¡Lumière! Comienza la aventura
2016 

1.308
Documental
En 1895, los hermanos Lumière inventaron el cinematógrafo y dirigieron unas de las primeras películas de la historia del cine. El documental, dirigido por Thierry Frémaux (director del Festival de Cannes desde 2001 y del director del Instituto Lumière de Lyon), ofrece una selección de 108 películas restauradas que nos muestran un viaje a los orígenes del cine. Son una mirada única sobre Francia, el séptimo arte y el mundo que inaugura el siglo XX. (FILMAFFINITY) [+]
19 de octubre de 2017
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director del Festival de Cannes y del Instituto Lumière de Lyon, Thierry Frémaux, en el documental ¡Lumière! Comienza la Aventura, es el realizador, montador (junto con Thomas Valette) y productor (con Bertrand Tavernier), además de la voz que da vida a este film. Se trata de una colección de copias restauradas de los hermanos Lumière. El documental se proyectó en Cannes Classics , en la sección oficial de Toronto y en el reciente Festival de San Sebastián. Estreno el 20 de Octubre.
En 1895, los hermanos Lumière (Auguste y Louis) inventaron el cinematógrafo y dirigieron la primera película de la historia del cine ”Salida de los obreros de la fabrica de Lumière en Lyon Monplaisir”, la cual abre el film.
En ¡Lumière! comienza la Aventura, se nos ofrece una selección de 108 copias restauradas que nos hacen viajar por los orígenes del cine y desentrañar a personas, lugares y situaciones de la época. La finalidad de los Lumière era mostrar a la sociedad tal como era y divertir haciendo del cine algo espectacular.
De las más de 1400 películas de 50 minutos que se conocen no todas fueron filmadas por los hermanos Lumière. Ellos tenían operadores en varias partes del mundo, entre ellos el destacado Alexandre Promio, considerado el primero en aplicar la técnica travelling en la historia del cine.
Cuando comienza el film escuchamos a Thierry Frémaux narrándonos lo que sucede con una buena dicción y con ratos hilarantes que hacen que te introduzcas en la película de manera más agradable y eches alguna que otra carcajada que está claramente incitada por su cómico acompañamiento. Por otro lado, las cintas nos son presentadas en diversos bloques temáticos de manera numerada. Algunos de ellos son: infancia, donde se muestra a niños desarrollando diversas actividades y paisajes, en los que podemos observar Lyon, Londres, Moscú y Egipto, entre otros.
Respecto a los aspectos técnicos, el film es rápido, aunque algo largo teniendo en cuenta que carece de trama. Vamos viendo las imágenes pertenecientes a cada bloque temático sin más pausa que la correspondiente a la presentación del nuevo bloque. Hay constantes planos generales y travelling. Vemos a personas actuar que acaban mirando a cámara de manera cómplice y a otros tantos que no saben lo que está pasando y miran con curiosidad.
¡Lumière! Comienza la Aventura es una película que cualquier estudiante, apasionado o entusiasta del cine debería ver. Es un legado histórico, un tesoro que merece ser mostrado para siempre.
Escrito por Cristina Peña Parrilla
https://cinemagavia.es/documental-critica-lumiere/
En 1895, los hermanos Lumière (Auguste y Louis) inventaron el cinematógrafo y dirigieron la primera película de la historia del cine ”Salida de los obreros de la fabrica de Lumière en Lyon Monplaisir”, la cual abre el film.
En ¡Lumière! comienza la Aventura, se nos ofrece una selección de 108 copias restauradas que nos hacen viajar por los orígenes del cine y desentrañar a personas, lugares y situaciones de la época. La finalidad de los Lumière era mostrar a la sociedad tal como era y divertir haciendo del cine algo espectacular.
De las más de 1400 películas de 50 minutos que se conocen no todas fueron filmadas por los hermanos Lumière. Ellos tenían operadores en varias partes del mundo, entre ellos el destacado Alexandre Promio, considerado el primero en aplicar la técnica travelling en la historia del cine.
Cuando comienza el film escuchamos a Thierry Frémaux narrándonos lo que sucede con una buena dicción y con ratos hilarantes que hacen que te introduzcas en la película de manera más agradable y eches alguna que otra carcajada que está claramente incitada por su cómico acompañamiento. Por otro lado, las cintas nos son presentadas en diversos bloques temáticos de manera numerada. Algunos de ellos son: infancia, donde se muestra a niños desarrollando diversas actividades y paisajes, en los que podemos observar Lyon, Londres, Moscú y Egipto, entre otros.
Respecto a los aspectos técnicos, el film es rápido, aunque algo largo teniendo en cuenta que carece de trama. Vamos viendo las imágenes pertenecientes a cada bloque temático sin más pausa que la correspondiente a la presentación del nuevo bloque. Hay constantes planos generales y travelling. Vemos a personas actuar que acaban mirando a cámara de manera cómplice y a otros tantos que no saben lo que está pasando y miran con curiosidad.
¡Lumière! Comienza la Aventura es una película que cualquier estudiante, apasionado o entusiasta del cine debería ver. Es un legado histórico, un tesoro que merece ser mostrado para siempre.
Escrito por Cristina Peña Parrilla
https://cinemagavia.es/documental-critica-lumiere/
8 de noviembre de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Thierry Fremaux dirige y narra este documental en el que se nos muestran de manera sucesiva 108 películas, de menos de un minuto de duración cada una, de los hermanos Lumière. Fueron las primeras películas de la historia, por lo que se trata de un viaje a los orígenes del cine, además de una interesante mirada al mundo tal y como era justo antes de empezar el siglo XX.
Estas pequeñas joyas del incipiente cine van desfilando por la pantalla sorprendentemente bien restauradas, y a través de ellas Fremaux va tejiendo un apasionante documental, tan estético como pedagógico, aderezando las imágenes con comentarios que el propio director hace de las mismas, para que el espectador conozca cómo era el mundo en la época en que los hermanos Lumière y sus colaboradores se dedicaban a grabar las primeras escenas cinematográficas de la historia.
En este documental se pone de manifiesto que los Lumière ya hacían cine. No se limitaban a poner la cámara y grabar. Hacían cine tal y como lo entendemos ahora. Sus pequeñas grabaciones tenían su guión, sus actores (terribles, pero actores al fin y al cabo), buscaban las localizaciones precisas, ponían mucho esmero en los encuadres y hasta iniciaron los trucos cinematográficos. Eran ya pequeñas películas intencionadamente, no simples grabaciones sin más.
Además de eso, sus cintas retrataron la sociedad de entonces, y lo hicieron con una herramienta completamente nueva. Nadie antes había hecho películas. Ellos fueron los primeros. No tenían referentes ni nadie de quién aprender, a quien copiar, a quien intentar mejorar. Estaban creando un lenguaje artístico completamente nuevo. Un modo de expresión que hoy en día sigue vigente como vehículo artístico mediante el cual crear universos de los cuales disfrutamos millones de espectadores.
No es un documental al uso. No hay entrevistas ni un guión que seguir. Es una sucesión de pequeñas películas, una detrás de otra, con las explicaciones didácticas y humorísticas del director. Es algo tan simple como elegir 108 cortos de los Lumière, hacer el montaje y narrar un texto sobre esas imágenes. Así de simple y así de hermoso. A un tiempo divertido e histórico.
Impresiona el uso que hacían los Lumière de la cámara. Impresiona la profundidad de campo, algo que apenas se usa hoy en día, ya que siempre se tiende a centrar la atención en la acción principal desdeñando el resto. Usaban casi siempre la cámara fija, pero ya hicieron sus pinitos con el travelling, algo que llama muchísimo la atención tratándose de aquella época en que no había prácticamente máquinas relacionadas con el cine.
Los cortometrajes de los Lumière no se limitan a mostrarnos la vida en su Lyon, ni siquiera en Francia. Sus operadores viajan por todo el mundo y se nos muestran grabaciones realizadas en Barcelona, Ginebra, Biarritz, Jerusalem, Berlin, Chicago, Japón, África… un montón de sitios que quedaron registrados para siempre en sus cámaras.
Otra curiosidad. La famosa “Salida de los obreros de la fábrica” tiene tres versiones diferentes. Es muy curiosa la explicación que da Fremaux sobre esa película, a la primera versión que hicieron le faltaba el coche de caballos, que sí aparece posteriormente. En las tres son las mismas puertas (una grande y otra pequeña) y el mismo modo de salir. Primero las mujeres, luego un pequeño grupo de hombres, luego más mujeres, y al final varios hombres, algunos en bicicleta. Y por ahí en medio un perro. En las tres es más o menos igual, con el añadido final del coche de caballos. Sin darse cuenta, los Lumière habían inventado también el remake.
Se nota mucho que a Fremaux le encanta el cine y le apasionan las imágenes antiguas. El documental está hecho con mucho cariño. Esa pasión que pone el director traspasa la pantalla y llega al espectador, que disfruta aprendiendo, o aprende disfrutando, que es como nos decían en el colegio que era la mejor forma de aprender.
Para el público de cine de pasar el rato no la recomiendo, pero para los cinéfilos es toda una gozada. Es impagable contemplar los primeros gags de la historia del cine, actores que miran a la cámara, figurantes que se ríen de manera desmedida para subrayar que la escena es cómica, o planos increíblemente espectaculares para la época como el de las mujeres lavando ropa y los hombres fumando en un plano superior. De verdad, una gozada.
https://keizzine.wordpress.com/
Estas pequeñas joyas del incipiente cine van desfilando por la pantalla sorprendentemente bien restauradas, y a través de ellas Fremaux va tejiendo un apasionante documental, tan estético como pedagógico, aderezando las imágenes con comentarios que el propio director hace de las mismas, para que el espectador conozca cómo era el mundo en la época en que los hermanos Lumière y sus colaboradores se dedicaban a grabar las primeras escenas cinematográficas de la historia.
En este documental se pone de manifiesto que los Lumière ya hacían cine. No se limitaban a poner la cámara y grabar. Hacían cine tal y como lo entendemos ahora. Sus pequeñas grabaciones tenían su guión, sus actores (terribles, pero actores al fin y al cabo), buscaban las localizaciones precisas, ponían mucho esmero en los encuadres y hasta iniciaron los trucos cinematográficos. Eran ya pequeñas películas intencionadamente, no simples grabaciones sin más.
Además de eso, sus cintas retrataron la sociedad de entonces, y lo hicieron con una herramienta completamente nueva. Nadie antes había hecho películas. Ellos fueron los primeros. No tenían referentes ni nadie de quién aprender, a quien copiar, a quien intentar mejorar. Estaban creando un lenguaje artístico completamente nuevo. Un modo de expresión que hoy en día sigue vigente como vehículo artístico mediante el cual crear universos de los cuales disfrutamos millones de espectadores.
No es un documental al uso. No hay entrevistas ni un guión que seguir. Es una sucesión de pequeñas películas, una detrás de otra, con las explicaciones didácticas y humorísticas del director. Es algo tan simple como elegir 108 cortos de los Lumière, hacer el montaje y narrar un texto sobre esas imágenes. Así de simple y así de hermoso. A un tiempo divertido e histórico.
Impresiona el uso que hacían los Lumière de la cámara. Impresiona la profundidad de campo, algo que apenas se usa hoy en día, ya que siempre se tiende a centrar la atención en la acción principal desdeñando el resto. Usaban casi siempre la cámara fija, pero ya hicieron sus pinitos con el travelling, algo que llama muchísimo la atención tratándose de aquella época en que no había prácticamente máquinas relacionadas con el cine.
Los cortometrajes de los Lumière no se limitan a mostrarnos la vida en su Lyon, ni siquiera en Francia. Sus operadores viajan por todo el mundo y se nos muestran grabaciones realizadas en Barcelona, Ginebra, Biarritz, Jerusalem, Berlin, Chicago, Japón, África… un montón de sitios que quedaron registrados para siempre en sus cámaras.
Otra curiosidad. La famosa “Salida de los obreros de la fábrica” tiene tres versiones diferentes. Es muy curiosa la explicación que da Fremaux sobre esa película, a la primera versión que hicieron le faltaba el coche de caballos, que sí aparece posteriormente. En las tres son las mismas puertas (una grande y otra pequeña) y el mismo modo de salir. Primero las mujeres, luego un pequeño grupo de hombres, luego más mujeres, y al final varios hombres, algunos en bicicleta. Y por ahí en medio un perro. En las tres es más o menos igual, con el añadido final del coche de caballos. Sin darse cuenta, los Lumière habían inventado también el remake.
Se nota mucho que a Fremaux le encanta el cine y le apasionan las imágenes antiguas. El documental está hecho con mucho cariño. Esa pasión que pone el director traspasa la pantalla y llega al espectador, que disfruta aprendiendo, o aprende disfrutando, que es como nos decían en el colegio que era la mejor forma de aprender.
Para el público de cine de pasar el rato no la recomiendo, pero para los cinéfilos es toda una gozada. Es impagable contemplar los primeros gags de la historia del cine, actores que miran a la cámara, figurantes que se ríen de manera desmedida para subrayar que la escena es cómica, o planos increíblemente espectaculares para la época como el de las mujeres lavando ropa y los hombres fumando en un plano superior. De verdad, una gozada.
https://keizzine.wordpress.com/
30 de julio de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha emocionado, poder ver tantos cortos de Lumiére y en tan buen estado.
Qué genios en planificación, en el ángulo correcto de colocación de la cámara y que profundidad de campo.
Cuántos han copiado de estos primeros maestros.
Qué genios en planificación, en el ángulo correcto de colocación de la cámara y que profundidad de campo.
Cuántos han copiado de estos primeros maestros.
14 de agosto de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante recopilación de más de cien minúsculas filmaciones llevadas a cabo entre 1895 y 1905 por los hermanos Lumière y sus operadores.
Desde las tres versiones de la “Salida de los obreros de la fábrica” (1895) hasta una escena en los fumadores de opio de cualquier país oriental o las imágenes captadas desde un globo cautivo, la propuesta de T. Frémaux ilustra con sus comentarios amenos y originales aquellos años durante los cuales el cine comenzaba una andadura incierta pero que se adivinaba fructífera de la mano de aquellos pioneros, cineastas e inventores.
Tanto en Francia como en el resto del mundo.
La película es muy sobria pero está bien concebida y se estructura en torno a un sencillo patrón temático que ayuda al director a sistematizar todas las filmaciones.
Para animar a quienes temen al cine mudo.
Desde las tres versiones de la “Salida de los obreros de la fábrica” (1895) hasta una escena en los fumadores de opio de cualquier país oriental o las imágenes captadas desde un globo cautivo, la propuesta de T. Frémaux ilustra con sus comentarios amenos y originales aquellos años durante los cuales el cine comenzaba una andadura incierta pero que se adivinaba fructífera de la mano de aquellos pioneros, cineastas e inventores.
Tanto en Francia como en el resto del mundo.
La película es muy sobria pero está bien concebida y se estructura en torno a un sencillo patrón temático que ayuda al director a sistematizar todas las filmaciones.
Para animar a quienes temen al cine mudo.
9 de marzo de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Emotivo encuentro con los orígenes de la máquina y con los hombres que hicieron posible que hoy (125 años después), dispongamos de un arte, que si ya era referencial como fotografía en movimiento, se convirtió en imbatible con las técnicas de cámara, posibilidades ópticas, sonido, color...; hasta llevarnos, a muchos, a idolatrar sus mejores logros.
Thierry Fremaux nos acerca con gran sensibilidad y cariño aquellas primeras escenas, 108 de las 1422 (se conservan 1417) que rodaron los Lumiére y sus operadores. En esta selección, de 50 segundos de metraje por cinta, sin cortes ni montaje, el director del Instituto Lumière y delegado general del Festival de Cannes, hace un recorrido por los temas recurrentes de la época, que se mantienen básicamente como de interés en nuestros días: deportes, costumbrismo, viajes, reuniones sociales, situaciones cómicas, actividades y acontecimientos políticos, fiestas y desfiles...
El invento de un aparato capaz de guardar y reproducir imágenes vivas fue, a la par que practico, revolucionario. Y aunque nadie ha negado a los Hnos su contribución al progreso, sí se ha discutido, e incluso negado, su aportación artística en los inicios del cine. Fremaux quiere demostrar en esta primera muestra documental del legado Lumière, otros aspectos al margen de los científicos; y consigue convencernos de que en la creatividad, sobre todo de Louis, había magia, composición de planos, narración visual, brochazos con luces y sombras, búsqueda de escenarios...; en fin, fundamentos artísticos y visión de la realidad con filtros de ficción. ¡Aquello ya era buen cine!.
El celuloide, aquel material perecedero que archivaba tantas aventuras, se convierte en polvo por la acción implacable del tiempo (el 80% del cine mudo ha desaparecido). El esfuerzo de los grandes amantes y profesionales de esta disciplina: Martin Scorsese, Tarantino, Bertrand Tavernier.., además del realizador de este documental, no es suficiente para salvar la mayor parte de algo tan sensible; convertido por los años, dentro de sus latas, en impalpable.
Agradezcamos pues las sanas intenciones de quienes, por amor, no ponen precio a su trabajo y nos hacen disfrutar con joyas recuperadas de la oscuridad de la memoria. Este recopilatorio de Thierry es uno de esos hallazgos que se convierten en imprescindibles para los devotos cinematográficos. Gracias.
Thierry Fremaux nos acerca con gran sensibilidad y cariño aquellas primeras escenas, 108 de las 1422 (se conservan 1417) que rodaron los Lumiére y sus operadores. En esta selección, de 50 segundos de metraje por cinta, sin cortes ni montaje, el director del Instituto Lumière y delegado general del Festival de Cannes, hace un recorrido por los temas recurrentes de la época, que se mantienen básicamente como de interés en nuestros días: deportes, costumbrismo, viajes, reuniones sociales, situaciones cómicas, actividades y acontecimientos políticos, fiestas y desfiles...
El invento de un aparato capaz de guardar y reproducir imágenes vivas fue, a la par que practico, revolucionario. Y aunque nadie ha negado a los Hnos su contribución al progreso, sí se ha discutido, e incluso negado, su aportación artística en los inicios del cine. Fremaux quiere demostrar en esta primera muestra documental del legado Lumière, otros aspectos al margen de los científicos; y consigue convencernos de que en la creatividad, sobre todo de Louis, había magia, composición de planos, narración visual, brochazos con luces y sombras, búsqueda de escenarios...; en fin, fundamentos artísticos y visión de la realidad con filtros de ficción. ¡Aquello ya era buen cine!.
El celuloide, aquel material perecedero que archivaba tantas aventuras, se convierte en polvo por la acción implacable del tiempo (el 80% del cine mudo ha desaparecido). El esfuerzo de los grandes amantes y profesionales de esta disciplina: Martin Scorsese, Tarantino, Bertrand Tavernier.., además del realizador de este documental, no es suficiente para salvar la mayor parte de algo tan sensible; convertido por los años, dentro de sus latas, en impalpable.
Agradezcamos pues las sanas intenciones de quienes, por amor, no ponen precio a su trabajo y nos hacen disfrutar con joyas recuperadas de la oscuridad de la memoria. Este recopilatorio de Thierry es uno de esos hallazgos que se convierten en imprescindibles para los devotos cinematográficos. Gracias.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here