Miedos 3D

Joe Dante siempre ha sido un tipo que se ha posicionado claramente al lado de la infancia: no ha hecho jamás películas "para" niños, ni tampoco películas "de" niños, sino más bien películas "con" niños; historias de las que a alguien le gustaría que le contaran (o vivirlas incluso) antes de perder (del todo) la inocencia y la ingenuidad, y la genuinidad, propias de la preadolescencia.
Por eso, los niños y las niñas del cine de Joe Dante no son ni siquiera "chicos" y "chicas", y tienen ese aire goonie que tanto nos encanta a muchos y a muchas, yo diría que independientemente de la generación a la que nos sintamos vinculados.
Como Antonio Mercero, Dante respeta a sus personajes, y no los ñoñifica, y les regala la posibilidad de vivir vidas interesantes (para su edad) y, aunque pueda parecer mentira, realistas también, por mucho efecto (ingenuo, en el mejor sentido de nuevo) especial que haya.
La 3D es una concesión a los nuevos tiempos, un "vamos a divertirnos con este juguete nuevo, chicos y chicas"; un juguete que, como tal, no tiene que tener propósito alguno más que el placer de jugar con él, sin función narrativa, ni explicativa, ni descriptiva, ni nada de nada. Hay que acercarse a la 3D de esta película como nos acercábamos a la 3D de la época de las gafas de cartón con papel celofán...

Miedos es una de esas pelis caseras que uno puede ver haciendo la plancha mental de toda obligación, o bien como la típica musiquilla de fondo para matizar la atmósfera. Con casera me refiero no a sus recursos técnicos, módicos pero nobles, sino a lo que realmente aspira y desde el punto de vista en el que se sitúa.

Mirada adolescente, giros fáciles, la obra parece economizar sobre todo aquello que se pueda preciar de "imaginativo". No es que carezca de ella, es que simplemente se poseen fórmulas y se las aplica convencional y funcionalmente: un hoyo en el sótano que dá andá a saber adonde lleva, fantasmas clásicos (con mucha influencia del terror oriental desde los movimientos y las apariencias), una moraleja muy vista, cocinada para la ocasión, actuaciones inexpresivas (lo cual refleja el poco interés que tuvo Dante por las cuestiones periféricas) y secuencias que remiten a otras pelis a partir de una postura más de homenaje austero que de plagio.

Imposible elevarla más de la cuenta, imposible dilapidarla porque su parca honestidad y su falta de todo tipo de compromiso resulta contundente, Miedos se construye a sí misma y luego se vuelca en una bolsa de gatos mientras nos saca una sonrisita. Su módico, humilde objetivo.

Cuando en España se decidió traducir "The Hole" por "miedos 3D" se cometió una gran injusticia con este filme, ya que no tiene ni miedos ni 3D.

Esta historia recurre a todos los tópicos del cine de terror adolescente americano, tanto en la elección de su reparto como en las actitudes infantiles de los personajes. Una acción lineal, sin sorpresas, previsible, y encima con final fácil.

A todo esto podemos sumar que el rodaje 3D no es más que un par de capas superpuestas que pasarían desapercibidas durante toda la película si no fuera porque las molestas gafas polarizadas se nos clavan en la nariz de vez en cuando.

Podria decir más cosas, pero ya he gastado mas tiempo del que la película merece, así que terminaré haciendo una pregunta a la persona que calificó la edad recomendada para esta película: ¿En qué momento se te ocurrió poner este bodrio preadolescente como para mayores de 16? ¿No te diste cuenta que eso excluye el único público al que le puede interesar?

Casualidad o no, el regreso a la gran pantalla de Dante tras su progresivo exilio televisivo coincide con la reinterpretación decididamente aun más gamberra de su primer gran 'hit', el 'Piraña' de 1978, tal vez el mejor efecto colateral surgido a rebufo del éxito de 'Tiburón', y que ya desde un principio asentó las bases a seguir por el estilo de este cineasta forjado a la sombra de Corman y Spielberg, un realizador honesto que en los años ochenta firmó clásicos indiscutibles de la década como 'Aullidos', 'Gremlins' o 'El chip prodigioso', casi siempre con trabajos adscritos a un tipo de cine de raíces clásicas a mitad de camino entre el fantástico y el terror por demás muy digerible y para todos los públicos, y al que solía acompañar con un jovial y soterrado sentido del humor un tanto socarrón y mordaz.

Con esta muy voluntariosa y bienintencionada 'Mi3Dos', muy apañada traducción para el ‘The Hole’ original, Dante demuestra voluntad para cuanto menos tratar de mantenerse fiel a sí mismo e intentar respetar el estilo simple y efectivo fundamentado en la narrativa de aquellos "maravillosos años", un modo de entender el cine que puede ser interpretado no obstante como un anacronismo en el marco del actual cine de corte fantástico, apreciación no exenta de razón por cuanto niega en cierta medida una evolución por otra parte necesaria en la creatividad de cada artesano. El resultado final no acaba de ser rematado por una irregular y forzada condición anquilosada en exceso, y a la que no se le ha aplicado ningún reajuste sustancial que refuerce o justifique un producto acartonado y moldeado con sabor añejo que, a pesar de la ineludible simpatía que despierta o la efectiva sencillez de buena parte de sus recursos, provoca una sensación un tanto agridulce por no valerse como algo más que un simpático pero condescendiente y descompensado pasatiempo que recupera el aliento, pose y maneras de una manera de hacer cine, si, pero sin la personalidad o ambición necesaria para valerse más allá y por sí misma.

En los últimos años estamos asistiendo a un auténtico ‘revival’ de los años ochenta en forma de todo tipo de adaptaciones, remakes, "homenajes" o "inspiraciones". No hay más que echarle un ojo a la cartelera estival. Trasladar en la actualidad a la gran pantalla aquello que en un momento dado llegó a funcionar tal cual por amor a la nostalgia suele ser, por lo general, una empresa de resultados más que cuestionables a excepción de unos esporádicos "mercenarios" que confirman la regla. Mismamente la referencia no casual a un clásico "menor" como 'Piraña', pues se hace evidente que Aja ha actualizado el discurso de su remake en relación a un original que hoy visto sin el marco temporal como referente pierde buena parte de su gracia. Renovarse o morir, como quien dice, mal que pese aquello de que no siempre tiempos pasados fueron mejores.

Bla, bla, bla.. familia desarraigada que compra una casa para empezar una nueva vida… bla, bla, bla la madre tiene que pelear con las bobadas de unos niñatos hartos de mudarse… bla, bla, bla… vecina buenorra que hace más agradable la perspectiva de mudarse… bla, bla, bla… la casa tiene un inexplicable sótano oscuro… bla, bla, bla… el sótano oscuro esconde un agujero misterioso de los horrores… bla, bla, bla… unos enormes candados impiden abrir el agujero… bla, bla, bla… qué aburrimiento… ¿oye, por qué no abrimos los candados?... bla, bla, bla… la malignidad se escapa, ¿jo, quién podía imaginar que el mal se escondiese en un misterioso agujero sin fondo de un sótano oscuro encerrado por tres candados?... Bla, bla, bla… la casa está construida sobre un cementerio indio... bla, bla, bla... un asesino con motosierra, cuchillas en los dedos y máscara de hockey (bueno, las dos últimas no son ciertas, pero tampoco serían descabelladas)… bla, bla, bla… los malos son un chuky diabólico disfrazado de payaso, una niña disfrazada de muerta y los recuerdos de una infancia de maltratos… bla, bla, bla… joder que patochada de película… bla, bla, bla… estos efectos especiales son de hace treinta años… bla, bla, bla… no tiene pies ni cabeza… bla, bla, bla…. ¿donde está el supuesto miedo? ¿y el suspense ?... bla, bla, bla... más vergïenza que terror, me siento engañado… bla, bla, bla… la familia queda empalagosamente más unida tras pasar por un trance próximo a la muerte… bla, bla, bla… ¿cómo pueden tener hambre después de mirar directamente a los ojos del mal y ser tan cutres de llamar al Telepizza? … bla, bla, bla… nivel de truño: la participación de Carmen de Mairena no desentonaría en este bodrio.