Bella de día (Belle de jour)

El argumento de la película no es especialmente interesante, pero tiene el mérito de revisar casi todas las prácticas sexuales que se puedan imaginar en un momento tan temprano como 1967.

La interpretación de Catherine Deneuve creo que está sobrevalorada. Básicamente se limita a ser inexpresiva. No me transmite nada.

Por casualidad me puse esta película, sin saber lo que iba a ver, y qué gran sorpresa tuve al ver una impresionante película del gran Buñuel.

En un principio la película trata de una tema de prostitución y el mundo oscuro de esta bella mujer, pero Buñuel va mucho más allá para adentrarse en el alma humana y retratarla desde el aspecto sexual.

La sexualidad humana es un abanico infinito de posibilidades, como infinitas son las posibilidades del alma, y eso es lo que realmente analiza nuestro director.

La manera de mostrarlo es impresionante, simplemente genial, es la película de un maestro, sabe como contar un historia que analiza el alma humana desde el aspecto sexual.

Es sin duda una película sin igual, me hipnotizó desde el principio, la tensión es extrema, y lo mejor de todo es la sencillez de las imágenes que utiliza, no son escenas muy artísticas, son escenas sencillas, pero en su conjunto muestran algo muy complejo.

La actuación es GENIAL, Deneuve es perfecta para este papel, no me hubiese imaginado otro tipo de belleza, su rostro es histórico, esa mirada fría es única y sobre todo, tan característica que siempre se le relacionará con este tipo de papeles que otras veces llegó a retratar.

La dirección es GENIAL, simplemente Buñuel, no se necesitan más palabras, con películas como éstas, todo está dicho.

Una de las películas más sorprendetes que he podido ver, es una película magistral.

La insatisfacción es un veneno que carcome íntimamente a Severine -inconmensurable Catherine Deneuve-. Y los traumas que arrastra por culpa de los abusos sexuales sufridos desde la infancia se convierten en el caldo de cultivo para fraguar sus fantasías perversas y sadomasoquistas -Luís Buñuel destapa prematuramente la caja de los truenos desde la primera secuencia-, dando pie a un pretexto idóneo para sufragar su obús de excesos y surrealismo a través de un turbio crisol de circunstancias, situaciones y personajes abiertamente degenerados, pusilánimes o, en el peor de los casos, despóticos dotados de una belleza repulsiva -ellas- frente a la paradójica comicidad en casi todos ellos: el triunvirato masculino no desdibujado por el esperpento o la bidimensionalidad recae en los personajes a cargo de Michel Piccoli, Pierre Clementi y Francisco Rabal como Henri Husson, Marcel e Hipólito el Murciano.
Tal vez lo que resulta más obvio, por no ser sometible a interpretaciones o amagos dilucidados de rascar más en la psique de su protagonista -una burguesa casada con un reputado médico (Jean Sorel) que halla en el ejercicio de la prostitución diurna una vía de escape para la desazón que la tortura- es la analogía buscada por su título, tanto en la adaptación cinematográfica como para la obra literaria original de Joseph Kessel. Severine es una prostituta que, literalmente, se encomienda a la virtud de su belleza de día: entre las dos y las cinco de la tarde.
El sexo es placer. El placer reside en la humillación. Y finalmente la humillación se transforma en obra de arte. Luis Buñuel y Jean-Claude Carriere trazan un círculo morbosamente perfecto.

La conjunción de deseo y realidad, la convivencia de lo onírico con lo tangible, la intercalación del escenario real y el imaginario, junto con la profunda carga simbólica de muchas de sus imágenes, conceden a "Belle De Jour" una cautivadora atmósfera ilusoria y ofrecen a Buñuel múltiples posibilidades para la sugerencia.

Nos encontramos ante un film absolutamente deslumbrante y plagado de imaginería surrealista en el que la exposición e indagación de las perversiones sexuales se muestra con suma naturalidad y con un sórdido sentido del morbo.

Catherine Deneuve está espléndida en uno de los mejores papeles de su carrera, dando vida a Severine, un personaje contradictorio, aparentemente frígida pero ardorosa en su interior con fantasías oscuras y salvajes, de semblante apesadumbrado y actitud distante y enigmática, un ser que se deja seducir por la emoción de lo desconocido y lo prohibido para poder huir de su vida rutinaria y aburrida.

Magistral película, posiblemente la mejor de la etapa francesa de Buñuel, un acercamiento totalmente insólito e innovador al mundo del erotismo sin perder la mirada siempre crítica de su autor hacia la sociedad burguesa.

Igual que en la película Jade, una mujer rica con buena posición social decide ejercer la prostitución para explorar su sexualidad y dar rienda suelta a sus fantasías. Una perversión masoquista, una filia que lleva hasta los límites.
Sórdido y oscuro drama romántico sobre un matrimonio en que la bella esposa tiene una imaginación y una belleza desbordante, una maldición para su esposo, una femme fatale de libro.

Buñuel ahonda en lo mas profundo del ser humano, ya lo hizo en Ese oscuro objeto de deseo, comparte sus sueños oníricos con el espectador y lo hace como nadie. Esta película es prácticamente un estudio antropológico sobre la sexualidad de la mujer, sobre su liberación eligiendo la infidelidad con mayúsculas para mostrarnos la mezcla perfecta de ángel y demonio.

Seria impensable rodar una película similar hoy en día, con la revolución feminista estaría prohibidísima, pero la libre elección de la protagonista hizo que Buñuel, aun rozando el limite tocando un tema tan delicado como la prostitución, lo hace sin ofender a nadie.

Catherine Deneveu con 24 años roza la perfección en su papel de Sévérine, su vestuario diseñado por Yves Saint Laurent no acierto a imaginar el morbo que tuvo que despertar esta película en 1967, hace 56 años, sin enseñar nada, con la espalda desnuda como se ve en el cartel.
Buñuel disfrutaba ridiculizando a la clase aburguesada, ya lo hizo en México con El Ángel exterminador, otra obra maestra suya del surrealismo.

Es curioso como nos atrae lo prohibido, lo que no tenemos y como es el morbo lo que mueve nuestro mundo y mas curioso aun como dejarnos llevar por las bajas pasiones, genera un sentimiento de culpa, un atentado a nuestra moral y a nuestra educación.
Imprescindible obra maestra del cine erótico, he tardado medio siglo en verla, pero otra vez Luis se ha adelantado pensando lo mismo 60 años antes. Una trama sencilla, un guion retorcido y un final duro.