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La noche del ratón

Thriller Sandra ha madrugado, a pesar de las quejas de Álvaro (su novio), porque tiene una reunión de trabajo a la que irá con Jorge, un compañero de trabajo. El trayecto apunta ser apacible, pero las cosas pocas veces suceden como esperamos y en ocasiones la mitad del camino se convierte en el comienzo de una historia diferente. Sandra y Jorge nunca llegarán a la reunión. (FILMAFFINITY)

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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
14 de enero de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La noche del ratón es una cinta española producida con sólo 6.000 euros y rodada íntegramente bajo el crepúsculo de las tierras de Euskadi. Un proyecto liderado por el cineasta David R. Losada, del cual sólo teníamos referencias hasta el momento por sus cortos Enarmonía y 13 Grados. Poco presupuesto y mucha bisoñez que sin embargo no es reflejo de un comienzo estimulante a la par que turbio, cuando Sandra tiene que madrugar para irse a una reunión a varios kilómetros de allí, lo que provoca las quejas de su novio Álvaro. Lamentos que tienen su base lógica cuando posteriormente observemos que Sandra en realidad está teniendo un affair con Jorge, compañero de trabajo y conductor del coche que les llevará hasta la reunión.

Pero pronto descubrimos que La noche del ratón no es un thriller al uso. Aunque ese comienzo sea tan apaciguante como misterioso, seña inequívoca de que algo va a suceder, la cinta no adopta el clásico tono in crescendo que por sus primeros minutos parecía claro vislumbrar. El inevitable cambio de registro se produce de golpe y porrazo, sin jugueteos ni medias tintas, dejando al espectador pasmado en el sentido de que es casi imposible saber la razón de que se haya generado tal situación.

Semejante planteamiento es seña inequívoca de muy buenas artes en la dirección, que consigue crear cierta confusión en el espectador al encontrarse en un terreno donde no sabe muy bien por qué está sucediendo lo que se ve en pantalla, algo que se extiende más allá del comentado giro de guión. Aquí tiene una importancia decisiva la nocturnidad, que de la mano de una banda sonora escasa pero efectiva se convertirá en el verdadero aliciente de la película.

En esta línea, lo que no genera tan buenas impresiones es el guión. Durante el primer tramo de cinta, parece pecar de una construcción bastante simple que, sin embargo, casa bien con la ambientación de las primeras escenas. Sin embargo, el transcurso de los minutos deja entrever que quiere ir un paso más allá. Ante la dificultad que siempre entrañan las películas de escenarios escasos, Losada apuesta por ir renovando las situaciones que aparecen en pantalla con el objetivo que la tensión no decaiga casi en ningún momento. Pero sólo lo logra a medias, ya que avanzado el film, La noche del ratón deja la sensación de no haber avanzado en exceso desde su planteamiento inicial.

Precisamente al ambientarse la película en pocos escenarios, goza de una importancia clave la faceta actoral. Pero esta se encuentra ciertamente descompensada ya que, mientras Miriam Cabeza (a la que hemos visto en varias series y programas televisivos, como Vaya semanita) realiza una interpretación casi de notable, el actor protagonista Unai García no aporta a la configuración de su personaje toda la solidez que debería, una circunstancia que muy probablemente se pueda achacar al hecho de que a su papel le hacía falta ir un paso más allá. Dicho de otro modo: Losada caracteriza a su protagonista como el clásico personaje “pardillo” de esta clase de cine, buscando que el espectador se identifique fácilmente con él y que así crezca la tensión. Buena idea en la teoría pero lo cierto es que, en la práctica, el repertorio gestual de García queda en exceso teatralizado.

Sin ánimo de destripar lo más mínimo sobre el devenir de la cinta, es ineludible mencionar que el final no gustará a mucha gente. Servidor entenderá al que se cabree con semejante desenlace, pero lo cierto es que no le va del todo mal al sentido general de la película, ya que ofrece un resultado consecuente con lo que propone. La noche del ratón culmina así como una buena piedra de toque para conocer el interesante estilo de su director, una cinta que sólo se ve constreñida por un apretado presupuesto pero que reúne alicientes de sobra como para prestarla atención durante y después de su visionado.


Álvaro Casanova - @Alvcasanova
Crítica para www.cinemaldito.com (@CineMaldito)
Kasanovic
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29 de noviembre de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La experiencia de ver de una película como esta, creada con un presupuesto limitado, tan claustrofóbica y centrada en un solo escenario, ya es de por sí considerablemente diferente a la que nos aporta la mayor parte del cine que habitualmente consumimos. Si a esto se añade que uno ha estado bastantes veces físicamente en el lugar donde se desarrollan la mayor parte de las escenas, conoce bien gran parte de los entornos circundantes también reflejados en la película, tiene un tipo de trabajo similar al de los protagonistas, y una edad parecida, y se le añade un visionado de madrugada, en línea con el horario de la propia película, la vivencia se convierte en algo aún más personal. La atmósfera del silencio nocturno, de los madrugones o los trasnoches, de las luces urbanas de un entorno geográfico bien conocido, los túneles, los trayectos en coche y conversaciones, el ir y venir de mensajes en los móviles… trae un conjunto de sensaciones nocturnas muy familiares, esa sensación del insomne o madrugador en medio de la ciudad dormida. Son sensaciones diversas y disfrutables en la primera parte de la película y adquieren tintes más opresivos desde el momento en que la película aterriza de repente en el que va a ser su escenario principal. Uno hubiera preferido seguir sabiendo más de la peculiar y por momentos cómica relación de los protagonistas, pero pronto la película se transforma en otra cosa.

La sensación es que la idea central de la película es aprovechar al máximo un presupuesto y escenario mínimo para generar (y estirar) la mayor tensión posible. Al principio, esta fase de tensión y suspense obliga al espectador a intentar encontrar conexiones con la situación personal de los protagonistas, que expliquen cómo y por qué se ha podido llegar a la nueva situación de tensión. Después, ese elemento intrigante se va olvidando y los objetos cobran protagonismo. El diálogo de dos actores con registros interesantes da paso a una situación en la que uno de ellos cambia completamente de rol al verse atrapado en una situación límite como las que a todos algún día pueden sucedernos, sacándonos del “yo” que conocemos habitualmente. El resultado no es afortunado, y en parte es culpa del actor, pero también de la situación encorsetada y tensa en que se ve inmerso, donde se pierde prácticamente del todo el aliciente de los diálogos (que luego resultan ásperos, inconexos y a ratos absurdos, cada vez que, de vez en cuando, reaparecen), las limitaciones de espacio, que más que aportar al realismo de la situación claustrofóbica nos remiten a sensaciones del prosaico sinsentido de los objetos materiales. Esto sucede sin conseguir los simbolismos y patetismos que aporta esa cotidianeidad de la sociedad de consumo cuando se ve grotescamente trastocada en trágica por algún hecho violento, recursos que en pequeñas dosis a veces resultan interesantes y significativos en otras películas de este estilo. Se abusa de esta vacuedad cotidiana de los objetos de manera bastante cargante –también lo es la banda sonora, pero pasa más desapercibida que lo anterior-.

También pesa en contra seguramente el hecho de que el aspecto físico del actor no cuadra con el tipo de actor o actriz que solemos ver inmerso en este tipo de situaciones en thrillers, películas de terror o similares. Este actor tiene también unos rasgos faciales muy rotundos –yo diría que más propios del típico secundario de comedia española- que añadidos a la tensión y el sufrimiento, y a la constante presencia de los sórdidos objetos cotidianos, muertos de asco en medio de la nocturnidad, resultan en una sensación de extrañeza y a ratos de comicidad inoportuna. El patetismo y ansiedad crece a medida que desfilan los elementos materiales que el protagonista intenta utilizar a su favor, y que “no obedecen”, debido a las graves limitaciones en las que el protagonista se encuentra.

La mezcla entre el tremendismo trágico de determinados hechos, por momentos cargado de verosimilitud (no tanto por lo conseguido de las imágenes sino por lo bien que sabemos que este tipo de situaciones de tensión –o similares, aunque no tan forzadas- suceden a menudo en el mundo de hoy) y el micro-patetismo de agónica comicidad en este bucle de recursos (que son recursos fílmicos del director a la par que recursos del protagonista para salir de la situación que se le plantea) genera una contradicción algo absurda, que en esta película no funciona adecuadamente. El director despliega recursos fílmicos con pocos recursos materiales y técnicos, que probablemente merecerán a ratos valoraciones positivas por parte de profesionales del cine, pero resultan algo asfixiantes para el espectador. La iluminación resulta visualmente desagradable, mientras que cuando esta casi no existe, se produce otro efecto negativo como es el refuerzo del adormecimiento en diversas fases, a lo cual no ayudan algunos movimientos de cámara bastante mareantes. Los personajes secundarios resultan considerablemente patéticos, y generan desagrado más que interés.

En la recta final se produce un nuevo hecho clave que explica en parte cómo se gestó la situación de tensión, pero sin dar una solución concluyente, de modo que vuelve el espectador a analizar la situación quedando en un decepcionante punto muerto por falta de datos coherentes. Lo mismo sucede con los hechos finales, que no obstante sí que abren la puerta a una reflexión amarga y pesimista, de cierto interés, que podemos vincular con la a día de hoy cada vez más habitual situación personal y emocional contradictoria e incómoda en que viven los protagonistas.
criticonstructivo
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2 de enero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi esta película y pensé que me estaban tomando el pelo. He visto películas malas en mi vida, pero esta sin duda se lleva el premio a la peor. Aburrida, no aporta nada, actores pésimos, planos mal hechos. Es repetitiva hasta la extenuación. El tiempo es finito, por favor, la vida es demasiado corta como para ver este material tan deleznable.
Delphine
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14 de julio de 2016
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Floja. Es una pena, porque la trama da para mucho más. Dirección flojita. No hay acción, no se, algo que te enganche a la peli. Interpretaciones correctas y nada más. Prescindible.
fernando mora lópez
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31 de enero de 2015
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
He tenido la oportunidad de ver este film en el festival de cine de Santa Barbara. Definitivamente he de afirmar que los festivales norteamericanos ya no son lo que fueron. No se cual ha sido el criterio para seleccionar los films, pero me ha parecido que no se ha hecho atendiendo a la calidad. La pelicula "La noche del ratón" me ha parecido mala a más no poder. La dirección parece amateur. La actriz protagonista (Miriam Cabeza) esta medianamente bien pero el actor protagonista da verguenza ajena. El guión no es para echar cohetes. Vamos que no merece la pena perder el tiempo con esta pelicula y mucho menos con estos festivales.
Charly83
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