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Tras la pista de los asesinos

Western Un antiguo sheriff, atormentado por el asesinato de su mujer a manos de siete atracadores durante un robo a la Wells Fargo, decide vengarse de todos y cada uno de los culpables. (FILMAFFINITY)
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
25 de mayo de 2014
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los ojos de Gail Russell, los de Lee Marvin también, la cara de piedra de Randolph Scott y una historia sencilla en un desierto en el que vemos llover hasta dos veces: no se puede pedir más con tan poco. Los instintos primarios del "far west" lucen con energía en las películas de Budd Boetticher, alguien que no necesitaba guiones de mil páginas y millones de palabras, alguien que con dos o tres localizaciones y cinco caballos en total era capaz de configurar una película que no engaña a nadie desde el primer minuto. Además, es breve porque así lo quiere él, le bastan menos de ochenta minutos y no necesita estirar el chicle. Pocas veces ha sido más cierto aquello de que lo bueno si breve dos veces bueno. Yo ya lo he podido comprobar en otra ocasión, así que reafirmo lo que se dice de las películas de Boetticher tras ver este "Tras la pista de los asesinos": son películas de aspecto sencillo y contundentes.

No está de más señalar que a aquellos que sientan inclinación en sus gustos por las del oeste se sentirán más que satisfechos con las películas de Boetticher y en concreto, con esta historia de venganza del exsheriff que busca a los asesinos de su mujer. La complacencia será considerable, parecida a la mía. Aparece Lee Marvin en un papel muy suyo, ¿se le puede pedir más a esta pequeña creación? Los personajes rezuman instintos que nacen de muy adentro, desde la codicia por el oro a la venganza, el amor de ella, el hambre de los indios, el orgullo... Ante un desbordamiento tan evidente de sentimientos me quito el sombrero.

Hay polvo, galopes, muertes... Y una lluvia que hace que uno tenga que cobijarse debajo del carro cuando está haciendo guardia por la noche: maravilloso. Hasta hay que lavar a los caballos para quitarle el barro y que no se molesten: lo vuelvo a decir, maravilloso. El que aprecie las del oeste se sentirá más que satisfecho, olvídense que la etiqueten de serie B, da igual; olvídense de las críticas a la interpretación de Randolph Scott y su cara de piedra; olvídense de otros géneros, aquí hay cine de calidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luisito
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30 de julio de 2013
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la pista de los asesinos se trata de un magnífico western dirigido por el director Budd Boetticher en el año 1956.

El director, Budd Boetticher (en realidad se llamaba Oscar pero firmaba como Budd, un sobrenombre mucho más artístico) se trata de una figura insólita donde las haya. Es cierto que labró su fama en el cine, sin embargo en los años cuarenta llegó trabajar como toreador en México (y este mundo aparece en su propia trayectoria, como en la Amante y el torero (1951) o Santos el magnífico (1956), así como un documental sobre el toreador Carlos Arruza). Posteriormente entre el 1944 y el 1950 dirigió una gran cantidad de películas de bajo presupuesto, es decir, etiquetadas bajo el manido término que hoy conocemos como serie B. Pese a que más o menos gozaría de un éxito estable en Hollywood, el director prefirió exiliarse por iniciativa propia tras quedar mosqueado del trato recibido en tierras californianas, así como de la constante presión que supone estar rodeado de molestos productores.

Y es que Tras la pista de los asesinos se trata de una película producida por la compañía de John Wayne y es una de las películas que hicieron pasar a Boetticher a la posterioridad, debido a que en el género del Western es donde mejores obras fue capaz de realizar. Empieza en esta película la colaboración con uno de sus guionistas más brillantes y con quien se volvería a reunir en el futuro para realizar más películas, Burt Kennedy (en esta el guionista adapta una de sus propias novelas). El propio director definía la relación profesional entre los dos de una manera sencilla-Las películas que hacemos entre los dos son sencillas, alguien ha matado a la mujer del protagonista y el intentará buscar venganza- pese a la sencillez de la frase sus películas evidentemente resultan más complejas que esta máxima.

La película tiene todas las características de los mejores Westerns. No es que realice un giro en los esquemas clásicos pero lleva a la máxima todas las cualidades del género, cuidando mucho de no enseñar sus vicios. De hecho el gran crítico de cine André Bazin la consideraba como una gran y serena película, así como una de las mejores películas del género. Quizá los elogios del francés sean desmesurados pero lo que está claro es que Tras la pista de los asesinos se trata de un film altamente infravalorado.

La historia parece simple. Un sheriff (o mejor dicho, exSherrif) buscará venganza después de que su esposa haya sido asesinada. En el camino se topará con los Greer, una familia (un inocente marido y una sensual esposa) que realiza un viaje y a los cuales acompañará con tal de proteger.

La baza que mejor explota la película, sin lugar a dudas es la maravillosa relación que se establece entre los personajes. Porque el guión no sólo cuida la relación entre uno u otro personaje, sino que todos los caracteres están conectados entre sí, de tal manera que las relaciones que hay son bastante cercanas a la realidad, y por lejano que nos parezca el argumento el espectador siente una profunda compenetración con la historia. Incluso hasta los villanos están bien elaborados y es que el propio director reconocía que para que una historia triunfe los dos polos de la moneda deben resultar igual de potentes. Así pues es lógico ver las escenas en las que el joven Lee Marvin, aparte de dar un recital de interpretación, intimidan y presionan a la familia Greer, con el sheriff delante, denotando una maravillosa secuencia. El propio director afirma que en sus películas nos quiere mostrar que a veces los villanos arquetípicos de Western no están tan alejados del héroe de la película y que si no fuera porque estos sucumben o han tenido una mancha negra en su vida, podrían seguir una vida más o menos normal. Es decir, el director se sirve del género para insertar su propia filosofía, de tal manera que los Westerns que realiza Boetticher no son westerns corrientes de merienda de indios (por cierto, apenas tienen presencia física en la película y no salen tan malparados como en otras obras del género) sino que detrás de su apariencia desaliñada encontramos un interesante poso.

Porque hay que dejar una cosa clara, El guionista de la película, el ya citado Burt Kennedy tiene casi el mismo mérito que el director, Boetticher. No sólo porque sabe pulir los defectos del género, no cayendo nunca en los tópicos sino es para dignificarlos, sino porque además elabora unos grandes diálogos. El personaje de Randolph Scott (un héroe muy singular) revela algunos de los mejores diálogos del género.

También hay que decir que el director realiza una interesante visión sobre el paisaje. A diferencia de otras películas en las que el cartón piedra parece predominar ante cualquier otra visión, Tras la pista de los asesinos consigue demostrar que el escenario en el que se ubican los personajes está bastante vivo. De hecho unas de las mejores secuencias (el tiroteo múltiple) sucede en una montaña rocosa de la que se sirve el director para desplegar sus recursos. Por no decir que las escenas de exteriores tienen más importancia que las típicas secuencias que estamos acostumbrados a ver en las películas de westerns típicos, en la que se muestran salones, hostales, etc…

http://neokunst.wordpress.com/2013/07/30/analisis-filmico-tras-la-pista-de-los-asesinos/
Kyrios
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18 de diciembre de 2017
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nombrar a Boetticher es descubrir el cine como aventura vital, apasionado de los caballos, también vinculado al cine taurino hecho en Hollywood, él había aprendido el arte de la tauromaquia durante su estancia en Máxico. Reconocido principalmente por sus 7 westerns producidos e interpretados por Randolph Scott, el denominado “ciclo Ranow”, que era una productora que realmente sólo produjo dos títulos. Una serie de films de bajo presupuesto o serie B, que no significa de baja calidad, pues se trataba de películas impregnadas de modestia, concisión, rigor, sencillez e inventiva. Es decir: las características básicas del cine clásico americano al desnudo, despojadas de todo ornamento e incluso de cualquier aspiración a la complejidad, que no a la profundidad si se analiza detenidamente. Su criterio artístico no es la perfección, que se da por inalcanzable, sino la eficacia para cumplimentar aquellas sesiones de programa doble vespertinas. Aunque, en el fondo, para mí no hay películas de serie A o B, sólo películas buenas o malas.

“Seven Men from Now” pertenece a la productora de John Wayne para la Warner, su protagonista fue recomendado por el propio “Duke”, un estoico e impasible Randolph Scott que encarna a Ben Stride, quien lleva dentro una herencia transitiva, las tensiones, las inquietudes y la autoconciencia premonitoria en hacer justicia, con las mujeres mantiene una relación de respeto y admiración pero distante, empecinado en seguir vagando con la memoria de una mujer que marcó su pasado y de la que se siente responsable por su viudedad. Su personalidad abriga dosis de narcisismo y el individualismo del héroe atormentado. Rodeado de villanos como Bill Masters (Lee Marvin), amables y más simpáticos que Ben, el antiguo sheriff, un vengador sin piedad que dificulta la identificación del espectador al que propone distanciamiento y reflexión moral. Un western narrado en 74 minutos, seco y escueto, donde la elipsis es capital desde su primera escena.

Tampoco faltan miradas recelosas y diálogos sobreentendidos, atracción furtiva, emboscadas y violencia intrínseca, Chiricaguas hambrientos y desesperados, además de la avaricia por un botín de 20.000 $ en oro como leit-motiv de la trama. Gracias a un buen guión del que después sería director de westerns Burt Kennedy, narra la incansable búsqueda de los 7 atracadores que mataron a la esposa de Ben, quien encuentra al matrimonio Greer, compuesto por Annie y John (Gail Russell y Walter Reed), que se dirigen hacia California con su carreta, con los que aprecia una buena amistad. El operador es el habitual de John Ford y otros maestros del western, especialista en resaltar la fisicidad del territorio, así como sus escarpadas y áridas montañas. Una película lacónica, en la que cada encuadre y cada movimiento de cámara transmite lo esencial de cada instante, entendiendo por esencial lo que hay detrás de cada personaje, en un espacio escénico de desierto y polvo que contribuye a la hostilidad de las relaciones personales.
EL ALBATROS
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27 de septiembre de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la pista de los asesinos de Budd Boetticher es un western de cine independiente norteamericano y serie B basado en la venganza. Dirigida con un ritmo dinámico y con el estilo característico del western aunque con el aliciente de tener un menor presupuesto, es sin embargo, una obra con gran gancho e interés para el público amante del género al captar toda la atención con una historia sustanciosa. Realizada de manera portentosa tiene un resultado implacable que merece ser visto por todos los públicos amantes del buen western.
La fotografía en color es evocadora en un espléndido trabajo que te transporta a los hermosos paisajes en una confortante labor cuidada en detalles. La música es alusiva al principio y después muestra los particulares sonidos emotivos e intrigantes en una agraciada tarea melódica que inquieta con sonidos enardecedores en las escenas de tensión. Los planos y movimientos de cámara completan un buen trabajo técnico con el uso de planos americanos, generales, seguimiento, reconocimiento, panorámicos, avanti y primeros planos.
Las actuaciones son remarcables y señaladas. Como protagonistas Randolph Scott trabaja con carácter e integridad en una labor digna del mejor western y Lee Marvin está auténtico y convincente en su línea de tipo duro y despreciable, siendo notables los acompañamientos de Gail Russell, Walter Reed, John Larch, Fred Graham y Don ´Red´ Barry entre otros. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios y caracterizaciones sugerentes al western en una acertada tarea que junto con los pertinentes decorados te transportan in situ.
El guion, escrito por Burt Kennedy, muestra una historia apasionante que cautiva a los seguidores del género por exponer la típica trama de venganza pero llevada con emoción en una sustanciosa tarea que atrapa al público con mucho acierto y oficio, sin parecer en absoluto que es una película de serie B al tener una definición estupenda tanto técnicamente como en su entramado. Para esto emplea una narrativa clásica y representativa del género que es directa y muy expresiva en una impecable labor que gusta escuchar.
Concluyendo, la considero un auténtico clásico inmortal e indispensable en el mejor western y más aún siendo una cinta de bajo presupuesto, con lo que el mérito del film es aún mayor. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, planos, movimientos de cámara, vestuarios, caracterizaciones y narrativa que vuelven a Tras la pista de los asesinos, un film notable en sus géneros que cautivará a todos aquellos que les gusten las historias apasionantes y muy trabajadas.
Elcinederamon
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18 de octubre de 2008
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cineasta Budd Boetticher, una de las mayores influencias de Sam Peckinpah, tuvo el considerable mérito de rodar durante los 50 una serie de entretenidos westerns de serie B protagonizados por un crepuscular Randolph Scott y escritos en su mayoría por Burt Kennedy. Perteneciente a este conjunto, Seven men fro now se inicia in media res y se desarrolla de forma directa y rápida –apenas dura 78 minutos-, manteniendo al espectador en constante vilo por una historia que hilvana con concisión y maestría los contenidos argumentales que más han caracterizado al género.
FERNANDO BERMEJO
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