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El hombre que pudo reinar

Aventuras Danny Dravot y Peachy Carnehan, dos aventureros que viajan a la India en 1880, sobreviven gracias al contrabando de armas y otras mercancías. Un día, deciden hacer fortuna en el legendario reino de Kafiristán. Después de un durísimo viaje a través del Himalaya, alcanzan su meta justo a tiempo para hacer uso de su experiencia en el combate y salvar a un pueblo de sus asaltantes. Está inspirada en un relato de Kipling. (FILMAFFINITY)
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Críticas 103
Críticas ordenadas por utilidad
24 de septiembre de 2009
45 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leo con asombro el comentario de un internauta que expone los 10 motivos capitales por los que debemos odiar esta película, con argumentos como:
"Las simpatías que ejercen el espectador hacia Connery y Caine demuestra el simplismo de mucha gente. Se tratan de dos asesores militares, exactamente como los que tienen la CIA hoy en Afganistán o fue en su día Lawrence de Arabia. El hecho de que parezcan unos simples cara duras y algo anarco-individualistas, no quita ni una pizca para recordarles qué son: Invasores militares al Servicio de Su Majestad, de esos también hay muchos en Irak, incluso graciosetes y les odias. ¿No nos aclaramos o qué?"

Los protagonistas de El padrino son asesinos mafiosos,
Malcolm McDowell en La naranja mecánica es un sádico violador, Robert de Niro en Taxi driver es un psicópata, Norman Bates es un desequilibrado asesino, los protagonistas de Trainspotting son yonkis heroinómanos, en M, el vampiro de Düsseldorf, Peter Lorre es un asesino de niños, ¿sigo? Por que hay miles de ejemplos, ¿me impide ami que el personaje que interpreten sea de dudosa moralidad disfrutar de una película?
¿No nos aclaramos o que? ¿Te doy yo diez motivos para amar esta película? Ahí van:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Iñigo Montoya
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22 de agosto de 2008
29 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Huston quizás no esté en el Olimpo de los grandes, y eso se debe a la extraña manía de hacer una película inolvidable para darnos luego una cinta que lo que más rápido querías hacer era olvidarla. En su obra destacan tres elementos por encima de todos: fue el primero que retrató historias de perdedores en el cine, y eso lo mantuvo a lo largo de toda su carrera, retrató la ambición por encima de todas las cosas, y fue uno de los románticos incorruptibles de este arte, demostrándolo en su canto de cisne, ese poema desgarrador y viviente que es Dublineses. Siempre quiso que esos perdedores tuvieran una oportunidad de hacer algo grande, donde radiografió la palabra ambición, algo que entronca directamente con esa obra cumbre del género de aventuras y épico llamada El hombre que pudo reinar, una muestra de, por decirlo vulgarmente, ese cine que ya no se hace, esas grandes epopeyas clásicas que se han perdido y que sólo se rescatan con Indiana Jones, y la muestra de que Huston era el último adalid del romanticismo artístico que quedaba vivo en Hollywood. Es una de esas escasas obras donde todo está tratado con tanto cariño, alejado de cualquier condescendencia, que al final no puedes optar más que por rendirte ante la evidencia y alabar esta muestra de cine clásico hecha en una época rupturista, donde demostró ser un maestro del viejo establishment en una época donde los niños de Corman, la blaxploitation y el cine político tomaban las salas.

Pero Huston, al igual que Ford, fue otro grandísimo borracho charlatán, y por ello era el más indicado para contar una historia de estas características, donde la épica se mezclaba con la comedia y los sueños ante lo desconocido, como si de un mero cuento para niños se tratara. Esos dos pillastres carismáticos y simpáticos, más pícaros y burlones que malintencionados, magistralmente interpretados por Connery y Caine, son el alma de este cuento en el que el director sabe bien cuales son los fallos y cuales las virtudes del guión, y aprovecha los primeros para hacer que todo avance. ¿Tenemos historia inverosímil? Pues la desarrollamos como una fábula, buscamos la justificación más sencilla para poder proseguir con esta grandísima mentira y pegar al espectador. La inverosimilitud es una ciencia si se sabe aprovechar, y de ello sabía algo Huston. Construyendo una película de sensaciones, de despertar al espectador más que de buscar un retrato llamémosle científico de la época colonial, el realizador consigue que de nuevo entremos en esos parajes de ensueño, de supersticiones y enormes tesoros, de mitos que vuelven a la vida. Pero sobre todo es la mejor muestra de ese cine de perdedores que siempre ha primado en el cine, en el que el destino siempre paga a los que no juegan limpio, caso de Peachy y Dravot, leales sólo a la amistad y aquello que respetan, caso de la masonería y sus compañeros de logia. Pocas veces se vio tantísima química entre dos actores en una pantalla de cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Tony Montana
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24 de junio de 2009
61 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hace unos minutos recomendada la espléndida “Queimada!” de Gillo Pontecorvo, por su madurez e intelectualidad a la hota de transmitir un mensaje al receptor que es el espectador, con “El hombre que pudo reinar” nos encontramos con un producto esencialmente comercial, definición que habla de aquellas películas donde sus defectos son convertidas en virtudes por el gran público, demostrando que se puede vender cualquier cosa como arte mientras haya gente que quiera comprar.

Los diez errores capitales de “El hombre que pudo reinar”:

1. Masones, explicado y desarrollado de forma y manera que parece de todo menos convincente. Colocar la escuadra, el compás y el ojo que todo lo ve, es hablar de la masonería moderna, ni siquiera de la medieval, que me sitúen esa inscripción en época de Alejandro no es ridículo, es indignante.

2. Las simpatías que ejercen el espectador hacia Connery y Caine demuestra el simplismo de mucha gente. Se tratan de dos asesores militares, exactamente como los que tiene la CIA hoy en Afganistán o fue en su día Lawrence de Arabia. El hecho de que parezcan unos simples cara duras y algo anarco-individualistas, no quita ni una pizca para recordarles qué son: Invasores militares al Servicio de Su Majestad, de esos también hay muchos en Irak, incluso graciosetes y les odias. ¿No nos aclaramos o qué?

3. Los dos protagonistas presumen de ser viajeros y aventureros, según ellos conocen toda la India. ¿De veras? No me lo parecen, más bien diría que son dos turistas que no han salido de los salones y clubes británicos coloniales donde bebían coñac.
Si hay un lugar en el mundo que sirve para conocer el resto de la humanidad ese es el subcontinente indostánico. Una vez recorrido no puedes asombrarte ya por nada, y mucho menos por algunas de las chorradas con las que se escandalizan posteriormente en el supuesto país de Asia central.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
vircenguetorix
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17 de mayo de 2008
26 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me dio cierta pereza ver esta película. Me equivocaba al pensar que era una película de aventuras más, y les estoy agradecido a quien disipó mis dudas y me recomendó este soberbio film de Huston.

La historia es extraordinaria, va mucho más allá de dos soñadores aventureros, va mucho más allá del sueño de poseer un reino, va más allá de la victoria o la derrota. También va del hombre, de dos hombres, de dos fracasados inadaptados que buscan el éxito, la aventura, que buscan vivir otra vida, en otro país, en otro reino en el que no dar cuentas a nadie.

Y no pudo haber mejor pareja que las de Sean Connery y Michael Caine para estos papeles. Huston va más allá de la simple aventura y deja atrás la gran "La reina de África" para presentarnos a los reyes de Kafiristán en "El hombre que pudo reinar" donde el hombre es más hombre, más humano, más pecador, más vanidoso, más inmaduro, más rey y más cercano y verdadero. Y es que esta historia inverosímil se vuelve cierta, lo pone en los libros de historia, y si no lo pone,...los libros mienten, porque Danny Dravo y Peachy Carnehan existieron, reinaron y serán recordados. Serán eternos.
Sersolo
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4 de octubre de 2010
34 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recordaba yo la lectura de las novelas de Kipling en esos años de infancia, donde todo parece increíble y se devoran historias como el que busca tesoros escondidos. Un mago el señor Kipling en el arte de hacernos soñar.
Si Kipling me trae buenos recuerdos qué decir de los paisajes del Atlas, seguramente los lugares que más me han impresionado de todos los que recuerdo haber visto. El Dades, El Dráa, Tizi nTika, el Ourika,.... Maravillas de este mundo.

Esta película con su alegre puesta en escena, su ritmo juvenil y su humor familiar me llenó de nostalgia. Kafiristán, al que no puedo separar de mi querido Atlas, me conquistó de nuevo.

Lástima que ahora, qué malo es hacerse mayor, ese tufillo imperialista que impregna la película deje un poso un tanto siniestro. Héroes ocidentales que llegan, guerrean, saquean, conquistan y mueren con honor. El imperialismo como ideal romántico. ¿Suena atroz, verdad?

Mejor me vuelvo a los recuerdos de mi infancia donde no se captaban esas cosa.
davidlozoya
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