Star Trek II. La ira de Khan

Segunda película de la tripulación original, con un cambio de intenciones respecto a la primera peli. Si en ST 1 la historia se centraba en la sci-fi principalmente, en ésta la aventura es la dueña. Las personalidades de Kirk, Spock y mcCoy son más fieles que en la primera, con un buenrollismo entre ellos muy bien desarrollado y escenas de acción bien llevadas. Si la anterior película se parecía a 2001 de Kubrick, el sr. Meyer ha logrado que las batallas entre las naves espaciales nos recuerden a las de galeones piratas contra la marina.
El punto flojo es el inserto del hijo de Kirk, está metido con calzador, pero no es un lastre puesto que la acción no decae en ningún momento.
Y la tercer acto es de los mejores.

Tras ver "Star Trek: en la oscuridad" no he podido resistir revisitar la película original que "homenajea" la de Abrams. La conclusión es que la película de Meyer gana por goleada, porque esta si que encarna los valores humanistas, de amistad, de lealtad y de valor que siempre caracterizaron a Star Trek. La nueva los imita, imita las situaciones pero no te las crees. Le domina demasiado el espectáculo y los efectos más que la definición de personajes.

Ver los diálogos punzantes de McCoy-Spock, la amistad de Spock-Kirk, las de toda la tripulación, la impresionante figura de un Montalbán pletórico como Khan (a éste si te crees que la gente le siga y no al estirado de Cumberbatch).

La película tiene un ritmo envidiable, no aburre, es una aventura continua que mantiene la atención del espectador hasta el final. Profesionalidad del equipo técnico y de los actores, que no están subordinados a los efectos especiales.

Esto si es Star Trek.

Tres años después de la monumental y esperada primera parte de la saga en la gran pantalla, Nicholas Meyer firma una segunda parte bastante más sencilla y modesta que su predecesora en cuanto a presupuesto y pretensiones se refiere. Star Trek II es una cinta correcta de ciencia-ficción, con una historia no muy sesuda y fácil de seguir.
El "leit motiv" es la venganza: Khan (un estupendo Ricardo Montalbán) busca desesperadamente al capitán Kirk de la nave Enterprise para vengarse por haberlo abandonado a su suerte en un planeta perdido, echándole la culpa de la muerte de su esposa. Para ello, secuestra una nave de la flota estelar y comienza a perseguir a la Enterprise por los confines de la Galaxia.
Si muchos consideraban la primera película como un episodio más de la serie pero adaptado a la gran pantalla, con la consiguiente mejor calidad de efectos especiales y demás aspectos técnicos, esta segunda parte (que no secuela) da mucha más sensación de ser un episodio del serial de lo más normalito. Y más si sabemos que el personaje de Khan ya apareció en un capítulo de la serie en los '60.

Es cierto que el guión puede ser simplón, pero lo que le hace sumar puntos a la película y que no se quede en un mero entretenimiento es la profunda relación que demuestran tener Spock y Kirk. Ambos se complementan de una forma como nunca se ha visto antes, y consiguen una relación muy profunda basada en la ayuda y la amistad. Gracias a ello, la película gana en dramatismo, sobre todo hacia el final de la misma.

También hay que destacar un par de puntos:
- Los buenos efectos especiales y los escenarios, tan épicos como siempre.
- El proyecto Génesis, cuyo planteamiento no deja de ser interesante. Como curiosidad, la NASA también está llevando a cabo un proyecto del mismo nombre en el que tiene gran cabida la exobiología (el estudio de la vida fuera de la Tierra). Aunque no sea exactamente lo mismo, es sospechosamente parecido al de la película.

Resumiendo: una cinta correcta de ciencia-ficción que logra entretener y que, de vez en cuando, da un mensaje positivo y de reflexión.

Vulcanos inclusive, aquí todo el reparto muestra su lado más humano y reflexivo. Kirk tiene un hijo secreto trabajando en un laboratorio orbital; el mismo almirante vive en su residencia de la Tierra rodeado de antiguedades tales como maquetas de barcos piratas de la época de Francis Drake y relojes de toda clase, o como conocemos su buen gusto por beberse una cerveza cosecha de 2283, gentileza de su buen amigo el doctor McCoy (DeForest Kelley).

El enemigo es Khan, un antiguo proscrito criogenizado (cruce de indio navajo, Davy Crockett y heavy metal) abandonado a su suerte en un planeta remoto. Un mundo que, sin embargo, es el punto de mira de un hecatómbico proyecto apodado Génesis. Algo así como antitesis de las devastadoras consecuencias saldadas en una hipotética batalla nuclear entre los EEUU y la antigua Unión Soviética, pero que en este caso genera cuna de vida; un ecosistema. El Nuevo Eden o Dorado como se reinterprete será "secuestrado" por Khan, con fines vengativos.
Ricardo Montalbán se lleva la palma como villano despertado de su sueño. Su papel de salvaje, rozando lo sádico para paliar su sed cólera, es de antología. Una jovencísima Kirstie Alley (conocida más tarde en "Cheers") interpreta a la teniente vulcano Saavik. A merced de la mirada inexpresiva y rotunda (pero algo alegre) del inmortal Spock (Leonard Nimoy).

Una secuela que merece la pena recordar, a pesar de perder el rigor científico de su predecesora.

Sin duda una de las más entretenidas y solidas de la saga. A pesar de estar hecha con poco presupuesto (aunque, aparte de los planos refritos de las naves, está muy bien disimulado), contiene algunas secuencias sencillamente históricas, como aquella del Genesis, de las primeras hechas por ordenador por la todopoderosa ILM. Khan es uno de los mejores malos de la historia del cine, que puede parecer algo sobreactuado pero creo que le viene de perlas a este tipo de película. Incluso si uno es complice de ello, puede disfrutar con los típicos excesos de Shatner interpretando a Kirk (aquel ¡Khaaaaaaaaaan!!! es mítico). Y la música de Horner es sencillamente soberbia, su primera obra para una gran película y casi la mejor que tiene, con permiso de Aliens y Braveheart.