marilyn alejándose, caminando con su sensual contorneo.)
Poco mas que agregar, solo decir que es una buena cinta de suspenso, con toques de drama, bella tomas de las imponentes cataratas del niágara y además de todo ello, por supuesto: Marilyn, única. (Incluso intrepreta una canción.)
Para agregar, Jean Peters interpreta a la señora Cutler, y Casey Adams a su flamante esposo, el guión es de Charles Brackett, Walter Reisch y Richard Breen.
klaudio
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14 de noviembre de 2010
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los mejores físicos y talentos del último siglo puso en la Historia la primera planta hidroeléctrica, fue en las cataratas del Niágara en 1895 y uno de los mejores físicos y talentos del último siglo puso en la Historia la película Niágara, fue en sus cataratas en 1953. El primero fue el inspirado ingeniero, inventor y visionario Nikola Tesla y la segunda fue la genial actriz Marilyn Monroe causante de no cansarse de volver a ver esta película que gana con el tiempo.
Las cataratas del Niágara que, en la película, funcionan como símbolo de la pasión descontrolada, son un portento de la naturaleza; en su simple contemplación, si tienes la sensibilidad suficiente, te puedes quedar helado, cosa que, por cierto, sucede en las propias cataratas dos o tres veces al siglo. No es el caso de esta película, en la que Marilyn Monroe, el otro indiscutible portento de la naturaleza en la película, podría derretir ese hielo de éstas si fuera preciso. En efecto, Marilyn Monroe, 27 años por entonces, aunque no recibiera buenas críticas de su actuación de mujer fatal, impactó y no solo a los cinéfilos, concretamente, su segunda aparición en la película, presentada en silueta y media en la crepuscular habitación para luego inclinarse hacia la luz.
La ciudad de Niágara (en ambos lados) es horrible, es la cuna del mal gusto, una Las Vegas para recién casados, para parejas en busca de emociones débiles y anodinas; en este punto, la película de Hathaway supone una aproximación crítica sobre las lunas de miel en estos almibarados resort a través de la contraposición entre la inestable pareja Monroe-Cotten y la idealizada Peters-Adams, en las que algunas partes tienen puntos en común con su inquietante film “El correo del infierno” (1951).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
persona
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2 de abril de 2011
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Niágara debería estar en los libros de la historia del cine. Debería estar por el personaje de Joseph Cotten. Debería estar por ver ese par de zapatos. Debería estar en todas las escuelas de cine la cámara yendo del asesino/asesinada hasta las campanas que ya no suenan. Debería estar por las Cataratas del Niágara. Debería estar por el final que no todos sabían como iba a terminar. Debería estar por la frase más angustiosa del cine: ¡HÚNDELO! ¡HÚNDELO!. Y Niágara está para muchos por salir Marilyn y no es poco. Níagara no es apto para aprendices de mago. Y uno de las grandes debería estar en las listas de gente tan pequeña.
RONNIE JAMES DIO (CUENTA BLOQUEADA)
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25 de marzo de 2010
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esta película de Hathaway las cataratas del Niágara superan su auténtica prueba de fuego al resistir, con dificultades eso sí, las comparaciones con otra de las maravillas del mundo cinematográfico: Marilyn Monroe.

Y es que Marilyns hay muchas, incautas, femeninas, sugerentes, atrevidas, graciosas y hasta guerreras, pero la Marilyn de Niágara es la mujer en plenitud, la que se sabe bella y le gusta que los demás la contemplen, la de los labios rojos y reventones, la de los vestidos apretados, la de las curvas incontenibles, la del bamboleo viajando sobre tacones, la de las sabanas mimosin acariciando su cuerpo desnudo… Como dice Joseph Cotten su marido en la ficción “la de los grandes escotes que enseñan hasta las piernas”. Esa es la Marilyn de Niágara. ¿El resto de la película? Bueno, sí, no sabe no contesta. Esperen que recuerde…

Bromas aparte, Henry Hathaway sabe dirigir con pulso firme un film donde dos estrellas rivalizan por captar la mirada del espectador. Marylin y las cataratas son las dos stars de un film que hubiese podido ser filmado por el mismísimo Hitchcock y que tiene todos los ingredientes del cine del mago del suspense, aunque don Alfredo dotaba a sus películas de un elemento diferencial y sorpresivo que tal vez aquí se eche de menos. Ciertamente la trama y el desenlace resultan algo predecibles y eso mengua la nota. Estamos ante un notable film de intriga y suspense pero sin esa magia con la que el orondo inglés vestía su cine.

Con tales stars, la fotografía resulta lo mejor de la película. Los susurros cantarines de la diva están bien pero el film no es especialmente identificable por su banda sonora. Por lo que hace a la actuación de Cotten quiero calificarla de excelente en un personaje con evidentes desequilibrios mentales y un tanto poco pollo para el mucho arroz de Marilyn. Interesante también el papel de Jean Peters, actriz que también luce un palmito destacable entre tan dura competencia. La escena de la fotografía en bañador, de perfil y tomando aire, todo un lujo para la vista, aunque olvidarse de sus dotes artísticas sería imperdonable.

Resumiendo, Niágara es una película de visión obligada. Todo invita a ello. Y es además una buena forma de hacer turismo, algo más económica y con muy buena compañía. Eso sí, procuren llenar bien los depósitos de combustible.
FATHER CAPRIO
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