Umberto D.

¡Estremecedora y enternecedora! Ocho años después de este "Umberto D.", otro italiano dirigirá una película al mismo nivel de sentimientos y angustia vital enfocadas sobre un hombre viejo, "El cochecito" (Marco Ferreri, España 1960).

"Umberto D." es muy buena película porque nos planta delante de los ojos lo que es la vejez del hombre; da igual que haya sido guapo, listo, con amigos, familia o famoso, la vejez lo desplazará al mero papel de ser humano que estorba. Si encima cuando uno llega a viejo, está solo y sin casa, entonces esa etapa de la vida es torturadoramente angustiosa e infeliz.

¡Genial! la escena sobre la picarezca de los convalencientes para quedarse más días bien cuidados dentro del hospital, con ese "¡Hermana, me podría dar un rosario!". Estupendas todas las secuencias filmadas con el perrito, ya en la que el chucho pide limosna con el sombrero en la boca, ya en la que el can busca y olfatea a su amo cerca del puente, etc.

Si algo nos descubre esta película, a parte de la soledad y el desamparo que significa llegar a viejos para numerosos seres humanos, es la simbiosis y el cariño que se puede llegar a fraguar entre un ser humano en soledad y un animal, sobre todo un perro. En este sentido la película es todo un canto hermosísimo al amigo animal, al amigo perro, que tanto nos alivia el pesar de la vida.

Fej Delvahe

Si os he de ser franco, a mi los perros ni fu ni fa. Quizás por eso mismo no he acabado otorgándole a “Umberto D.” esas nueve o diez estrellitas que, a todas luces, se merece.

Aún así, he de admitir que la peli de De Sica me ha emocionado. Profundamente. Y precisamente por ello no dejo de pensar que si tuviera o hubiera tenido alguna vez un perro el efecto que hubiera generado en mi esta enorme película hubiera sido demoledor. De eso estoy completamente seguro.

Ocho puntazos, pues, para la peli que consagró al neorrealismo italiano como una de las corrientes más trascendentales de la historia del cine y que constató -por si fuera poco- que con un argumento absolutamente cotidiano también era posible conmover al espectador tanto o más que con la mayor de las tragedias.

(Dedicada a todos los miembros de la CMC que me animaron a verla)

Al clasificar las películas por géneros, suelo hacer cinco grandes grupos:

- El "drama fascinante" (Mulholland Drive, Vértigo, Hasta que llegó su hora, El resplandor, Sed de Mal, Apocalypse Now, Viridiana, 2001)

- El "drama emotivo" (Lo que queda del día, Ni uno menos, En el nombre del padre, La lista de Schindler, Obsesión, Los puentes de Madison, Solas, El Pianista)

- El "drama bello" (Medianoche en el jardín del bien y del mal, Lulu on the bridge, Los sueños de Kurosawa, El mundo en sus manos, My fair lady, Corazonada, La diligencia)

- La "película de acción" (La jungla de cristal, Los increíbles, French Connection, Star Wars, Ice Age, Matrix, La guerra de los mundos)

- La "comedia" (Con faldas y a lo loco, Futurama, Misterioso asesinato en Manhattan, Mi tío, Sopa de ganso, El milagro de P.Tinto, Shrek)

Desde luego, los grupos no son cerrados y existen películas que participan de más de uno ("El apartamento": Comedia/Drama emotivo; "El tercer hombre": Drama bello/Drama fascinante; "Cantando bajo la lluvia": Drama bello/Comedia; etc.)

Esta clasificación me resulta muy útil al estar basada en el TONO y no en la temática.

Al ojear mi lista de películas favoritas observé que la mayoría eran "dramas fascinantes". Tal vez sea porque el cine es una sala a oscuras. O porque la mejor película no es la que más te emocionó la primera vez que la viste, sino la décima.

Sin embargo, la "emotiva" Umberto D, con su sutil capacidad poética, de la que carecía, por ejemplo, Rossellini, figura entre ellas.

Umberto D.

Un aura sombría, pesimista, nos permite comprender que al infortunio le gusta asomar la oreja por todas partes. Pero el nivel moral y psicológico del personaje, puesto a prueba por esa sociedad ominosa que lo rodea, demuestra que no es más desgraciado el pobre infeliz vapuleado por la malicia del mundo, sino el que tantas veces demuestra tener más razón. Chaplin (que lamentó no haber sido capaz de rodar la ejemplar transparencia humana que nos ofrenda el doliente "Umberto D.") sollozó, como todos nosotros, viendo esta historia sencilla a primera vista, pero que el gran De Sica convirtió en una obra maestra absoluta. Jamás existirá a nuestra disposición un retrato más perfecto de ese ser humano, envejecido, solitario, y maltratado por una posguerra que, ansiosa por conformar aquel nuevo mundo a los deseos de su flamante sociedad, "no llegaría a conocer más piedad que la de su maldad". Hay simples imágenes (¡imposible resaltar con mayor excelencia la conjunción perfecta de este drama demoledor!) tan desgarradoras que todavía hoy ejercen efectos devastadores en nuestros corazones: Umberto limosneando, y volviendo su mano del envés al primer intento. El perrito Flike sombrero en boca; perdido luego en la perrera y a punto de ser gaseado. Su huida, casi humana, en el intento suicida de su amo. Revestido de humildad, yo conceptúo este film como sobrenatural. Y ahora cuélguenme todos los sambenitos del drama, pero pongan una lámina del Cristo, si quieren, sobre el rostro de Umberto D. No existirá jamás criatura cinematográfica más digna de ser purificada. Como no hay ley divina o humana que nos impida llorar a moco y baba con esta maravilla, que es lo que pasa cuando los deberes del amor que nos debemos los hombres entre sí no hallan hueco en este mundo de imperfección. Visto desde ese prisma, no lo duden! ¡"Umberto D. es su película!" Y que no les remuerda la conciencia al igual que a Charles Chaplin, pensando en cómo no se le había podido ocurrir a él drama tan hermoso, tan irreprochable visión de la impiedad y del victimismo a que nos somete la sociedad, tan sublime disección de una conciencia desesperada, pero capaz de perdonar toda la inmundicia terrenal que nos rodea. ¿Se liberará nuestro hombre imaginando que a la hermosura del alma, la de entonces, siempre la supera la del amor? Vean a Carlo Battisti, genial protagonista de la película (la única que interpretó), en la secuencia final, tratando de recuperar el cariño y la confianza de Flake. Quizás así obtengáis la respuesta. Os lo garantizo, como buen cinéfilo que soy. Una vez saboreado este "Umberto D." (¡y pongo la mano en mi pecho dolorido!), no obtendréis consuelo. ¡Jamás podréis olvidarla!

Hay películas que te dejan sín palabras por lo magníficamente bien conseguidas que están. Pues bien, esta es una de ellas. Fíjense en todos los detalles que puedan al verla, pues está plagada de pequeñas pinceladas de arte.
Piensen en las situaciones que en ella se explican y seguro que podrán traspolarlas a nuestro tiempo y en muchos casos a sus propias vidas ( soledad, vergüenza, desamparo, desidia, egoísmo...).
No quiero explicar nada más, solo aconsejar a todo el que pueda verla, que lo haga! No se arrepentirá.

Lo Peor: Que lo que la película explica, por desgracia esta basado en hechos reales (muchos)

Lo Mejor: Poder reconocer, que al margen de lo maravillosa que es la película en todos los aspectos: técnico, interpretativo... He llorado al verla.