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El salario del crimen

Thriller. Cine negro Mario, hijo de un comisario de policía muerto en acto de servicio, es un honrado y eficaz detective de policía. Instruyendo unas diligencias conoce a la atractiva y ambiciosa Elsa y entre ambos comienza una ilícita y apasionada aventura amorosa. A partir de entonces, los firmes principios de Mario se tambalean y su vida cambia por completo, al supeditarse al superficial y costoso estilo de vida de Elsa. (FILMAFFINITY)
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
9 de junio de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película policíaca de los sesenta, representativa de un tipo de cine y de cineastas, que deseaban y al menos intentaron llevar a la pantalla otras historias que no fueran de cartón piedra llenas de ínfulas nacional-católicas y folclorismo del barato.
Aquí se narra una turbia historia, bien narrada gracias a un estimable guión escrito a seis manos, con interés in-crescendo.
Buenas interpretaciones, sobresaliendo el gran José Bódalo y fluidos diálogos.
Un thriller "a la española", esta vez en términos positivos, resultando una cinta agradable, entretenida y atrayente.
Yo la he visto casi sesenta años tras su estreno y creo que sigue teniendo vigencia, aunque se ve la moralina de la época, pero se puede perdonar.

https://filmsencajatonta.blogspot.com/
Baraka1958
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18 de agosto de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia seria para componer un magnífico ejemplo de cine negro español cuando comenzaba la década de los sesenta y un evidente sentido del fatalismo revoloteaba sobre nuestro Séptimo Arte.
Bien urdida trama de pesquisa policial que se diluye en el aroma elegante de los perfumes caros que utiliza la gente guapa, en las pestañas postizas y en las facturas de los restaurantes de lujo.
Espectacular banda sonora y ajustada producción que realzan la magnífica interpretación de A. Fernández, J. Bódalo y M. Aleixandre que brodan sus respectivos papeles.

Argumento contundente e inesperado que sorprende por su firmeza narrativa aunque las escenas finales desmerecen del resto.
ABSENTA
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11 de octubre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Julio Buchs, muerto prematuramente, era hijo de José Buchs, uno de los pioneros del cine español casi desde los inicios. Y en esta película y en otras demostró un saber hacer por encima de la mayoría de los directores de entonces, cuando se hacía mucho thrillers con más o menos fortuna.
Esta, para empezar, tiene una trama interesante, nada obvia, con inteligentes giros del guión que hace que el suspense dure hasta el final.
Está rodada con sencillez, sin alardes pero de forma siempre verosímil. También los diálogos, salvo algún que otro detalle, están muy cuidados y son creíbles.
Interesante ver a Arturo Fernández en un papel distinto a los muchos que hizo de elegante seductor. Pero más aún destaca José Bódalo, que daba a todo una gran naturalidad . Y muy bien asimismo Manuel Alexandre, uno de los secundarios de primera.
yoparam
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12 de enero de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues no tengo muy claro qué le termina de faltar a esta cinta que no me permite pasar del siete.
Quizá la ausencia de una atmósfera y una fotografía más adecuada que un promisorio inicio convierte en una crónica anunciada que no llega.
Quizá sea él ( Arturo Fernández), al que tan acostumbrados estamos a verle destrozar el corazón de las féminas y al que me cuesta mucho encontrármelo en su papel de hombre encoñado que desciende a los infiernos de la humillación y el patetismo por una suerte de machada consistente en demostrar que puede pagar las facturas de su hembra que sólo gasta Channel nº 5.
O quizá sea ella ( Françoise Brion), a la que me cuesta imaginar como femme capaz de absorber con sus sinuosas artes el cerebro de un hombre al punto de convertirse en droga dura para él.
_ ! Qué clase tiene esta mujer!- afirma un Arturo admirado cuando la ve por primera vez.
Yo no he sentido ese flechazo. Demasiado pop para mi gusto. Yo a esa no le pagaría ni el taxi. ¿Cómo voy a comprender lo que siente Arturo por ella?
Tampoco Manuel Alexandre me resulta adecuado en este papel. Y no sé bien qué pinta ahí.
Sin embargo, la historia me parece magnífica. No hay nada como camelarse a un policía que, además de dejar de husmear donde no debe, sabrá utilizar todos los trucos y experiencias de su oficio para financiar nuestro delito.
Si se les revientan las cañerías, líguense a un fontanero y no tendrán que esperar días y días a las reparaciones. Esto se puede aplicar a todos los gremios.
No, ahora hablando en serio. La trama es buena pues nos conduce por el sendero del camino hacia el crimen que iniciará un honrado policía que aprovechará su experiencia en ese campo para ejecutarlo con maestría. Aunque siempre hay algo que falla y detalles que se olvidan que atraerán a otros seres inmundos a tratar de aprovecharse de la situación.
José Bódalo está excelente. También el secretario del banco. Algunas escenas están resueltas con singular maestría y las relaciones de algunos de sus personajes tienen ecos de " Perdición" y también de " Perversidad". El conjunto es una buena muestra de cine policíaco bien narrado aunque le falta la elegancia inherente a este tipo de cintas. No obstante es muy disfrutable. Que ustedes se lo pasen bien.
Izeta
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13 de enero de 2021
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La secuencia inicial de El salario del crímen (1964), de Julio Buchs, responde ejemplarmente al patrón que solía aplicar Samuel Fuller, sacudir al espectador desde un primer momento con un comienzo percutante que ya le atrape y mantenga en vilo, o tensión, durante el desarrollo del relato. No era exclusiva de Fuller, por supuesto, si se consideran los inicios de John Sturges, o la soberana introducción de una de las cimas del film noir, Agente especial (The big Combo, 1955), de Joseph H Lewis. En el de esta espléndida muestra (ya en sus estertores) del muy reivindicable film noir español entre finales de los 40 y principios de los 60, un grupo de policías, entre los que destaca Mario (Arturo Fernández), moviéndose sigilosamente entre los árboles y las sombras de la noche, cerca una casa en la que está un grupo de delincuentes. Tras el asalto, se produce el tiroteo, pero uno de los delincuentes logra escapar tras acuchillar a uno de los agentes. Mario dispara contra el delincuente, que se aleja corriendo, y la imagen se congela sobre el fulgor del disparo de su pistola. Un detalle que ya marca, o anticipa, otro fulgor, el de la obsesión de Mario por capturar al delincuente fugado, y que se trocará (o desviará) en otro fulgor, el de la fascinación que sentirá por Elsa (Francoise Brion), la dueña de la boutique en la que trabajaba una chica que trató fugazmente a uno de los delincuentes.

De este modo, el perseguidor, un recto representante del orden para quien ser policía es su vocación (lo que debía ser, lo que fueron los que le antecedieron, como su padre, que murió en servicio) se trocará en lo que perseguía. Es fascinante cómo modula Buchs la progresiva caída libre de Mario, aunque al principio parezca querer romper las cadenas que siente se enroscan en su voluntad debido a su atracción por Elsa. Es consciente de que pertenecen a mundos opuestos (su ambiente de relaciones es otro; ella pertenece a una clase con gran poder adquisitivo, lo cual implica un gasto, o una inversión, por el nivel de vida al que ella está acostumbrada, que su sueldo no puede asumir), pero su atracción (que se convertirá en la del abismo) será más poderosa. En una de sus primeras citas, sentados en un café, aparece una pareja de amigos de Elsa y se unen a ellos (en el contrariado gesto de Mario se advierte claramente que lo toma como una interferencia). En la secuencia posterior, en un night club, Mario conversa desganadamente con la mujer mientras observa a Elsa y el hombre (ambos significativamente fuera de campo). Al salir, ambos ya en el coche, Mario provoca una acerada discusión, y da por zanjada la relación. Aunque, posteriormente, cuando le vea con otro hombre en otro bar, no podrá evitar volver a ella, aunque sepa que él, por lo que cobra, no puede mantener el tren de vida al que ella no pretende renunciar. Sabe que esa decisión implica perderse, encadenarse de un modo que ya será difícilmente liberarse porque implica transgredir lo que para él era más importante, por vocación y reverencia a su padre, la ley. Como ella indica, su posición le permite un acceso privilegiado a la rapiña disimulada de los botines requisados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedesolaris
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