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Eden: Lost in Music

Drama En la década de los 90, la música electrónica se desarrolla a gran velocidad. En la excitante vida nocturna parisina, el joven Paul da sus primeros pasos como DJ. (FILMAFFINITY)
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Críticas 25
Críticas ordenadas por utilidad
22 de junio de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mia Hansen-Løve nos sumerge en el fenómeno de la música French House a partir de las vivencias de su hermano Sven, con quien escribe el guión, para narrar el ascenso y la caída de un joven DJ parisino a lo largo de dos décadas.
El filme arroja una interesante reflexión sobre la cara B del mundo de la noche, además de visitar algunos de los temas predilectos de la realizadora, como el consumo de drogas, el transcurso del tiempo, la literatura y la muerte. Asimismo cabe mencionar la presencia autointerpretativa del dúo Daft Punk, de quienes suenan varias canciones.



"La mezcla máquinas-voces. El lado robot de la música electrónica y la calidez del soul."
CINECLUB
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21 de septiembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra mayor, pero igual de hermosa que los trabajos anteriores (especialmente "Un amor de juventud") de esta siempre interesante directora francesa. Aquí, con un distanciamiento que huye en comunicar un mensaje directo, sin querer ser frío pero nada condescendiente, se ofrece un retrato del ascenso y caída de un dj en el París de dos décadas pasadas. A algunos igual les puede resultar, este distanciamiento, frío y nada pasional, pero significa el fiel retrato de un mundo caótico y cuyo desenfreno es la rapidez de cómo cuenta la realizadora los hechos que se transmiten.
Trata de dos djs que pinchan música garage y deep house, como música en un mercado por descubrir. Se habla también de cómo los auténticos triunfadores del mundo tecno de esos días son, los también franceses, Daft Punk, que se llevan todos los elogios, mientras la pareja protagonista cae irremediablemente en un pozo sin fondo, propio de las necesidades de mercado y la avidez de un público que no les pertenece.
Por supuesto, muy buena banda sonora, buenos intérpretes y hermosa película, además de diferente. Todo un logro.
enyel
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27 de septiembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es bastante lamentable, pero ha llegado el Festival de San Sebastián sin que me haya puesto al día con la filmografía, breve todavía, de la directora francesa Mia Hansen-Love, realizadora que en los últimos años se ha ganado cierto prestigio entre un sector de la crítica festivalera tras su paso por algunas secciones paralelas del Festival de Cannes, o, incluso, de algunos festivales nacionales como los de Valladolid o Gijón. Con su última película, y esperada, película, Eden, Hansen-Love ha llegado a la cita donostiarra generando unas expectativas muy altas entre la crítica, puesto que Eden prometía ser su película más ambiciosa hasta la fecha. Y tal, según leo, vez lo sea.
No puedo contextualizar Eden dentro de lo que, hasta ahora, ha sido su carrera como directora, pero Hansen-Love deja bastante claras sus intenciones a la hora de retratar como ha sido la evolución de toda una generación (la mía, que no la suya) en los últimos veinte años. Una mirada desapasionada a una generación a la que, seguramente, el paso de la juventud a la madurez nos ha pillado mirando hacia otro lado y pensando que eso era algo que nunca nos iba a pasar.
Para ello Mia Hansen-Love se centra en un ambiente muy concreto, el de la música electrónica en el París de los primeros años noventa, y la sigue hasta la actualidad. Supongo que los expertos en el asunto podrán matizar mucho más el contexto musical en el que transcurre la historia, pero aun así es un mundo facilmente reconocible para quienes teníamos dieciocho años por aquella época.
La historia se centra en Paul un jóven DJ, coetáneo de los famosos Daft Punk, que, junto a un amigo, está empezando a introducirse en ese mundo. Y lo consigue. Y triunfa. Buena vida, chicas, drogas, Nueva York. Y pasan los años, pasan las chicas, siguen las drogas, y cambia la música. Y hay que aceptar que el tiempo no pasa en balde, que hay que afrontar nuevos retos, y encarar la vida de otra forma. Y eso no siempre es fácil. Es más, hay veces que es muy difícil.
Mia Hansen-Love refleja todo esto de manera sutil, pero distante, desapasionada como he dicho antes. Solo la música, magistralmente filmada por la directora, hace vibrar la pantalla. Afortunadamente hay mucha música y la pantalla vibra mucho, y nosotros con ella.
No es hasta el final, como en la vida (pienso en esa última escena de Patricia Arquette en Boyhood), que tomamos conciencia de lo que significa el paso del tiempo, y entonces todo adquiere otra dimensión. La melancolía, que no tristeza, se apodera del espectador (o al menos lo hizo conmigo) y es muy difícil no emocionarse con ese último plano de Paul que cierra la película. Y yo me siento un poco Paul en ese momento, aunque nunca haya sido DJ ni nada parecido.
ernesto
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22 de septiembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera parte..., ¡soy el rey del mundo!, todo a mis pies, todo a mi alcance; segunda parte..., el titánic se estrella y hunde, como un peón más debo nadar y aguantar a flote para no acabar demente y congelado. Dos caras de una misma moneda; triste final, para un Edén, de inicio tan prometedor.
¿Dónde quedó el sueño por el que tanto peleaste?, ¿en que se convirtió?, ¿cómo te transformó?, ¿dónde terminaron tantas ganas e ilusión?, ¿acabó destrozado en devastador calvario?, ¿hubiera valido la pena no tener ninguno y no sufrir la humillación de intentarlo y estrellarse?, ¿o no hay nada de qué arrepentirse?
Está claro que si eres un amante de la música electrónica disfrutarás más de pleno de esta historia, de su auténtico corazón de incesante ritmo y melodía aunque, no es requisito indispensable para hacerte con ella y apreciarla pues, al fin y al cabo, es la narración evolutiva de quien tenía una meta y fue a por ella, creencia en sí mismo de su talento y posibilidades, convicción de futuro y triunfo, seguridad y esperanza de trazar su propio camino, estructura que se va observando en su evolución, desde la presentación de "Cheers" y su "paradise garage", hasta su perdición y extenuación en la misma música que, años antes, había sido inspiración de creatividad, orgullo de sentimiento de pertenecer a una dolce vita parisina que, en realidad, acaba engullendo a todos sus integrantes.
Ideas, formas, conceptos nuevos, invención, interpretación personalizada, aventura de un grupo de inspiradores que viven la noche en profundidad, que aspiran con energía cada segundo del día y que están convencidos de tener algo importante que decir, que hacer y que aportar al mundo, dogma de fe para ir por su ruta, sin oír consejos en contra, aunque éste les lleve directamente a la desolación y ruina tanto espiritual, corporal como económica.
Sin necesidad de ser amante de la música estrella, ni experta conocedora de su riqueza, ello no impide apreciar esa confrontación de la realidad cuando la quimera expone sus cartas inalcanzables, frustración de reconocer la trabajosa hazaña realizada, todo el esfuerzo, empeño y coste emocional de la inversión y el desgaste de valor padecido, reflejado a través de las distintas e infructuosas relaciones que experimenta el protagonista, a lo largo de sus diversas etapas.
Mia Hansen-Løve ofrece una fotografía generacional, serena, fluida, jovial y descriptiva de un crecimiento arduo y difícil, el que supone abandonar el cuento de cenicienta y afrontar que no hay premio ni castillo, sólo deudas a pagar, trabajo a buscar y rehabilitación que comenzar, brillante expedición que atraviesa momentos sombríos, de gloria, de confusión y de nostalgia, mezcolanza de adrenalina que al no hallar más iluminación y arrebato, acepta su porvenir, así como el devenir de sus actos.
La consumes con entereza, con visión curiosa -que no intrigante- de a dónde va aunque, no hay implicación estimulante ni complicidad apasionada, visión cómoda y relajada que expone el desarrollo y progresión de un joven que quiere comerse el mundo, pero cuyas fuerzas se ponen a prueba, y cuyos agravantes ya no son excusa para comportarse como un ridículo adolescente, entrado de lleno en la madurez, irresponsable.
Intimista y vital en cuanto al conjunto de personajes, en cuanto a su unión y relación de amistad, con gustoso ambiente progresista y un argumento sólido de reconocible espíritu y palpable esencia de lucha por lo que se quiere, de apostar todas las cartas a ese caballo ganador que eres tú y en quien crees a ciegas, tu valoración será imparcial y distante pues no te involucras ni te dejas arrastrar por sus sueños y locuras, neutralidad pasiva de quien saborea pero no se emociona ni entusiasta y, aún así, es capaz de valorar la tarea.
Su trabajo es concienzudo y loable, la sentencia positiva sólo que sigues acomodada, sin alteración ni garbo después de su disfrute, vamos ¡que eres el que está en un rincón de la discoteca, sin bailar ni participar de la fiesta!, a pesar de admitir que es un gran local, de música estupenda y ambiente genial.
¿Qué contarás cuando te pregunten qué tal la noche?, pues gente novedosa, atmósfera estupenda, simpatía de libertad sin ataduras y atrevimiento de probar experiencias sin lamento pero, no era mi rollo, no logré aclimatarme, únicamente les vi llegar, actuar y pasar, aplaudí pero sin enmarcarme en su proyecto ni participar de su aventura; ¡vamos, que seguí todos sus pasos y estimé su invitación!, pero no logré despertar el anhelo y afán por irme de marcha con ellos y tomarme unas copas, aunque eso sí, no niego que todos eran geniales y que deberías conocerlos.
¿Entonces?, un living la vida loca, interesante pero ¡que no va conmigo!

lulupalomitasrojas.blogspot.com.es
lourdes lulu lou
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25 de septiembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mia Hansen-Love se ha convertido en una de las directoras francesas más prometedoras con sus anteriores títulos: "Todo está perdonado", "El padre de mis hijos" y "Un amour de jeunesse". Su último estreno, que estuvo presente en festivales internacionales importantes como San Sebastián o Toronto, es el más personal y ambicioso de la realizadora hasta el momento, ya que toma como referencia la figura de su hermano DJ (que firma junto a ella el guión), para hablar de la evolución de la música electrónica desde los años noventa hasta los últimos años, de la mano de un joven, Paul, que da los primeros pasos como discjokey.

La película abarca desde sus inicios complicados formando un dúo con un amigo en el estilo garage (parecido al house) en discotecas de París hasta la cumbre que tuvieron en Nueva York, para luego darse cuenta de que su estilo derivaba a la música electrónica más potente que ha triunfado en la década del 2000. A su manera personal, original, aunque también algo repetitiva, la directora hace un retrato del proceso de auge y caída de un joven peterpan que a los treinta años debe cambiar de estilo de vida. Hay pocas propuestas parecidas a "Eden", Hansen-Love consigue una cinta donde los personajes se mueven con mucha fluidez aunque detrás haya una planificación, cosa que hace que las más de dos horas de metraje, divida en dos partes, transcurran de manera amena y entretenida. También logra llegar a transmitir el éxtasis que sienten los aficionados a este tipo de música en las escenas en las discotecas. En la sala en la que vi el film, había gente mayor que quizás no le gustó mucho este tipo de estilo musical, pero es probable que se haya quedado con la lectura más allá de unos personajes que vivieron el presente intensamente y que tiempo después tuvieron que replantearse sus vidas. Ahí reside una de los aspectos más interesantes de la película, que captura a una generación de jóvenes y el paso del tiempo que les afecta. Además, la cinta cuenta con un reparto de actores atractivo: el protagonista Félix de Givry, adecuado como el buen chico de sonrisa de buena persona al que parece que no pase el tiempo porque no madura mientras su estilo musical y los que están a su alrededor sí lo hacen (como su primer amor), Pauline Etienne como una de las parejas más estables de Paul, Hugo Conzelman como el amigo del protagonista que forma el dúo de dj's, Vincent Lacoste, Vincent Macaigne, Greta Gerwig (como la antigua novia norteamericana), Brady Corbet y Golshifteh Farahani (la última compañera de Paul, vista en films como "Red de mentiras" y "La piedra de la paciencia").

En definitiva, esta es una de las películas más logradas de Mia Hansen-Love junto con la anterior "Un amour de jeunesse", que hace un excelente retrato generacional desde cierta distancia con melancolía, que gustará sobre todo a los que crecieron escuchando música electrónica.

Valoración: 8
Lo mejor: la fluidez en la realización y las canciones.
Lo peor: que eche para atrás a los que no les guste la música DJ.

http://josh-cine.blogspot.com.es/
Josh Diaz
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