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Cuento de otoño

Romance. Drama Isabelle y Magali son dos amigas que viven en un valle de la Provenza. Isabelle se ha empeñado en casar a Magali, que está viuda y se ha quedado sola tras la marcha de sus hijos, razón por la cual recurre a los anuncios por palabras. (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
18 de enero de 2010
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Cuento de Otoño” (1998) Éric Rohmer

Era la primera vez que me enfrentaba a una de las películas de este (cito) “pintor de sensaciones”. La tinta de los periódicos que hicieron eco de su fallecimiento sigue fresca. Es muy difícil juzgar en esta situación la obra de un artista (de un “maestro”, según encabezaron todas las reseñas).
“Cuentos de las cuatro estaciones” es una de esas sagas europeas que poco tienen que ver con las secuelas hollywodienses. Aquí la continuidad de un título no depende de la recaudación ni de estrategias de mercado; este tipo de franquicias se atiene a la reflexión alrededor de un tema o un concepto por parte de un autor. Así, combatiendo la sombra de ilustres como Kieslowski (Tres Colores), Haneke (Trilogía Glaciar) o Von Trier (Trilogía de Los Corazones de Oro), Rohmer habla del amor y el engaño a través de personajes que se relacionan en diferentes épocas del año. “Cuento de Otoño” cierra el ciclo.
La campiña francesa es para Rohmer como su cine: un mundo de mujeres. Los hombres están relegados a un segundo término, por detrás de la naturaleza. Ya en los primeros minutos el autor reescribe un pasaje bíblico en El Edén. Dos mujeres, Eva (Isabelle) y Eva (Magali), se desnudan (emocionalmente) mientras pasean en comunión con el paraje. Hay una tensión sexual en las caricias a las viñas, las ramas se agarran a la ropa. Magali no solo come del fruto sino que lo cultiva, defiende lo salvaje (no quita las retamas porque no quiere utilizar productos químicos) y se considera más “una artesana que una explotadora” (¡al habla el propio Rohmer!); además, en su retiro, no explota la tierra, la reverencia (todo un manifiesto ecologista).
Y se siente sola.
Isabelle tiene un matrimonio secular. Se propone ayudar a Magali en la búsqueda de un hombre. Pero se ve que no entendió bien el manual para la buena Celestina y tantea en persona a uno de los candidatos. Por otra banda, Rosine, yerna de Magali, invita a su exnovio (un cuarentón sucumbido a sus encantos de lolita) a conquistar a su suegra.
Pero en esta maraña de relaciones hay un vector común. Todos, solitarios, sienten algo por Magali y la convierten en su centro emocional. Personifican en ella su propia soledad. Véase desde la curiosidad de sus pretendientes masculinos al negado afecto materno-filial de Rosine o el extraño cariño ¿lésbico? de Isabelle en su crisis de los cuarenta.
(SIGUE SIN SPOILERS)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Fernando Polanco
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1 de agosto de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Relajante, serena, equilibrada y con encanto.
Así es la película de Rohmer para cerrar sus "Cuentos de las cuatro estaciones".

En "Cuento de primavera" la amistad de dos mujeres de distinta edad hacía que una de ellas buscara una nueva pareja a su amiga. Aquí se repite la jugada pero, además, otra amiga distinta (esta vez de parecida edad) también va a intentar emparejarla. Como consecuencia de ello aparecerán dos "pretendientes" para la misma mujer.
El color dorado del otoño y la vendimia de septiembre son las referencias a la estación que más veces aparecen. ¿Tal vez como referencia a la madurez de los protagonistas? Los cuales, sin ser mayores, ya tienen cierta edad. Aunque sigan ilusionados por buscar el amor y una pareja estable.

Personajes creíbles con diálogos sinceros, cotidianos pero llenos de lucidez y de simpatía. Como de costumbre en este ciclo, hay personaje(s) empeñados en ejercer de celestinos, hay un poso de equilibrio y tranquilidad en ellos y el azar juega un papel importante.

Paisajes relajantes, casas de campo agradables, cenas con amigos y fiestas llenas de autenticidad. Consigue sentarte a la mesa con ellos y ponerte a bailar en medio de la fiesta.

El guión es bueno, sencillo pero tan natural, tan fluido, tan auténtico que simplemente te dejas llevar por la luz, por la acción y por los personajes y sólo disfrutas de la luz del atardecer.

La magistral dirección de Rohmer es tan buena que ni te acuerdas de que hay un director y de que esto es una ficción. Simplemente, apareces allí y sigues a los personajes mientras se conocen, hablan, se equivocan e intentan ayudar a sus amigos. Por cierto, ¿alguien les pidió ayuda?

Fotografía llena de honestidad, autenticidad y de optimismo.
Jose Solo Z
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2 de noviembre de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es el cine de Rohmer agradable, está muy vivo aunque su autor es ya octogenario. Es cineasta de la alegría de vivir, de las cosas bellas, dónde usa mucho el diálogo creando atmósferas oxigenadas pero dónde se cuecen asuntos poco aireados, que tienen una válvula de escape, una fuga en una forma nada retórica de hacer cine, muy equilibrada y sosegada, en la que Rohmer desarrolla su caracter moralista y pedagógico. El francés es un "autor" y sus películas son perfectamente identificables en su indefinición genérica de buen artesano: ¿son comedias dramáticas o dramas con tintes de humor ora amargo ora feliz?. Excelente interpretación.
kafka
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5 de noviembre de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuento de otoño de Éric Rohmer es un drama basado en dos amigas que trabajan en viñedos y una de ellas se propone encontrar pareja para la otra a través de anuncios en periódicos. Dirigida con un ritmo paulatino y con el estilo personal y reconocible de Rohmer, es una obra espléndida en sus relaciones humanas de varios personajes como es habitual en el director, aunque en esta ocasión suma los anuncios de buscar pareja en los periódicos para satisfacer a sus incondicionales con las largas charlas de sus protagonistas, concluyendo un hermoso film que es notable en resultado y otra obra necesaria más dentro de la personal e inconfundible filmografía del director.
La fotografía es natural en sus exteriores, logrando de nuevo una labor inspiradora que habla a voces de Rohmer al plasmar un trabajo estéticamente cuidado y personal en sus imágenes lumínicas y confortantes. La música es escasa y usada en pocas ocasiones como es habitual en el director para no desviar así la atención del espectador en sus interpretaciones, predominando los sonidos cotidianos. Los planos y movimientos de cámara consuman una labor propia y usada en sus otros films mediante el uso del reconocimiento, plano-contraplanos, seguimiento, subjetivos, detalles, tercera persona y generales bien elaborados a su estilo propio que saca lo mejor de las interpretaciones y su entorno.
Las actuaciones son naturales y apropiadas para el film. Como protagonistas cuenta con las estupendas colaboraciones de Marie Riviére que está notable en su labor como amiga que se preocupa en buscar pareja para Béatrice Romand, siendo estupendos y muy apropiados los acompañamientos de Didier Sandre, Alain Libolt, Alexia Portal, Stephane Darmon y Aurelia Alcais. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios informales y comunes que son elegantes pero sin exagerar según el estilo del protagonista y la ocasión en una buena y discreta labor que junto con los exteriores te transporta in situ.
El guion, escrito por el director, vuelve a tomar como base las relaciones humanas entre varios personajes y en esta ocasión toma la cita a ciegas a través del periódico para redondear su temática más habitual, confeccionando un film atractivo que tiene algunos detalles que supera en interés al resto de sus films, finalizando sin duda uno de las mejores cintas de su filmografía para deleite de sus seguidores e incondicionales. Esto se lleva a cabo con una narrativa natural e impoluta que de forma educada y equilibrada, marca la intención de cada personaje a través de diálogos insinuantes y cordiales para dar profundidad a la película en lo que de nuevo es lo más destacable del film de Rohmer. Cabe destacar también, el montaje lineal y seguido que saca buena historia en un ritmo tranquilo y apacible.
En definitiva, la considero una obra indeleble y esencial en la mejor filmografía del director que encantará a los incondicionales de este que les guste su estilo personal y basado en relaciones naturales entre personas que busquen conocer una pareja en su vida, logrando con ello una vez más mantener al cinéfilo exigente pegado al asiento. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, montaje, planos y narrativa que hacen de Cuentos de otoño, un film imprescindible en la filmografía del director por ser de las mejores por su trama atractiva y hermosa de ver.
Elcinederamon
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2 de septiembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sensacional pelicula hecha con inteligencia, cariño y grandes conocimientos sobre el arte del amor. Con un abanico de actores en estado de gracia, Rohmer nos ofrece una comedia romántica que aparenta ser una película ligera sin pretensiones y, en realidad, camufla un verdadero tratado sobre las emociones humanas.

Al igual que Sueños de una noche de verano, esta película muestra el cortejo como un juego donde los participantes juegan con gracia y desparpajo, crecidos con la energía del verano y el contacto directo con la naturaleza.

Cuento de verano habla sobre el amor, la amistad, el deseo, la soledad, la juventud, la madurez…El ritmo no es rápido sino intenso y regular, justo para mantener la tensión narrativa de principio a fin. La escenas son largas aunque no les sobra ni una palabra, al igual que París Texas (por ejemplo) y el final está a la altura de resto, muy lejos del melodrama y muy cerca de la excelencia.

En fin, una joya de película llena de ternura y sensualidad, todo un retrato psicológico del cortejo y la fuerza indómita de un instinto que a veces hacer perder la razón.
Jordi B
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