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La clase

Drama François es un joven profesor de lengua francesa en un instituto conflictivo, situado en un barrio marginal. Sus alumnos tienen entre 14 y 15 años, y no duda en enfrentarse a ellos en estimulantes batallas verbales; pero el aprendizaje de la democracia puede implicar auténticos riesgos. Al comenzar el curso, los profesores, llenos de buenas intenciones, deseosos de dar la mejor educación a sus alumnos, se arman contra el desaliento. ... [+]
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Críticas 139
Críticas ordenadas por utilidad
3 de septiembre de 2009
42 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre 1993 y 1999 me gané las habichuelas dando clases a mayores de 18 años que querían -o necesitaban- obtener el título de F.P. de primer grado. Mi función docente consistía en prepararles durante todo un año para que fueran capaces de superar las asignaturas del área de letras de unos exámenes libres denominados, por aquellos entonces, ‘pruebas de madurez’.

Recuerdo con mucho cariño (y nostalgia, por qué no decirlo) esa etapa de mi vida laboral porque, entre otras cosas, nunca jamás he vuelto a desempeñar ningún otro ‘empleo’ con semejante contingente de entusiasmo y estímulo profesional.

Durante esos seis años tuve alumnos de diferente sexo, edad, etnia, religión y estratificación socioeconómica. Niñ@s de papá, solteron@s, emancipad@s, am@s de casa, separad@s, divorciad@s, viud@s... Algunos de esos alumnos eran disciplinados, simpáticos, despabilados, trabajadores y voluntariosos pero también los había vaguetes, graciosillos, pelmas, pasotas y duros de mollera.

Jamás tuve, en cualquier caso, ningún alumno la mitad de díscolo que Souleyman ni la mitad de insolente que Esmeralda.

No quiero decir con ello que la peli de Cantet se pase tres pueblos ni que la situación que plantea el francés no sea perfectamente posible en cualquier instituto del extrarradio de una gran ciudad o incluso -si mucho me apuráis- en cualquier colegio privado de niños-bien. Es más, si yo conseguí esquivar esos problemas de magisterio fue, sencillamente, porque mis alumnos eran gente adulta con un grado de madurez y motivación profesional lo bastante poderoso como para no perder el tiempo en batallas estériles.

Lo que quiero decir es que yo jamás hubiera tolerado trabajar en dichas circunstancias. Y no lo hubiera tolerado porque a un profesor se le debe un respeto. Aunque sea un cabroncete o un pichafloja. Básicamente porque al margen del tema del tuteo (menuda soplapollez, por cierto) un profe jamás habría de sentirse vilipendiado, humillado o amenazado por ningún alumno. Y eso, lamentablemente, está a la orden del día. Entiendo que un entorno poco propicio y las escasas expectativas laborales de hoy en día no son, sin lugar a dudas, un buen caldo de cultivo para que cualquier adolescente aprenda un poco de civismo. Pero lo más cojonudo es que esa carencia de urbanidad y respeto también aparece, curiosamente, entre los vástagos de la gente más acomodada, con lo cual el pretexto de la influencia socioeconómica (familias desestructuradas, marginalidad, blablablá, blablablá...) constituye lo dicho: un pretexto.

Quién me conoce sabe bien que no soy reaccionario ni fascista. Más bien todo lo contrario. Pero nuestra excesiva condescendencia está echando a perder a varias generaciones ya. Solucionemos ese problema conductual desde la base (la familia) y luego ya hablaremos de pedagogía, planes de estudio, del gobierno y de la Belén Esteban si queréis. Pero antes solucionemos ese tema. Si no, estamos perdidos.
Taylor
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23 de diciembre de 2009
34 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las últimas noticias que he leído sobre nuestro sistema educativo, es que a partir de ahora los alumnos de Primaria contarán con ordenadores portátiles personales en un intento de modernizar susodicho sistema y, supuestamente, confamiliarizarse con las nuevas tecnologías. Vamos, que lo que antes se hacía con boli, papel y un libro, ahora se realizará mediante computadoras, las mismas computadoras que también reinan en el entorno familiar y los procedimientos que, a la larga, terminarán por aborregar a un alumnado que ya está suficientemente aborregado a día de hoy. En definitiva, que la educación está convaleciente, por no decir herida de gravedad, y cualquier cosa que el señor Cantet nos cuente en su "Entre les murs" estará, seguramente, por debajo de la realidad, aunque no por ello el intento por otorgar esa cercanía y ese tono tan natural a su obra van a dejar de hacer de su último film algo valeroso y necesario. De todos modos, y aunque el acercamiento de Cantet sea tan fidedigno como palpable, una cinta como ésta debía tener algo más.

Se entiende, que en el intento de cualquier cineasta por querer trasladar una de las realidades que nos rodean a la gran pantalla, éste produzca un acercamiento que nos desvele la situación y que, en muchas ocasiones, narre tal cual lo que está aconteciendo, dejando que sea el espectador quien discierna por si solo y, sin embargo, el realizador galo consigue traspasar ese umbral, el que muestra de un modo más pasivo al espectador todo aquello que quiere contar, trenzando momentos que, no sólo dan pie a un debate inteligente y fundamental para "Entre les murs", sino también otorgan un fondo y alguna de las posibles soluciones a un problema que, día a día, se va agravando cada vez más.

Hace poco, hablando sobre "La ola", llegue a la conclusión de que al intentar adaptar unos acontecimientos que sucedieron hace décadas a la actualidad, se producía una grave descontextualización, y es que, no vale vendarse más los ojos: lo que sucede en la actualidad con la cuestión educativa es algo que nos atañe a todos, y que cada vez es más patente y está más alejado de aquel sistema que, aunque fuese muchísimo más duro, no ofrecía la permisividad y libertades que sí da éste, donde incluso los padres se han dado el capricho de tomar parte golpeando a los profesores de sus hijos, si es menester.
Es por ello que una película como la de Cantet es tan imprescindible a día de hoy: porque no sólo intenta concienciarnos sobre el problema que ha surgido con el sistema educativo, sino que además nos hace partícipes de la comunicación de unos muchachos en su escuela, logrando que empaticemos con ellos y, advirtiéndonos que si alguien no pone fin a este descalabro, esos muchachos que ahora sólo son mentes impulsivas y descontroladas, quien sabe hasta que punto pueden llegar.
Grandine
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10 de noviembre de 2008
33 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre les murs (mal traducida, para no variar, como La clase) es un precioso film que tomando como partida las premisas del docudrama construye un vibrante, entretenido y en muchas ocasiones emotivo análisis sobre dos temas capitales que deben abordar las sociedades occidentales contemporáneas si quieren sobrevivir a si mismas: la educación y la inmigración.

Laurent Cantet, uno de los directores más interesantes del panorama europeo, se encomienda en cuerpo y alma a François Bégaudeau, autor del libro original, guionista y protagonista de la película. Sin este profesor de los suburbios parisinos reconvertido en excelente actor, el proyecto de corte humanista de Cantet se hubiera venido a bajo. Bégaudeau y sus jóvenes alumnos, todos ellos novatos en las lindes interpretativas, son el alma, el corazón y la cabeza del filme. Conversan, discuten, gritan, pelean, se aman, se odian y sobre todo sacuden al espectador por medio de diálogos ingeniosos, irónicos, que roban la risa y motivan la emoción. Entre les murs es cine del bueno, del inteligente, del que remueve conciencias, del que no se olvida, del que permanece en la memoria agitándose silenciosamente.

Un final a la altura de las circunstancias, sentido, sencillo da paso al fundido a negro, se oyen aplausos, tímidos. Se encienden las luces, me levanto y salgo de la sala, sonrío, en mi cara se dibuja una sonrisa, amplia, sincera, que viene de las entrañas, la película me ha hecho sentir una felicidad que hacia mucho que no sentía viendo cine. Es de madrugada, llovizna y hace frío, pero soy feliz y eso es lo que importa.
odaesu
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17 de abril de 2009
31 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película interesantísima porque trata sobre un maestro de estos que ahora se llevan tanto y gracias a quienes el hecho docente en Francia, España y otros países parecidos, se ha convertido en un hecho muy problemático, dificultoso y tremendamente degenerado.

Es decir el filme narra el día a día de un maestro que va de "demócrata-simpático en el aula", de esos que se la dan de más creativos, magisteriales y pedagogos que nadie, que establecen en el aula una «relajación amistosa» con los alumnos en lugar de una relación de «docente-discente», «autoridad-subordinados», de «guía-guiados», de «especialista que debe enseñar su asignatura a quienes asisten entre esos muros para aprenderla».

Pero no, cualquiera puede ver que Francois Bégaudeau en lugar de dedicarse a ejercer de docente en el pleno sentido de la palabra, se dedica principalmente al intento de caer bien, caer simpático y ser considerado bueno o amigo por sus alumnos (en esto se creen algunos, como el maestro Francois Bégaudeau, que consiste lo principal de la educación académica); así, en vez de emplear su clase magisterial al completo en la asignatura y los conocimientos propios de su especialidad y para lo que está contratado y se le paga, él permite y se pone a responder todo tipo de cuestiones que no vienen al caso, incluso preguntas personales las cuales no son ese el lugar donde debe contestarlas (p.ej., si él es o no homosexual), para mayor gloria de sus maleducados alumnos.

Es obvio que este profesor siembra él mismo su propia falta de autoridad y les pone en bandeja a sus educandos las chispas con las cuales encender el fuego del irrespeto, del cachondeo, del desorden; en consecuencia el propio preceptor contribuye a que el espacio escolar construido para la enseñanza, no sirva exactamente para tal fin; el propio maestro es el causante consentidor de que la clase, donde ha de reinar el silencio, la atención y el clima imprescindible de aprendizaje, se convierta en un salón donde los colegiales más aviesos e incívicos den rienda suelta a sus chulerías, groserías e incivismo; esto es: “dándoles cuerda para que con ella le ahorquen".

En definitiva, el maestro Francois Bégaudeau, demuestra a todas luces en el interior del aula una praxis académica poco solvente, contraproducente y fuera de lugar. Como docente está SUSPENDIDO, porque él es el primer causante, el principal fomentador de los problemas que surgen en su clase, desde el desorden a los brotes de irrespeto que sus alumnos le dedican; porque demuestra ser una autoridad que carece de autoridad y siembra entre sus escolares la continua desautorización. Como educador da suficientes motivos para, una vez acabado el curso del que somos testigos, calificarle con un REPROBADO magisterial.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ehavled Jef
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23 de enero de 2009
25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La clase" de Cantet nos introduce en un año escolar de la clase 4º (lo equivalente a la E.S.O allí, supongo) de un instituto francés.
Como principal baza tiene el alejamiento de ese tratamiento tan idealizado y simplista que suelen realizar la mayoría de filmes salidos de Hollywood sobre la eduación estudiantil. Aquí se respira tinta y papel, diálogos punzantes y atractivos se te incrustan en el pelo. Verdaderamente se ha colado "Entre les Murs" de un instituto cualquiera.

Cantet utiliza actores no profesionales, o debería decir alumnos reales, donde muchos de los diálogos que aparecen son improvisados sobre la marcha y que nos hacen replantearnos en primera instancia la dificultad de ser profesor, de como hacer entender a un alumno que rectificarleno es perderle el respeto, entre muchas otras cosas.
Y aquí el mayor logro de la película, consigue que reflexionemos sobre este y otros muchos aspectos de una enseñanza caduca, donde otros films se quedan en su simple visionado "bonito". Nos deja pensando en el futuro incierto de los escolares, en los motivos de su desmotivación, de la falta de entendimiento entre profesores y alumnos, quizás una desmotivación también por parte de cierto sector del profesorado.
Y sobretodo no aburre y mantiene el interés hasta el final, a pesar de las reticencias que se puedan tener al principio al poseer una apariencia de semidocumental, lo cierto es que se sigue espectante hasta ese desenlace del conflicto con un alumno y el consejo, y el resultado del mismo que te deja con la sensación de que se podría haber buscado otra solución (no por el filme en sí, sino dentro de la situación) y que al final parece que el año lectivo lo han aprovechado verdaderamente 4 gatos.
Y aún teniendo medianamente frescos mis años de estudiante digamos que me encuentro en mitad de unos y otros, entiendo las desganas de unos y la lucha diaria a la que se ven advocados los otros, y sólo llego a una conclusión. El sistema educativo actual está obsoleto. No se cual sería mejor, pero se que el existente no da los resultados deseados.
Y sobre eso nos hace reflexionar Cantet, que no da soluciones, pero si preguntas que mantienen la mente pensante, más de lo que consiguen algunas lecciones en clase. Debería verse en aulas tanto profesores y alumnos juntamente y debatirla, desde luego saldría un buen debate.
Valiente, muy interesante y necesaria, me atrevería a decir.
Dragondave
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