Justin Bieber: Never Say Never

Magníficamente crepuscular, sutil bisturí de la tragedia humana, violento cuchillo de los vicios de una generación perdida, con momentos de catarsis y belleza cinematográfica impensables en los mundos de hoy en día, la nueva película de Jon Chu (desde ya, el Howard Hawks de su generación) ofrece una impagable lección de cine y una de las joyas más impresionantes que se han exhibido nunca en pantalla grande.

Citar las numerosas influencias del director es imposible. Los ecos de los westerns de Ford y la sobriedad de Clint Eastwood resuenan en cada plano, y la caracterización de unos personajes complejos y humanos recuerda a un Alfred Hitchcock en estado de gracia. Las influencias literarias están también muy presentes. Qué ocurriría si Shakespeare se pusiera a dirigir una película? Pues que probablemente le saldría algo semejante a esto.

Justin es el Hamlet del siglo XXI. Inmerso en el eterno conflicto entre la pasividad y la lucha, el ser o no ser, Justin se enfrenta a los escenarios en un hábil metáfora sobre la soledad y la desesperación de un mundo violento que mutila sin piedad los deseos de triunfo de las débiles almas que osan enfrentarse a él. El quijotesco personaje se halla a medio camino entre la realidad y la ficción, entre su vida normal y el alocado frenesí del espectáculo, perdido entre los engranajes de un universo que no comprende. La habilidad de Chu es crear una película que resume magistralmente los conflictos del siglo XX. La diferencia entre individuo y sociedad, la distancia entre lo real y lo ficticio, la fugacidad de la vida, la angustia existencial o la redención.
Y qué decir de la música! La voz angelical de Justin, sostenida por unas composiciones de gran complejidad y belleza, se eleva formando arquitecturas sonoras impensables. Mozart lloraría de emoción al escuchar los efectos misteriosos y evocadores de una canción como Baby, o con el festejo incesante a la vida de una canción como U smile, ambos nombres crípticos que esconden un propio universo en su interior.

Dejo ya de hablar, porque cualquier palabra que se vierta sobre esta joya será una mácula en su superficie perfecta. Os envidio por poder disfrutar por primera vez de un paraíso inigualable. Os espera en el cine la que puede ser la mejor película de la historia. Por favor, no podeis perderla.

Así es como debería comenzar ésta "película". Pero no, por desgracia todo ocurre, no sólo en esta galaxia, si no en nuestro propio planeta. Y ahora, ya en serio, ¿ésto qué mierda es?
Siempre pensaba que la vergüenza ajena tenía un límite, pero cuando descubrí ésto... cuando descubrí ésto llegué a tener nauseas, llegué a un estado de agobio de pensar que estoy obligado a vivir en este globo terráqueo con personas que, no solo les gusta ésto, si no que encima ¡les vuelve locas!

Como sigamos así vamos a terminar como en China, permitiendo asesinar a las hijas. Pero ésta vez por lo menos será por una buena causa: evitar fanáticas de cosas así.

He vivido este último año en una burbuja. Conocía la figura de Justin Bieber sólo a través de comentarios; nunca había oído nada suyo ni sabía de él más que algún fragmento de entrevista especialmente estúpido que destacaron en las noticias. Lo que quiero decir es que ni sentía pasión por el personaje ni lo odiaba profundamente. Para mí era uno más de los adolescentes poperos que mojan braguitas, y que siempre ha habido y habrá.

Así que supongo que puede decirse que soy el más objetivo de los que escriben aquí... No sé si tomarme esto a bien. Por eso no voy a analizar aquí la labor artística de Bieber, de la que ni poseo suficientes conocimientos ni me interesa en absoluto, y me voy a centrar en el documental, su estructura y contenido.

Lo primero de todo es decir que, efectivamente, realizar una biografía de un chico de 16 años que acaba de entrar al mundillo musical es una idea pésima. Sí, es cierto que la carrera de Justin ha sido rápida y meteórica, es cierto que no ha tenido una vida normal (aunque se empeñe en argumentar lo contrario) y al chico hay que reconocerle ese aspecto; pero una cosa es analizar un hecho extraordinario como el que es la vida de Justin y otra cosa realizar un documental de más de hora y media que gira alrededor de dos conceptos muy básicos.

Estos dos conceptos se pueden resumir como "origen humilde" y "sueño cumplido". Si bien no tiene nada de extraño que alguien se promocione utilizando estos argumentos, repetirlos una y otra vez, como en un ciclo sin fin, cansa mucho. Es decir, no es exactamente lo que dice, que ya ven, no tiene nada de raro, sino tener que oírlo a cada paso y suponiendo que la decimoctava vez me va a impactar tanto o más que la primera.

Por otro lado, el mensaje al completo es una falacia en el sentido de que la vida de Justin no es precisamente algo al alcance de todo el mundo. No se puede pretender dar una lección de humildad desde su posición; desde el principio ha sido un crío con más oportunidades que el resto. Si realmente tiene algún talento, que yo lo único que le veo es bastante desparpajo, entonces esto refuerza mi postura. Justin no es normal.

Cuando un ser humano como yo decide ver algo así, es porque quiere entender cosas curiosas de la vida de por qué un ser de nuestro planeta puede ser tan odiado. Cuando cometí el grave error de ver esto me di cuenta que el odio que podia sentir hacia algo era mas grande que el que conocía. Esto es símplemente gasolina para avivar el fuego de la basura. Una hoguera donde tendría que arder cada copia de este documental. Después de ver esto supe que los pecados capitales no son 7 sino 8. Asique sólo me queda decir a la gente que decida ver esto, que nos veremos en el infierno.

¡Vamos a ver Justin Bieber: Never Say Never, bien!

(Créditos iniciales) -> Vaya, ya se escuchan gritos. Espero por mi salud mental que sean una excepción en la película. Espero. MTV Films, miedo me dan.

Oh un portátil, y emails. Un panda. Bebés. Una boda cómica. Un gato muy mono. Un chico cantando, será...¡dios no! ¡Más gritos! Imágenes de Bieber y más gritos. Hice bien en traer unos tapones, creo que me harán falta.

"Esta es su historia". Oh, ahora aparecen unas fans, a ver que van a decir, puede ser interesante. Recopilemos:

• "Pienso en él el 90% del tiempo (grito desgarrador)" -> Si fuera fan pensaría el 95%. Estas fans de hoy en día ya no son lo que eran.

• "Su voz, su personalidad, su cabello (orgasmo)" -> Qué contenta se la veía a la ¿niña? Pasará de los 20 tirando por lo bajo.

• "Nació el primero de marzo de 1994 a las 12:56 un martes" -> Anotado, así lo podré felicitar.

• "Un día, le mandé más de 100 tweets" -> Supongamos que esta señorita es la fan genérica del chaval. Echémosle 1 millón de fans (por lo bajo), a unos 100 tweets diarios cada una...100 millones de tweets al día. Como para ponerse a leerlos.

• "Es mejor que mi hermano" -> Sí, tiene pasta.

• "Es un chico normal que tuvo un sueño que se hizo realidad" -> Y yo soy archiduque.

Buff, y solo van 5 minutos de película. Bien, ahora aparecen sus familiares contando un rollo...y en una biografía van y aparecen los abuelos. ¿¿Los abuelos?? Cierto, que tiene 17 años. Es un chico normal, está claro.

(.......................................................................................................................................)

Creo que está de más decir a estas alturas que solo es una película destinada al sector femenino en el intervalo de edad de 10 a 15 años. Si después de esa edad aún sigues loca perdida por el chaval, bueno, unas crecen antes que otras.

No me voy a meter con su música porque no es el caso, y ni me va ni me viene. Cinematográficamente hablando, pues no hay por donde cogerlo. Si te arriesgas a ir al cine y te encuentras la sala llena de crías, ponte cerca de la puerta, o lleva el mp3, puedes llegar a necesitar los cascos.

Eso sí, estad seguros de que si Bieber visita mi localidad seré el primero en pedirle que me firme algo. Seguro que se vende a buen precio.

En el spoiler, la horrible verdad del final de la película.