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El camino

Drama. Romance Una prisión en Turquía. Cinco prisioneros reciben permiso para viajar a sus casas durante una semana. Los difíciles viajes para llegar hasta sus familias nos conducen a las regiones más alejadas de Turquía. Cada uno de ellos tiene sus propios problemas, preocupaciones y nostalgias. Rigurosas leyes, escritas y no escritas, y un sistema brutal son una carga que pesa sobre ellos. Sufren violencia y ejercen violencia. Las vacaciones, ... [+]
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
7 de noviembre de 2007
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando salí del cine estuve más de una hora sin poder hablar, tal fue la emoción que me produjo.
Hace más de 23 años que la vi y no la olvido.
Lamentablemente es una película minoritaria, su director murió, ya no interesa promocionarla y no la encuentro en DVD para volver a verla.
Cristina
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10 de marzo de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine turco es poco conocido a nivel internacional, y dentro de lo poco que se sabe, está esta película premiada en el festival de Cannes con el máximo galardón, la Palma de Oro.

Quizá haya razones para este triunfo más allá de las de la calidad estríctamente cinematográfica, porque en ese mismo año se premió a la película de Costa-Gavras "Desaparecido", que tiene como poco, algunos puntos en común con "El Camino". En las dos tenemos la búsqueda o reencuentro familiar en una atmósfera política y social autoritaria. Se desarrollan en países que se encuentran bajo regímenes militares llegados tras un golpe de estado, y nuevamente en las dos existe una crítica hacia la sociedad y ciertos anhelos de rupturismo con lo que se estaba viviendo en esos países en aquellos momentos. Me barrunto que también hubo razones de índole político para que durante ese año, dos directores de marcada ideología socialista, por no decir, decididamente comunista, consiguieran este éxito. Lo cierto es que ya sea por casualidad o por causalidad, estas dos cintas fueron premiadas ex aequo.

El Camino es una película áspera, contada desde las entrañas de una sociedad cuarteada anclada en las tradiciones medievales de una rusticidad primitiva, en los que el poder lo sustenta el patriarca, sobre el que pivota el dominio de la mujer. La vida y el reseco paisaje se funden en unas historias marcadas por la religión y dictadas por la tradición y la honra. El retrato de la mujer no puede ser más devastador: un felpudo, sin voz ni voto, que lo único que puede hacer es ver, oír y callar. El ambiente es sofocante. Nos montamos, junto a un grupo de prisioneros con permiso de unos días para ver a sus familias, en un autobús o en el tren, y al expectador le llega un olor humano que no es precisamente agradable.

La cinta cuenta con un estilo heterodoxo, en ocasiones bastante tosco y rudimentario, con una puesta en escena sencilla y funcional y un acompañamiento musical bizarro e hipnótico, que evoca sonidos musulmanes con cierto toque occidental, motivo por lo que lo hace extrañamente sugerente.

Las historias de un dramatismo fuera de toda medida, dan reflejo de lo que es Turquía. Dentro de esa camisa de fuerza en la que se encuentran los personajes, tienen que enfrentarse desde un punto de vista personal a un medio hostil, confrontando sus deseos más profundos de amor o perdón, con los límites dictados por la familia, estableciéndose, de esta forma, un debate interior en cada uno de ellos, entre lo que se espera de sí mismos y lo que realmente sienten que deben hacer. Esta lucha interior, esta dicotomía entre el deber a uno, y a los demás, es lo que marca el complejo drama interior que atormenta a los personajes, y que la película desarrolla como transfondo del propio debate personal que el director de la cinta plasma a través de las diferentes historias.

Película para hacerte pensar y reflexionar sobre la naturaleza del ser humano. Al final, algunos pocos, podemos sentirnos afortunados por haber nacido en un mundo tan distinto al que retrata esta cinta.
Oscar
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1 de junio de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya cuando la vi con 14 ó 16 años me llamó la atención. Hoy la he vuelto a ver y me parece una obra de arte. Indispensable para entender la miseria humana y moral del individuo y del grupo. Una crítica atroz, dramática y realista, de la Turquía de los 80 donde no deja títere con cabeza (y que desgraciadamente tiene mucha conexión con el mundo actual): la represión política, las leyes escritas (y no escritas), las tradiciones destructivas, la miseria del hombre. Las cárceles morales que nos creamos.. El honor, la venganza, el odio, la sinrazón....

Tiene infinidad de matices y escenas sublimes: la del caballo, la de la mujer, la de los niños fumando. Fotografía, guion, planos, secuencias... Y todo rodado por Yilmaz Güney desde la cárcel cumpliendo condena por luchar por la libertad de expresión. De ahí que consten dos directores.

Y, por último, lo que me ha dejado claro es que el cine de Nuri Bilge Ceylan bebe mucho de esta película. Obra de arte, lo dicho...
Cárabo
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30 de septiembre de 2008
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía muchas ganas de ver esta película. La he visto en VOS, y la verdad es que me ha costado seguirla. Me ha costado entender el sentido de la cinta, pero al final he recordado todo el cine que he visto de estas características, y he llegado a la conclusión de que Ghobadi, ha tenido que ver necesariamente esta película de Güney. Y es que el desencanto de los personajes, el peso de las tradiciones, las escenas del caballo en la nieve, han sido retomadas por Ghobadi en "Un Tiempo para los caballos borrachos", por ejemplo.

El reencuentro de los presidiarios con sus costumbres anquilosadas, sus miedos, frustraciones, sus familias, su pasado en esa sociedad rural machista, extremedamente religiosa, que olvida la humanidad para ocuparse de la moral. Dura y cruel como sería la sociedad turca más cerrada, como puede que sigan siendo tantas sociedades cerradas y temerosas.
BaKuLaLU
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29 de agosto de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
239/27
(28/08/23) Drama turbulento turco, una descarnada estampa del país euroasiático tras el golpe de estado otomano en 1980. Dirige Şerif Gören y Yılmaz Güney, guión escrito por Güney y dirigido por su asistente Şerif Gören, Güney estaba en prisión en ese momento. Posteriormente, después de que Güney escapara de la prisión de Imrali, llevó los negativos de la película a Suiza y posteriormente la montó en París. Un lienzo desesperanzado a través de un relato coral, cual mediante la historia de cinco prisioneros (al final se terminan centrados en tres de ellos) en la isla de Imrali (Mar del Mármara) a los que se le da una semana para visitar a sus familias en el este de Turquía, y con ellos viajamos a diferentes lugares del país y de situaciones, todas ellas de una crudeza malsana en su reflejo de una nación anclada en el tradicionalismo más opresor, una sociedad lastrada por el heteropatriarcado más vejador, donde la mujer es peor que un objeto, es una esclava que debe sumisión total a su marido.

Una narración muy visual, donde la cámara traduce los muchos silencios, exhibiendo con trazas cuasi-documentales la vida en Turquía, en sus ciudades, aldeas, trenes, buses, en el campo, una mirada áspera a un universo claustrofóbico, en una clara alegoría que el director pretende hacernos ver que los presos salen de un presidio para entrar en la cárcel que es Turquía, donde reina el temor, el terror, las frustraciones, el peor de los costumbrismos, una sociedad lastrada por el peso de la tiranía de su tradicionalismo. Se le puede achacar que los protagonistas son muy parecidos físicamente, incluso todos con bigotito, lo que hace complicado situarse entre los diferentes saltos entre historias. Las actuaciones en si son cumplidoras, mayormente son rostros serios y rígidos.

Seyit Ali (Tarik Akan) debe viajar a un lugar hostil remoto en las montañas nevadas, en su casa y descubre que su esposa Zine (Şerif Sezer) lo ha traicionado y ha sido prostituta. Ahora se encuentra encadenada en el establo por su familia y mantenida cautiva para que Seyit Ali termine su vida en un asesinato de honor. El desarrollo deriva en una épica travesía por los montes helados, con el padre y el niño delante, y con la madre detrás, oímos los pensamientos de ella mientras sufre en silencio la agonía del caminar mientras se te hunden los pies a cada paso. Posee un final pesaroso esta sub trama, donde la actitud del hijo deja entrever que poca esperanza hay, pues parece perpetuarse el machismo. Un relato del honor en le peor de los sentidos, los sentimientos de propiedad sobre la mujer, el ciclo tóxico del machismo, todo esto se aborda con adustez en esta sub trama.

El kurdo Mehmet Salih (Halil Ergün) fue arrestado por su papel en un atraco con su cuñado, a quien abandonó cuando la policía le disparó. Sus suegros lo han desheredado, y finalmente se ve obligado a decirle la verdad a su esposa Emine (Meral Orhonsay); Muestra las miserias humanas, los sentimientos de culpa, la frustración ante la verdad. Tiene un formidable tramo en el tren, donde Mehmet y su mujer se esconden en el servicio del vagón a tener sexo, siendo descubiertos, y provocando una turba de desatados puritanos pidiendo linchamiento por tal hecho, exponiendo con aspereza la intolerancia represiva de la cultura islámica.

Otro kurdo, Ömer (Necmettin Çobanoğlu) regresa a su aldea situada cerca de la frontera entre Turquía y Siria, y hace arreglos para cruzar la frontera y escapar de la prisión. Ömer encuentra su pueblo en el medio de una batalla entre contrabandistas kurdos y soldados turcos; Expone la opresión a que está sometida la población kurda en Turquía, con secuencias del horror que sufren estas pobres aldeas. También se aborda el tradicionalismo de como la responsabilidad de una mujer que enviuda, recae sobre el hermano del muerto, que ‘hereda’ mujer, con lo que nos dicen que da igual con turcos o kurdos, el machismo es la nota que rige.

Uno de los que dan permiso es apresado en un control militar al no llevar sus papeles, y siente el pesar de no poder llevarle el pajarito que crio en prisión a su esposa.

Notable la cinematografía de Erdogan Engin, trasladando sensación de realidad, con aires (ya mencionados) de documental, con mucho plano general; También destaca la neurálgica música de sintetizador de Zulfu Livaneli, que crea sensación cuasi religiosa a la historia.

Yilmaz Güney es un cineasta izquierdista que ha pasado la mitad de su vida adulta en prisión. En 1974, mientras filmaban una escena en un restaurante lleno de gente en Adana, Güney y su esposa fueron insultados por un juez de derecha. Se disparó un arma; el juez murió. En la audiencia de Güney, los hombres se levantaron para proclamar que ellos, y no él, habían matado al juez. Güney fue declarado culpable termino condenado a dieciocho años de cárcel; permaneció en prisión hasta octubre de 1981, cuando escapó a Europa. El día que Güney recibió la Palma de Oro por Yol en el Festival de Cine de Cannes, Turquía exigió su extradición. Después de esta película solo dirigió una más en 1983, “Duvar”. Yılmaz murió de cáncer gástrico el 9 de septiembre de 1984 en París, Francia. Está enterrado en el cementerio Père Lachaise de París.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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