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¡Estoy vivo!

Terror La película cuenta la historia de terror de un bebé deforme que, sin explicación alguna, ha nacido con instintos asesinos. El día de su nacimiento, escapa del hospital y los padres del niño empiezan a ser el centro de la atención pública. Primera película de una trilogía dirigida en su totalidad por Larry Cohen, en 2008 se realizó una nueva versión de esta historia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
2 de febrero de 2011
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mujer da a luz a un ser mutante que crea un pánico en la ciudad al asesinar a los médicos y enfermeras que la atendían en el parto, y escaparse.
Éxitoso serie B de terror -aún así música del maestro Bernie Herrmann-, muy típico del género pues a su argumento de terror se le aplica un tratamiento de thriller/policiaco. La película cuenta con unos últimos 45´ muy logrados, de una conseguida atmósfera y una buena dosificación de sus elementos. Son notables también las interpretaciones de la propia pareja protagonista y a la película la sobra la teoría con la que se quiere explicar el fenómeno: las mutaciones del bebé se deben a que la mujer ha tomado píldoras anticonceptivas. Ja, ja, ja. Una licencia reaccionaria y prescindible.
Originó multitud de secuelas-fórmula.
kafka
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4 de junio de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clásico de terror del reconocido artesano Larry Cohen, director cuyo bagaje comprende las décadas de los setenta y ochenta con títulos poco conocidos en su mayoría si no se es un fan acérrimo del género. “Estoy vivo” es uno de sus filmes más destacados y el inicio de una trilogía cuyas dos últimas partes son perfectamente olvidables.

La historia no puede ser más simple y cogida por los pelos: nace un bebé monstruoso que se dedica a matar a todo el que se cruza en su camino, sin más. En cuanto sale del vientre de su madre mata a las enfermeras y al personal médico que asistía en el parto, y se escapa para seguir haciendo estragos por ahí. La propuesta no tiene desperdicio para los degustadores de historias bizarras, pero además nos encontramos con una cinta que no se queda en el simple entretenimiento, sino que intenta además profundizar en otros temas como la maternidad o la opinión pública.

Aun así, Larry Cohen parece dar un poco gato por liebre prometiendo escenas de delicioso terror en el que veríamos al bebé deforme dándose el festín sanguinario, ya que, al fin y al cabo, es lo que busca quien se acerca a esta película. Lamentablemente, al bebé prácticamente no se le ve apenas, y los planos en los que aparece no llegan ni al segundo. Eso sí, la atmósfera tenebrosa que respira la cinta sí está bien conseguida, pero realmente no se espera una historia de terror psicológico y el espectador se queda con las ganas de ver más sangre y vísceras y, sobre todo, al bebé mutante.

Las actuaciones son más acertadas de lo que aparentan, destacando a John P. Ryan, padre de la criatura, en unos registros dramáticos notables.

“Estoy vivo” es, pues, un filme que tiene puntos a su favor pero que falla en lo más esencial, algo imperdonable. Aun así, es recomendable para cualquier fan del género.
Richy
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6 de mayo de 2023
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109/22(23/04/23) Interesante film de culto del género de terror seri b, pionero del sub género slasher, tiene el encanto de películas echas con precariedad, pero con ideas, aunque resultan dispersas y abordadas de forma superficial, más llegan a parecer anzuelo facilón para dotar de fondo dramático al largometraje, me refiero a temas como la contaminación medioambiental, el candente entonces tema de las píldoras anticonceptivas, para dar sentido al ‘Monstruo’, poniendo el ventilador en marcha contra todo, pero nunca definiendo de donde viene este ‘villano’. También se tocan las complicadas relaciones entre padres e hijos, los vínculos que los unen a pesar de todos los males que puedan ocurrir entre ambos, esto con algo más de hondura y comprensible. Producida, dirigida y escrita por Larry Cohen hace casi 40 años, y más que las 4 décadas se nota su escaso presupuesto, que intenta ocultar con ingenio, como lo es la forma en que el ‘Monstruo’ se oculta la mayor parte del tiempo para generar temor ante lo desconocido, con mucho plano subjetivo para ponernos en el lugar del ‘asesino’, jugando con la oscuridad, con lo velado, con la sugerencia, más que con lo explícito, algo que Spielberg manejó tan sabiamente solo un año después en su épica “Tiburón”.

Tiene buen ritmo al principio, aunque en su sección media se estanca, adolece de recursos aquí, polarizando la historia en varias sub tramas que desvían la atención, para en su sección final tomar buen impulso con esas sutiles referencias edípicas, acaba todo en el clímax en los canales del río Los Ángeles, que podría ser una metáfora visual del útero materno (igual hilo demasiado fino). Protagonizada por un notable John P. Ryan como Frank Davis, transmitiendo mundo interior, notándose su dolor; y una algo sobreactuada, quizás es lo que requería su rol, Sharon Farrell, como Lenore, pareja cuyo hijo pequeño resulta ser un mutante. Una premisa rompedora, la más inocente y cándida de las criaturas como es un bebe recién nacido aquí es el psicópata a matar (¿?), que podría dar juego bien desarrollada, pero el director está más enfocado en provocar sensaciones en el espectador que en dar hondura dramática.

Cohen bueno construyendo atmósfera ominosa, tensión creciente, notándose la frugalidad de medios, pero estos hacen de la virtud necesidad, y la austeridad hace emitir aislamiento, crea claustrofobia ambiental. Lienzo de como la paternidad puede suponer un castigo, al padre lo echan del trabajo, exponiendo la tiranía de los empresarios; exponiendo la toxicidad de los medios de comunicación sensacionalistas acosando a los pobres padres; exponiendo la deshumanización de la ciencia cuando piden el cuerpo del bebe para estudiarlo cual conejillo de indias, saltándose los sentimientos de los padres; exponiendo lo desalmado de las farmacéuticas exigiendo la muerte del bebe para no dejar posibles ‘huellas’ de sus negligencias; exponiendo la brutalidad de las autoridades que ante lo desconocido lo mejor es acabar con él; Pero todo esto son cebos para dar algo de carnaza, apuntes a pie de página, cuando aquí y para el espectador lo que quiere son escenas de tensión de terror.

Su título es un guiño al grito triunfal del Dr. Frankenstein en el clásico de James Whale de 1931, ‘It's Alive’, que sirve además para un gran momento del film. Cuando el protagonista, el padre de la ‘bestia’, Frank Davis (John P. Ryan), hace un alegórico comentario sobre que pensaba que Frankenstein era la bestia del cuento de Mary Shelly, pero que al leer el libro se dio cuenta que era el doctor, en realidad el creador del mutante, y él mismo se pone en el lugar del mítico científico, como creador del monstruo, o quizás los monstruos, como en el cuento gótico, son los demás y como lo ven como a exterminar. Y con este comentario deja subyacer su sentimiento de culpabilidad y a la vez su responsabilidad.

Tiene un inicio idílico, con el matrimonio protagónico acostado durmiendo y la mujer embarazada despierta y le dice a su esposo que ya viene. Los dos se levantan de modo idealizado y sin estrés hablan con su hijo pequeño y observan la habitación del bebe por nacer. Llegan al hospital y todo es placidez, pero dejando miguitas de pan en la charla ‘apocalíptica’ (contaminación ambiental, pesticidas, …) que Frank tiene con otros potenciales padres, uno de ellos comenta que un mata cucarachas que su empresa creó consiguió el efecto contrario, haciendo más fuertes a estos (repugnantes) insectos, este puede sea el quid del ‘bebe monstruo’, que la madre tomó anticonceptivos anteriormente (como sulfurada le echa en cara la mujer al médico), y esto pudo provocar la mutación. Esto bebe de la paranoia que hubo en esos años con las pioneras pastillas anticonceptivas que causaron algunos problemas en embarazadas.

Volvamos al hilo del parto, de buenas a primeras los gritos, todo fuera de plano, vemos el rastro de muertos en el quirófano, cuerpos ensangrentados en el cuello, notándose la precariedad de medios al notarse más falsos que un euro de madera. A partir de este arranque impactante, la cinta frena en seco, con algún puntual momento de suspense y horror, como es el ataque fuera de plano del lechero, significativo de que es lo que busca en bebe en sus primeros días. El bebe en este tramo intermedio es un ente invisible al espectador, mata y huye a esconderse, lo que acrecienta el interés por saber de su aspecto. Y en el matrimonio, la madre se nota claramente desequilibrada mentalmente, el padre pretende pasar página, negando la mayor, renegando de su hijo ‘endemoniado’, aunque no puede escapar de su ‘vástago’, el hijo mayor ha sido enviado con los cuñados y no es informado de los hechos trágicos y desea volver con sus padres. Para en la media hora final acelerarse con un **giro ingenioso y orgánicamente efectivo. Aunque es te tramo es muy efectivo, lo que es la ***resolución me ha resultado chusca y caricaturesca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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5 de septiembre de 2023
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...y al igual que el alucinado bebé, la película es algo deforme, pero está viva! ¿Quien podrá quererla, siendo así tan cutre? Con toda su fealdad a cuestas, va reptando, y deja tras de sí un baño de sangre. Aniquila a gran parte del cine industrial con su barata pero trepidante acción. Asesina a todo el cine de autor con su innegable estilo narrativo.

Macabro cuento, rodado con gracia y total amor por el cine. Cualquiera que la vea queda como esos padres, absorto, abrazando la monstruosidad.
Repoman
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9 de febrero de 2015
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curioso relato de terror que parte de una base inicial interesante en el que una familia se tambalea al llegar al mundo un niño con las características de un monstruo.

Las bases del relato son interesantes, crean diversos debates éticos y morales, pero no llega a alcanzar las cotas de profundidad deseadas, perdiendo pulso en el ritmo y en la atención del espectador, que contempla el desarrollo de los acontecimientos sin mucho entusiasmo.

Los responsables de la película sacan el máximo partido al bajo presupuesto del que disponen, jugando con el misterio que rodea al extraño ser que ha venido al mundo, sugiriendo más que mostrando, algo que se agradece. Emplean las tradicionales maquetas y juegan con los colores para potenciar el misterio que rodea al nuevo ser.

Las interpretaciones quedan muy lejos de ser memorables, los intérpretes, todos sin excepción, cumplen con su trabajo, pero no lo bordan, lo que hace que el relato pierda credibilidad, posiblemente también porque los responsables de la película no llegan a profundizar excesivamente en el drama que puede suponer tener una criatura de esas características. Cae en la reiteración de ideas y planteamientos iniciales con los constantes dilemas éticos, perdiendo en el aspecto del más puro cine de terror. Cierto es que existen escenas que logran generar la tensión y el suspense necesario, pero no se prodigan mucho.

La película presenta problemas de ritmo, a pesar de su corta duración, llega a hacerse larga y tediosa por la falta de situaciones que despierten por completo la atención del espectador. Todo discurre de una forma monótona y previsible. Es como quedarse contemplando un caracol, sabes hacia donde va y es cuestión de tiempo verle llegar. La calidad técnica de la imagen y el sonido es muy simple y pobre, con un tratamiento de los movimientos de cámara torpes e incluso molestos.

Como anécdota, destacar la labor de uno de los grandes del cine, habitual colaborador de Alfred Hitchcock, Bernard Herrmann, que logra aportar su experiencia y prestigio a una floja película. Su mano y arte se hacen notorias y logran generar tensión e intensidad en los momentos necesarios.

En términos generales, es un producto interesante que se hace pesado, porque cae en un bucle monótono y reiterativo del que solo sale al alcanzar un desenlace pobre y decepcionante. Como anecdótico y original puede valer, pero, sin duda, podría haber dado para mucho más, tanto en lo dramático como en el aspecto de terror.
Jon
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