Los cautivos

Es tan mínima la historia que apenas supone un día y medio en la vida de quienes pasan por delante nuestro. Y sin embargo es posible ahondar en el alma de sus personajes, con escasa hora y cuarto de metraje a Budd Boetticher le basta para enseñarnos el duro camino de un vaquero que no es ningún héroe, es sólo un superviviente cuyas virtudes no son más destacables que las de cualquier otro ser humano, alguien que va a la ciudad en caballo y se va de ella a pie porque pierde su medio de locomoción en una decepcionante apuesta. Randolph Scott es más que nunca de carne y hueso, alguien que no se nos muestra hábil con el revólver, es más bien alguien entrado en años que busca cumplir su deseo de trabajar la tierra y ganarse la vida con el ganado. Es uno más en el oeste, no destaca por ser el macho valeroso e infalible de otro tipo de westerns. Y pese a ello, será por la añeja fotografía en color, será por su brevedad o por la valerosa simpleza del guión, "Los cautivos" se ha ganado mi corazón.

El que llega aquí sabiendo un poco de qué va el cine del oeste de Boetticher va a encontrar las razones por las que es reivindicado por cierto sector con buenos motivos, porque el cine de serie B no ha de ser bueno forzosamente por una cuestión de simpatía, sea un western o una película de ciencia-ficción. "Los cautivos" es buena por la dirección, por su dosis de tensión psicológica, por el hecho de extraer tanto de una pequeña historia y por el gran Randolph Scott.

Puede que dentro del extenso territorio que supone este género a Budd Boetticher sólo le pertenezca una pequeña parcela de reconocimiento y que además, "Los cautivos" no esté ni entre las cien películas más destacables. Y pese a su aparente escasa relevancia, es buena porque ofrece un entretenimiento indiscutible.

Seco como el desierto, Randolph vive un cautiverio junto a la mujer de otro con aparente pasividad; calculando sus posibilidades. La mujer evidentemente está indefensa, además de ser engañada y burlada... Hermosa causa de chantaje emocional y efectivo tono argumental.
Los villanos están comandados por el duro Richard Boone, que lleva el contrapeso de la narración con notable interpretación. Un villano con carisma de sobra que incluso tratará de que nos compadezcamos de él. Los villanos son lo importante para que la intranquilidad nos llegue y el film gane enteros. Un villano flojo no impone.
Aunque sea una historia sencilla y corta queda mejor con un director experimentado en este tipo de Western porque sabe de antemano mostrar los hechos correctamente, sin florituras ni adornos ni detalles que sobren. Escueto, recio y entretenido Western.

Una película bien filmada, con un elenco que esta a buen nivel. El "Cara de Viejo" Randolph Scott está muy bien en el rol principal. El trío de villanos, integrado por Richard Boone, Skip Homeier y uno que no he visto nunca trabajar de "bueno", como Henry Silva dotan a esta película de un clima adecuado de tensión e interés. Del Director Budd Boetticher, sólo había revisado "Estación Comanche" quedando con la misma grata impresión que con esta agradable película. La ex Jane de Tarzán, una madura Maureen O'Sullivan en el rol de la esposa del apestoso Willard, es la nota femenina. En conclusión, cinta agradable, bonita fotografía en Color y duración precisa para relatar la historia.

Una frase que dice el granjero, Patrick Brennan, en cierto momento de la película: “Hay ciertas cosas que un hombre no puede dejar de lado”, y que volvería a ser usada por el escritor, Burt Kennedy, en otros de sus guiones (“Six Black Horses”, “Support your Local Gunfighter”…), podría ser la definitiva motivación por la que, aquel buen hombre, hace lo que hace en este llamativo western con el que el director, Budd Boetticher, se anota otro acierto en su carrera.

La frase citada nos lleva hasta el honor -el propio o el de alguien más-, y es bien seguro que, para el afable granjero, ésta vez se trata de su honor, el de los amigos perdidos y, por supuesto, el de la sensible mujer, Doretta Mims, con la que ahora comparte cautiverio. Ante una situación así, se planea el ajuste de cuentas cada minuto, se está dispuesto a arriesgar la vida… y es bien probable que algunas fuerzas del universo se pongan de tu lado.

Tras perder su caballo en una apuesta que hiciera con el ganadero de quien antes fuera su capataz, Pat termina viajando con su amigo cochero, Ed Rintoon, el cual transporta en ese momento a una pareja de recién casados. Pero, los planes de todos van a cambiar cuando caigan en manos de la pandilla de Frank Usher (si en algo se asemeja a, Roderick Usher, el personaje de Poe, es intencional) y un llamativo choque -y también encuentro- de personalidades tendrá lugar desde entonces, permitiendo vislumbrar un poco del alma de cada uno de los personajes.

Se hablará aquí de las ambiciones calladas; de los caminos que se siguen como consecuencia de un duro pasado; de la empatía que puede darse entre dos seres dispares… y también, ciertos destinos truncados ocuparán un sitio en la escena, para dejar al desnudo el absurdo actuar de ciertos seres carcomidos por el odio. ¿Se hará justicia? ¿Recibirá cada quien exactamente lo que se merece? O como a veces pareciera ocurrir, ¿el mal conseguirá salirse con la suya?

Con, <<LOS CAUTIVOS>> -el guion de Kennedy se basa en la historia, “The Captives” de Elmore Leonard-, estamos ante otro western psicológico de esos que, con austeros presupuestos, lograban la trascendencia gracias a la muy alta sensibilidad y al atinado pulso que caracterizara a Boetticher. Uno siente que está ante personajes reales y es muy plausible que, el director, no pretenda ofrecernos distracción de hora y media, sino hacer espacio para que accedamos a la psicología humana, pues, cuanto más se conoce a los demás, más nos conocemos a nosotros mismos.

Calificado reparto encabezado por Randolph Scott, Maureen O’Sullivan, Richard Boone y Henry Silva.

Randolph Scott contaba con 59 años cuando hizo la película y aún conservaba buena planta. Pero este actor, que es uno de los más elegantes a caballo, pierde mucho cuando se baja de él.
Cada actor es lo que es y a éste no se le deben pedir matices en la cara, salvo sonrisa o enfado.
La película es desconcertante en su comienzo y se desdibuja la habitual forma de actuar de Scott. Habla y mantiene conversaciones que luego no importarán demasiado en el transcurrir del film.
Pero tiene un serio problema de doblaje. Pese a contar con actores españoles de valía, en su mayoría conocidos por la televisión de la época, no se cuidan los detalles y todas las voces, estén a 50 metros o en primer plano, son escuchadas al mismo volumen.
Pero es una película de Randolph Scott y eso cuenta. Hay que verla.