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Sherlock: El signo de los tres (TV)

Intriga. Comedia Segundo episodio de la tercera temporada de Sherlock. Holmes se enfrenta a su mayor desafío... ¡su discurso como padrino en la boda de Watson! Un peligro mortal acecha en la ceremonia, y uno de los invitados puede que no llegue vivo al primer baile. A través de damas de honor y viejos casos, Sherlock debe resolver el caso a contrarreloj y detener al asesino. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
22 de diciembre de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como mencionara en mi comentario respecto a El Coche Funerario Vacío, episodio inaugural de la tercera temporada de Sherlock, el reencuentro con nuestro querido Holmes poseía cierto margen de mejora. Un margen que, por fortuna, en El Signo De LosTres se ha sabido aprovechar sobradamente. De hecho, este segundo capítulo me parece no sólo el mejor de la tercera tanda, sino también uno de los más brillantes de toda la serie. Ahí es nada.

El guión nos traslada al enlace matrimonial entre John Watson y la encantadora Mary Morstan proponiéndonos un acertado desarrollo de lo cómico a lo dramático. Desde las estruendosas carcajadas que provoca la incapacidad de este Sherlock Holmes para adaptarse al rol de padrino de boda, hasta la trepidante acción con que se resuelve ese ingenioso whodunit, pasando por la gradual exposición de un misterio en habitación cerrada, y otro en alcoba abierta, que no parece guardar relación con nada de lo demás.

Una historia donde el extraordinario Benedict Cumberbatch nos deleita con otra apabullante muestra de histrionismo controlado. Donde el resto de intérpretes ofrecen, asimismo, un grandísimo nivel. Donde un apreciable montaje no permite caídas de ritmo. Y donde la banda sonora se usa con mayor generosidad, pero idéntico acierto, que en el episodio previo. Todo lo importante encaja, en definitiva, para conformar un capítulo de sobresaliente. ¡Bravísimo!
David Dunn
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27 de octubre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No cabe duda de que esta serie nos tiene que sorprender, capítulo a capítulo. Quizás el capítulo más mundano de la serie, más terrenal y humano de un Sherlock que no sólo demuestra su verdadero afecto por Watson y su pareja, sino que tiene un par de detalles con la bella dama de honor en las que parece casi un heterosexual al uso, algo que hasta la fecha había sido prohibitivo a excepción del episodio de la dominatrix Irene Adler.

Divertido, casual, siguiendo los tópicos habituales en este tipo de celebraciones, con anécdotas divertidas intercaladas con casos más o menos hilados para llevarnos a un final imposible, improbable, pero las artes deductivas afloran cuando más se necesitan, y aquí, bajo los efluvios de las bebidas espirituosas, tenían que hacer su acto de presencia.

Quizás el episodio que menos me ha gustado porque se sale de la magia habitual, donde vemos a un Cumberbatch completamente desatado, haciendo honor al acontecimiento, siendo un Sherlock humano.

Notable, 7.
andeltor
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21 de enero de 2014
10 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como en el capítulo anterior en éste el caso no vale absolutamente nada. Mal explicado, simplemente esbozado, nada más. No es que sea difícil de entender pero tiene muchísimos cabos sueltos. Te lo muestran a flashazos, a toda hostia y no queda más remedio que creértelo. Pues vale, me lo creo.
Las referencias a algunos personajes de las obras originales (Sholto) se agradecen tímidamente. Irene Adler figura en los créditos pero no os dejéis engañar. Aparece durante 2 segundos... ¿Por qué este capítulo me ha gustado más? Pues porque el humor no es tan sumamente ridículo como en el anterior (aunque la gracieta de Lestrade ya chirría) y porque la relación entre Holmes y Watson está francamente bien construida, mucho mejor y más creíble. Potente.
Algunas risas, varios momentos entrañables y poco más. sigue sin haber caso. Como sigan tirando de la goma a lo mejor se rompe definitivamente. Cuidado.
chache44
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21 de abril de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
94/13(18/04/24) Divertido segundo episodio de la tercera temporada de la serie de televisión de la BBC Sherlock creada por Mark Gatiss (se reserva el papel de Mycroft, hermano de Sherlock) y Steven Moffat. Aquí la dirección es de Colm McCarthy (ha dirigido episodios de Black Mirror y de Peaky Blinders, y que había trabajado con Moffat en el episodio de Doctor Who, "Las campanas de Saint John"), con guion de los creadores más Stephen Thompson, anteriormente había sido autor de los episodios de Sherlock "The Blind Banker" y "The Reichenbach Fall", Moffat dijo que escribió gran parte del discurso del padrino de Sherlock. Por supuesto protagonizado por los dos magníficos Benedict Cumberbatch como Sherlock Holmes y Martin Freeman como el Dr. John Watson, título del episodio inspirado en “El signo de los cuatro” de Sir Arthur Conan Doyle, ambientada seis meses después del primer episodio de la temporada "The Vacuum Hearse", teniendo la particularidad el argumento que aparte de su desternillante prólogo, acontece en el día de la boda de Watson con Mary Morstan. Como es habitual en la serie marcada por su trepidante montaje cortando de un lado a otro con tremenda fluidez narrativa, apoyada en la fenomenal edición de Mark Davis (“Dr. Who”, “Taboo”, “Black Mirror” o “The Crown). Como siempre Benedict Cumberbatch y Martin Freeman, están brillantes en sus roles, así como muy compenetrado en sus chispeantes ententes, un tándem ya Icono de la pequeña pantalla.

Un capítulo muy comediesco, donde la trama policiaca resulta bastante metida con calzador, pues aquí lo fundamental es proyectar la fuerte amistad entre Watson y Sherlock, y viceversa, sobre todo aquí exponiendo al mítico detective vulnerable, con defectos, falencias, mostrándonoslo como nunca, parece hasta humano, con dudas, con dilemas, como un pez fuera del agua en su sociopatía teniendo que dar un discurso de boda a su amigo, así como haciéndonos ver sutilmente que Sherlock no es asexual, pues mantiene un jueguecito de miraditas y algo más con una dama de honor, con la que muestra uno de sus secretos mejor guardados, su gusto por el baile.

El hábil guion coge una manida celebración matrimonial, y mediante el central discurso de Sherlock vemos unos humorísticos flash back para dar más contorno sentimental a la relación de estos legendarios amigos, regando de casos extraños, que solo parecen estar ahí como reclamo para sacarnos alguna sonrisa. Solaz como encadenan el experimento de Sherlock sobre lo que son capaces de beber alcohol antes de caer ebrios (con probeta!), con un montaje chancesco de ambos bebiendo hasta caer groguis. Para a la mañana siguiente ser contratados en un saso donde Sherlock llega a vomitar (sobre el escenario del caso) por los efectos de la jornada nocturna pasada. Tendremos también nuestra dosis de escenificación del Palacio Mental ‘sherlockiano’, aquí transmutado en una sala de juicio donde el investigador de Baker St. Ira haciendo un particular casting con mujeres (con las que un potencial criminal ha quedado a través de una red social), ello para intentar dar con un patrón de conducta, reuniendo a un grupo de candidatas a las que va haciendo unas preguntas, a las que una de ellas da una respuesta descojonante a cada cuestión. Aunque, como he dicho, el misterio aquí queda muy diluido en medio del humor, se nota una excusa sin fuste, para enfocarlo todo al clima de cariño.

Tiene un prólogo muy ingeniosamente divertido donde el DI Lestrade (buen Rupert Graves) y el sargento Donovan están a punto de arrestar al clan de ladrones Waters, vemos un montaje en que llevan varios años tras ellos, Lestrade obsesionado con su detención. Justo cuando ya los tiene acorralados, cuando la operación policial los tiene rodeados, Lestrade recibe un mensaje de texto con Sherlock pidiéndole ayuda. El Inspector creyendo a su amigo en peligro deja en manos de Donovan la operación, esta le comenta que todo el mérito se lo llevará otro, pero Lestrade se siente fiel a Sherlock, y corre a Baker Street, asumiendo que algo terrible le pasa, pero cuando llega al Sherlock lo que tiene es un bloqueo para escribir el discurso de padrino para la boda de John & María Morstan.

La mañana de la boda, la señora Hudson le recuerda a Sherlock que el matrimonio cambia a las personas. En la recepción, John está encantado de ver al Mayor James Sholto, su ex CO del ejército. Sholto (nombre es una referencia a un personaje de El signo de los cuatro) vive recluido, habiendo recibido amenazas de muerte y el escrutinio de los medios después de perder una unidad de Nuevos soldados en Afganistán. Sherlock llama a Mycroft , quien repite la sugerencia de la Sra. Hudson de que el matrimonio de John y Mary cambiará su vida. Sherlock se levanta para dar el discurso del padrino, pero inicialmente duda. Después de leer los telegramas de la boda, Sherlock expresa su profundo amor y respeto por John y se lanza a una narrativa incoherente, describiendo el papel de John en un caso de intento de asesinato, "El Guardia Sangriento"; Un guardia llamado Bainbridge se puso en contacto con Sherlock, temiendo lo estuvieran acosando. Cuando Sherlock y Watson entraron en las habitaciones de los Guardias, se supuso Bainbridge estaba muerto en una ducha por una herida de arma blanca, pero no se encontró ningún arma ni ruta de escape. Cuando Lestrade le pregunta, Sherlock admite de mala gana que el caso no se resolvió, pero lo cita como un ejemplo de la compasión de John; en lugar de intentar resolver el asesinato como lo hizo Sherlock, John examinó el cuerpo de Bainbridge y descubrió que todavía tenía pulso, por lo que solicitó una ambulancia y le salvó la vida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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14 de noviembre de 2014
10 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este tipo de episodios resulta propio de series, generalmente americanas, que llevan ya tras de sí varias temporadas con 22-24 episodios cada una. Básicamente de lo que se trata es de reunir a todos los actores habituales, montar una fiesta y echarse unas risas haciendo un episodio intranscendente que los espectadores sabrán perdonar y los fans se apresurarán a adorar/alabar.

Que una serie con sólo tres temporadas de sólo tres capítulos cada una se permita hacer en su OCTAVO episodio una boutade como la presente es de una autocomplacencia sonrojante. En la fiesta sólo se lo pasan bien los actores que asisten a ella, el espectador no está invitado, casí mejor, porque el discurso que suelta Sherlock es tan inverosímil como patético, causa vergüenza ajena.

Una lástima, porque si al principio está serie empezó trasladando con tanta sensibilidad como respeto el carácter creado por Conan Doyle al siglo XXI, poco a poco hemos ido viendo como se va traicionando todo lo cimentado al principio para terminar construyendo un personaje irreconocible para los lectores de las novelas.

Pero bueno, mientras haya fans a los que resulte dar gato por liebre el despropósito tiene para largo. Una pena.
bloche
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