A Field in England

141/08(14/08/13) Este es un film que me atrajo a ver su argumento por su cartel, y su argumento me hizo decantarme verla, además de gustarme lo de acercarme a un director desconocido por mí, Ben Wheatley . Pues bien todo se ha traducido en una hora y media perdida, nada me ha aportado este cine de arte y ensayo, un batiburrillo de set-pieces con unas ínfulas pretenciosas que se apoyan en una petulancia que se adentra por momentos en el ridículo. Lo increíble es que haya una cohorte de críticos de postín que alaben este subproducto dotado de un guión que parece escrito por un fumeta, llegando al paroxismo en el tramo psicodélico, derivando en un final salido del más chuscoi spagueti-western.

En la Guerra Civil inglesa, durante una batalla en 1948, 3 tipos se escapan de ella para dirigirse a un pub, teniendo que cruzar un enorme campo, pero por el camino se topan con siniestro tipo que los recluta para buscar un tesoro en este campo. Comienza de modo de lineal y lógico, pero a medida que avanza nos ‘regala’ momentos que solo pueden salir de una mente febril o emporrao, ejemplo las imágenes en que los actores se quedan quietos para ser cuadros vivientes, tableaux vivants, es una sucesión inconexa y alucinada de situaciones que como poco te provocan hastío. Es cine alternativo que me deja frío, no me provoca más emoción que el rechazo.

En conjunto me queda pseudocine que seguro encontrará sus exegetas que le darán loas, yo no estaré entre ellos, pues lo único que me ha demostrado es si me lo propongo puedo terminar de ver productos nefastos como este. Fuerza y honor!!!

Experiencia cinematográfica no apta para todos los públicos.

Wheatley nos lleva a un campo inglés en plena guerra civil,de la mano de un puñado de actores que se entregan a la causa, con un buen blanco y negro y una banda sonora curiosa consigue sumergirnos totalmente en su historia.

Sus diálogos, sus personajes y la crudeza del entorno y de la situación funcionan perfectamente.

La guerra, la brujería, las alucinaciones, los tesoros ocultos y la lucha por sobrevivir se dan la mano en esta extraña película de gran intensidad. Curioso el mensaje que se repite de la amistad y la importancia de los amigos, choca un poco con el resto del conjunto pero funciona bien.

Muy recomendable si os gusta este tipo de cine.

Película aburrida donde las haya que ni «Sátántangó» creo que se haga más pesada que esta. No es de terror ya que solo es un drama psicológico, de escalofríos o sustos no esperes nada de nada porque no los hay. Tortura sugerida y un pene enfermo eso sí que lo hay. No pierdas tu tiempo porque es una de las más aburridas y peores que he visto en mucho tiempo.

Esta película debería estar considerada como el equivalente cinematográfico de hacerse una paja: solo disfruta el directamente implicado, en este caso el director Ben Wheatley. Luego están los voyeurs de turno, a quienes les gusta mirar aunque nada haya en semejante acto pensado para hacerles disfrutar. Porque este artefacto parece pensado solo para el goce de su creador. Supongo que en su cabeza quedaba genial, y quizá el resultado final también le satisface porque cuadra con el artilugio que pergeñó en su sesera.

Parece un proyecto de cineastas amateurs que han sacado sus cachivaches de filmar al campo, y en el que los actores sueltan frases aleatorias que no tratan de hilvanar argumento alguno, Aunque ahí puede que sea yo el que patine, porque a la media hora ya me había desentendido de la cháchara, situado como estaba al borde del coma. No se qué sustancias había consumido el que sugirió que esto tenía algo que ver con el cine de terror, pero que consumió algo es seguro, aunque fuera una caja de phoskitos con fecha de caducidad de 1993. La luminosa fotografía en blanco y negro es lo único que merece rescatarse. Menos mal que entre esto y el cine de Michael Bay hay honrosos términos medios, una amplia gama de grises. Es más eficaz que una alarma de incendio para vaciar una sala de cine.

Cuando la sinopsis me advirtió de que esta era un cinta de terror que transcurría en Inglaterra en el siglo XVII, no dudé un segundo en ir a verla. Estaba entusiasmado. Pensé en lo interesante que sería ver un filme del género de terror ubicado en el marco de una época que ha sido poco explorada desde este tipo de cine y que ha estado más cerca de la cinematografía bélica y biográfica que de otro tipo de género. Me pensaba, entonces, una trama de nunca olvidar, de culto. Estaba errado.

La película "A Field in England" no es una cinta propiamente de terror. No sé como al director Ben Wheatley, se le ocurrió categorizar al filme de este modo. Este es un filme psicológico y psicodélico que usa un pobre argumento paranormal como escusa para desarrollarse. Al final se queda sin ser una cosa ni la otra. ¿Por qué? Pienso que la película equivoca el camino al pretender crear una atmósfera de tensión psicológica donde no había posibilidad. La relación entre los protagonistas se torna casi graciosa, bizarra, estúpida, y en ningún momento del metraje se deja sentir un posible escenario virtual para lo que buscaba el director: ¿el miedo?. Los últimos minutos de la cinta escapan a cualquier tipo de análisis racional y son engorrosos, pretenciosos y agotadores. La película pretende llevar el terror a otro nivel y lo único que consigue es ser otra más de locura, psicodelia y claustrofobia.

Visualmente no exige reparo alguno. El formato blanco y negro, y la espectacular puesta en escena de los espacios naturales, con la fineza artística de los planos, cámaras lentas y otros detalles, harán de la cinta un producto sugestivo para aquellos amantes del cine bien filmado, detallista y de experimentación. Es lo mejor del filme, por lo demás, es "A Field in England" una película fácilmente olvidable.

Felices trazos.