Ashes of Time Redux

Wong Kar-Wai reedita, catorce años después, su película más ambiciosa en cuanto a la magnitud de la producción, que precedió a ese punto de inflexión que fue Chungking express, a partir del cual su filmografía se convirtió en una de las más veneradas en todo el mundo.

Pero la verdad es que en esta película todavía no alcanza la perfección de su propio lenguaje. Es más, la esfera visual y la argumental parecen ir cada una por su lado, y así deberían ser analizadas.

La realización más puramente técnica es de un lujosa factura, con un impresionante dirección de fotografía de Christopher Doyle (con quien repitió hasta 2046). Destaca por la consecución de una estética videoclipera, una atmósfera prácticamente digital, por contraposición al estilo más clasicista y colossal de la gran mayoría de películas de época. Por decirlo así, ofrece una lectura visual diferente al paradigma más hollywoodiense que tan famoso ha hecho a su compatriota Zhang Yimou. Aunque no renuncia evidentemente a esos sempiternos primeros planos y planos detalle cargados de belleza que tanto caracterizan al cine asiático.

Por otra parte, la trama navega continuamente en tierra de nadie, nada entre las lagunas que ella misma se ha creado. Partiendo del personaje, de algún modo estereotipado, del mercernario desencantado (una suerte de homólogo chino al ronin japonés), para indagar más en las causas de su situación que en las consecuencias, lo que sería más habitual. De este modo, teje una historia de desamores, su principal línea temática, en cadena, dibujando una especie de 'círculo de traición', a modo de un ciclo estacional que emplea asimismo para la estructura capitular.

Pero en esta ocasión, ni la música, bastante tópica, ni una voz en off que resulta progresivamente rimbombante y cansina, ayudan al cineasta a crear un clima apropiado para llegar a empatizar con el espectador y que éste se enganche definitivamente a la película.

Por tanto, se trata de un notable ejercicio estético que resulta vacuo y acaba sabiendo a poco, echándose en falta una hábil narración que nutra de significación y pasión a esas bellas imágenes.

Algunas críticas que ya están escritas antes que la mia definen muy bien el caos narrativo en que se convierte el guión de este film, yo me voy a lo práctico, a lo que pienso y opino tras terminar de ver esta película: no se entiende nada. Hasta los personajes se parecen entre sí, por si no fuera poco ya el entramado de situaciones liosas que se nos presentan, encima es que no sabes si al que estás viendo es el espadachín que vive solo, o el ciego que juró matarlo, o el hermano que le quita la novia. En fin, un verdadero caos, aun poniendo los cinco sentidos y parte del sexto no es posible sacar apenas nada en claro. Menos mal que he leido varias opiniones más que dicen lo mismo, no es que sea yo torpe que conste.
Lo que sí es reseñable es la espectacularidad de muchas tomas, la fotografía creo que lo llaman, llega un momento que es el único gran atractivo que podemos disfrutar de la peli, pero la verdad mi opinión es que no compensa empezar a verla sólo por eso, y como lo demás no se entiende, pues ustedes deciden. Un saludo.

Es una película difícil de definir, porque técnicamente esta muy bien realizada, con una fotografía estupenda de unos colores vivos, una música de fondo hermosa, y unos diálogos que a veces tienen una gran belleza evocadora. Y sin embargo el argumento... ¿qué argumento? Intentar entenderla resulta casi imposible, el montaje me parece horrible, aunque el efecto borroso del hilo argumental esté buscado, pero es tan complicado que a la gran mayoría de los espectadores no dudo que les resultará una película cansina, por no decir algo peor.
Argumento: un asesino que se dedica a matar gente por dinero, y que tuvo el amor a su alcance y lo perdió. A partir de ahí lo demás es un lío en río de lo más intrincado, que si dos hermanas que aman a uno, y contratan ambas al asesino, siendo una de ellas medio hombre medio mujer; que si un hermano que se llevó al gran amor del asesino; que si un amigo que de vez en cuando le visita mata a unos bandidos porque una mujer que le da un huevo; que se un camello que está en una colina; que si un vino que hace olvidar los recuerdos...
Buff, llega un momento que uno ya no entiende ni la mitad de lo que le están contando. Llegados a este punto uno tiene dos soluciones: desconectar y gozar el film visualmente, o dos, mi método es inventarme mi propio argumento, así que me invento parentescos y filias y fobias, para que el argumento tenga un poco de sentido. Pero soy consciente que seguramente mi interpretación no es la correcta ni por asomo, así que no vale la pena que muestre aquí hasta donde puede llegar mi imaginación.
Es una pena, porque con un argumento más claro y un montaje más adecuado esta película sin duda hubiera superado el notable.
¡Dios! ¡Qué alguien ponga un poco de cordura ante proyectos tan experimentales!

Tonos con todas las gamas posibles de colores para una fotografía impresionante. Del resto mejor ni hablar. Frases grandilocuentes girando en torno al amor, la muerte, los bandidos, la montaña, la flor del melocotonero y una larga sarta de sandeces que pretenden crear oráculo.

Tostón del 15 plagado de hermosos primeros planos y un ejercicio artístico tan sobresaliente como insoportablemente aburrido, ampuloso e inútil.

Más técnica sin sentido.

No me he enterado de nada. Para el espectador occidental, que lo más probable es que no conozca a los personajes de la película, pertenecientes a una famosa leyenda china, resultará aburridísima, confusa e incomprensible.

El cine de Wong Kar-wai nunca me ha entusiasmado, y ninguna de sus películas me fascina, pero sí suelen ser al menos interesantes. Esta, para nada.

A pesar de todo, sí hay un par de cosas destacables. La fotografía es muy buena y el reparto una absoluta maravilla. De todos modos, de poco sirve.