Una noche en Casablanca

Se abre el telón de sombras blancas y negras
Y mientras conocemos a los personajes
Expectantes permanecemos a las aventuras nuevas
De nuestros viajeros sin equipajes

Pronto aparece el más seco de todos, bambino Chico
Que acariciará el piano, esas teclas negras y blancas
Seguido de ese payaso sin voz y con pelo rubio a rizos
Mi querido Harpo, que nos habla con su arpa

Pero el éxtasis llega vestido con traje y zapatones
Bigote chapucero con pintura de plastidecor
Un ojo para Valencia y el otro para Torrelodones
Detrás de unas gafas vacías, pero llenas de amor
Ese que le regala a la musa de turno si no está Dumont
Acompañado de su guiño de ojos con el que firma sus gags
Me refiero al hombre del puro, de apellido Marx
Que alegran mi alma cuando le veo y escucho
Ese que un día nos regaló Dios, para ti Groucho.

De las que he visto hasta ahora de este trio (Sopa de Ganso, Un día en las carreras y Una noche en la Ópera) la que menos convence.
Se nota un abuso de gags y situaciones ya conocidos. Realmente le falta la frescura y locura de Sopa de Ganso o Una noche en la Ópera.
No obstante hay un gag que me hizo mucha gracia: cuando Chico abre una botella de champán con un enorme y largísimo tapón y Harpo le dice: "¡Pero si está vacía!" y Groucho le contesta: "Claro, es champan seco."

Aunque “Una noche en Casablanca” no es uno de los títulos más redondos de los Hermanos Marx, no por ello deja de ser una farsa realmente entretenida acerca de dos películas míticas en la historia del cine, la inolvidable “Casablanca” de Michael Curtiz que de forma magistral protagonizaron Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, y la impresionante “Tener y no tener” de Howard Hawks, con la pareja carismática formada por el dúo Bogart, Bacall. Los Marx, que habían estado alejados de la gran pantalla durante cinco años, decidieron reunirse de nuevo para afrontar esta producción en la que el paso del tiempo se aprecia en la pérdida de una parte de la frescura y agilidad habituales en los geniales humoristas.

En esta ocasión los hermanísimos se involucran en las vidas de los huéspedes del hotel Casablanca, donde según parece está escondido un tesoro de los nazis. Esta película, cuya dirección corrió a cargo del solvente Archie Mayo, tiene momentos en los que los Marx vuelven a demostrar su genialidad, como un divertidísimo duelo con Harpo como principal protagonista, o una frenética persecución por las distintas habitaciones del hotel, o la escena en la que el malo malísimo nazi Stubel intenta hacer las maletas pero nuestros tres amigos lo convierten en algo imposible, por no mencionar la disparatada carrera final a bordo de un avión pilotado por Harpo y que acabará con todos empotrados contra la cárcel.

Si le ofrecéis una oportunidad a esta divertida película, seguro que vais a disfrutar en compañía de los incontrolables Groucho, Harpo y Chico, quienes aunque no aparecen tan delirantes como en ocasiones anteriores, sí tienen algún que otro destello de genialidad que vale por películas enteras de otros comediantes. Feliz velada.

Una de las últimas películas que los hermanos Marx (en principio un cuarteto, y ahora un trío) hicieron juntos fue esta obra situada en Marruecos tras la II Guerra Mundial.

Y, a pesar del recorrido que ya llevaban a sus espaldas, aún conservaban esa comicidad y ese ingenio que les hicieron leyendas del humor. Se ve en esta película, donde siguen manteniéndose las señas de identidad de las películas de este trío: el ingenio desbordante de Groucho, las situaciones cómicas en las que se mete Harpo, y Chico, que parece ser el más serio de los tres; aunque de vez en cuando deja siempre una escena hilarante.

Cierto es que, desde mi punto de vista, ya no sorprende tanto si ya has visto varios largometrajes antes; sin embargo, siguen consiguiendo que ninguna película suya me parezca del montón; porque eso, con Groucho, Harpo y Chico es prácticamente imposible. En esta película, además, está el componente de la intriga, debido a la búsqueda de un tesoro escondido en el hotel Casablanca con lo que ayuda a mantener el interés sin depender exclusivamente de las escenas cómicas de los Marx. No buscan una historia con mucho suspense, pero el interés, sibilinamente, está ahí.

Lo meritorio de los hermanos Marx es que, incluso en sus películas más regulares y con alguna chispa independiente de brillo en toda la cinta, es muy complicado encontrar una que aburra soberanamente. Por eso y por sus currados guiones, son lo que son: leyendas.

Nota real: 6.5

Es una rememoración de mi niñez, pero creo que la respuesta de Cheech & Chong a la pregunta “¿Qué opinión tenéis de los Hermanos Marx?” venía a decir “los Marx están muy bien... para los niños”. Yo era niño y, por descontado, la declaración de la pareja de cómicos drogatas se mereció todo mi crédito. ¿Alguien ha visto la infumable “Still smoking”?

A night in Casablanca es otro intento por parte de Hollywood de encauzar el ciclón de locura marxiana en una estructura dramática sustancial y el resultado es una comedia moderadamente satisfactoria pero del montón. Sólo destellos de ironía e ingenio. Y una sabrosa declaración de principios; Groucho propone al gerente del hotel: “Cambiaremos los números de las habitaciones”, a lo que éste responde, sorprendido: “Pero, ¿y los clientes? Piense en la confusión”. Y Groucho, con mirada pícara y sonrisa maliciosa: “Mejor piense en la diversión”.