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El silencio del mar

Drama Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Durante la ocupación de Francia por las tropas alemanas, un anciano y su sobrina deben compartir alojamiento y convivir con un afable oficial nazi. (FILMAFFINITY)
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
25 de abril de 2013
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la ocupación alemana de Francia, un anciano y su sobrina deben compartir casa y vivencias con un afable oficial nazi,
La ópera prima del gran Melville y la película favorita de Jean Cocteau. Basada en una potente base literaria, toda la nouvelle vague posterior reconoce la influencia de este film.
Melville plantea la película como una falsa dialéctica/diálogo entre las dos posiciones enfrentadas, pues a las palabras/monólogos del oficial nazi (Vernon), repletos de elementos culturales (la música, la literatura) responden el anciano y la sobrina con el más absoluto de los silencios, ignorándolo absolutamente: se trata, pues, de una lectura enfocada a la resistencia mental como la más importante de las resistencias; no obstante, es una obra que, encarnada en la figura del oficial nazi del que Vernon hace una interpretación entre lánguida y sobria a la par que sentida, busca entablar puentes de unión con la máxima de la universalidad de la cultura y de que la aniquilación de ésta se revela como el más grande de los crímenes para una nación: el asesinato de su espíritu, de su alma e identidad.
Melville toma rigurosamente la base literaria y se aleja del conflicto bélico "in situ" para enfrascarse, desde una atmósfera ligera y envolvente, en un enfoque más racionalista y pausado (ambiente idílico, bucólico de sesgo rural). Una película muy buena.
kafka
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16 de julio de 2013
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El silencio del mar” es una película extraña e impactante. Producto del encuentro de dos fuerzas: Melville y Vercors. Este aporta una obra que reúne dos voces: la del oficial alemán y la del francés en cuya casa se hospeda, pero que traducida al cine supone con más claridad la superposición de una voz viva y una voz en off, lo que produce el efecto de que silencio sea más sonoro, más palpable, mas visible, es decir que el silencio se perciba de manera total. El silencio se cierne en la película también sobre el dueño de la casa y su sobrina; indudablemente hablarán entre ellos, pero eso queda fuera de la narración.

En suma, el silencio es protagonista de la película. Aunque acompañado de sonidos y de una breve irrupción de Bach. En su gran parte atribuido al oficial alemán, cuyas pisadas reveladoras de una cojera cobran una especial presencia. Los franceses son puso silencio salvo un tímido “Adieux” final.

La obra de Vercors se escribió en plena ocupación, en tanto que la obra de Melville data ya de 1947. Recoge el sentimiento de la Francia no colaboracionista que se ha visto literalmente arrollada por el ejecito alemán y que opta por continuar luchando por la vía del silencio. Lo que sucede es que en “El silencio del mar” se oponen a estos peculiares resistentes que no dudan en recurrir a la crueldad del silencio un oficial alemán idealista que ama por igual a Alemania y Francia y cree en la amistad final de ambos pueblos. Que durante seis meses, tras una inclinación de cabeza, les desea buenas noches sin recibir ni una mirada. Vercors y Melville, en cualquier caso, para evitar confusiones presentan a un grupo vociferante de oficiales alemanes que responde con exactitud al paradigma del soldado nazi.

Lo que sucede es que, reducido el drama a lo individual, el oficial alemán Werner von Ebrennak termina resultando mucho más humano y defendible que la pareja francesa cuyos nombres ni siquiera se dan a conocer. Eso sí, el primero termina abocado al fracaso personal al incorporarse nuevamente al frente. Pero resulta evidente que también la pareja francesa acaba con una sensación de fracaso personal, más allá de su actitud más o menos patriótica, que no va a ocultar las orgullosas palabras que, al principio de la película, pronuncia, en off, el viejo francés.

La película está muy bien contada. Los actores apenas tienen que reducirse a una austeridad interpretativa, aunque destaca la de Howard Vernon dentro de esa línea de sobriedad. La música acompaña perfectamente los momentos que no ocupan el silencio o los monólogos del alemán. La fotografía y la luz son estables; en todo caso parece sobrar la serie de escenas que reflejan sin mucha necesidad la monumentalidad de París.

En suma una película para no perderse.
RARRA
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30 de enero de 2016
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
EL SILENCIO DEL MAR (1949) me causó una honda impresión. Dirigida por un integrante de la Resistencia francesa tiene que lidiar con la dolorosa y humillante derrota de parte del ocupante alemán en la II Guerra Mundial (1939-1945). Presentar al militar alemán como un hombre cortés, culto y civilizado destruyó en nosotros el estereotipo forjado por años de parte del cine de los vencedores, sobretodo, el estadounidense, en mostrarlos sin apenas humanidad. Aquí se explora la traumática relación entre el ocupante y el ocupado, el dominador y el prisionero. Jean-Pierre Melville es chauvinista como lo fueron todos los europeos en el siglo XX en donde las rivalidades nacionales se exacerbaron hasta niveles exponenciales produciendo dos atroces guerras mundiales. Sólo que Melville quiere mostrar la cara digna y estoica de la víctima que fue Francia, soslayando la parte incómoda que significó la Francia colaboracionista de Vichy con Petain a la cabeza. En la película, inusual por su propuesta y técnicamente sobria, accedemos a un duelo entre alemanes y franceses desde la cortesía y la cultura. El oficial alemán se siente un hombre que cumple con su deber patriótico y apuesta ingenuamente a un “casamiento” espiritual, una especie de reconciliación imposible entre el ganador y el perdedor de la guerra (el enamoramiento o atracción mutua entre él y la sobrina del viejo francés que se asume como su casero forzado es un ideal esquivo y trágico a la vez en torno a las aspiraciones humanas y las circunstancias que lo contrarían). La realidad lo va desengañando hasta comprobar que el proyecto nazi no sólo es imperialista sino también genocida, de ahí su rendición personal, su retirada decepcionante. El francés, el viejo francés, estoico como una roca, al final le increpa acerca de las buenas y malas órdenes militares, las legítimas y aquellas que violan todos los códigos de honor y humanidad más elementales. El gran protagonista de ésta película, casi en los albores de la pre-historia del cine, contemporánea de la muy influyente EL CIUDADANO KANE (1941) de Orson Welles, es la gestualidad visual. No hacen falta las palabras porque los rostros y sus expresiones hablan por sí solos convirtiendo a la cámara en un pincel mágico, una fuente de luz maravillosa. Mellville, debutó en el cine con ésta película, la cuál sería muy influyente en la escuela de la “Nouvelle Vague”. EL SILENCIO DEL MAR es una joya arqueológica de la cinematografía mundial.
bucefalo
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21 de septiembre de 2005
18 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bellísima película acerca de la hipotética y feliz concordia entre pueblos. Minimalismo de Melville, de nuevo los grises de Henri Decae, y la ausencia total de demagogias. De las llamadas otras lecciones de historia.
cassavetes
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14 de enero de 2017
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debut del cineasta Jean Pierre Melville, uno de los pocos directores franceses a los que la nouvelle vague salvó de la quema, y que más influencia ejerció sobre este movimiento.

Se trata de una película extremadamente interesante, una historia que más allá del nazismo, sería la de do naciones, Alemania y Francia, contada con palabras y silencios.

El film es original, con una atmósfera atrayente, misteriosa, casi fantasmal, de lucha entre el ideal y la realidad, con un protagonista Howard Vernon que transmite toda la complejidad de un personaje a quien se le presume complejo pero encerrado, necesitado de calor, pero conocedor de su estigma, congruente consigo mismo, pero incongruente con su realidad, un personaje único e irrepetible encarnado con brillantez, poderío y tensión.

Gran película, gran debut, punto de influencia (Alain Resnais le debe mucho al estilo de este film en sus primeros trabajos), original, ...... vamos puro clásico, que no cabe en una crítica y que merecería todo un libro.
zymu
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