María y yo

Siendo hija única como soy deseaba desde muy chiquitina un hermanito/a con el que poder jugar, compartir momentos, preocupaciones y contarle lo que no me atrevía a contar a mis padres. Nunca me fue regalado ese don... hasta que conocí a María, la hermana de mi novio.
María fue diagnosticada siendo un bebé con un tipo muy raro de enfermedad mental, lo que se conoce comúnmente como "ausencia" (es decir, un tipo de epilepsia).
A día de hoy tiene 23 años, sin embargo, su edad mental no pasa de 3. Es bonita, dulce, cariñosa, sensible, testaruda y le encanta ser el centro de atención. Disfruta enormemente cuando está con toda la familia reunida y lo pasa mal (no sabemos hasta qué punto puesto que comunica lo básico y poco más) cuando sufre las crisis.
Intento hacerme una idea de lo que mis suegros han podido pasar. Y no me importaría en absoluto tener una hija como ella. Disfruta de cada momento como ninguno de nosotros somos capaces, le estimula la música y de qué manera, y cuando a alguno de nosotros nos ve tristes nos saca una sonrisa que ilumina la habitación entera.
A día de hoy no puedo imaginarme mayor regalo que su compañía. Posee una sensibilidad emocional que sólo una persona tan especial como ella puede tener.
No existe en ella ningún doblez, interés ni hipocresía. Es todo naturalidad y espontaneidad. Hace las cosas tal y como las siente, para bien o para mal. Y ahí es donde radica esa sabiduría que nos falta al resto.
Alguien me dijo en una ocasión que no éramos nosotros los que podíamos enseñar a estos niños tan especiales sino lo que estos niños nos aportan a nosotros. No puedo estar más de acuerdo.

Esto no es una crítica: es una carta de amor a mi María y un abrazo a todos aquellos que padecen idéntico "mal" que no saben cuánto bien hacen.

Nos pusieron este documental en clase (estábamos estudiando como tratar a niños con ciertas patologías en el desarrollo cognitivo) y la verdad es que me sorprendió y me emocionó bastante.
Transmite mucho calor, mucha dulzura ver como sus padres tratan a María, existen grndiosos momentos dentro del documental, lo que más me ha llamado la atención es cuando su madre afirma que con seis meses se dió cuenta de que algo iba mal en María afirmando "que no la quería".
Más que recomendable, es duro de ver, pero por desgracia es una realidad con la que nos toca convivir día tras día. Para personas que se vayan a dedicar a la educación, como yo, este visionado es imprescindible.

Mi nota: 7

Hay un punto de alegria pausada, semejante a las "Alas de la vida" de Toni Canet. Sin embargo, a diferencia del documental sobre la vida de Carlos Cristos, esta película no llega a conmover en los mismos sentidos, pero de la misma manera deja ese poso de vitalidad que poseen ambas.

Cuando esto lo dice un padre, haciendo pública la opinión de otros, refiriéndose sus hijos, puede sonar muy duro. Pero si esa frase solo expresa el deseo de poder estar a su lado hasta el último día de sus vidas, compartiendo sus vivencias, desviviéndose por ellos, pues necesitan un cariño 'especial', las cosas cambian. Es una ventaja que Miguel Gallardo sepa expresar y exteriorizar sus sentimientos de la manera que lo hace, tanto de palabra como en imágenes para hacer partícipe al espectador del mundo especial en el que se ha de mover con tal de poder seguir a su hija.

Excepcional documental que tendrá que rivalizar duramente con "Bicicleta, cullera, poma" en los Goya. El talento visual del director, curtido en cómics, se nota en buenísimas escenas de animación que emocionan y enriquecen una historia ya de por si rica y emocionante.
Que nadie se la pierda.