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Siempre juntos (Benzinho)

Drama. Comedia Irene es una ama de casa de Rio de Janeiro, que tiene cuatro hijos y ha acogido a su hermana y su sobrino, víctimas de malos tratos. Junto a su marido forman un clan muy unido pero han de lidiar con muchos problemas en su día a día. (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
12 de agosto de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo del cine de autor en Europa se viene abriendo notoriamente al audiovisual latinoamericano en sus festivales y carteleras. El festival de cine de Málaga, de hecho, incluye desde este año películas latinoamericanas en su competición oficial. La película que nos ocupa, última apuesta de distribución de Bteam pictures, es una película brasileña que ganó el premio a Mejor Película Iberoamericana en la última edición de Málaga, y que ha sido recibida con apoyo y entusiasmo crítico. Hablamos de Benzinho, segunda película de Gustavo Pizzi. Filme que muy probablemente habría dejado pasar en otro mes más apretado, pero que acepté de buen grado debido a la carencia de alternativas de peso. Atraídos, además, por su nacionalidad y por la opinión positiva de Jorge Fernández-Mayoralas. No en vano, en este medio procuramos y deseamos estar abiertos a todo tipo de géneros y estilos, y cubrimos los estrenos de las películas sean de la nacionalidad que sean y esté su temática cercana o no a nuestros intereses. Por ello, aunque no pude disfrutar de este filme en el pase de prensa de Bteam Pictures, acudí a visionarla en los Cines Renoir Plaza de España en buena compañía. Cercano estaba su estreno, y todavía se había hablado poco de ella como para que tuviésemos cosas que aportar. Y el filme que se descubrió ante nuestros ojos nos brindó una experiencia optimista y entrañable, pero también lejana a la fascinación. Costumbrismo alegre y cómico interpretado y filmado con gusto, pero sin el añadido de chispa y brío que lograría que calase, tanto en las imágenes como en las emociones. Buena película, que se queda a medio camino de llegar a algo más en todos sus frentes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Néstor Juez
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4 de enero de 2019
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toda la película es un caos de gritos, conversaciones absurdas atropelladas y balbuceos varios por parte, únicamente, de una repugnante familia numerosa de anormales encabezados por una madre insoportable de un chabacanismo pasota que irrita hasta la médula.
El padre es un gordito tonto que recuerda al fantasma mocoso de "Los cazafantasmas" cuyos comentarios son, si cabe, de lo más intrascendente y, el resto de la familia, personajes de lo más tontobobo que no aportan ni pizca de desarrollo al conjunto.
¿Comedia? Yo flipo con los críticos pseudo-entendidos. No sonríes ni una vez. Solo esperas a que termine la secuencia caótica par que empiece la siguiente ,con la esperanza, del todo mermada, de que la siguiente sea más interesante.
Una pesadilla aguantar hasta el final. Cero identificación con esta familia de lo más irritante. Cero drama, emotividad o arraigo con ninguno de los personajes.
Otra broma pesada de los "super" críticos. Una hora y media perdida para acabar solo con dolor de cabeza y mala leche.
SHOCK
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22 de abril de 2018
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quiero realizar un análisis diferente del que ha realizado la crítica acerca de la película brasileña donde se ha insistido en dos aspectos: la familia y dentro de ella la poderosa figura de la madre, cuya energía nace de la fragilidad de la situación. De hecho, tras su participación en el festival de Sundance, esta cinta fue galardonada con la Biznaga de oro a la Mejor película iberoamericana en la 21ª edición del Festival de Málaga, lo fue también con la Biznaga de plata al Premio especial del jurado de la crítica en base a los siguientes argumentos, que copio literalmente: “su emotiva aproximación a la familia y por su capacidad de conmover sin caer en los sentimentalismos, y por su mirada femenina llena de verdad”.
Y uno comparte esos argumentos, pero creo que hay algo más, de lo que podemos destacar en primer lugar la barrera cada vez más difusa entre la ficción y el documental. Los documentales tienden a convertirse en nuestros días en docudramas con un cierto hilo argumental en su desarrollo y las ficciones miran con ojos cada vez más golositos las posibilidades del documental en cuanto referentes de la realidad. No necesitamos salirnos del arriba mencionado Festival de Málaga para descubrir el magnífico largometraje Casa Coraggio (2017), de Baltazar Tokman, un director que ha hecho carrera en los documentales y que se ha aventurado al mundo de la ficción aplicando técnicas fílmicas que pertenecen a su experiencia previa y logrando una película donde las influencias mutuas entre realidad y ficción son constantes. Señalar que esta cinta fue galardonada con la Biznaga de plata a la Mejor película iberoamericana en Zonazine y que a los organizadores de esta sección les costó trabajo decidir si se trataba de un documental o de una ficción.
Hay un marcado esfuerzo en el cine de ficción contemporáneo por acercarse a la realidad tal cual sin apoyarse en una narración inventada, como es el caso del conocido neorrealismo italiano, sino incorporando elementos narrativos a la vida cotidiana para mejor resaltar los aspectos que se quieren destacar. Un caso muy curioso a respecto es el de la cinta cubana Sergio & Sergéi (2017), de Ernesto Daranas, Premio del jurado joven al mejor largometraje de la sección oficial del tantas veces mencionado Festival de Málaga, y donde se parte de un hecho real para componer una sátira de lo que fue la situación en la isla caribeña en los momentos inmediatamente posteriores a la desaparición de la Unión Soviética.
Pero no es sólo un caso de “intrusismo” técnico de la ficción en el documental, y viceversa, a lo que asistimos en el cine en estos momentos, es que las temáticas también son similares, pues ambos, largometrajes y documentales han puesto el foco en las cuestiones cotidianas que nos rodean. No es ya la génesis de las cuevas de Nerja, por ejemplo, lo que interesa a los realizadores documentales, sino la problemática de las personas transexuales o los mendigos en Seattle. No son ya las puestas en escena épicas lo que se ve en los largometrajes de los Festivales (lo de las salas en los centros comerciales es otra cosa). Díficilmente Ivanhoe o Robin Hood llegarán al Festival de Málaga, ya que nos estamos moviendo alrededor de este certamen recién concluido, sino los deshaucios o la emigración impuesta a los jóvenes para buscar un futuro laboral en otro país de la Unión Europea. Muy pocas producciones de época o fantasía pura se ven en los grandes acontecimientos cinematográficos del mundo. Alguna hay, lo admito, y el caso más inminente es el de La forma del agua (2017), de Guillermo del Toro, que también fue homenajeado en el festival malagueño, pero otro tipo de películas se han impuesto en nuestros días.
Los guiones han perdido el valor argumental que les caracterizaba en los así llamados años dorados de la fábrica de sueños. Ya no se hilvanan acciones para desarrollar una historia en sentido propio, sino que son las cuestiones candentes de nuestro tiempo lo que se plasma en la pantalla, desarrolladas de manera discontinua, como fogonazos de la realidad.
Y todo lo anterior sería aplicable a Benzinho, que goza de un enorme valor expositivo, como también disfruta The Florida Project, con quien también comparte otra cuestión y es el ambientar la trama en uno de los epicentros del turismo brasileño, es decir, la ciudad de Petrópolis, a cuya sombra las familias malviven, se hacinan, cuando el filme de Baker sitúa la acción junto al parque de la Disney en Florida. Pero además, Petrópolis fue una ciudad imperial inventada por el emperador Pedro I en el primer tercio del siglo XIX, puesto que, como ya sabemos, el colonialismo en Brasil no se resolvió en repúblicas, según aconteció en las posesiones hispanas (lo del emperador Maximiliano en México fue un anacronismo fugaz).
Gustavo Pizzi pasó su infancia en Petrópolis, pero ya nos aclararon en la rueda de prensa que Benzinho no tiene valor autobiográfico. Considero por ello que estamos sin duda asistiendo en esta película a una metáfora de la descomposición de la sociedad brasileña, donde la vida no se despliega a golpe de samba, sino más bien bajo lamentos de blues. No puede casual que la casa donde mora la familia que se retrata se halla en permanente estado de desmoronamiento y la nueva que quieren construir con muy torpes fundamentos no pasa de una quimera remota.
Sin embargo, sí hay algo que distingue radicalmente Benzinho de The Florida Project y es que frente a las vidas detenidas que aquí se muestran, el filme brasileño ofrece la imagen de una familia como un avispero, en constante movimiento, entre otras cosas quizá porque nadie tiene un sitio fijo en esa casa: hay más personas que rincones, lo cual es una característica de las familias humildes cuyo espacio vital se reduce a lo mínimo. Si utilizáramos un símil astronómico, diríamos que la familia en esta cinta es como los cuerpos celestes, que han de estar en constante movimiento para no caerse.
Fco Javier Rodríguez Barranco
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10 de abril de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprende y aviva el sentimiento de quienes la ven sin esperar nada a cambio. Es de esas películas que desde el silencio arruga todo aquello que tiene pasión. No deja indiferente esa silenciosa marcha, continua y sin descanso, de radiografiar a una familia, a una sociedad y todas sus interacciones. Esa forma sutil de explicar el amor, el cariño y los sentimientos de los padres con sus hijos y esas diferentes, anómalas a la vez que normales y habituales formas de relacionarse entre ellos, que rezuman naturalidad por todos sus poros. Además, sucintamente, nos introduce en unos hábitos sociales estandarizados sin apenas darnos cuenta. Se nos explica con liviano tratamiento un pensamiento, una forma de sentir y de enfrentarse a las realidades. Esas ansias de crecer y de cómo crecer es la magia del guion. Es una marcha que desestabiliza, pero que expresa con cariño y vehemencia una realidad que nos llena y nos corre por las venas. Es una explosión de realidad viva y de sentimiento sin explicación.
Bolseiro
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6 de agosto de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay un país en el continente americano que en los últimos años esté ofreciendo un cine de calidad y diferente es el brasileño y un ejemplo es esta pequeña película en cuanto a presupuesto, y que sin ser una producción exclusivamente brasileña, ya que también tiene apoyo económico de Uruguay y Brasil, tanto el reparto como los técnicos, directores y guionistas son de ese país. La película cuenta una historia poco original, ya que en el género dramático estamos acostumbrados a historias de familias con problemas económicos y que tienen que reinventarse para sobrevivir, pero la diferencia con otras películas sudamericanas o europeas con temáticas similar es que lo hace de manera creíble, y con unos personajes entrañables que están muy bien interpretados, y que el guion es magnífico ofreciendo los elementos necesarios para construir una historia sencilla, directa y que tiene pocos giros, ya que prefiere dejar fluir los problemas de los personajes que se mueven con naturalidad.

En ese periodo de poco más de un mes en donde se desarrolla la historia comprendemos cada una de las motivaciones, las angustias y las soluciones a esos traumas creados en muchos casos por intentar mantener a la familia unida.
La propuesta se presentó en el pasado festival de Sundance en donde tuvo una buena acogida y posteriormente formó parte de la sección oficial del festival de Málaga en donde recibió 3 premios, el premio especial del jurado, el de mejor película iberoamericana y el Feroz de la crítica. Una vez estrenada en los cines españoles y después de verla he comprendido las buenas críticas de la prensa y público asistente al festival de la capital de la Costa del Sol, y he salido reflexionando sobre muchas situaciones planteadas y lo que podría ser el futuro de esa familia formada por Irene, su marido Klaus y sus 4 hijos: Fernando, el portero de balonmano, Rodrigo, que toca la Tuba en la banda municipal, y los dos más pequeños y gemelos Mateus y Fabinho.

Esa familia en donde la protagonista trabaja como vendedora ambulante y él es el propietario de una papelería a la que cada día acude menos gente, termina acogiendo en su casa que se cae a pedazos a Sônia, la hermana de Irene, y su hijo Thiago, que están escondidos ante la amenaza por parte de Alan, el padre del niño y marido de Sônia, y que se vuelve violento y agresivo cada vez que consume alcohol.
El panorama no es muy optimista y lo que debería ser una noticia positiva, con el fichaje del hijo mayor por un equipo de balonmano alemán, termina siendo un tema de confrontación más ante la manera diferente de reaccionar ante esa noticia, que conocemos en los minutos iniciales, por parte del padre y la madre del adolescente, y que en el fondo es un McGuffin, ya que ese tema estará presente a lo largo de todo el metraje como un elemento más para mostrar la desestructuración familiar tan habitual en la sociedad moderna y al difícil supervivencia por parte de muchas familias de clase media que tienen que reinventarse a diario e innovar en los negocios para no verse inmersos en una situación de quiebra.

La historia se desarrolla en Petrópolis, una ciudad situada a 68 Km de Río de Janeiro, y cuenta con un guion muy bien trabajado en donde hay unas cuantas situaciones sorprendentes, y se apoya en las interpretaciones de todo el reparto, sobre todo de su protagonista Karine Teles, que está magnífica como Irene, y que es conocida por sus papeles en películas como " El lobo detrás de la puerta ( 2013 ) " y " Una segunda madre ( 2015 ) ". La actriz brasileña, que además es coguionista junto al director Gustavo Pizzi ( en su segundo largometraje de ficción ), sabe llevar el peso de un personaje complejo y con una interpretación llena de matices. También destacan Adriana Esteves como su hermana Sônia, Otávio Müller como Klaus y el joven Konstantinos Sarris en el de Fernando. La música compuesta por Dany Roland, Pedro Sá y Maximiliano Silveira y la canción que suena en los títulos de crédito finales son los otros aspectos positivos de una película emotiva, con unos diálogos directos y sinceros y que recomiendo a los aficionados al cine dramático familiar portugués, brasileño o europeo.

LO MEJOR: El guion. La actuación de Karine Teles.
LO PEOR: Algunos personajes no están bien desarrollados.

Pueden leer esta crítica con imágenes y contenidos adicionales en: http://www.filmdreams.net y http://habladecine.com
WILLY74
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