El último gran mago

Decepción, es la palabra acorde para un resumen de esta película.
La vi pensando que trataría temas de la vida del gran Houdini, vida aventurera de un gran luchador que supo triunfar a base de esfuerzo y riesgo.
Creí que la película estaría amenizada con una aventura romántica al tiempo que mostraría las hazañas del mago y alguno de sus más famosos números que le llevaron a ser el más grande escapista de la historia.
Pero ¿qué nos encontramos?
Que se escapa el interés. Una historia de amor no muy atrayente y repetitiva. Sus escenas son las mismas una y otra vez, su argumento aburrido y, en fin, el ritmo termina siendo tan cansino que incluso Catherine pierde su atractivo y mira que lo tiene. Vale por ver la frescura de Saoirse, la niña (aunque se nos hace algo resabiada) y por la buena ambientación y el vestuario.

“El último gran mago” es una película que no es de aventuras ni de magia, sino un relato placentero y desconcertante, que con buena fáctura estética sigue unos derroteros narrativos oscilantes entre el folletín romántico y la metáfora existencial.
No se trata de una biografía del legendario escapista Houdini, sino de un ejercicio de la imaginación por parte del guión, que bajo la dirección de la australiana Gilliam Armstrong, vincula datos reales de la vida del famoso ilusionista con dos personajes ficcionalizados: el de una atractiva mujer (Catherine Zeta-Jones) y su hija casi adolescente (Saoirse Ronan), quienes sobreviven en un suburbio de Edimburgo, realizando espectáculos de adivinación en teatros baratos.
Apoyándose en hechos reales, el film cuenta cómo era habitual el desafío de Houdini a quienes decían tener poderes paranormales de conectarse con los espíritus. Para desenmascarar a quienes considera unos charlatanes, el escapista ofrece una suma muy alta de dinero para quien sea capaz de revelar cuáles fueron las palabras que su propia madre le dijo en el lecho de muerte. Y, desde luego, la atractiva oferta convoca a las mencionadas madre e hija, quienes se acercarán interesadas por el dinero para intentar develar (no sin fraude) el enigma.
La fotografía es de alta calidad y la reconstrucción de época, excelente. La acción se precisa en 1926, cuando Houdini tenía ya 50 años y en una gira internacional arriba a la encantadora ciudad de Edimburgo, la misma del escritor Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes, en el aura de cuyas novelas debe haberse inspirado la estética de la película que replica los callejones neblinosos y algunos ambientes marginales de la antigua ciudad.
Podría objetarse la denominación castellana “El último Gran Mago”, que se asocia con otras películas recientes del subgénero de magias y trucos. Atentos al contenido del film, el titulo original “Death defying acts”, traducible como “Actos que desafían a la muerte” es mas fiel al intento manifiesto de eludir el engañoso envoltorio de los espectáculos de magia para remarcar la ambigua realidad debajo de los trucos.
Así se intuye debajo del relevante personaje, la paradoja de afirmarse en lo terrenal desafiando a un “más allá”, que le preocupa más de lo que parece.
El guión insinúa la idea de que el amor es algo siempre fugaz pero tan intenso como para transformar la realidad y que puede imponerse a la ambición del dinero, un concepto muy romántico que no logra transmitir demasiado la pareja de bellos protagonistas.
Con el mérito de una propuesta original y con buena factura técnica, el film resulta placentero pero insustancial, dejando la sensación de que la directora ha querido diferenciarse dentro de las limitaciones de la temática, desconcertando consecuentemente al público, con el que no alcanza mayor empatía.

“El último gran mago” se une a la reciente moda de hacer películas sobre magos. No es tan buena como “El truco final”, pero es infinitamente mejor que “El ilusionista” (ese truño infame que no pienso volver a ver ni para destrozarlo con una crítica).

Objetivamente, no se le puede poner un pero. Técnicamente es impecable, con unos buenos y convincentes actores en medio de una gran ambientación de época (lo que es más de lo que ofrecen de la inmensa mayoría de películas de hoy día). Más de que de cosas negativas se puede hablar de que lo que menos me ha gustado es el escaso recorrido de la historia que cuenta. Está muy bien contada y es atractiva, pero durante el tiempo que dura (y sobre todo después de verla) existe la constante sensación de que no va a ninguna parte. Más que ser interesante, se podría decir que cuenta cosas interesantes, pero en el fondo a mí me dio un poco lo mismo, no me aportó nada más que 85 minutos de distracción. Todo fue muy correcto y profesional (presentación, nudo y desenlace) pero dan ganas de pasar cuanto antes a otra cosa.

En fin, resumiendo, es buena y hay que verla porque es vistosa y está muy bien contada. Además, es moderadamente respetuosa con la memoria de Houdini. No soy experto en su vida y milagros, pero apuesto lo que sea a que la historia es inventada… y sin embargo no se pasa la misma vergüenza ajena que con “Los hermanos Grimm” o algunas miniseries supuestamente históricas.

Años veinte, el grande y famoso mago Houdini (Guy Pearce) es una celebridad en todo el mundo.Pero la muerte de su madre le acompaña como obsesión allá donde va, y a través de ella se burla de los mediums y espiritistas descubriendo sus engaños. Incluso llega a apostar 10.000 dolares a áquel que le transmita las palabras que le dijo su madre en el lecho de muerte. En Escocia, una falsa medium (Catherine Zeta-Jones) y su hija tratarán de averiguarlas por todos los medios. La atracción entre la medium y el ilusionista no se hará esperar.

Pues bién, todo lo que promete esta sinopsis, se cae por su propio peso.
Es una pena, porque con ese tema y esos actores bién se podía haber hecho algo mucho mejor. La realidad es que acaba siendo terriblemente aburrida, con escenas largas entre unos actores que no poseen NINGUNA QUÍMICA. Jamás te crees la historia de amor. Zeta-Jones, muy sobreactuada, así como la niña (es la misma de "Expiación", pero menos contenida y además dando el mismo "mal rollo"). Guy Pearce tampoco logra que podamos entender al protagonista. El espectador no consigue en ningún momento mantener una empatía con la pareja principal.

Destaquemos algo: el gran trabajo de Timothy Spall, el representante de Houdini en la película. Muy apreciable.

La factura técnica no es mala, es hasta original, pero cuando el mediocre director consigue con tantos elementos a favor que el tedio nos haga mirar el reloj sin parar es que algo ha hecho MUY MAL.

PD: A Catherine Zeta-Jones empiezan a notarsele los embarazos. Puto Michael Douglas.

Oportunidad desaprovechada en general para contar la vida de este fascinante personaje que cautivó a miles de personas y, que sigue siendo un referente universal para el mundo del ilusionismo y del espectáculo.

Oportunidad desaprovechada por el director y el guionista para hilvanar una historia de modo atractivo.

Oportunidad desaprovechada por los actores para haber interpretado bien y creíblemente un papel, a pesar de que no hubiera mucho que rascar...

No me creo que la vida de Houdini no diera para más... no me creo que lo más interesante que se les ha ocurrido sea este culebrón romaticorro que se remata con un hiper decepcionante y blandengue final.

¡Lástima!