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Hasta el último aliento

Thriller. Drama Gustave Manda es un peligroso criminal que, después de escapar de prisión, va a París para reunirse con sus socios y se ve envuelto en una matanza entre bandas rivales. Antes de abandonar el país, Gu necesita dar un último golpe para conseguir dinero, pero es perseguido por el inspector Blot. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
24 de diciembre de 2021
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un puzzle, un rompecabezas, un caleidoscopio, un espejo, un juego de equívocos, un collage que se va completando a medida que se consume el metraje, que, a diferencia de otras cintas, se hace corto. Bien podría construirse una serie alrededor de esta trama, dadas sus derivaciones, aspectos secundarios y vericuetos. Tiene algo seminal, de comienzo, de principio, de empezar un proyecto que va más allá de una mera película. Algo gigantesco. La presentación de los personajes es, sencillamente, magistral. El cabecilla el primero, luego los asesinos, más tarde la chica. Todo ello antes de poner la trama en pie. Todavía, en ese momento, no sabes, ni qué ha ocurrido, ni por qué, ni quién es quién, ni cuáles son sus pretensiones o motivaciones. Obviamente sabes que están todos metidos en el mundo del hampa, y que el fugado de prisión parece ser el cabecilla de la trama.
La policía tampoco parece tener escrúpulos, ni estómago.
La música de Jazz rodea todo el ambiente, tanto en el club como en los momentos no dialogados. Buena música además.
Un blanco y negro con sombras y luces proyectadas a diestro y siniestro.
El reparto es extraordinario. Nunca vi a Lino Ventura en un papel tan sólido. Le acompaña Paul Meurisse en el rol del policía, junto con Christine Fabréga, una mujer muy 'francesa', guapa y fina, aunque con una carrera muy corta, no sé muy bien por qué. Les acompaña Raymond Pellegrin, Marcel Bozzuffi, Paul Frankeur, Denis Manuel, Jean Négroni, Jacques Léonard, Régis Outin, Jean-Claude Bercq, y Michel Constantin.
Me ha parecido una obra superior, concentrada, cerrada, pétrea. Me ha encantado.
ÁAD
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27 de octubre de 2022
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de su larga duración, no se me ha hecho pesada en ningún momento, no en vano el señor Melville es todo un maestro en urdir complicadas tramas criminales, encima en esta ocasión, tiene de guionista a José Giovanni, otro grande del genero. Como es costumbre en el cine de Melville, sus personajes son fríos profesionales que hablan a través de sus acciones no de sus palabras, tanto los policías como los delincuentes tienen sus códigos de honor. La meticulosidad de las set pieces, desde el atraco al furgón blindado, a las persecuciones y refriegas varias que hay en el film, Paul Meurisse como un inquisitivo comisario que se las sabe todas al siempre excelente Lino Ventura como un duro y experimentado delincuente y algunos secundarios de lujo, como Jean Négroni o Cristine Fabréga, todo un clásico del polar.
zuriman
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30 de marzo de 2021
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pareciera que Jeannot anunciase algo con esa inocente respuesta cuando rechaza colaborar en el jugoso golpe que prepara Ricci.

No, ningún hombre es indispensable en la vida de otro. Pues "al nacer, al hombre se le concede un solo derecho: la facultad de elegir su muerte...pero si esta elección está regida por el hastío de su vida entonces su existencia no habrá sido más que una pura burla". Amarga confesión, negrísima sobre la fatalidad del destino, como siempre acostumbró Jean-Pierre Melville, haciendo de sus obras el escaparate donde observar el oscuro sendero cruzado por los hombres que por sus elecciones quedan condenados. Este sendero seguirá oscuro hasta el final, no obstante el blanco y negro acabará aquí y jamás regresará.
El parisino también finiquita una etapa de su carrera, la de su colaboración con Jean-Paul Belmondo tras una violenta desavenencia durante el rodaje de la poco considerada "El Guardaespaldas". Entonces desea adaptar una novela de Joseph Damiani, no sólo respetado autor, guionista y escritor muy ligado al género negro, sino además conocido criminal de guerra y colaborador nazi que pasaría la mayor parte de su turbulenta vida en prisión; algo habitual para el director, la producción tuvo problemas y se retrasó hasta el punto de abandonarla, dejar su puesto a otro y más tarde volver a ella por petición del propio Damiani.

Sin duda su visión del universo criminal, dura y áspera, encajaba a la perfección con el estilo y la narrativa de Melville, quien empieza los acontecimientos en plena noche, con una fuga de prisión; intensa apertura donde las haya y finalizada entre bosques y trenes donde conocemos al protagonista, Gustave Minda (como todos los demás, el suyo también será un personaje inspirado en uno real de carácter histórico y conectado al mundo del hampa). Su vuelta a las andadas del crimen en un Paris teñido de soledad se verá marcada por una venganza y una cacería estableciendo las dos tramas que se desarrollarán en paralelo para luego converger.
La primera concerniente al enfrentamiento entre él y el gángster Jo Ricci, donde toman partido otros dos también unidos por el pasado, la amante del primero (Simone) y el comisario Blot, convirtiéndose éste en el personaje más interesante al estar tan magníficamente dibujado por Melville y encarnado con una sutileza arrolladora por Paul Meurisse, llevándose de paso las mejores frases pronunciadas en la película, y es que los detectives y policías de aquél siempre se ven dotados de una inteligencia y una cínica mordacidad que les hace únicos (atención a esa larga secuencia en el club donde expone los hechos a los testigos sin ningún corte de planos).

La segunda se centra en un lucrativo atraco organizado por el hermano de Ricci, Paul, y que será rechazado por un profesional llamado Orloff para luego recomendar a Minda. Como vemos, nunca Melville deja cabos sueltos ni a los personajes libres; todos ellos están atados por el devenir de un destino que indudable e inopinadamente se ha puesto en su contra (como el tren que tanto le cuesta alcanzar al protagonista). Así, con ambos Ricci las dos películas son una y las existencias de cada uno de los miembros de este círculo criminal se entrelaza de la manera más natural imaginable.
Cine negro de la vieja escuela con la mirada puesta en los febriles y viscerales "thrillers" americanos que tanto ama el director, e inspirado directamente por tal vez "Atraco al Furgón Blindado" y "Cruel Gun Story" en lo que al robo y su ejecución se refiere. Aunque sus resortes no son las pasiones fatales, ni hay lucha entre buenos y malos; la naturalidad y la apática parquedad definen esta obra y a sus personajes, que hacen de sus deberes y códigos de honor rituales de puro estoicismo, casi hieráticos. El policía tiene su destino, como el gángster o la chica del gángster; para entender esta frialdad y resignación obsérvese el caso de los guardias.

Parece algo trivial pero invita a la más profunda reflexión: dos motoristas custodian el furgón con millones en lingotes que será robado, padres de familia como luego averiguaremos, trabajadores inocentes que deben morir. ¿Por qué? Como bien afirma Fardiano ya estaban condenados, porque ese día les tocó morir y punto, y esto es comentado entre Ricci y Minda con una falta de moralidad y conciencia que hiela los intestinos. Así que Melville prefiere apostar por el inteligente distanciamiento con estos criminales, también precipitados a la amargura debido a cómo los veteranos son despreciados y reemplazados por jóvenes más impulsivos y arrogantes.
Esta desencanto viene reforzado por el ferruginoso blanco y negro de la fotografía de Marcel Combes y el silencio perpetuo en el que se mantiene el film (la música de Bernard Gerard no forma parte oficialmente de él). Lino Ventura, a quien un servidor ve como el Spencer Tracy italiano, vuelve a introducirse en el género con esa implacable sobriedad que le caracteriza, dotando a su Minda de una gran melancolía y dureza, y está bien acompañado por los igualmente geniales Raymond Pellegrin, Michel Constantin, Paul Frankeur y la distinguida Christine Fabréga que en contra de como sucedería en un "noir" estadounidense, queda relegada a un segundo plano.

Pierre Zimmer, soberbio en su encarnación de Orloff, se alza de todos modos como el segundo personaje más interesante (al menos en mi opinión) después del comisario Blot. Por su parte Ventura ya jamás volvería a hablar a Melville por una jugarreta suya durante el rodaje de la secuencia del salto al tren, aunque colaborase de nuevo con él...
Cuatro décadas después Alain Corneau se sacó un "remake" de la manga que nada tiene que ver con esta "crook story" de primer orden con el sabor aciago, agónico y rabioso que tan bien sabe imprimir el parisino, y su tan extenso metraje lo compensa el trepidante ritmo que consiguen Michèle Boëhm y Monique Bonnot. Para un verdadero fan del "noir" ha de ser una joya.
Chris Jiménez
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16 de octubre de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco más de dos horas que se pasan inadvertidamente!. Con un guión muy bien armado que no deja ningún detalle suelto ni al azar; historia creíble de principio a fin; una soberbia actuación de Lino Ventura otorga fuerza y solidez narrativa; una Christine Fabréga con apariciones esporádicas pone el indispensable toque femenino en la trama; lo imposible que resulta predecir un desenlace de esta historia, da la cuota de suspenso indispensable para esta clase de género dramático y policial. Una vez más el cine francés se destaca en este rubro. Recomendable.
coa
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9 de mayo de 2011
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
144/34(25/04/11) El Gran Jean-Pierre Melville da aquí una muestra más de sus dotes para hacer un muy buen thriller crepuscular, un gran film noir. Una obra donde se hayan todos sus tics, todo su universo, nos habla de la profesionalidad, del honor, la amistad, la lealtad, sobre los principios morales, sobre la traición y por supuesto sobre la venganza, ese deber intrínseco, un instinto básico que todos tenemos y que muchas veces es nuestra perdición. Gira en torno a un criminal, Gu (Maravilloso Lino Ventura), acaba de fugarse de una prisión gala, pero para huír del país decide unirse a una banda para dar un último golpe que le de recursos con los que abandonar Francia con su amada, Manouche (correcta Christine fabrega), mientras el comisario Blot (excelente Paul Meurisse) le pisa los talones. Entre medias tendrá que lidiar unos problemas con otra banda con la que tiene rencillas antiguas. A la cinta le cuesta arrancar, la trama se hace algo lenta y difusa, con subtramas que atrancan el ritmo, de hecho uno sus defectos es su largo metraje, pero una vez que las historias convergen en una el ritmo se despega y te atrapa en sus enrevesadas redes, con escenas de gran poderío, rodadas con la maestría del realizador, colosal el robo al furgón, de una intensidad gloriosa, la pasión con la que se nos traslada a imágenes es desbordante, es de una inteligencia y elegancia pasmosa, puro cine, del que hoy beben todos los del género, el Michel Mann de ‘Heat’ se nota se ha empapado de Melville, hay un desarrollo de personajes muy bueno, una evolución de la historia maravillosa impecable, con un increscendo drama que aún oliéndotelo te sujeta al asiento, estas ante hombres con unos principios morales innegociables, que hace empaticemos con ellos. Hay un pequeño bajón en la trama que después de lo muy cuidada que está me deja mal sabor de boca (spoiler). Film recomendable a los que gusten de muy buen cine negro de un maestro en la materia. Fuerza y honor!!!
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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