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Macbeth

Drama Inglaterra, Edad Media. Macbeth es un noble caballero escocés. Un día, después de una batalla en la que se gana el favor del monarca, encuentra a tres brujas que le profetizan que algún día llegará a ser Rey. Después del cumplimiento de otras dos profecías formuladas por las brujas, inevitablemente Macbeth se pregunta cómo podrá cumplirse la tercera, ya que el Rey Duncan todavía esta vivo y, además, tiene dos hijos que pueden heredar el ... [+]
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
23 de junio de 2011
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El realizador Orson Welles, pese a ser conocido mayoritariamente por su aportación al mundo del cine con obras que ya forman parte de la historia del séptimo arte, tuvo una carrera previa en el teatro (y en la radio, no lo olvidemos), por lo que no es de extrañar el gusto y el deseo del genial director por adaptar al cine las obras del gran escritor anglosajón: William Shakespeare.

Por ello, no es de extrañar, que tras su ruidosa irrupción en el mundo del cine, se esforzara en adaptar alguna obra suya. La elegida fue Macbeth, no precisamente de las más conocidas del escritor, pero cuyo tema, lleno de intrigas políticas, traiciones, etc entre la realeza británica es muy atractiva para llevar a la gran pantalla (de hecho hay varias y muy diversas adaptaciones de la obra). Rodada con muy pocos medios, el realizador tiró de técnica y de sus dotes, no sólo como director, sino también como actor para componer un film, voluntariamente extraño, con unos decorados de carton piedra y un vestuario más bien rudimentario, que nos transporta a un tiempo casi primitivo (como queriendo enfatizar los sentimientos primitivos que transmite el texto original) en la que se emplea una puesta en escena casi minimalista, y cercana al expresionismo, utilizando técnicas igualmente rudimentarias para suplir la escasez de medios, con una series de efectos como el de poner vaselina directamente en la cámara para conseguir que ciertas imágenes parezcan borrosas, casi surrealistas, el uso maquillaje y vestuario de los intérpretes y algunos aciertos visuales más para dar una sensación de mayor volumen, pero también para exteriorizar lo oscuro y turbio de la historia que nos está contando.

Una historia, que si bien mantiene las líneas principales del texto de Shakespeare, Welles le da una trayectoria circular con la presencia de las brujas que acentúan el carácter trágico de la historia. Además, hay una voluntad manifiesta de centrar el relato en la figura de Macbeth, interpretado por él mismo, recortando considerablemente el peso específico del resto de personajes como Lady Macbeth o MacDuff (cuyos personajes corrieron a cargo de la compañía de teatro que el propio Welles creó), configurando un personaje sediento de poder y que no duda en realizar los actos más terribles para llegar al poder y mantenerse en él, muy en la línea de otros personajes oscuros que le gustaba interpretar.

El resultado es un film extraño, oscuro (y no sólo por el predominio de las escenas nocturnas) que da la sensación de incompleto, casi inacabado, o acabado de forma apresurada. Seguramente la falta de medios económicos afectó considerablemente a las posibilidades y resultados finales de un film de estas características, aunque no por ello, Welles dejó de lado sus constantes personales y de mantener una calidad técnica muy superior a la media. Y ello sin negar que posiblemente sea uno de los flms más flojos de su director.
manulynk
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12 de julio de 2011
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Macbeth" de Orson Welles (1948), es mi versión cinematográfica favorita de dicha obra de Shakespeare. La versión de Polanski (1971) es sin duda interesante, pero no deja de ser algo plana dramáticamente hablando, y bueno "Trono de sangre" (1957) del maestro Kurosawa que adapta el relato al Japón medieval es cuento aparte.
Sin duda, Welles con un presupuesto mínimo, pero con gran ingenio le imprimió gran fuerza dramática, visual y sonora al relato, así como también un acertado ritmo y prudente metraje. Sin embargo, a pesar de tanto ingenio, el magro presupuesto se hace notar demasiado en los decorados y el vestuario. En vez de castillos medievales tenemos cavernas y a los personajes usando trajes que habrán sobrado de otras películas. Si Welles hubiese contado con los medios económicos de las películas del Hollywood de la época (como las películas de Cecil B. De Mille) o los medios con los que contó Laurence Olivier para realizar su "Hamlet" (1948); sin duda el "Macbeth" de Welles habría sido una obra maestra; ya que para ser tal, una película debe rozar la perfección tanto en el fondo (dirección, guión y personajes) como en la forma (puesta en escena) y lamentablemente la película de Welles flaquea en lo último.
Pese a lo anterior, la película no deja de ser cautivante audiovisualmente; con esa Escocia oscura y gris, siempre cubierta cubierta de niebla, con sus tormentas y relámpagos; elementos que le dan una atmósfera de película de terror y demuestran que "Macbeth" funciona mejor en una puesta en escena fantástico-teatral (y con fotografía en blanco y negro), que en una puesta en escena realista. Un claro ejemplo de esto, es la maravillosa escena del "bosque de Birnam en movimiento" surgiendo de entre la niebla; en cambio en una versión "realista" como la de Polanski sólo vemos a soldados llevando unas ramas de árboles.
En cuanto a las actuaciones, tenemos a un brillante Orson Welles como el protagonista con su feroz e imponente presencia; a su lado una perversa y a la vez atormentada Lady Macbeth, interpretada por la olvidada Jeanette Nolan; personajes que son lanzados por la superstición a una vorágine de sangre y muerte; que sin embargo, ha sido la elección de sus propias conciencias. Por que en definitiva, el tema central de "Macbeth" es la ambición por el poder y de como el protagonista obtiene dicho poder mediante la violencia y un poder obtenido en esa forma, sólo se puede retener con la misma violencia.
Sin duda, la "magia" del relato de "Macbeth", es que el personaje del protagonista es identificable universalmente; ya que si bien, la historia transcurre en la Escocia del siglo XI; todos los países del mundo han tenido su propio Macbeth en algún momento de su historia: el de Chile se llamó Augusto Pinochet.
maximiliano
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19 de noviembre de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
184/19(29/10/15) Notable adaptación de Orson Welles del homónimo drama de William Shakespeare, proyecto en el que ante la evidente escasez de medios OW hice de la precariedad virtud, haciendo un somero homenaje al teatro, con su marcado estilo operístico, imbuyendo al relato de un marcado sino cuasi-surrealista, pesadillesco en algunos casos, onírico en otros, pero siempre potenciando el lirismo del texto del Bardo (poeta o narrador de historias) de Avon, ello con el acentuado estilo expresionista gótico propio del director. Una narración enmarcada en un ambiente cerrado, opresivo, avanzando hacia la asfixia en la piel de unos protagonistas presos de su aciago destino señalado por unas brujas, tocando temas universales y atemporales como la ambición desmedida, las ansias de poder, los sentimientos de culpa, la venganza, la traición, las luchas de fe de religión, la envidia, la frustración vital, la soledad, la cobardía, o el maquiavelismo, todo desarrollado de modo fluido, alternando diálogos profundos con monólogos sublimes, declamados por unos actores magníficos, sobresaliendo en este aspecto un Titánico Orson Welles. Desgraciadamente fue un fracaso comercial, además en su momento la crítica la denigró, el tiempo es un juez sabio y la ha elevado a donde se merece.
OW escribe también el guión, se mantiene bastante fiel a la obra, aunque introduce algunos elementos nuevos que realzan el sentido de la historia (por falta de espacio no los comento), el polifacético artista maximiza la importancia de Macbeth en detrimento de su mujer, algo más en la sombra que la obra original, ahonda en su tormento interior, en su angustia existencial, en sus sentimientos de culpa, refleja un personaje enfermo de poder, complejo como gustaba de interpretar a OW, poliédrico, con aristas, oscuro, sombrío, con mucho mundo interior. Evolucionando mediante mucha voz en off de los pensamientos de los personajes, esto cubre e relato de una sinuosa intriga tensa. Es un drama de un fuerza visual e intensidad arrolladora, te atrapa desde su lírico inicio con la imagen de espaldas de las tres brujas engullidas por un paraje nebuloso que remueven un caldero, declamando en tono cavernoso la profecía, y a partir de aquí una narración de un tremendo calado emocional, de gran vigor, de estremecedora ambigüedad, con ingenioso uso de las metáforas visuales, ello con inteligente delineación de personajes, obsesivos, reflexivos, abrumados, muy humanos, angustiados por el poder omnímodo de la conciencia, sumidos en un mar de dudas por sus actos villanos. Esto en un universo sumergido con la alegoría de su ambientación en un clima atávico de violencia, con ahorcamientos, regicidios, apuñalamientos, asesinatos de niños, suicidios lanzándose al vacío, decapitaciones, cabezas cortadas en picas en exposiciones públicas y más.

La tara que le puedo achacar es la disminución de importancia que tiene Lady Macbeth, Icono en el imaginario de la esposa “malediciente “Pepito Grillo”, una manipuladora perversa, pues aquí su peso dramático de maestra de marionetas que influye malévolamente en el protagonista queda bastante disminuido, quedando este aspecto aminorado. Asimismo la batalla final resulta descafeinada, pues para defender el castillo de Macbeth está el solo, solo contra miles, donde se ha metido el supuesto ejército de Macbeth? No se da explicación a esta desidia de extras y de contienda bélica hurtada al espectador. Tampoco el vestuario brilla, pues parece sacado del atrezzo de un film de “Gengis Khan”, totalmente anacrónico, en algún caso rozando lo grotesco.

Orson Welles realiza una enorme actuación, de profundidad, de gran intensidad psicológica, de un memorable arco evolutivo, hastiado, arrollado por la ilusión del augurio, sumido en una espiral de violencia sanguinaria, una cuesta abajo que lo derrumba mentalmente ante nosotros, exhibido esto mediante estremecedores monólogos interiores, aguantando primeros planos prodigiosamente, una labor bañada de tintes arcaico-salvajes, excelente. Jeanette Nolan debuta en cine con Lady Macbeth, expone dotes sibilinas, manipuladoras, perturbadoras, en un complejo declive hacia la demencia, aunque queda opacada por el colosal Macbeth, restándole el protagonismo de la obra shakesperiana, la primera ladyu Macbeth en mente de OW fue Vivien Leigh, pero creyó su marido (Laurence Olivier) la vetaría, se le ofreció el rol a Tallulah Bankhead, lo rechazó, también se barajaron Anne Baxter, Mercedes McCambridge y Agnes Moorehead, al final OW escogió a Jeanette Nolan, perteneciente a su compañía teatral Mecury. Dan O'Herlihy da vida con estupenda energía a Macduff. Un imberbe Roddy McDowall es el valiente e inocente Malcolm. Alan Napier deja huella con su Santo Padre, rol sombrío, inquietante, turbador, interpretado de modo valioso. Como curiosidad OW hace aparecer en el film a su hijo Christopher en el papel del hijo de Macduff, su única aparición en cine.

La puesta en escena en lo que se refiere a los decorados del director artístico Fred A. Ritter resultan un canto al arte de las tablas, muy teatral, sin exteriores, con indisimulados fondos falsos, con exagerada recreación de cartón piedra y papel maché, todo muy falso, con rocas y árboles simulados, sobresaliendo el castillo de Dunsinane, aquí más una retorcida fortaleza cavernosa, un gran patio sorteado de una red de pasillos excavados en la roca, con habitaciones primitivas sin puertas, esto como alegoría del hombre atávico, el que surge de los más bajos instintos, todo esto realzado por la fenomenal fotografía de John L. Russell (“Psycho” o “La hora de Alfred Hitchcock”), potenciando el expresionismo del film, envolviendo en claroscuros y sombras (espléndidas sus proyecciones en los fondos) a los personajes, casi todo la historia pasa de noche, y lo poco de día es nublado, con luz marcadamente artificial, con angulaciones de cámara que oprimen y crean zozobra y exaltan emociones,... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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23 de marzo de 2014
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por lo visto las dificultades con las que contó Orson Welles para realizar su adaptación cinematográfica del clásico de Shakespeare fueron realmente excesivas. Las cosas creo que no le iban mal desde que empezara en esto del cine, pero para filmar "Macbeth" tuvo que enfrentarse ante el principal obstáculo de todo proyecto cinematográfico, la cuestión monetaria, que ahora y siempre, han supuesto el principal problema a la hora de iniciar la complicada tarea de estar al frente de una película. Con todo ello, si hay algo que no se puede dudar, es que Welles tenía entre ceja y ceja la obra del dramaturgo inglés, intentó convencer a los que ponen la pasta de hacer una versión de Otelo pero, por lo visto, los productores veían en el trasfondo de la lucha por el poder que se desprende en Macbeth algo mucho más comerciable. Welles realizó más homenajes que este "Macbeth" a William Shakespeare, después vendrá "Otelo" por fin y sobre todo la brillante "Campanadas a medianoche".

Por ello afirmo que la admiración de Welles por Shakespeare iba más allá de lo normal, su profundo aprecio hizo que realizara este "Macbeth" irregular en el que deja su personal huella. El juego de claros y oscuros es suyo, la cámara que se coloca en ángulos elevados es cosa suya, y por supuesto, suyo es el protagonismo interpretativo. Este "Macbeth" es enteramente de su cosecha, de manera que aquellos que llegamos aquí apreciando la calidad de su cine vamos a encontrar buenos motivos para seguir apreciándolo. Los que lleguen aquí por el otro lado, por el interés por la literatura, creo que pueden sentirse más satisfechos aún. La interpretación de Welles es portentosa.

Sin embargo la siempre complicada tarea de poner una nota en FA me impide elevar mucho más este "Macbeth" a causa del recuerdo de una obra tan brillante como "Trono de sangre" de Kurosawa, muy superior. Puede que los escasos recursos monetarios acaben perjudicando la película de Welles, el caso es que la intensidad del drama escrito no se ve plasmado en imágenes. No me ha acabado de enganchar la conocida trama por alcanzar el poder, la despiadada actitud del malvado Macbeth y los hilos que mueve su mujer. Qué vamos a hacerle, me quedo con las flechas y las katanas de Kurosawa, con la locura de Toshiro Mifune y la personal adaptación japonesa.
Luisito
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29 de julio de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Macbeth de Orson Welles es un drama basado en la edad media sobre un valeroso caballero escocés que tras volver de una batalla con honores del rey, recibe por parte de tres brujas la premonición de que será rey después de que se cumplan otras dos profecías. Dirigida con un ritmo paulatino y con un estilo fiel a la adaptación de la famosa obra pero con los detalles técnicos particulares del director, es una obra magnífica que te transporta gracias a la trama y su narrativa al teatro de una de las obras más representadas de Shakespeare, concluyendo un magistral film que deja evidencias de la calidad cinematográfica de Welles al lucir una historia provocadora y dramática que absorbe al público y lo deja atento a su desenlace desde el principio.
La fotografía es oscura y utiliza mucho la niebla para desconcertar al público, mostrando también imágenes tenebrosas y haciendo gran uso de los claroscuros en una evocadora labor que es estéticamente lúgubre y apropiada para lo que ofrece. La música es turbadora e intensa en las escenas pertinentes para estimular al público con ritmos inquietantes que hacen sentir al espectador la continua amenaza del protagonista. Los planos y movimientos de cámara consuman una particular labor técnica reconocible del director mediante el uso de los detalles, primeros y primerísimos planos, avanti, retroceso, subjetivos, seguimiento, reconocimiento, grúas, generales y cámara en mano que logran una excelente tarea.
Las actuaciones son profundas y soberbias del primero al último. Como protagonistas Orson Welles está reluciente en un enorme papel como es habitual en él y Jeanette Nolan está persuasiva y manipuladora en su labor, siendo contundentes los acompañamientos de Dan O´Herlihy, Roddy McDowall y Edgar Barrier. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios y caracterizaciones sugestivos de la época y lugar en cuestión y sus personajes en una magnífica tarea que junto con los bien elaborados decorados te transportan al momento y lugar en cuestión.
El guion, escrito por el director y adaptado de la obra de teatro de Shakespeare, es enrevesado y conspirador en su historia que en base a una premonición, saca lo peor de la persona, en especial la ambición de poder para profundizar inevitablemente en el público, incitándolo al hacerle ver una trama que va poco a poco calentándose hasta llegar a sorprenderte con un final magistral. Esto se lleva a cabo con una narrativa con voz en off profunda y conspiradora que a base de insidias y misterios añade intriga al film y hace sentir la desmoralización del protagonista en una lenguaje lírico e intachable. Cabe señalar también, el montaje lineal y seguido que comprime bien una de las obras de teatro más conocidas de la historia.
En conclusión, la considero una obra imperecedera y esencial tanto en la filmografía del director como en las obras adaptadas de Shakespeare que sirve como un resumen personal del director sobre tal obra para situar al espectador en una historia provocadora y trágica que se base en la ambición y la traición para absorber al público sin remisión. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos, movimientos de cámara, vestuarios, caracterizaciones, decorados y narrativa que vuelven a Macbeth, un film magistral y necesario para conocer de la mano de Orson Welles la famosa obra del genio inglés.
Elcinederamon
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