Fahrenheit 451

El deseo del conocimiento como base del lenguaje entre las personas es algo en lo que Truffaut hace énfasis, en esta sociedad donde no se sabe para vivir felices es un crudo reflejo de estos tiempos, el entretenimiento que busca la explosión de efectos y de argumentos carentes de sentido trascendente es una visión acertada en la novela Fahrenheit 451.

El mensaje sobre la importancia del pensamiento humano recabado en todos estos años, hombres que desbordan su imaginación en letras, personajes y situaciones que en la vida real serian casi imposibles por simples y humanas que parezcan por la sinceridad plasmada, es lo que mueve a Truffaut.

En donde el personaje de Oskar Wener, un bombero que prende incendios, hastiado por su compañera de vida -fantásticamente actuado por Julie Christine en sus dos facetas- decide encontrarse con el mundo que le han prohibido...

En esta ciencia ficción, que no aspira a ser recordada por efectos visuales carisimos ni mucho menos, destaca la decisión de inclinarse por el cambio y el contraste en la actitud de los Oskar Wener, es muy acertada, ya que en algunas escenas sin emitir dialogo alguno logra transmitir sutilmente las emociones y deseos profundos e inquietantes de nuestro aventurero...

Sin más que decir pienso que es una obra precisa y de alta calidad, donde destacan la visión de Truffaut, y, apropiada para dar inicio a una interesante faceta en mí ya que como cinéfilo me inicio en la crítica, gracias Truffaut y gracias lector... todo sea por un futuro mejor

Idea y argumento geniales.

Actuaciones horrorosas, solo se salva el protagonista. Los cambios de escena ocurren sin más, dejando a veces al espectador perdido pareciendo incluso que han recortado trozos de película. Diálogos completamente planos dando la sensación de seguir conversaciones de besugos, estando los actores en ocasiones durante varios segundos mudos o diciendo frases inconexas.
Algunas escenas pasan sin más, no hay explicación, ocurre esto, escena siguiente, ocurre lo otro y así hasta el final.

Creo o puedo asegurar que el libro tiene que ser inmensamente mejor que la película.
La película ramplona donde las haya, pero bien apoyada en el argumento del libro. Es interesante lo que nos cuenta.
Los actores la verdad bastante flojos, la historia que nos cuenta permanecerá por todo lo que quiere transmitir y hacernos pensar.
Pero la película en si muy, muy pero que muy floja.
!Ay¡ !Ay¡.... François, bonita historia, pero no creaste una película al nivel según mi opinión.
No obstante hay que leer el libro o ver la película para reflexionar.
Imprescindible libro o película.

En un futuro opresivo, un disciplinado bombero encargado de quemar los libros prohibidos por el gobierno, conoce a una revolucionaria maestra que se atreve a leer.
Esto le abre la mente a cuestionarse todo el mundo en el que vive.

Estéticamente pierde con el paso del tiempo, lo interesante es el mensaje de la película, sobre los totalitarismos que no pierde valor con el paso del tiempo, incluso puede ser más actual hoy día.

El autor del libro Ray Bradbury estaba satisfecho con la película. Le gustó especialmente el clímax de la película.
Es la única película de Truffaut rodada en inglés.

Lo mejor: La crítica social.
Lo peor: Los decorados y algunas escenas son algo deficientes.

Me imagino en una sociedad fría y deshumanizada, sin memoria, en la que unos tipos ridículos me dicen que todas esas horas de lectura y diversión fueron algo malo y perverso, fuente de infelicidad y de ignorancia. Tócate los pies. Por eso les damos fuego. Sentimos una atracción casi lasciva por las llamas. No cuestionamos nada, actuamos. Y al que comienza a hacer preguntas le damos boleto. La TV dirige nuestras opiniones y percepciones. Qué mal rollo.

Acto seguido me imagino en una pseudocomuna de harapientos que se dedican a recitar sin descanso para memorizar los libros que hayan podido rescatar de las llamas. Me ha tocado al lado un pesado, “El guardián entre el centeno”, nunca te pude soportar y ahora menos. Como no te calles no podré memorizar el ejemplar de “Groucho y Chico abogados” que me agencié in extremis en mi huida. Nos pasamos el día repitiendo sin parar cual robots. Un desheredado con aires de líder me dice, todo vanidad mesiánica, que somos héroes, los salvadores y que ésto tan mecánico que hacemos a diario es la verdadera libertad, la felicidad. Lo necesario para que ésto no se olvide y no vuelva a suceder. Pero nadie recita ni un sólo libro de historia, sólo autores. Qué mal rollo.

Ante este panorama, en un arrebato de gallardía, me pego un tiro en la cabeza.