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13 días de octubre (TV)

Drama El 3 de octubre de 1940 Lluís Companys, presidente de la Generalitat en el exilio, es trasladado y encarcelado en el Castillo de Montjuïc, a la espera de ser juzgado. Las autoridades franquistas lo acusan de promover el asesinato de inocentes y de delitos de rebelión contra el Estado. Companys, derrumbado, espera la muerte convencido de que este juicio será una falacia y su condena, un mero trámite. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
24 de octubre de 2015
19 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante todo, agradecer a los realizadores de este filme el que no hayan filmado a los franquistas (cosa que por lo general suelen hacer ciertos directores izquierdo-mediocres) como meramente inhumanos y maligno-malísimos. Al contrario, Carlos Marques-Marcet presenta a los franquistas como personas con ideales, sentimientos y deberes tan defendibles o dignos de vivirse como aquellos por los que murió Lluís Companys. Así, tanto el sargento que lo conduce y custodia en el castillo prisión de Montjuic, el capitán general, el abogado, etc., aparecen en este filme cual personas con creencias, praxis y fines tan razonables-justificables como las del político partitocrático que fue Companys, enviciado en eso de llamar fascista a todo el que no pensara según su ideología.

Porque, ¡atención!, como bien dice Gustavo Bueno (cf. El mito de la derecha. ¿Qué significa ser de derechas en la España actual? Temas de Hoy. Madrid 2008) : "No se trata de prohibir a los individuos que pertenecen a las facciones secesionistas vascas, catalanas, gallegas o bercianas que manifiesten públicamente sus opiniones relativas a una soberanía que sus supuestos antepasados ya hubieran poseído desde la prehistoria. Lo que es contradictorio es que se les reconozca la posibilidad de mantener estas opiniones a través del cauce de un partido político reconocido en el ámbito del propio Estado respecto del cual ellos no se consideran parte. [...] Máxime cuando las pretensiones de independencia de algunas facciones vascas, catalanas, etc., no son cuestiones que tengan que ver con la voluntad de los vascos o con la voluntad de los catalanes; son cuestiones que están al margen de estas voluntades. […] Contra las decisiones de autodeterminación de `los cuarenta ladrones` sólo cabe una respuesta por parte del propietario, la que tiende a recuperar por la violencia los bienes que le han sido arrebatados o pretenden serle arrebatados.[…] Ante las pretensiones de autodeterminación de las facciones vascas, catalanas, gallegas, de apropiarse de bienes que pertenecen desde siglos a todos los españoles, están fuera de lugar debates parlamentarios democráticos. Este tipo de conflictos no pueden dirimirse democráticamente, sino por vías anteriores a la democracia, la más tradicional, la declaración de guerra. […] ¿Cómo alguien, aunque sea jurista, politólogo o político de profesión, si está en su sano juicio, puede considerar a las facciones secesionistas de un Estado como partidos políticos?" Y es que este problema político que España tiene planteado se ha constituido en un auténtico disparate, a raíz sobre todo del reconocimiento como partidos políticos de las facciones autonómicas separatistas.

Esta película de Carlos Marques-Marcet, está notablemente realizada, merece la pena verse. Por supuesto, pinta una aureola de mártir sobre Lluís Companys y no evoca sus muchos años de ideologismo profesional, su pasado como palabrero de la politiquería y de la agitación de masas, su cuota de responsabilidad en violentos desórdenes, en muertes y en el estallido de la guerra civil española de 1936-1939. Pero, como quiera, fraterniza ver a Lluís Companys en sus últimos días de vida, con la serenidad del que sabe que se acerca algo crucial en la existencia, algo muchísimo más trascendente que las comidillas y tinglados políticos que durante gran parte de su vida él de dedicó a componer y a vivir de eso.

El pueblo, como enseña Nicolás Gómez Dávila en sus "Escolios a un texto implícito", no elige a quien lo cura, sino a quien lo droga. Y esto no sólo es aplicable contra la derecha, el ejército o la iglesia católica, sino también contra la política, la partitocracia o la izquierda. No olvidemos, que también los revolucionarios de cualquier especie manipulan y fabrican opiniones que después presentan como opinión pública. Y esto no sólo lo hizo el partido de Manuel Azaña o Francisco Franco y los militares, también lo hizo el grupo de inventores del Estado Catalán sembrando las semillas de la discordia y de la guerra.

En definitiva, recomiendo ver este filme, me parece de una construcción bastante decente y nada machacona en cuanto a ideologismo catalanista. Cosa de agradecer, estando como estamos súper hartos del dependentismo español del independentismo catalán, el cual no se cansa en su martilleante perorata de que “democracia es votar, votar y votar hasta que salga lo que ellos quieran”.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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