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Molly's Game

Drama Se centra en la vida de Molly Bloom, una esquiadora de talla mundial que llegó a ser millonaria antes de los 21 años. Tras perderse los Juegos Olímpicos, Molly se trasladó a vivir a Los Ángeles, donde incluso trabajó de camarera. Gracias a su inteligencia y sus dotes empresariales, la joven acabó ganando millones de dólares organizando partidas póker antes de que el FBI la investigara. (FILMAFFINITY)
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Críticas 105
Críticas ordenadas por utilidad
16 de agosto de 2018
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Han pasado casi ochenta años desde que en 1939 el prestigioso guionista Preston Sturges ofreciera uno de sus guiones ("El gran McGinty") a la Paramount por un dolar a cambio de que le dejaran dirigirlo. El éxito abrió la puerta y enseñó el camino a otros grandes guionistas como Billy Wilder o John Huston que demostraron que eso de la dirección no se les daba nada mal.
Los tiempos cambian. No creo que Aaron Sorkin, guionista estrella donde los haya con títulos míticos como la serie de "El ala oeste de la Casa Blanca", haya tenido problemas para pasarse a la dirección. Y lo ha echo con relumbrón que no es lo mismo que brillantemente. Su guión vertiginoso con diálogos vibrantes marca de la casa siguen estando ahí y una cuidada edición y producción nos regala momentos más que notables, por no hablar de La Chastain que ya se basta ella solita para ennoblecer lo que le echen. Pero lo que acaba por resquebrajar en cierta medida el asunto es la propia historia fuente que adapta Sorkin. Las memorias de una chica con nombre de personaje literario del "Ulises" de Joyce, Molly Bloom. Molly comenzó como deportista de élite superando una lesión importante en su niñez y tras un desafortunado accidente acabó renunciando al igual que a un futuro brillante académico para dedicarse a montar timbas de poker al más alto nivel, reinventándose una y otra vez ante los contratiempos.
Apasionante historia que Sorkin sabe y hace funcionar, pero al final como hizo la propia Molly cede ante tan jugoso material para volver sobre si misma y sus traumas familiares, fiel a un código ético que los jugadores de sus partidas nunca respetarían. Y aquí es donde el director-guionista no acaba de hilar fino. Lo vibrante se vuelve algo ñoño con un Kevin Costner poco creible a sus estupendos 63 años como padre de una Chastain con 46. Costner esta vez no acierta con su secundario a los que últimamente nos tiene bienacostumbrados. Al contrario que Idris Elba quien aguanta el mano a mano con La Chastain sin desmerecer. El bajón del último tramo en comparación con el subidón adrenalitico anterior es notable y la cosa acaba por desinflarse, por mucho que elogiemos los principios de esta mujer que se negó a dar nombres y miserias de los jugadores que conoció. Ahora intenta rehacer su vida con nuevos proyectos para ayudar a mujeres emprendedoras.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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16 de octubre de 2018
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Basado en hecho reales, cuenta la historia de Molly Bloom, que de la nada creó un imperio del póker en todo el mundo hasta que el FBI empezó a husmear en el chiringuito. Y es que todo cuento siempre tiene un final…

El polifacético Aaron Sorkin dirige con vértigo una cinta donde la acción y los disparos salen por la boca de los protagonistas gracias a unos diálogos de ritmo frenético y endiablado. La película es entretenida, no te deja respiro ni para pestañear en las dos horas largas que dura y el magnífico elenco de actores pone la guinda, destacando una espectacular Jessica Chastain que llena la pantalla por sí sola en una historia que le va como anillo al dedo, una mujer hecha a sí misma, en un mundo como el póker, notoriamente masculino. A pesar de lo dicho, tiende a remarcar todo en exceso y a perderse en conversaciones y escenas eternas. Y la relación de la protagonista con su padre, interpretado por Kevin Costner, está cogida un poco con pinzas. Es recomendable para pasar un buen rato porque entretiene sin duda, aunque acaba por ser agotadora y ya solo quieres que alguien haga un all-in para que llegue el final. Aunque sea con parejas de cincos…

Sacapuntas de oro: Para los amantes de los entresijos del póker y de los satélites que hay alrededor. Que los biopics estén ganando últimamente la batalla al resto de géneros, tediosos remakes incluidos.

Sacapuntas de madera: Que de tan rápida que va ni deja poso ni te enteras de la mitad de las conversaciones (si la ves en V.O.S.). Decir que es larga es quedarse corto…Un mes después de verla ya se me ha olvidado por completo.

Nota: 6 Sacapuntas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
edusaenz
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14 de junio de 2019
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Sorkin elige muy bien en su elenco a esta actriz para darle toda la credibilidad que el libro original ofrece. Y así como muchos de los jugadores de esa mesa clandestina se enaoran de la organizadora, no te quedas neutro ante la sólida y contundente actuación de Jessica. Te enamoras de ella, confías en ella, y no te decepciona.

El ritmo de la película es ágil y te atrapa desde el 1er minuto. Ni siquiera las escenas lentas son lentas.

Esta película entretiene, y delata sin pretenderlo el sinismo de los sistemas judiciales y sus policías, y la magia de la complicidad de la relacion padre-hija.

La veré denuevo.
Carlos Maturana
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5 de septiembre de 2019
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Increible "biopic" que cuenta el ascenso de Molly Bloom, cuyo talento para los negocios la transformó de aspirante olímpica, a una de las mujeres mas jóvenes de Estados Unidos en volverse millonaria, un camino que, claro, no estuvo exento de problemas con la ley.

No voy a a extenderme mucho en mi critica y solo remarcare el formidable trabajo en la dirección por parte de unos de los mas brillante guionistas de los últimos tiempos, el genio Aaron Sorkin se pone a prueba dirigiendo por primera vez y vaya que si demuestra los dotes necesarios para dejar huella en este apartado, además de de notarse claramente la enorme influencia que ha acumulado de su gran amigo David Fincher.

El reparto esta encabezado por la "camaleónica" Jessica Chastain, cuya versatilidad y sutileza a veces no son tan
reconocidas como debería por la Academia. La acompañan unos siempre solventes Idris Elba y Kevin Kostner que se destacan en sus respectivos roles sin mayor problema y por ahí se dejan ver de apoyo Graham Greene, Samantha Isler, Chris O'Dowd y Michael Cera.
darkman
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12 de septiembre de 2019
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¡Zas! Una voz de locutora femenina, tenaz, resuelta, convincente, enérgica… Imágenes que se sincronizan también rápidas, intrépidas, vertiginosas, contundentes…. Abundante información, pero toda está siendo meticulosamente digerida por mi cerebro. (Quedéme boquiabierta señores.) Es ella, nos lo cuenta la propia Molly Bloom (Jessica Chastain, tan convincente en su papel como la voz que suena), una esquiadora de talla mundial que acabó siendo también galardonada con el sobrenombre de “Princesa del póker”.

Aaron Sorkin debuta como director, y se luce (una vez más) como guionista en esta adaptación de la novela homónima, a través del narrador omnisciente en primera persona, que nos relata una (¿edulcorada?) historia real. La ultraexigente Molly (“no tengo héroes, porque si alcanzo la meta que me he marcado, la persona en que me convertiré será mi heroína”), hija del asimismo ultraexigente psiquiatra (“si miras al suelo acabarás ahí”), frente al cual desde su incipiente adolescencia empieza a desarrollar una aversión exponencial así como hacia el mundo en general, sufre una caída física en mitad de una competición de esquí y psíquica en el clímax de su vida. Sumida en un profundo abatimiento, logra recomponerse retomando su vida profesional como vulgar asistenta de un déspota y caótico jefe (el irlandés Chris O'Dowd). Pero un día inesperado todo empieza y así se corona el planteamiento: Molly debe organizar la próxima partida de póker.

De manera casi autodidacta, de ser la simple organizadora y camarera de las partidas, Molly se convierte en pieza sine qua non del imperio pokermaníaco que ha creado. Con una imagen seductora, una moral laxa, una conciencia tranquila, una mente fría, una legalidad cuestionable, una ambición desmedida, una actitud insaciable, unas vitaminas narcóticas y un método escrupuloso, Molly organiza desaforadamente timbas de póker clandestinas que llenan sus bolsillos, a través de heterogéneos jugadores que invierten sin pudor en el juego. (Sonreí al ver aparecer al Jugador X, mi querido mancebo Michael Cera, de Juno).

Ah, pero amiga Molly… ¿Creías que iba a perdurar in saecula saeculorum? Pues me retrotraigo al preludio del filme: no, has sido detenida por dirigir una red de juego ilegal. De este modo, Molly vuelve a caer para en efecto, volver a levantarse.

A lo Morgan Freeman, Charlie (Idris Elba) sale al encuentro, el único abogado que se ha ganado la confianza de Molly, y ambos se eligen por su integridad. Y es que no eran “bollos de pobres”, y tampoco al ósculo se embolsó su treinta piezas de plata porque revelar los nombres de los jugadores suponía demoler vidas de personas con nombres y apellidos.

Vamos a ver, yo no he leído el libro (y de momento no está en mi lista de objetivos), no sé si la Molly de verdad es buena o mala, desconozco el porcentaje de veracidad en la adaptación a las susodichas memorias (para empezar, habría que dilucidar si el propio libro se adapta a la verdad… y entonces nos enzarzaríamos en el infinito debate sobre objetividad y subjetividad), y ni siquiera sé si podría o debería juzgarla en su pretendida intachable actitud. Lo que sí sé es que son otros menesteres, y que a mí Sorkin me ha convencido o me he dejado convencer, me ha hecho querer que sea cierto, me ha hecho meditar, me ha hecho disfrutar.

No sé qué fue exactamente. Quizá el hecho de tropezar con ella sin haberlo planeado. Quizá su forma: ese ritmo trepidante, la información que parece excesiva, pero tan bien compenetrada con las imágenes que se materializan en un conjunto casi armónico, dentro del éxtasis y furor de la trama. Diálogos intensos, ingeniosos, inteligentes, giros locuaces, casi impecable. O tal vez sea su contenido: caer y levantarse, integridad en la corrupción, que todo el mundo tiene un pasado que puede cambiar con decisiones que se toman casi constantemente, en el juego (el póker no es un juego de azar), y en la vida. Que todo, o casi todo, tiene un por qué, y que siempre, o casi siempre, nos llega la terapia, ya sea en tres minutos, ya sea en tres años bisiestos.

Sea como fuere: la volvería y en efecto, la he vuelto a ver.

*En Spoiler, el momento álgido entre Chastain y Kevin Costner (el padre de la criatura, by the way).
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Anita Atina
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