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El lobo de Wall Street

Comedia. Drama Película basada en hechos reales del corredor de bolsa neoyorquino Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio). A mediados de los años 80, Belfort era un joven honrado que perseguía el sueño americano, pero pronto en la agencia de valores aprendió que lo más importante no era hacer ganar a sus clientes, sino ser ambicioso y ganar una buena comisión. Su enorme éxito y fortuna le valió el mote de “El lobo de Wall Street”. Dinero. Poder. Mujeres. ... [+]
Críticas 565
Críticas ordenadas por utilidad
3 de junio de 2014
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente no entiendo el mega bombo de esta película. Solo la encontré entretenida hasta los 45 minutos porque parecía la típica fiesta americana desenfrenada de la que te ríes un rato pero en general es todo muy burdo, soez, degenerado y de neandertales y cromañones folleteando con mucho descaro y mal gusto. El guión es simplón, repetitivo y busca un humor negro donde no lo hay. Hacer creer a la gente que el perfil de un estafador drogadicto adicto a todo menos a la cordura sea el papel para triunfar es un despropósito, aunque claro, todo lo que sube, baja y siendo una padilla de chorizos descerebrados donde se creen que todo se compra con dinero y como nos sobra, nos podemos limpiar hasta el culo, eso pasa factura: traiciones al canto.
Me costó horrores terminar de verla y aguanté porque no me gusta dejar las cosas a medias, a menos que me pueda el sueño.
Cristina Mart
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11 de enero de 2014
22 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
El lobo de wall street es una película que no te puedes perder.
La película es muy entretenida a pesar de sus 3 horas de duración, además Scorsese le da un toque de humor al tratar temas de corrupción, drogas, ya que únicamente nos lo plantea desde la visión del protagonista y el entorno del mismo. Es sobresaliente la interpretación de Leonardo DiCaprio. Se ha proclamado poco a poco como uno de los mejores actores de nuestro tiempo, demostrando que es capaz de interpretar cualquier papel. En la película se ve una clara evolución del protagonista. Al principio tiene una conversación con Matthew McConaughey en el cual el personaje protagonista se muestra como un hombre con una vida común, no bebedor, fiel a su mujer...y evoluciona poco a poco hasta convertirse en una persona completamente diferente.
Maite
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6 de febrero de 2014
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni escandalizada ni consternada ante semejante desfachatez del género humano. Nada de eso. Simplemente aburrida, aburridísima, deseando salir a fumar, creo que sobre la mitad de la película.
Respeto el trabajo de Di Caprio, y de esa cuadrilla de acólitos que le acompañan, respeto, incluso, el enfoque que su director ha querido darle a la historia, respeto ese desapego con el que te pone la mierda encima de la mesa para que tú solito la digieras, su sentido del humor y su absoluta falta de moralidad, es más la agradezco... me parece todo perfecto, y estoy segura de que la película sería perfecta si se hubiera ahorrado más de media hora de metraje en las que repite y repite sin aportar nada a lo que ya ha quedado muy claro antes.
María
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27 de abril de 2016
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
[Scorsese revisa una vez más su prototipo de héroe-villano predilecto; el exiguo tipejo ambicioso que persigue la gloria aun a riesgo de que ella misma le devore. Sigue fascinado por el ciudadano Charles Foster Kane de Orson Welles, y confecciona una réplica acorde a los tiempos]

1. Jordan Belfort, personaje principal, es pérfido y abyecto. Sus actividades son pérfidas y abyectas. Sus compañeros de fechoría son pérfidos y abyectos. Scorsese los retrata con tono delirante y cómico. Ni les exculpa, ni les adula, ni les da profundidad: los caricaturiza. No creo, pues, que la meta de 'El lobo de Wall Street' sea el encomio del capitalismo, la oda al consumo o la apología de las drogas. Hay una ridiculez manifiesta en todo lo que acontece en pantalla, que impide a un adulto con capacidad de raciocinio suficiente tomarla en serio.

2. Si el escepticismo persiste, Scorsese procura zanjarlo con la escena del metro, hacia el final de la película, como contrapunto serio a las tres horas de festival del dislate. Una declaración de amor, escueta, concisa, al hombre de a pie.

3. Belfort no termina la película con un ajusticiamiento o una redención. Ni siquiera con culpabilidad. Belfort termina la película dando charlas sobre cómo triunfar en el mercado bursátil y hacerse rico, porque así es como ha terminado fuera de la ficción: asesorando a futuros tiburones, que atesoran sus consejos con fruición, en forma de antología de la ruindad. La historia de Jordan Belfort es, en parte vodevil, en parte biopic (el soliloquio de McConaughey, el lanzamiento de enanos, incluso la esperpéntica escena del Lamborghini, parecen ser ocurrencias reales, y no invención total de Winter y Scorsese).

'El lobo de Wall Street' podría ser apreciada, pues, como una comedia disparatada, con mensaje. Divertida, de narración ágil y diestra, excesiva e indulgente y en la que, pese a todo, asoma la sempiterna preocupación de Scorsese por la moral del hombre moderno, tema medular de sus obras más personales.

...

Curiosamente, y yéndome a ramificaciones extra-cinematográficas, la dimensión que más me sorprende de 'El lobo...' es una que quizás ni se ha propuesto conscientemente: la de experimento social. Resulta irónico, sorprendente y, en realidad, terrorífico, que la expresión que más prevalece entre mis allegados al hablar de esta película sea la de envidia. Y más escabroso resulta que lo sea en una sociedad que, aparentemente, tanto condena al fraudulento, al corrupto y al veleidoso. La historia de Jordan Belfort, vista en un telediario nacional y con la cara de algún político o banquero español, provocaría repulsa inmediata: presentada con simpatía, en una ficción americana, consigue la aprobación de jóvenes y no tan jóvenes, que "flipan" con la envidiable capacidad de Belfort para la extorsión, para el despilfarro de dinero y para drogarse sin caer muerto. Quiero pensar que no reparan en la naturaleza real de lo que están viendo, y por eso quieren ser Jordan Belfort; es decir, el Jordan Belfort de la película. Si lo que envidiamos es ser Jordan Belfort, a secas, realmente estamos interpretando el papel de indignados realmente bien.

Gracias.
Nuño
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9 de enero de 2014
18 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película frenética, de excesos 180 minutos, nadie salvo Scorsese podría haber llevado a buen puerto esta historia megalómana. Leonardo DiCaprio y Jonah Hill actúan y se drogan a una altura sorprendente, otorgándole peso específico a unos agentes de bolsa sin escrúpulos, que parecen lejanos a primera vista, pero en los que uno reconoce las pulsiones atávicas que existen tras el deseo de poder (o poder del deseo). Subsiste un hilo permanente entre sexo desbocado y sentido de dominio sobre yates, mansiones, autos lujosos e incluso mujeres. La mujer queda fuera del relato, debido a que se trata de una historia profundamente machista y que considera al cuerpo femenino como un trofeo.

Basada en la autobiografía de Jordan Belfort, constituye no solo un retrato del mundo financiero, sino un reflejo del mundo real, uno de tipo patriarcal donde dominar es lo esencial, representado aquí como una eterna fiesta de codicia y fluidos corporales.

En lugar de reírnos con las imágenes del cine de Tarantino, o entretenernos con el mundo surrealista de “Trainspotting” (Danny Boyle; 1996), reflejos lúdicos de violencia y sexo desenfrenados, Martin Scorsese escala un peldaño y nos ofrece una película incómoda que aprieta las tripas. Un viaje sobrecargado e intrascendente donde el acto sexual acaba despojado de encanto.

El protagonista se disfraza de líder. El orador tras “no cuelguen el teléfono hasta que el cliente compre o muera”, es un fanático que considera al dinero como un fin, un ser primitivo que termina peor que al comienzo de su cruzada de “terroristas al teléfono”. Representa una especie de bufón carismático que se burla del Tiempo. La filosofía que Scorsese desnuda irónicamente se basa en que “el dinero puede sacar lo mejor de ti”. Jordan Belfort solo entiende que el mundo está en venta, incluso en la cárcel encuentra compradores. Simplemente se considera el mejor vendedor.
Anibal Ricci
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