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Marguerite Duras. París 1944

Drama Narra la historia de la escritora francesa Marguerite Duras durante la ocupación alemana de Francia. Año 1944, la joven y brillante escritora participa activamente en la Resistencia junto con su marido, Robert Antelme. Cuando Robert es deportado por la Gestapo, Marguerite se embarca en una lucha desesperada para conseguir que regrese. Entabla una inquietante relación con el colaboracionista Rabier y corre grandes riesgos para salvar a ... [+]
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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
27 de septiembre de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia ambientada en la II Guerra Mundial y que sin embargo se las apaña para no coincidir con los defectos de las típicas producciones de este tipo. Y tampoco con sus virtudes. No hay simplismo y efectismo, y tampoco la desbordante emoción a flor de piel que este tipo de relatos suele ofrecer.

Las intenciones de Finkiel (y supongo que también las de Duras) son más metafísicas y menos tangibles. Hay cierto aire existencialista en su tono, las cosas no son buenas o malas por sí mismas, muchas veces depende de los ojos con la que son vistas. El policía Rabier es ciertamente manipulador pero sincero a su manera, claro en sus elecciones morales e incluso honesto en su interés por lo que Marguerite representa, el mundo de los libros y la cultura. Marguerite por su parte es estoica, pero reservada hasta el punto que puede resultar arisca. Nada tiene que ver con el estereotipo de heroína virginal necesario para acceder a los territorios más emocionales y ayudar a digerir hechos duros y desapacibles. Tampoco se encuentran emociones de una pieza, un amor puro y mendaz, pasión inquebrantable que sólo abunda en un plano idealizado.

La narración imita en cierta forma la escritura obsesiva que esboza círculos concéntricos, escenas que escasos avances narrativos y que reinciden en momentos similares para escenificar la sensación laberíntica de la espera, la cabeza que se repliega de forma insistente sobre unas mismas ideas e imágenes. Lo real y lo imaginado se fusionan y a la larga el desgaste de la tensión y la desesperación rajan el velo de ilusión con el que contemplamos el mundo y que sin duda es importante para sobrevivir y avanzar. Esas son para mí las intenciones aquí abordadas. Hay trasfondo histórico pero en verdad lo que importa es como de forma progresiva la mente se disuelve y termina perdiendo afecto por aquello que nos hace sufrir. De ahí que ese ritmo, de contenida intensidad y morosa cadencia, encaje perfecto con el fondo de lo narrado y modulen el tono hasta conseguir plasmar de forma muy verosímil la atmósfera mental de la narradora.

En conjunto una atípica producción histórica a la que hay que saber apreciar por sus verdaderas intenciones y como se aventura en materializar sensaciones e ideas muy evanescentes, realidades psicológicas difíciles de definir y sin embargo muy presentes en nuestra vida mental. Como si quisiera pintar un mar de hastío. Aún habiendo visto numerosas adaptaciones de la obra de Duras e incluso visionado algunos de los experimentos audiovisuales de la autora, no me esperaba una película tan valiente y sutil que además cuenta con una meritoria interpretación de Mélanie Thierry.
Jean Ra
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20 de junio de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una de sus acepciones la RAE define el dolor como “un sentimiento de pena y congoja”, pero seguramente si se preguntase a Marguerite Duras ésta podría aportar más riqueza a la definición. Sin duda, después de visionar Marguerite Duras. París 1944 (Emmanuel Finkiel, 2017) uno sale con la sensación de haber experimentado el dolor más agudo, profundo y gris del mundo. Respecto a su trama, la película está basada en la obra de la propia Marguerite Duras, El dolor, y nos cuenta la angustiosa espera que tuvo que sufrir la escritora tras la deportación de su marido, Robert Antelme, que como ella luchaba en la resistencia frente a la ocupación nazi. Es interesante como la cinta hace hincapié en el sufrimiento de aquellos que están a la espera. Personas que no sufren en primera persona la ira de los nazis, en este caso, pero que no por ello lo tienen más fácil. Muy al contrario, posiblemente Marguerite hubiera preferido ser deportada al igual que su marido. De hecho son varios los momentos en los que se odia a sí misma por estar sana y salva o por quedar en un restaurante en el que abunda la comida, cuando sabe que su marido estará pasando un sinfín de penurias.
No obstante, el dolor que sufre la protagonista es de una intensidad pocas veces vista en el cine. Eso sí, un dolor interior que solamente en las últimas secuencias de la cinta aflora desaforadamente a su rostro. A todo esto se añade la soledad del personaje, que aunque tiene muchos compañeros de batalla e incluso un amante, no encuentra una persona con la que abrirse de forma sincera. Por eso quizás Marguerite tiene esa necesidad constante de verbalizar su dolor, que el realizador decide recoger a través de una voz en off. Aunque lo más curioso es la escisión que la protagonista sufre en varias ocasiones, lo que hace aumentar la sensación de que se está presenciando un relato espectral. De alguna forma en Marguerite parece que se dan cita tanto la mujer que espera, como la que se deja llevar por la desesperación. Por otro lado, algo normal si uno para a imaginarse todo por lo que tiene que pasar esta mujer.
Al mismo tiempo merece unas líneas la relación que Marguerite establece con el nazi, responsable de la detención de su marido, ante la posibilidad de que interceda por él. En ningún momento se saben las verdaderas intenciones del policía nazi, del que sabemos poco. Ante la cámara se nos presenta como un hombre extasiado por la obra y la inteligencia de Duras, pero nosotros no podemos evitar preguntarnos si un monstruo es capaz de desarrollar algún sentimiento artístico. Por ello la ambigüedad preside toda la relación y ambos van a escindirse para así evitar que sus cartas sean descubiertas.
En cuanto al estilo, la cinta recrea bien un ambiente tenso y opresor a base de muchos tonos grises y multitud de planos cortos, en los que la actriz Melanie Thierry se luce. Sin embargo, la cinta carece de ritmo y tiene que luchar contra un metraje excesivo. Son muchas las vueltas que se dan sobre lo mismo, sin llegar a una conclusión, provocando un fuerte hastío en el espectador que su academicismo formal tampoco mitiga. La machacona voz en off resulta poética, pero extenuante, si se pretende acercar la obra de Duras al gran público. Y por mucho que su personaje femenino tenga una determinación y un interés innegable, se echan en falta alguna otra trama menor que enriquezca la historia que vista en el papel podría haber sido fascinante.
Laura Acosta
planoamericano.wordpress.com
Laura
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23 de junio de 2018
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
. El dolor. Emmanuel Finkiel realiza esta película sobre la base de las anotaciones que la escritora francesa recogió tras el arresto y deportación de su esposo por la Gestapo durante la ocupación alemana. La voz que narra predomina sobre las interpretaciones que acompañan bien el tono triste del drama. El proceso mental que produce el desgaste de la esperanza de recuperar a su esposo establece el hilo conductor. El que espera desespera reza un refrán popular. La desesperación determina un dolor profundo porque el mudo presente y futuro se desnaturaliza ante la falta del impulso que otorga lo que se espera. Organizamos nuestro sentido de la vida desde la meta, el deseo, el sueño, en fin, la esperanza. Nuestra vida, contemplada desde esta perspectiva, está formada de la misma materia que los sueños. Es polvo de estrellas. Pero la esperanza es una virtud que se agota. En su extenuación trasforma las emociones y los recuerdos derivando hacia el mito y acaba cuestionando las relaciones presentes. Puede ser nociva para la vida de aquí ahora. Lo peor para la esperanza es su formal cumplimiento. Lo que se esperaba ha sido tan modificado que cuando llega decepciona, no puede con la carga que la angustiada fantasía ha puesto a sus espaldas. Requiere de otro salto hacia el vacío.
JRBoxó
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21 de octubre de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando ves que una película recurre casi todo el tiempo a la voz en off, malo. El cine es visual, no se puede contar con palabras, en esta película, solo vemos el rostro de ella, casi todo el rato. Ella intentando interpretar una persona rota, y no lo hace mal, pero es que hacerlo durante la eterna duración de esta película es muy difícil si solo te apoyas en el off.

La película es demasiado larga. No se apoya en nada. Tiene muchos puntos para usar, pero no coge ninguno, se vuelve demasiado intimista para esa duración.

Los actores están bien, pero es que no hay más. La mejor es la madre de la niña, me ha encantado. Pero claro tiene un papel corto.

La iluminación hace lo que puede, sin ser suficiente. No llega a ser buena pero al menos intenta meterte en la época

La dirección es que no es buena. Es un uso abusivo del plano corto. A veces hace incluso planos feos por intentar cerrar tanto el plano. Habiendo conseguido una localización y ambientación tan buenas es una pena no abrir más el plano. Solo consigue hacer una película, lejana, distante. Es aburrida.

Me ha decepcionado, me gustan las películas de nazis pero esta no llega
Andres Camara
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20 de junio de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Duras, que en paz descanse, era de un complejo narcisismo, presente en muchas de sus obras.
Esta película está basada en una de ellas y llega a decir que le da vergüenza pensar lo bien que estaba escrita.
Han deportado al marido (pero tenía además un amante al menos part time) y lo espera ansiosa.
Esa es toda la película que se alarga por más de dos horas, con una voz en off que llega a resultar cansina.
Mélanie Thierry cumple en presentar de modo aburrido la nouvelle pétulance de la escritora.
Estamos en 1944 y escribía que cuando él volviera ella moriría. Vivió hasta 1996.
yoparam
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