Haz click aquí para copiar la URL

Me casé con una bruja

Comedia Siglo XVII. Cuando Jennifer, acusada de brujería, está a punto de ser quemada en la hoguera, lanza una maldición sobre su acusador: todos sus descendientes serán infelices en sus matrimonios. En 1942, Wallace Wooley, al tiempo que se presenta como candidato a gobernador, está preparando su boda con la presumida de Estelle Masterson. Un rayo golpea el árbol junto al cual fue quemada la bruja y ésta cobra vida. Desde entonces, intentará ... [+]
<< 1 2 3 4 5 >>
Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
17 de septiembre de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película enseguida consigue poner al público de su parte gracias a la sencillez de su planteamiento, lo cómico de su desarrollo y la originalidad de algunas situaciones.
Inocentona y provocadora.
Todo en una clave de un humor diáfano y distendido que siembra complacencia y bienestar entre suaves requiebros amorosos con sus correspondientes equívocos intrascendentes pero divertidos.

Guión, director y reparto en general merecen felicitaciones pero hay que reconocer que a V. Lake le corresponde buena parte del mérito por ese singular modo de desenvolverse frente a la cámara.
ABSENTA
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
15 de mayo de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda de las cuatro películas de Clair en Hollywood, que no debemos confundir con el remake "Me enamoré de una bruja" de Richard Quine en el 58.

Este entretenido y "original" cuento de brujas da pie a una comedia romantica agradable, bien interpretada y con un equipo de profesionales de peso detrás, acreditados o no. El cabeza de cartel Frederic March tuvo que ceder espacio y aguantar lo suyo a la malograda Veronica Lake que con sus veinte añitos venía arrasando con todo y se comía la pantalla y todo lo que le pusieran por delante. March, como otros después, se negó a volver a trabajar con ella. Aquí está deliciosa y capaz de embrujar al público como así hizo.

Clair dirige con su acreditado feeling para la comedia y los efectos especiales funcionan en toda su encantadora simplicidad. Cecill Kellaway compone un padre brujo malvado y divertido a la vez y Susan Hayward saca petroleo de su secundario prefigurando éxitos posteriores.

A la comedia el tiempo la ha tratado con condescendencia a pesar de que se notan las arrugas. En los 60 la serie de tv "Embrujada" prolongó el acierto de mezclar el reino de los brujos con los simples mortales.
ELZIETE
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7 de noviembre de 2008
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Director de personajes y planos detalle, con Clair el plano se organiza en torno al movimiento de los actores y la disposición de los decorados. El francés pasó a la historia como uno de los grandes de la comedia ligera francesa, con un curiosísimo, para la época, gusto por la comedia fantástica, y por su inevitable influencia en el realismo poético francés (posteriormente aparecerían nombres como Feyder, Becker, Carné…). Con estos antecedentes creo que cualquier aficionado puede anticipar el estilo sencillo y afable que define el cine de René Clair.

Visualmente la película es de una añeja modestia, aunque con bonitos efectos especiales, que busca las virtudes de la sencillez de un estilo que a día de hoy se queda excesivamente escueto a la hora de plantear con lo justo las escenas. Los gags son insulsos de pura candidez (falta corrosión en la receta), pero tienen a su favor estar apuntalados por un costumbrismo certero en el que los decorados, las conversaciones, el vuelo de las faldas de satén y las pajaritas ajustadas de los esmóquines se convierten, ante nuestros ojos de siglo XXI, en auténticos protagonistas. Y las chimeneas, las camas con dosel, las escaleras de roble… Y una simpática banda sonora que fue nominada al oscar (partitura de Roy Webb, autor también versátil en esto de poner sus composiciones al servicio de la historia que hubiera que presentar).

Encantadora, sí (como V. Lake). Envejecida, también (como los mohines de F. March).
Bloomsday
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
21 de octubre de 2010
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una mujer no sabe de tolerancia algo le falta de mujer, porque la tolerancia, aunque es patrimonio de todos, es esencialmente femenina. Cuando una mujer no sabe de perdón, tiende a perder lo más valioso de su vida, porque el perdón es sinónimo de entendimiento y sabiduría. Cuando una mujer no sabe ser bella y sencilla a la vez, será admirada, pero a la vez despreciada, y esto traerá a su vida irremediables pesares.

Jennifer, la magnífica bruja de esta película, sabe de estas cosas, y cuando su padre la incita para que mantenga la tradición de maldecir hasta la eternidad a todos los descendientes de Jonathan Wooley -el verdugo de ambos en tiempos de la perversa Inquisición- ella, como hermosa y digna mujer, siente que es capaz de revalorar las viejas tradiciones. Sobre todo, porque es tan idiota, absurdo y desquiciado, juzgar a un hombre por lo que hicieron sus padres, sus abuelos o sus tatarabuelos, como pensar que un hombre vale más que otro sólo porque el color de su piel es distinto.

Se lamenta que un hombre tan culto como René Clair, diera por sentado que fueron, efectivamente, brujas y brujos capaces de montar en escobas y manipular objetos y personas, quienes fueron torturados y llevados a la hoguera en el Salem del siglo XVII, pues bien se conoce ya la historia verdadera colmada de infamia, mentiras y abusos.

Pero, si logramos sustraernos a esto, se tiene ante los ojos un filme que divierte, que cuenta con un compacto grupo de intérpretes y que juega con situaciones bastante divertidas. Me encanta la escena de la pretendida boda con la soprano que trata de interpretar, incesante e interrumpidamente, “I love you Wooley”. Me divierten ciertos diálogos bastante socarrones como cuando Daniel, el padre de Jennifer, le dice: “Maldecirle para que le vaya mal en el matrimonio es una estupidez. A todos los hombres les va mal en el matrimonio”. Y los efectos especiales, no obstante lo modestos que resultan ahora, preservan ese halo de encanto y poesía con que los ha revestido Clair para dar forma a su fantasía.

Es seguro que quienes vieron, “ME CASÉ CON UNA BRUJA”, por aquellos años 40’, de seguro se sintieron más fascinados de lo que podemos sentirnos ahora, y una buena razón, debe haber sido la sugestiva presencia de esa Barbie rompecorazones llamada Veronica Lake. Para nosotros, en cambio, se preserva ese gusto por el buen sentir y la capacidad de trascender un anclado paradigma que, por varios siglos, mantuvo en el atraso a una que otra cultura.

Si puedes, mira esta película acompañado de alguna hermosa bruja.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
17 de diciembre de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso que uno de los pilares sobre los que se constituye la actual comedia romántica americana lo proyectara un francés. René Clair pasó como tantos otros los años de la guerra en Hollywood, aunque luego regresase también como otros tantos a Europa. Y a tenor de este famoso título, se supo adaptar muy bien a su nuevo público sin perder su personalidad liberal, "francesa" que diría un americano.

El matrimonio es tratado de un modo mordaz, y el director sabe manejar las críticas veladas a las costumbres e instituciones americanas sin resultar grosero. Para ello, bien es verdad, que ayuda el hecho de manejarse en los terrenos de la comedia. Por desgracia el tono general de la película resulta hoy un tanto anticuado, pero es valorable la enorme influencia que ejercería en un género tan americano. Me refiero por ejemplo al elemento fantástico, no como hasta entonces con el acento milagrero y puritano, sino con el uso de lo perverso y lo prohibido como motor de los acontecimientos. No falta tampoco, quizás lo mejor de la cinta, las bodas imposibles y locas cargadas de carcajadas, o la huida hacia adelante de los personajes ante los problemas. Todos estos aspectos, y otros, los vemos desde entonces repetidos en multitud de comedias americanas. Y tampoco faltan elementos instalados en el cine desde mucho antes de la llegada del francés, como el enredo y los equívocos, la sátira y los dobles sentidos de la mejor comedia loca.

Aparte queda comentar el uso de los efectos especiales que aún hoy no han perdido su gracia y que beben del mismo Méliès, a quien Clair siempre admiró. Lástima que con tantos argumentos a favor, no me acabe de convencer Fredric March, y el pelo desmelenado de Veronica Lake no sea hoy tan incitador, o que por momentos la película no logra más que hacernos sonreír que ya es bastante. Clair, tan grande como fue en su día, no es hoy un Renoir, ni tiene el encanto de Carné o Feyder, ni la fuerza de Clouzot, Bresson o Becker, por mucho que queramos hoy recuperarlo. No obstante dibuja bien lo que fue el cine francés antes de la "Nouvelle Vague" y esta película es de obligado visionado para cualquier cinéfilo... o para cualquiera que quiera pasar un buen rato.
REXMUNDI
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 5 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow