Cambio de sexo

Un adolescente que se siente mujer decide abandonar el hogar, vestirse con prendas femeninas y, finalmente, someterse a una operación de cambio de sexo.

Uno de los films más arriesgados de Vicente Aranda, con el que éste abordó un tema tan espinoso como era entonces la transexualidad, a partir de un caso real. La historia mantiene un admirable equilibrio entre rigor crítico y sensibilidad, donde no falta lugar para el melodrama ni el espectáculo erótico, reivindicando siempre el derecho de todo individuo a ser uno mismo. Protagonizaba una muy convincente Victoria Abril, en su primera colaboración con el director.



"Yo quiero que mi cuerpo sea el cuerpo de una mujer."

Llevaba mucho tiempo persiguiendo a esta película, y no me ha decepcionado en absoluto, es más, diría que es una obra cumbre de la filmografía de Vicente Aranda. A lo largo de su apasionante metraje, es una obra que aglutina con éxito, sensibilidad, equilibrio y sabiduría tonos muy distintos, que pueden ser el didáctico, el melodramático, el del realismo social, el del conflicto familiar, el de la maduración personal y también el de una fantasía transexual centrada en el cabaré erótico de Barcelona donde trabaja el/la protagonista, un José María o una María José muy bien interpretado/a por una genial Victoria Abril, en una interpretación complicada de la que sale triunfante.

A lo largo de toda esa dura y larga aventura personal, en la que el/la protagonista se libera de su pasado y sufre una fascinante transformación física, se muestran todas las ambigüedades posibles, pero todo este proceso va encaminado a una búsqueda personal, al encuentro con la verdadera identidad física y sexual, en el doble sentido del sexo del cuerpo y de la orientación sexual de la psicología del/la protagonista. Hay, en fin, una absorbente y apasionante búsqueda de libertad.

"Cambio de sexo" viene a ser el reverso de "Mi querida señorita" (1971), de Jaime de Armiñán, y por su contexto histórico puede interpretarse esta historia como una metáfora de la Transición hacia la democracia de la España del momento. Todos los aspectos artísticos y técnicos confluyen en un excelente conjunto, incluso la música de Ricard Miralles es menos estridente que en otras ocasiones.

Interesante película bien dirigida por Vicente Aranda, aunque algo irregular. En su día polémica y aperturista, no en vano narraba una historia, real, pero desde el punto de vista social, tendente a los prejuicios morales y éticos de aquella sociedad (algo que todavía aún hoy no se ha superado por parte de una gran parte de la sociedad española... y mundial).
Vista con los ojos de un espectador actual, esto es, del Siglo XXI, no deja de tener atractivo debido a la mano del recordado Aranda, que es bien cierto que en su segunda mitad pierde el ritmo con la inclusión de unos números musicales que devienen en repetitivos y escasos de interés dramático. Pero el resto está muy bien, va narrando con tranquilidad los diversos avatares por el que pasa el/la protagonista y, gracias a la excelente labor interpretativa de una muy estimable Victoria Abril, empatizamos fácilmente con la protagonista.
Un chico que se siente mujer con problemas familiares, que se va de casa y debe encontrar su camino. En él se topará con diversa gente, muy distinta entre sí, con los que encontrará la amistad, el respeto y cariño, pero también el dolor y sufrimiento. Muy buena fotografía del maestro Néstor Almendros y respeto tanto a los personajes como al espectador.
Se conserva bien pese al paso del tiempo.

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Me parece una propuesta interesante ya que en esa época hablar sobre la sexualidad y sobre todo la transexualidad era un tema considerado tabú. Pienso que la película toca adecuadamente este tema se ve que se informaron (lo más que se podía en ese momento), pues se observa que el guion esta construido a partir de un ojo crítico y científico; Por otra parte la actuación de Victoria Abril se lleva las palmas al interpretar a este joven en busca de su identidad y felicidad.

Ayer vi esta película en la Filmoteca Española (Cine Doré) y confirmé el carácter valiente y didáctico que me habían referido. Situándose en el contexto, 1977 (teníamos sólo unas Cortes constituyentes), cabe imaginar las controversias en su producción y la valentía de Aranda y su equipo para abordarla.

Si bien a la película le sobra metraje, en especial de sus números musicales, y algún aspecto dramático es muy manido (el desplazamiento de la "estrella", Andersen, por la recién llegada, Abril, en la sala de espectáculos), en su conjunto es una buena película, con una muy buena fotografía del maestro Almendros y una buenas interpretaciones, en especial de una jovencísima Abril y de los veteranos Aparicio y Sancho.